Disclaimer: Inuyasha pertenece a Rumiko Takahashi.


Frío

—Tengo frío —Dijo ella.

Y nadie respondió.

Sus dientes castañeaban, su piel se encrespaba como una queja silenciosa, sus manos temblaban, y su corazón se debilitaba.

—Tengo frío —Volvió a repetir un poco más fuerte, aunque no lo suficiente para que dejase de ser un susurro. Ajusto con mayor énfasis el abrazo ceñido que mantenía sobre sus piernas.

Se trataba de minimizar lo más posible, buscando que el calor que le quedaba no se escapase tan velozmente. Pero era imposible, tan cierto como que el sol volvería a salir por la mañana era que ella no aguantaría lo suficiente para verlo. Sus pies se habían entumecido, totalmente dormidos, y eso la asustaba, la aterrorizaba, quería volver a sentir ese escozor en sus extremidades, aunque solo fuese mínimamente, para saber que la sangre circulaba por ellas, la sensación del frío calándole los huesos de los pies, eso quería sentir.

Pero poco a poco la escaza temperatura abandonaba su cuerpo y pensó que tal vez después de todo no estaba tan mal, ¿de qué servía un cuerpo cálido y vibrante cuando su alma se había apagado?

Cuado lo perdió todo, a él y sus amigos, a él y su familia, cuando perdió su mundo es decir a él ya había dejado de tener sentido el querer vivir, porque ¿de qué servía seguir existiendo cuando ya no estabas viviendo?, ¿de qué le servía deambular por allí si lo único que querías era a él?

Su espíritu se había apagado, para siempre.

Si tan sólo no se hubiese ido al retiro espiritual quizás podría haber muerto con ellos, cuando su aldea fue arrasada, destruida, aniquilada, y convertida en polvo hasta los cimientos. Cuando volvió sólo pudo hacer una cosa, llorar hasta que sus ojos no pudieron más. Trató con todas sus fuerzas de seguir adelante, se mudó junto con los cinco sobrevivientes a un poblado no demasiado lejano buscando conseguirle sentido a su vida pero no pudo ni siquiera comenzar con ello. Estaba devastada.

—Cuanto frío —Sus manos comenzaban a dejar de doler, de sentir. Sus labios rotos y violáceos apenas se movían para musitar sus palabras. Las mejillas profundamente hundidas estaban tan blancas como la nieve que la rodeaba.

¿Qué esperaba? No lo sabía, ya que había dejado el hábito de desear, soñar o anhelar algo, ya solamente existía como un conjunto de acciones mecánicas y reflejos. Ningún esfuerzo logró sacarla del pozo oscuro, profundo y aterrador en el que había caído. Todo era tan triste, tenebroso, gris.

Y entonces hizo lo único que sabía hacer, lo único que la había mantenido en pie.

Pensó en él.

En le momento que estaba por rendirse, entregarse y caer en el letargo final sintió un pequeño escozor en el pecho, muy profundo y casi imperceptible, pero que supo sería imparable, poco a poco la calidez la cubrió como un manto y se vio rodeada de tibieza dulce y gratificante. Y entonces lo supo. El había venido a por ella. Y mientras más la envolvía el calor más en sus brazos se sentía.

El la estaba buscando, y con él todos sus amigos y seres queridos, todos venían a por ella.

—Es hermoso, el calor —Sus labios apenas se movieron pero su alma ya estaba brincando en un mar de sensaciones naranjas, rojas y amarillas.

Y así fue como se durmió para siempre, su cuerpo con una sonrisa de felicidad mientras su espíritu recién acababa de despertar. Ahora vendría lo mejor.

Junto a él.


¿Review?


¡Hola! Aca un pequeño one shot de 578 palabras sin el título (imposible abandonar mi amor por relatos cortos). Lo tenía escrito en un cuaderno de vaya a saber qué año, y decidí hacerle unas correcciones y compartirlo. Evidentemente lo hice un día de invierno y con ánimo bastante tristón.

Espero que les haya gustado. Opiniones, tomatazos, amenazas, todo es bien recibido.

¡Gracias por leer!