Ninguno de los personajes me pertenece, exceptuando a Miranda, Elizabeth, Atos, Júpiter, Inna y no sé si se me ocurran más en el camino; todos los demás pertenecen a las maravillosas mentes de Rowling y Stephenie Meyer, yo sólo soy una necia que quiso colisionar los dos mundos.
Espero que lo disfruten:
Prólogo
Ese día se convirtió en un completo desastre en muy poco tiempo, tenía la vista completamente nublada y por si fuera poco el humo se arremolinó a mi alrededor a una velocidad alarmante, impidiéndome ver con claridad. De pronto escuché el eco de su voz, me estaba llamando, ella estaba gritando mi nombre.
Como si su voz fuera una descarga eléctrica levanté la mirada y con toda la fuerza que me quedaba me apoyé en mis brazos y lentamente me fui incorporando, hasta apoyar todo mi peso en mis piernas, adolorido y con moretones por todo el cuerpo a causa de la explosión, tosí un par de veces y sacudí los escombros de mi cabello antes rubio y liso.
- ¿Hola? – Hablé, mi voz sonaba ronca, apenas y podía escucharme a mí mismo. - ¿Herm? Háblame. – Le supliqué, tenía que encontrarla, ya no quería estar lejos de ella, no debí haberla perdido de vista en medio de la guerra.
Escuché un quejido a mi izquierda y apresuré el paso, pensando que mi leona estaba en problemas.
- ¿Estás ahí? – Pregunté, pero no era ella, había encontrado a Miranda, atrapada debajo de un enorme armario, y si no salía de ahí pronto las llamas la consumirían junto con el mueble que la aprisionaba. Parecía que estaba inconsciente, pues no se movió ni un centímetro cuando la llamé por su nombre ni levantó la mirada.
Me acerqué rápidamente y traté de levantar el armario con los brazos. Era imposible, mi cara se puso roja por el esfuerzo y comencé a sudar y a quedarme sin energía, lamenté haber perdido mi varita en el fuego maldito.
- ¡Maldición, estúpido Crabbe! – Grité, pateando una pila de jaulas llenas de frascos, haciendo que tintinearan fastidiosamente. – Miranda, tienes que levantarte. – Me arrodillé delante de ella, suplicándole que abriera los ojos. - ¿Estás escuchándome? Necesito que salgas de ahí. – Demandé, gritando por encima del ruido.
El grito de una chica hizo eco por toda la habitación, llenándome de pánico.
- ¡Draco! ¡Draco, ayúdame! No, no, por favor ¡Suéltenme! ¡No! – El grito de súplica de Hermione me dejó helado, tenía que ayudarla, pero el fuego avanzaba demasiado rápido, yo no quería abandonar a mi amiga ahí. –
- ¿En dónde carajo te metiste Potter? – Me sujeté la cabeza, desesperado por no saber qué hacer.
Otro grito de Hermione me sacudió de pies a cabeza, y decidí ir por ella. Quité una silla de entre una montaña de trastos y estos se derrumbaron formando una barricada a espaldas de Miranda, deseando que eso fuera suficiente para detener el fuego, aunque fuera sólo unos segundos.
- Regresaré por ti, lo prometo. – Le dije con la voz echa un nudo, antes de echar a correr y desaparecer tras una espesa cortina de humo.
Realmente, deseaba no haber cometido un error, por primera vez en mucho tiempo tenía miedo y esperaba que Potter o alguno de los Cullen aparecieran para que me ayudaran a salvarla mientras yo iba por Hermione.
Siéntanse libres de dejar sus comentarios y díganme su opinión al respecto, cualquier crítica constructiva es bienvenida. Ya estoy terminando de editar el segundo capítulo (recuerden que éste sólo es el prólogo), así que en un par de días estoy actualizando. Gracias y nos estamos leyendo.
