Haaoooo guapuras!
Soy Guren, una de las integrantes de Mitsuki Akamine y a partir de ahora podréis identificarme por la flor de loto carmesí.
Al igual que mi amiga, Yue, estoy nerviosa pero a la vez ansiosa de poder compartiros mi trabajo, que aunque estén hechos sin ánimos de lucro, los escribimos con todo nuestro amor.
Estas historias están centradas en OC, como han explicado mis compañeras anteriormente. Sólo deciros, que los nombres de los nuevos personajes han sido cuidadosamente seleccionados, no ha sido el azar ya que su significado está estrechamente relacionado con la historia.
Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Kubo Tite, yo sólo los utilizo como diversión y no recibo ningún tipo de retribución económica por ello. No obstante, el argumento y los personajes originales de esta historia si son de mi propiedad.
Prólogo
En el que un viejo amigo trae malas noticias
La luz de la luna creciente iluminaba el tranquilo jardín y dejaba un pequeño rastro sobre el tatami de la habitación. Bañaba todas las flores cuidadosamente cultivadas y les daba un toque etéreo. El repetitivo golpear del bambú era el único sonido que reinaba en los aposentos del Comandante General, a pesar de que su dueño se encontrase de pie, observando la escena.
El capitán de la 1ª División se hallaba meditabundo. Miraba fijamente el bello resplandor de la luz blanca, sin embargo su mente no asociaba ése brillo a la luna, sino, a un fugaz recuerdo.
Una suave brisa irrumpió en la estancia, agitando levemente el digno haoridel capitán y deslizando su larga barba. Los pétalos danzaron acorde a una vieja canción de amor.
Esta noche, aquella más apacible y silenciosa de lo habitual noche oscura, las estrellas que se vislumbraban brillaban en toda su totalidad. Hacía meses que el Comandante no conseguía presenciar una pausa así. Desde los acontecimientos con los Arrancars y el posterior encadenamiento de Aizen, la Sociedad de Almas vivía en paz, en una frágil y vigilante paz.
No obstante, el capitán sabía que esta supuesta paz no iba a durar mucho. Solo es la calma que precedía a la tempestad. Y por lo que presentía, ésta tempestad había sido diseñada solo para él, como un kimono hecho a medida.
Genryusai levantó la cabeza y observó la luna. Aun no podía creer que había pasado tanto tiempo desde aquello, tantos inviernos sin volver a sentir ése calor, tanto tiempo vacío de sentimientos que alguna vez lo arrollaron vivo.
Sin poder evitarlo, su mente le llevó a una época ya olvidada por la mayoría. Delante de él, una escena totalmente diferente, ajena a la actualidad, se manifestó. El capitán abrió los ojos pero en ellos no había sorpresa ni consternación, había calidez, la calidez de una sonrisa conocida que se reflejaba en los ojos de él, semejantes ahora, al de unos espejos.
De repente, una voz resonó en la habitación, deshaciendo aquél paisaje ilusorio que tantas veces tuvo que ignorar. El comandante cerró los ojos, ya no había nada que mereciera toda su atención.
—Capitán… —habló Sasakibe, su teniente, desde fuera—. Lamento interrumpir su descanso, pero tiene visita.
Por su voz, intuía que se sentía culpable por molestarle a altas horas de la noche. Sasakibe conocía perfectamente las costumbres de su capitán e impedía cualquier molestia que pudieran causarle a él. Pero el hecho de que no haya podido es porque el visitante tenía razones y derechos de sobra para presentarse ante él cuando le diera la gana.
Genryusai se dirigió a la puerta sin abrirla, no había necesidad. Indicó a su teniente que le hiciera pasar, pero su subordinado titubeó.
—La cortesía de tu base ha disminuido drásticamente —añadió una voz grave que provenía de detrás suyo.— ¿No es así, Comandante General?
El capitán ordenó a su teniente que nadie les interrumpiera. Sasakibe desapareció.
—Ha pasado tiempo, Kinomoto —empezó Genryusai, contento de volver a verle.
—Lo mismo digo, Shigekuni —contestó el noble.
El que fue primer líder del Clan Kinomoto, uno de los clanes más poderosos del Seretei y uno de los más antiguos, se hallaba sentado formalmente sobre uno de los cojines mirando en dirección a los crisantemos del jardín.
Genryusai sonrió, encontraba divertido que alguien más joven que él, lo llamara por su nombre directamente, sin honorarios.
Joven era un eufemismo, el Comandante era solo unos cinco años mayor que Kinomoto, de nombre Tsugiyoshi. Ahora, mil años después, ésa diferencia era casi inexistente, ambos eran viejos. Pero el tiempo había tratado mejor a Tsugiyoshi; él aún mantenía su larga cabellera, ahora canosa, y una voluptuosa barba bien recortada. Lo que el tiempo no había podido solucionar eran sus terribles gustos a la hora de vestir. Sus kimonos eran muy formales y demasiado ostentosos para su gusto.
—¿A qué debo esta visita? —se acercó y se sentó junto a su viejo amigo.
—¿Una noche hermosa, no crees? – respondió el noble.
El Capitán miró a su visitante, que continuaba mirando fuera, esta vez observando la luna. Genryusai ignoró lo que significaban esas palabras para él. Tsugiyoshi era una de las pocas personas que lo conocían del todo, consecuencia de haber vivido la misma experiencia juntos, hace mil años atrás.
—Sí, muy hermosa —contestó él mirando en la misma dirección.
—He oído que hace poco tus escuadrones atraparon al traidor —añadió el invitado.
—Así es, ahora está encerrado —comentó el Capitán.
—¿Tienes conocimiento de algún subordinado suyo haya podido sobrevivir? — prosiguió el noble.
—Los Arrancars fueron derrotados en Hueco Mundo, y si siguen vivos no tienen maneras de llegar hasta la Sociedad de almas —confirmó el Comandante.
—Ya veo, entonces no pueden ser ellos —Tsugiyoshi frunció su entrecejo, su expresión indicaba preocupación y en ella también había cierto dolor.
—¿No pueden?¿De qué hablas? —insistió Yamamoto.
—Han llegado a mis oídos hechos que apuntaban a un posible ataque. Al principio, creí que se trataban de los Arrancars sobrevivientes, pero ahora veo que es imposible —se incorporó—. Mis informantes aseguran que se han producido ataques en algunos distritos del Rukongai.
—¿Ataques, dices? —el capitán mantenía la calma, pero había algo que empezaba a crecer en él.
—"Ellos sabían lo que haríamos, lo sabían todo, incluso saben que ahora le estoy diciendo esto, mi señor". Eso fue lo último que dijo.
Eso alarmó a Yamamoto. Era imposible llegar a predecir al 100% todo lo que harían los habitantes durante el ataque.
—¿Qué dicen los otros informantes?
—No quedó ninguno —contestó Tsugiyoshi seriamente.
—-¿Algún testigo? —Genryusai se levantó y se acercó a su compañero.
—No hubo supervivientes, Shigekuni – la rabia que había en su voz iba en aumento. El Comandante no se quedó atrás, no consentía que inocentes fueran atacados de una forma tan denigrante. Entendía por qué la Sociedad de Almas no sabía de nada de esto aún. El único informante había muerto después de transmitir el mensaje a Kinomoto.
—¿Dijo algo más? – Yamamoto se disponía a realizar una reunión de urgencia.
—"Es como si una noche hermosa tomara forma humana para volver a la tierra y terminar lo que empezó" — pronunció el aludido.
—¿Una noche hermosa? —algo se agitó dentro del Capitán.
—Ésa sería la forma más normal de interpretarlo, pero lo dijo diferente, parecía estar en otro mundo —Kinomoto volvió su expresión a la del dolor, culpa y miedo del pasado.
—No te andes por las ramas, viejo amigo —inquirió Yamamoto, pero a su vez, ya sabía la respuesta.
—"Kaya" – soltó sin más. Sin pensar que esta acción desataría millones de sentimientos dentro del viejo Genryusai —Kaya ha vuelto a la tierra para terminar lo que empezó —finalizó. Kinomoto también sabía el significado de ésas palabras. Con su misión cumplida, el líder noble se desvaneció creando una leve brisa, dejando al poderoso Shigekuni sopesando sus palabras.
Lo primero que hizo el Comandante General fue abrir los ojos, no para mirar los bellos crisantemos que bailaban ahora con el viento; ni a la luna brillar; ni para escuchar el relajante repiquetear del bambú…
Abrió los ojos para enfrentarse a la realidad, una dura realidad que se presentaba ante él como un dulce susurro, una deliciosa caricia, una antigua reminiscencia…
Una antigua canción de amor del pasado….
ACLARACIONES:
*Significado literal de los kanjis
Clan Kinomoto (木之元一族): "El árbol original".
Kinomoto Tsugiyoshi (継義): "Heredero del honor".
Kaya (佳夜): "Hermosa/tranquila noche".
Os agradezco mucho que hayáis dedicado unos minutitos para leerla, todas nos esforzamos mucho para llevarlo a cabo. Espero poder estar a la altura con mis aventuras, prometo que no os quedaréis indiferentes.
Estoy de exámenes, así que no nos veremos hasta el 5 de Febrero.
¡Se os quiere! (๑ˇεˇ๑)
