Harry Potter y la Herencia

Nota de Autora: Si favorezco a Draco, discúlpenme pero lo adoro

Este Fic es una completa creación mía, así que cualquier parecido con otro es pura coincidencia.

Fic de: Lina Thanatos

Capítulo N° 1: Un Gran Cambio

         Esas vacaciones, podía decirse, que eran las peores que haya tenido en su vida.

         Harry James Potter estaba acostado en su cama como lo había estado todos los días de esas vacaciones. No podía estar ni un momento feliz, si cada segundo de esos días el recuerdo de Cedric Diggory muerto, la imagen de Voldemort y de todos aquellos mortífagos, los ecos de sus padres y de Cedric, volvían a su mente. Era todo un horrible recuerdo que no se podía quitar de la cabeza.

         Se hizo de noche, Harry se cambió y se volvió a tumbar en su cama. Se quedó dormido con e recuerdo de los ecos de sus padres rondando su mente.

         Los días pasaban y Harry seguía en ese estado de depresión que a cualquiera le partía el corazón

Cuando quedaba exactamente una semana para el cumpleaños de Harry, este se paseaba, por primera vez en todo el verano, por los pasillos de la casa. Ya era algo, pero seguía en tal estado que parecía un fantasma.

         Mientras caminaba por el hall de entrada, escuchó unos sollozos que provenían de la sala de estar. La única persona en la casa, a demás de él, era su tía Petunia. Dudley estaba en casa de Piers, su mejor amigo, y tío Vernon estaba trabajando. Miró para dentro, porque la puerta estaba a medio abrir, y vio a tía Petunia llorando sentada en el sofá que quedaba de espaldas a la puerta. Entró silenciosamente a la habitación y se acercó hasta atrás del sillón. No se decidía de qué hacer. No sabía qué hacer. Nunca pensó encontrarse a tía Petunia llorando. En verdad, nunca creyó ver a uno de los Dursley llorar.

         Mientras la veía llorar, le llegó a la mente una suposición del por qué lloraba su tía.

Llora porque no quiere estar conmigo. Porque los "hombres de la casa" están lejos de mí de lo mejor y usted se tiene que quedar conmigo fue lo que pensó Harry.

         Harry no se dio cuenta, pero había pateado el piso de lo enojado que estaba por su suposición. Tía petunia lo escuchó y lentamente levantó la vista y se giró hasta verle la cara. Harry se dio cuenta demasiado tarde y bajó la mirada. Sintió la mirada de su tía encima de él, y como lo recorría minuciosamente y como tía Petunia le clavaba la vista en sus ojos. Levantó la vista para encontrarse con los, normalmente castaños, pero ahora rojos de tanto llorar, ojos de tía Petunia. No desvió la mirada. Al contrario, se la sostuvo por un rato. Largos e infinitos segundos en que se miraron fijamente, el uno al otro. De repente tía Petunia volvió a girar sobre sí, para después seguir llorando desconsoladamente. Harry se quedó ahí, parado, mirando desconcertado la escena.

         Justo cuando se pensaba marchar escucho que su tía empezó a susurrar cosas entre sollozos, que hacían casi inaudible e inentendible lo que ella decía.

         -Tu madre… –empezó entre sus sollozos- …era… era un tesoro para mí. La cuidaba siempre. En cualquier lugar ella nunca estaba sola, siempre conmigo. Jugábamos juntas, paseábamos juntas. Todo las dos o con otras amigas, pero nunca separadas. Era la única que me entendía y me ayudaba, y yo a ella. Pero cuando se fue a Hogwarts sentí que me dejaba.- Harry quedo estupefacto al escuchar que su tía decía el nombre de Hogwarts-. Se hizo nuevos amigos, … - continuó tristemente- …y más de una Navidad o Semana Santa, se quedó allá. En verano se iba a principios de Agosto y se quedaba el resto del verano en casa de su amigo James, tu padre. –Otra sorpresa para Harry al escuchar de la boca de su tía el nombre de su padre-. Me sentí muy triste y sola. Pensé que Lily ya no me quería y la única forma que encontré de ocultar la tristeza, fue en el odio. Simulé odiarla, aunque me costó demasiado, y me sigue costando. Creí que de esa forma la iba a olvidar, pero lo único que logré fue sentirme peor.

         Cuando murió pensé que el odio lo cambiaría todo, pero solo intensificó mi tristeza.

         ¿Harry, que te pasa? Haz estado todo le verano encerrado en tu pieza y solo bajas para comer. No hablas nada, ni te inmutas cuando Vernon te grita y solo reaccionas para esquivar los golpes de Dudley. ¿Qué te pasa? me asustas y no quiero que te pase nada malo.

         Esas palabras dejaron a Harry mucho más que sorprendido. Tía Petunia se estaba preocupando por él y le preguntaba que le pasaba.

         -Sé que siempre te hemos tratado mal –continuó tía Petunia-. Pero me he dado cuenta, y sé que fue demasiado tarde, que nunca lo debimos haber hecho.

         ¡Por favor, dime qué te pasó! ¡Qué te han hecho que has cambiado tanto!

         Harry se quedó pensativo ante esa pregunta. Sabía claramente que responder, pero no sabía como expresarse. Mientras Harry estaba sumido en sus pensamientos, tía Petunia se corrió un poco para dejar un puesto libre en el sillón y le dio unas palmadas en señal de que se sentara ahí. Harry aceptó la oferta y se sentó al lado de su tía, aún pensando en como responder. Decidió que se lo iba a contar TODO.

         -¿Me lo vas a contar o no? –Le preguntó su tía-. Si no quieres no me importa pero si puedes me gustaría saber, para ayudarte.

         Harry asintió con la cabeza y le contó TODO lo sucedido el año anterior. Lo de ser seleccionado para el Torneo de los Tres Magos y principalmente, lo sucedido después de la última prueba.

         Después del relato, su tía lo miraba con los ojos llorosos y una mirada afable, hepática y maternal. Harry tenía los ojos humedecidos y la vista borrosa ante ese recuerdo. De repente, y sin previo aviso, tía Petunia abrazó a Harry de una forma tan reconfortante, que solo la igualaba la forma en que la Sra. Weasley lo había abrazado al final del curso pasado. Harry quedó muy sorprendido ante ese abrazo pero igual le gustó muchísimo.

         Aunque Harry no correspondiera al abrazo, ella igual no lo soltó. Al contrario, le empezó a acariciar cariñosamente el pelo y le empezó a susurrar cosas, que Harry no creería posible de parte de ella, al oído.

         -Harry, nada de eso fue tu culpa. Todo lo ha hecho Voldemort. Por qué te culpas de algo que sabes que no has hecho.

         No te pongas así que me partes el corazón. Te quiero de vuelta como el chico que no le importaban los golpes ni los gritos. Ese que no hacía caso cuando le retaban, molestaban o pegaban. El que no regañaba ante la restricción de comida y el trabajo diario.

         Te pareces tanto a tu madre en personalidad. Eres el único recuerdo que tengo de ella, así que te quiero ver sonreír. Vuelve a ser como antes Harry, por favor.

         Harry estaba anonadado con las palabras de su tía. Palabras tan dulces y reconfortantes para cualquiera, palabras que conmueven hasta el corazón más obscuro en el mundo.

-Tía… -fue lo único que salió de la boca de Harry antes de corresponder a tan agradable abrazo de su tía.

         Estuvieron un largo rato abrazados, hasta que tía Petunia lo soltó y lo miró nuevamente a los ojos.

         -Harry, te mentí cuando te dije que eras el único recuerdo que tengo de Lily –dijo mientras tomaba una hoja que había sobre el sillón-. También tengo esta foto. Nos la tomamos en un campamento de verano. ¿La quieres?

         Harry no podía aceptar esa oferta. Era el único recuerdo que su tía tenía de su hermana. No, era algo demasiado preciado para ella como para que lo aceptara como regalo. De repente a Harry se le ocurrió una idea. Saltó del sillón y subió, corriendo las escaleras para volver de la misma forma.

         - Acepto su foto su usted acepta esta como cambio – le dijo mostrándole la única foto que tenía de su madre donde salía sola-. ¿La quiere?

         Tía Petunia asintió con la cabeza para después extender su brazo con la foto en su mano y Harry hizo lo mismo.

         Después de ese día, las cosas fueron mucho mejores. Una tarde, dos días después, en que tía Petunia salió de compras, lo primero que hizo al llegar fue llamar a Harry para que bajara de su habitación.

         -¡Harry, baja que tengo algo que mostrarte!

         Ante el grito de tía Petunia, Harry se asustó un poco, pero cuando bajó su impresión cambió por completo. Tía Petunia estaba con una bolsa en la mano, que por el logo que tenía impreso, era de una tienda de ropa (MUY costosa).

         -Para ti –dijo extendiendo la bolsa hacia él.

         Harry quedó atónito ante ese gesto de tía Petunia. Agarró la bolsa, muy entusiasmado, y empezó a abrirla. Para su desgracia, Dudley bajaba las escaleras en ese momento y cuando vio que Harry tenía la bolsa en su mano le gritó a su madre que Harry husmeaba lo que ella le había comprado.

         -¡¡¡Mamá, Harry husmea lo que ME compraste!!! –Gritó Dudley a los cuatro vientos.

         -¡DUDLEY DURSLEY! Esa ropa no es para ti, es para Harry –lo reprochó su madre.

         Dudley se quedó de piedra ante esa respuesta y le gritó todo tipo de cosas, que para su desgracia, no hicieron ningún efecto en su madre.

         Entre todo el alboroto que causaba Dudley, Harry aprovechó para subir a su pieza y ver la ropa que le habían dado. Para sorpresa de él, no era solo una prenda, eran dos. Había una polera verde obscuro con –por coincidencia, pensó Harry- una "H" plateada. La otra prenda era un pantalón negro desmontables. No tenía idea de cómo tía Petunia había averiguado cuales eran los colores y los diseños de ropa que más le gustaban, pero la ropa le fascinó. Dejó la ropa en al cama y bajó corriendo las escaleras con las más grandes intenciones de agradecer el regalo.

         -¡Gracias, tía, gracias! –Le gritó mientras corría hacia le sala de estar a abrazarla, donde unos sorprendidos Vernon y Dudley miraban la escena expectantes.

         -¿Te gustó? –Le preguntó muy feliz-. Son más o menos los colores que le gustaban a tu madre.

         -¿¡Si me gustó!? –Dijo Harry, muy excitado-. ¡¡Me encantó!!

         -Que bueno. Mejor, ahora sube a tu habitación que necesito hablar con "los hombres de la casa" –le susurró al oído su tía para que ninguno de los otros dos la escuchara.

         Harry se fue muy contento a su cuarto, pero cuando subía las escaleras, una cosa distinta a la ropa le vino a la mente. Las cartas. Le habían mandado más de veinte cartas en menos de un mes y no había respondido ninguna. Subió a máxima velocidad el último tramo de escalera que le quedaba y se metió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. Tomó el GRAN fajón de cartas que solo había tocado para desamarrarlos de la pata de la lechuza que las traía.

         Al leerlas vio que las más recientes eran casi iguales, todas con frases cómo: "que pasa que no respondes" o "te sientes bien". Las de principio de mes preguntaban, cómo siempre, de su estado y si lo trataban bien.

         Después de leer las cartas (no todas porque sería como escuchar un disco rayado) se dedicó a responde y poniendo en todas las cartas la misma frase: "¿Si estoy bien? ¡No podría estar mejor!".

         Harry seguía despierto esa noche del 30 de Julio, cómo lo hacía todos los años. Miró su reloj y vio que quedaba solo un minuto para que cumpliera 15 años. A las doce en punto cuatro lechuzas volaban hacia la ventana de su habitación. Una era marrón, que debía ser la de Hermione. La del lado era la pequeña lechuza, Pig, de Ron, que a duras penas podía llevar el paquete. Atrás venía una lechuza gris oscuro, que se confundía con la obscuridad. La última era una ocre que debía ser de Hogwarts que venía con la de Hagrid y la típica carta de Hogwarts. Las cuatro entraron por la ventana y se posaron en su cama. Harry fue desanudando cada carta y cada paquete de las patas de las lechuzas.

         Empezó a leerlas. La carta de Ron decía:

Querido Harry:

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

           Que bueno que estás bien porque no sabes el susto que le diste a mi madre cuando se enteró de que no respondías las cartas.

           ¿Qué tal tus vacaciones? Me dijiste que tenías mucho que contarme y que en una carta no sería suficiente.

           ¿Por qué no contestabas las cartas? Me muero de curiosidad por saber el por qué de esa pregunta y de que te tiene tan feliz en casa de esos muggles.

           También tengo algo que contarte y que prefiero contarlo yo a que en una carta así que espero a que nos juntemos pronto. Además que aunque estén Fred y George con todas sus bromas a veces este lugar es tan aburrido.

           Espero que te guste mi regalo.

Saludos

Ron.

PD: Mándame una lechuza para que confirmemos la fecha en la que vamos a juntarnos para ir al callejón Diagon

         Harry dejó la carta de lado para leer la siguiente. Esta fue la de Hermione, que decía:

Querido Harry.

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

           No sabes cuanto me asustaste cuando no me respondías las cartas. Bueno, lo que importa es que estás bien.

           ¿Que tal las vacaciones con los Dursley? Dijiste que la estás pasando SUPER bien. ¿A qué ese cambio? No sabes las ansias que tengo de saber el por qué. También quiero saber por qué no respondías las cartas. Dijiste que era mucho que contar y que nos dirías a Ron y a mí cuando nos juntáramos. ¿Cuándo podría ser? Manda una lechuza con al contestación.

           Ojalá que nos veamos.

Besos y abrazos

Hermione.

PD: Espero que te guste mi regalo.

         La siguiente carta que tomó fue la de Sirius.

Querido Harry:

¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!

           Por otro lado ¡NUNCA me vuelvas a asustar así! Me diste un susto de muerte cuando no respondías. Pensé que interceptaban el correo, pero dijiste que no era así.

           ¿Sabes que? ¡¡Están trabajando en mi indultación!! No entiendo por qué necesitan tantas pruebas si solo me dan veritaceum y listo. Son tan cargantes los del ministerio. Hablando del ministerio, Fudge ha renunciado y el nuevo ministro de la magia es Amos Diggory. Creo que con él al mando tengo un poco más de posibilidades.

           Bueno, espero que te guste mi regalo.

Con cariño

Hocicos.

         A Harry, la noticia de que estaban trabajando en la liberación de Sirius lo puso más contento de lo que estaba. Decidió que le enviaría una carta avisándole que si usaban Veritaceum, diría que es animago.

         Tenía muchas ganas de abrir los regalos, pero se decidió a leer primero la carta de Hagrid.

Querido Harry:

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

           ¿Estás bien? Molly Weasley me mandó una carta diciendo que no respondías las que ellos te mandaban. Bueno, no metamos ese tema ahora. ¿Qué tal tus vacaciones? Ojalá que bien. Sabes, ¡Dumbledore está trabajando para intentar libertar a Sirius Black! Sabes, no entiendo al profesor Dumbledore. Black fue el que le dijo a Ya-Sabes-Quien donde se escondían tus padres y tú. Es un traicionero. Pero bueno, si Dumbledore dice que es inocente, le creo, pero no veo prueba alguna.

           Espero que te guste el regalo.

Saludos

Hagrid.

         Harry decidió que mañana por la mañana le mandaría una carta a Hagrid explicándole todo lo relacionado con Sirius para que no se confundiera y entendiera toda la verdadera historia de la traición a los Potter.

Después de leer la carta, tomó el regalo de Ron y lo desenvolvió. Era una carpeta para guardar colecciones de los cromos de las Ranas de Chocolate. También traía una caja de Ranas de Chocolate, una de las golosinas mágicas que más le gustan a Harry. Este quedó fascinado con ese regalo, pero decidió dejar las ranas para después y seguir con los regalos. El siguiente fue el de Hermione. Era un libro titulado "Los Diez Mejores Buscadores de Siglo 20 y sus Mejores Tácticas y Jugadas".

         Hermione, está increíble Pensó Harry al leer el título del libro. Dejó el libro en el escritorio y se dispuso a abrir el regalo de Sirius.

         Harry se extrañó al ver que el regalo de Sirius era una varita mágica, pero su impresión cambió al leer la nota anexa el paquete:

         Esta varita era la de tu padre. Hace unos días visite la casa (que seguía igual que la noche de su muerte) y la encontré entre los escombros. Espero que sea de tu agrado y talvés la puedas utilizar. Hazme solo un favor, lo primero que vas a hacer en el expreso, cuando puedas hacer magia, es probar si puedes usar la varita.

         Harry quedó pasmado. La varita era de su padre. Estaba en perfectas condiciones, cómo si su propietario la acabara de dejar y la hubiera pulido y limpiado todos los días. Harry la contempló por mucho tiempo, minuciosamente pero sin tocarla. Cuando la tomó, sintió que un calor y una fuerza inigualables lo invadían, tal vez, con mayor intensidad que cuando tomó, por primera vez, su varita. La dejó en su escritorio con mucho cuidado, encima del libro que le regaló Hermione.

         El siguiente y último paquete era el de Hagrid. Resultó ser otro álbum de fotos mágicas de él y sus padres y algunas fotos de sus amigos y él (Hagrid se las pidió a Colin). Se dedicó a mirarlas, y cuando iba en la última página se encontró con que la última foto, donde salían sus padres y él, tenía un mensaje escrito que decía:

           Esta foto fue tomada el día antes de la noche de la muerte de tus padres, la noche en que te convertiste en el niño que vivió.

         Harry impresionado de tantos recuerdos que le habían mandado en un cumpleaños. Le habían mandado la varita de su padre y ahora se encontraba con que Hagrid le manda una foto que fue tomada unas horas antes de la muerte de sus padres.

         Harry se levantó esa mañana muy temprano. Bueno, siempre lo hacía. Había tomado la costumbre de hacerlo desde el principio de ese verano. Se quedó un rato acostado en la cama y después se levantó. Después de vestirse, con la ropa que su tía le había regalado, bajó a desayunar. Para su sorpresa el no era el primero en levantarse ese día. Tía Petunia estaba sentada, desayunando plácidamente. Eso no le sorprendió mucho a Harry, lo que le llamó la atención fue un gran regalo de cumpleaños sobre la mesa.

         -Feliz cumpleaños –le dijo amablemente tía Petunia, mientras él se sentaba en la mesa a desayunar un gran plato de tocino con huevo y un vaso de leche-. ¡Vamos, abre tu regalo!

         -¿Es para mí? –Preguntó Harry muy emocionado.

         -Pues para quien creías que era. ¿Para el diablo? –dijo tía Petunia en tono divertido-.Vamos ábrelo que quiero saber si te gusta. Y mejor que sea antes de que despierte Dudley.

         Harry, muy emocionado, se sentó en la mesa a abrir su regalo. Cuando lo abrió su sorpresa subió al máximo. Era un pantalón gris con un bolsillo adicional sobre la rodilla derecha, una polera rojo sangre con un estampado con forma de rectángulo negro con una calavera blanca al centro, un par de zapatillas negras con verde y un reloj de pulsera digital. Harry quedó pasmado y embobado con el regalo.

         -Gracias –fue alcanzó a decir entre el asombro

         -Por nada, Harry. Es tu cumpleaños –respondió ella, amablemente

         Después de unos segundos reaccionó y se tiró sobre su tía

         -¡Gracias tía! ¡Está… está…! ¡Está increíble! ¡Te pasaste! –le grito Harry, demasiado fuerte cómo para despertar a Dudley y a tío Vernon

         -¡Ups! Creo que los desperté –dijo en un susurro.

         -No te preocupes Harry, esto yo lo soluciono –le dijo con tono de gracia-. ¿Y que regalo quieres que te dé Dudley?

         -¿Dudley? Mmm… Que me persiga y que me intente atrapar si puede –afirmó con seguridad y una sonrisa maliciosa se le asomaba.

         -¿Seguro? –Media preocupada.

         -Quiero hacer algo. Estar encerrado en una pieza sin poder mover un hueso es aburrido –con tono de súplica.

         -Bien, pero le prohibo pegarte –le dijo con seriedad.

         -Si llega a atrapar –se rió Harry.

         -¡QUE PASO AQUÍ! –Ladró tío Vernon que acababa de bajar.

         -Vernon, no grites. Es cumpleaños de Harry así que por lo menos saluda cómo corresponde –lo reprochó su esposa.

         Tío Vernon quedó pasmado ante la orden que le acababa de dar su esposa.

         - Feliz cumpleaños –gruñó con un hilo de voz mientras pasaba por al lado de Harry.

         -¡¿QUE PASO?! ¡¿QUIÉN GRIT"?! ¡MAMAAA! –Era Dudley que venía bajando las escaleras a máxima velocidad (casi rodando) para después esconderse detrás de su madre.

         -Dudley, cariño, no pasa nada –le aseguró con tono cariñoso-. Y dile Feliz Cumpleaños a Harry porque hoy está de cumpleaños.

         -¿Eh? ¡Ah, Feliz cumpleaños! – dijo Dudley en voz alta y sin desprecio alguno, algo que sorprendió a Harry

         Se sentaron a desayunar y luego Harry se fue a escribir unas cartas a Ron, a Hermione, Sirius y Hagrid. Les dijo a Ron y a Hermione que si se juntaban tres días en el callejón Diagon para comprar las cosas y conversar sobre sus vacaciones en vez de ir a la casa de Ron como la habían hecho en segundo y en cuarto (N/A: En tercero, Harry se escapó de casa de los Dursley). Arrendarían habitaciones en el Caldero Chorreante y se quedarían dos noches.

         Esa tarde llegaron las respuestas que asentían a gusto la propuesta de Harry pidiéndole que él decidiera los días y la hora. Harry mandó las respuestas dando como hora de encuentro las 11 a.m. del día viernes 2 de Agosto. Después de haber mandado las últimas cartas ese día, Harry bajó corriendo a la sala de estar a preguntarle a tía Petunia si lo podía llevar a Londres la fecha indicada.

         -¡¿Tía, me puedes llevar a Londres el 2 de Agosto?! -Preguntó Harry al entrar estrepitosamente a la sala de estar de los Dursley.

         -¡TOCA la puerta antes de entrar y NO grites muchacho! –fue el "amable saludo" de tío Vernon

         -¡Uy! Perdón –se disculpó en un susurro-. ¿Bueno, me puedes llevar tía?

-Vamos afuera y me explicas mejor las cosas –le dijo en tono sereno.

         Ambos salieron del estar y se quedaron en el hall para conversar.

         -Bueno, Harry. ¿Qué es lo que me preguntabas? –preguntó con curiosidad.

         -Le preguntaba si me podía llevar a Londres este viernes. Me voy a juntar con unos amigos para comprar los materiales y para poder vernos –explicó Harry.

         -¿Y después? –Harry vio en sus ojos que no quería que él se fuera.

         -Sólo serán tres días, por lo tanto necesito que también me vallan a buscar –afirmó Harry.

         -Muy bien. Entonces el viernes un viajecito a Londres –respondió su tía, cariñosamente.