EXPERIMENTO N°1: ¿DIJISTE YAOI?

– ¡Voilà!

El confundido hombre miró de derecha a izquierda y no obtuvo ni media pista de qué era todo aquello. Se rascó el cuello en un gesto de irritación y profirió gruñidos ininteligibles que marcaban el fin de su paciencia. Su fiel compañero seguía con las manos extendidas como presentando el lugar de ensueño de cualquier ser sobre la tierra y no entendía cómo el otro no tenía ni idea de en dónde estaban.

– ¿Y… bien?

– ¿Y bien qué?

– Mou, Senpai, ¿en verdad no sabes dónde estamos?

– ¿Cómo puedo saberlo, baka? – preguntó malhumorado – Me sacaste a rastras del departamento diciendo "Senpai, vamos, ya va a empezar" y cuando te pregunté de qué demonios hablabas, pusiste tu habitual cara de idiota y dijiste "¡Es una sorpresa!"

– Es que era una sorpresa, pero no te veo muy sorprendido. – dijo con desánimo.

– ¡Es porque no sé en dónde estamos, estúpido!

– Está bien, ya que no te has dado cuenta, te lo diré. Estamos nada más y nada menos que en la NagoyaCon.

– ¿La qué?

– NagoyaCon es una convención de anime y manga que hay aquí en Nagoya cada dos años. No pude asistir a la anterior, así que este año definitivamente quería venir… pues… contigo.

Souichi lo miró con pena. No entendía cómo su compañero de piso podía ser tan ingenuo e iluso a veces. ¿Una convención de anime y manga? ¿En serio? Sabía que el chico era infantil, pero no a ese extremo. Sin embargo, al ver que la mayoría de personas ahí bordeaba los veinte, supuso que no era que Tetsuhiro fuera infantil, sino que él era amargado. No le gustó esa conclusión, por lo que prefirió ignorar sus propios pensamientos.

– De acuerdo, ¿y ahora qué?

– Vamos a recorrer los stands para comprar merchandising y después vamos a algún puesto de comida, ¿te parece?

– Comer no suena mal.

– Primero comamos entonces. – aceptó sonriente.

Ambos muchachos recorrieron los distintos stands de comida y, a decir verdad, todo estaba delicioso. Souichi probó un poco de todo y una expresión de felicidad se reflejaba en sus ojos con cada bocadillo nuevo que saboreaba. Tetsuhiro lo miraba con ternura y se alegró de que su Senpai estuviera disfrutando la convención junto a él. Mientras comían unos deliciosos takoyakis, Tetsuhiro advirtió a lo lejos un stand que se había llenado de gente y solo cuando estiró un poco la cabeza se dio cuenta de la razón de la aglomeración. Lanzó un grito que bien podría haber sido confundido con unas uñas raspando una pizarra de tiza.

– Maldita sea, Morinaga, no grites en mi oído.

– S-Senpai, es, es…

El chico de Fukuoka casi hiperventilaba a la vez que señalaba a la mujer que estaba detrás de una gran mesa. Al parecer esta persona desconocida para Senpai estaba realizando una sesión de autógrafos.

– ¿La conoces?

– ¡Es Takanaga Hinako sensei!

– Mmm… No, no me suena.

– ¡Es mi mangaka favorita! Le pediré que firme mi manga.

– ¿Eh? ¿Has llegado al extremo de traer esas cosas? Ni pienses que iré contigo porque…

Pero antes de que pudiera terminar su advertencia, su asistente ya se había ido corriendo hacia la popular autora haciendo varias reverencias al verla y entregándole a su vez un manga que había sacado repentinamente de su mochila. Souichi se cogía la frente en señal de "¿Qué debería hacer con este idiota?" y solo observaba atento la interacción entre su amigo y la mangaka.

– Konnichiwa, Takanaga sensei. Adoro su trabajo, es usted mi mangaka favorita.

– Oh, arigatou gozaimasu. – agradeció con una sonrisa.

– Sensei, ¿podría por favor firmar mi manga?

– Seguro. ¿Cuál es tu nombre?

– M-Morinaga Tetsuhiro.

– Para Morinaga-kun entonces. – repitió sonriente mientras firmaba la primera página de su manga preferido.

Tetsuhiro casi al borde de las lágrimas tomó la mano de Takanaga Hinako, le dio las gracias muchas veces y volvió a hacer una reverencia antes de regresar hacia donde estaba su Senpai.

– Estoy tan feliz. – suspiró estrechando el manga contra su pecho.

– Baka, ¿estás llorando?

– Acabo de conocer a mi mangaka favorita y firmó mi manga. ¿Te parece poco?

– No le veo lo emocionante.

– ¿Hay algo que realmente te emocione en esta vida, Senpai? No me digas, los experimentos.

– Es justo lo que iba a decir.

– ¿Por qué no me sorprende? – comentó divertido.

– ¿Y a ti, no? También eres un científico después de todo.

– Sí, pero sabes que más que los experimentos, lo que me gusta es aplicar los resultados.

– Lo sé, es lo que harás en S Pharmaceuticals, ¿verdad?

– Exacto, así que…

Tetsuhiro volvió a quedar boquiabierto y sin palabras coherentes en su cerebro. Señaló hacia otro stand donde también había muchísima gente amontonada y lanzó un chillido que hizo volar a un grupo de aves que estaba por ahí cerca. Senpai tuvo que taparse los oídos y casi se desmaya del susto.

– Kuso baka, ¿y ahora por qué demonios gritas?

– ¡S-Son Midorikawa Hikaru y Toriumi Kousuke!

– ¿Y esos quiénes son?

– ¡Ven conmigo! – gritó jalándolo del brazo – Te explicaré en el camino, ¿no ves que hay cola?

Souichi exasperado tuvo que dejarse arrastrar hasta la fila que felizmente aún no era demasiado extensa. El menor emocionado esperaba su turno para poder saludar a tan famosos y extraordinarios profesionales.

– ¿Ahora sí me vas a decir quién diablos son estos?

– Senpai, no hables así tan alto. Estos respetables señores son mis seiyuus favoritos. ¡Son tan geniales!

– ¿Por qué será que no conozco a nadie aquí?

– Es que no lees manga ni ves anime, Senpai.

– ¿Y tú sí?

– Digamos que más o menos. Lo hago en mi tiempo libre.

– ¿Qué tipo de anime y manga? ¿Shoujo?

– ¿Tú sabes lo que es el shoujo? – preguntó completamente asombrado.

– Más o menos, y es porque Kanako ama leer eso. Son esas historias rosas y estúpidas con finales felices y absurdos, ¿na?

– Creo que acabas de ofender a todos los consumidores de shoujo de la tierra, Senpai.

– Bah, tonterías.

– ¡Ya casi es nuestro turno!

– C-Chotto, no me jales de la camisa!

El chiquillo inclinó su cuerpo en ángulo de noventa grados para saludar respetuosamente a los actores de voz mientras estos sonreían conmovidos por la evidente emoción de tan adorable fan.

– Mirorikawa-san, Toriumi-san, soy fan de ustedes desde siempre. Me emociona poder conocerlos finalmente.

– Gracias por tu apoyo. – contestó Kousuke tomando la mano de Tetsuhiro.

– Nos encanta venir a Nagoya, los fans son muy agradables. – aseveró Hikaru tomando también su mano.

Al ver ambos hombres a Souichi pensaron que se trataba también de su fan, así que le extendieron la mano y él correspondió tímidamente. Todos hicieron las reverencias correspondientes y se alejaron de la cola que ya empezaba a crecer. El científico menor no podía estar más feliz que eso. Sonreía y suspiraba ante la mirada irritable de Souichi. Pero verlo así de alegre no podía ser tan malo, ¿verdad?

– ¿Ellos son seiyuus de shoujo?

– Sí, pero yo veo sus trabajos de yaoi…

Demasiado tarde. La palabra prohibida había salido de sus labios y no pudo evitar cubrir su boca por acto reflejo. Souichi arqueó una ceja y lo miró intrigado mientras caminaban hacia la salida. Se detuvieron un momento y el mayor soltó la palabra como si fuera parte de su vocabulario cotidiano.

– ¿Yaoi?

– E-Etto…

– ¿Por qué el término me suena tanto? – dijo pensativo – ¿Qué significa?

¡Tetsuhiro no baka! ¿En qué lío te has metido? Será mejor que cambie el tema.

– Mira, Senpai, un stand de Shingeki no Kyojin, la vez pasada te compraste la capa, ¿ne?

– No me recuerdes ese horrendo incidente. En fin… ¿Es bueno? ¿Debería verlo?

– ¿De qué hablas?

– ¿De qué más? ¡Del yaoi!

Algunas chicas que pasaban por ahí lo escucharon gritar y soltaron pícaras risitas mientras observaban de pies a cabeza a los dos apuestos hombres y comentaban entre ellas emocionadas. Tetsuhiro sonrió amargamente.

Fujoshis…

– ¿Y tienes cosas yaoi en el depa?

Aquella situación parecía irreal, como sacada de un manga y adaptada a la complicada y lamentable vida de Morinaga Tetsuhiro. Sí, hasta podían hacer una película basada en ello, pensó. Por otro lado, ¿por qué su Senpai era tan obstinado a veces?

– No creo que sea una buena idea que tú veas eso, Senpai.

– ¿Por qué no? Es fin de semana, quiero distraerme viendo algo nuevo y diferente. Si tienes material en casa, podría echarle un vistazo.

– E-Es que en verdad es muy poco productivo, muy poco educativo y bastante aburrido… No es algo que le gustaría a todo el mundo. Por ejemplo, las chicas lo detestan…

– Vaya, ahora has hecho que me dé más curiosidad.

– Y-Ya sé, ¿por qué no vamos a la casa y vemos algo de drama o comedia?

– ¿Por qué te opones tanto a la idea? – interrogó suspicaz.

– N-No es que me o-oponga, es s-solo que creo que t-tú…

– ¿Y por qué estás tartamudeando?

– ¡Mira, por allá están regalando toffees! ¿Por qué no vamos también y…?

– Morinaga.

– ¿H-Hai?

– ¡Nos vamos a la casa ahora mismo!

El aura amenazante del mayor llenó el ambiente y contra esos arranques de histeria no había más que acceder a hacer lo que él ordenara. El pobre chico fue tomado violentamente del cuello del polo y arrastrado hasta la estación de buses ante las miradas confundidas de los transeúntes.

¡Mis horas están contadas!


El chico de cabello oscuro se encontraba de cuclillas sacando su empolvada pero selecta colección del tan famoso y difundido género como era el boys love. Hacía mucho tiempo que no necesitaba ver nada de eso, pero consideraba que todo homosexual que se respeta debía tener unos cuantos discos a su disposición, solo por si acaso. Ahora bien, Senpai tenía que ser bastante ingenuo como para no saber qué era exactamente el yaoi. O tal vez sí lo sabía y solo quería ponerlo en una encrucijada para acusarlo de pervertido nivel Dios y después usar eso como excusa para dejarlo sin sexo un par de semanas.

Aunque es una opción, estamos hablando de Senpai. No hay forma en que él vería esto si supiera lo que verdaderamente es.

Dentro de aquella caja encontró material del que ya ni siquiera se acordaba, y sacó algunos títulos que colocó posteriormente en su cama. Comenzó a reflexionar tras revisar una y otra vez varios animes y OVAs conocidos y algunos no tan célebres.

Tengo que elegir el menos traumatizante… Lo malo es que todos los que tengo son de ese tipo…

– Morinaga, ¿por qué tardas tanto? – gritó Souichi molesto desde la sala.

– A-Ahora voy.

– El trago y los snacks están listos, solo falta que te dignes a venir.

Hoy moriré. Sí, Senpai va a asesinarme después de esto y de eso no hay duda. ¿Qué voy a hacer?

De repente una idea bastante buena cruzó su mente. Se tomó el mentón con el índice y el pulgar y empezó a analizar su situación detenidamente, a pesar de que ya no contaba con mucho tiempo dada la poca paciencia reflejada en la voz del feroz amor de su vida. Quizá aún había escapatoria.

Ya sé lo que haré. Le voy a llevar cualquier película que tenga por ahí y después…

Justo estaba pensado en cómo aplicar esa increíble idea para evitar la horrible catástrofe que tendría lugar si el hombre más homofóbico del planeta veía una producción de ese género, cuando a sus espaldas vio, bien erguida y en todo su terrorífico esplendor, a la persona a la cual pretendía engañar. Lo observó desde abajo y definitivamente desde ese ángulo se veía mucho más intimidante y aterrador.

– ¿Se puede saber por qué tardas tanto? – preguntó cruzándose de brazos.

Afortunadamente Souichi había pasado antes por el baño para lavarse la cara por el fuerte bochorno que había estado haciendo esos últimos días. Por ello, había dejado sus anteojos en la sala y no alcanzó a ver las portadas de los DVDs que su amigo tenía sobre su cama y en sus manos. Supuso que sería toda una colección, por lo que no dio mucha importancia al asunto y le arranchó una al azar. Tetsuhiro entró en pánico.

– ¡S-Senpai, esa no!

– ¿Y por qué no?

– Es un poco aburrida y…

– Veremos esta y punto. Ahora levántate antes de que pierda la paciencia.

– P-Pero tengo que guardar todo esto.

– Después lo harás. ¡Vamos!

Dios y Buddha se apiaden de mi alma…

Una vez en la sala, Tetsuhiro se sentó en una esquina del sofá rezando internamente para que todo eso no fuera más que una pesadilla de la que pronto despertaría. Souichi sacó el disco del estuche, dejó este olvidado a un lado y preparó el reproductor de DVD. Cada paso que daba el científico hacía temblar a su asistente al tener la certeza de que sería lo último que vería en su miserable vida. Antes de sentarse junto a su compañero, Souichi se colocó los anteojos.

– Senpai, aún estás a tiempo de…

– Ya cállate que está empezando.

Tetsuhiro tragaba en seco rogando para que su Senpai se quedara dormido o se aburriera y decidiera detener la película en cualquier momento. La historia transcurría normal, pero ciertos detalles hicieron despertar la suspicacia y desconfianza del hombre de cabello largo.

– Oi, esto se está poniendo interesante, pero tengo una duda. ¿Por qué no hay mujeres en esa película? Hasta ahora solo he visto puros hombres. Se me hace un poco raro.

El jovencito atemorizado contorsionó su cuerpo para protegerse de la inminente paliza que sabía que recibiría de parte de su superior en cuanto apareciera la primera escena XXX en la pantalla del televisor. Y eso sucedería en cuestión de segundos. Ambos protagonistas del OVA ya se encontraban en la habitación del menor de ellos cuando sin previo aviso empezaron a besarse apasionadamente al mismo tiempo en que se arrancaban la ropa mutuamente. Souichi clavó la mirada en la pantalla y aun más al escuchar los inconfundibles gritos que caracterizaban escenas como esa.

Tetsuhiro cerró fuertemente los ojos y esperó un rato, pero para su sorpresa, nada ocurrió. Los abrió lentamente y bajó el brazo con el que se cubría la cabeza y quedó estupefacto al ver la expresión ensimismada de Senpai. Estaba quieto, aunque sus labios temblaban y sus mejillas y orejas estaban ardiendo.

N-No es posible, ¿le está gustando?

Pero el mundo no podía ser tan perfectamente imposible. En cámara lenta Souichi giró la cabeza hacia él como un poseso, con las pupilas dilatadas y una diabólica media sonrisa. Tetsuhiro tragó saliva de manera audible y retrocedió por puro instinto de supervivencia. Al ver al otro hombre ponerse de pie como un robot, trató de huir de un salto hacia algún lugar seguro donde no pudiera llegar la bestia inhumana en la que se había convertido su superior.

– MO-RI-NA-GA…

– S-Senpai, y-yo puedo e-explicarlo…

– ¡¿Qué cuernos me has hecho ver, maldito pervertido?!

– Senpai, tú mismo me lo pediste.

– Ahora entiendo por qué no me dijiste nada antes.

– Traté de hacerlo, pero nunca me escuchas.

Souichi lo perseguía furioso por todo el departamento mientras le arrojaba lo que encontraba a su alcance. Cogió un florero y, justo cuando se preparaba para lanzarlo, escuchó el intenso gemido del personaje que hacía de uke. Oh sí, había olvidado presionar el botón de stop. Cogió el control y expulsó el disco velozmente hirviendo de rabia y también de vergüenza al no haber podido evitar recordar sus propios encuentros íntimos con el de cabello corto.

– Te voy a sacar los intestinos. O mejor te voy a cortar el cuello. ¡O mejor las dos cosas!

– ¡Gomen nasai!

Desde la cocina, a donde había corrido a esconderse, Tetsuhiro percibió un breve silencio y se alzó lentamente para ver qué había sucedido. La mueca que se reflejaba en la cara de Souichi se parecía mucho a un tic nervioso que hacía temblar todo su perfil. El chico de ojos verdes no supo si esa era una mala o una pésima señal de lo que se avecinaba.

– Entonces esos seiyuus de hoy son los que hacen esas voces de… de… ¡Ahhh!

– Senpai, ellos no son gays, solo hacen su trabajo. Y además son muy buenos…

– ¡¿QUÉ?!

¡Ay, cada cosa que digo me entierra más!

Souichi se cogió los cabellos con desesperación y una expresión entre horror y asco adornó su rostro. Negó varias veces con la cabeza como un psicótico.

– Y yo hasta les di la mano… ¡Ahhh! ¡Quiero morir!

– ¡Senpai, cálmate!

– Quiero morir… ¡pero primero te voy a matar a ti!

– ¡SENPAI!

Tal vez Tatsumi Souichi no había nacido para ser espectador de manga y anime, y mucho menos de yaoi. O simplemente el yaoi no estaba preparado para audiencia como Souichi, aunque él ya fuera, sin saberlo, un claro representante del género.


– ¡Más rápido, Morinaga!

– Senpai, por favor, no me obligues a hacer esto…

– Oh, sí, sí lo harás. ¡Sácalo todo!

– ¡Siempre hago lo que tú dices, pero esto es muy cruel!

– ¡Basta de berrinches! Esta casa no puede estar contaminada con ese material pecaminoso y antinatural.

Tetsuhiro gimoteaba al ver toda su colección de yaoi en DVDs, mangas y revistas dispuesta en su cama, lista para ser desechada por el tirano de ojos miel. Al parecer, el trauma psicológico había dado paso a la furia irracional y ahora el hombre mayor iba a deshacerse de todo aquello que creía inmoral y satánico.

– Nunca te voy a perdonar esto, Morinaga.

– Senpai, solo es ficción, ¡ficción! Déjame al menos conservar uno o dos.

– De ninguna manera, todo irá a la basura.

– Esto cuesta, ¿sabías?

– No es mi culpa que te gastes el dinero en por… por… ¡Ah! No lo diré. En serio sabía que eras un enfermo, pero no tanto. Ah, pero ahora ya sé de dónde aprendes tanta cochinada.

– Senpai, no será que… ¿no será que te da celos que vea esto? – dijo con un tono de esperanza – ¡No hay comparación posible, Senpai! Prefiero mil veces cuando tú y yo lo hacemos y…

La estruendosa bofetada lo hizo caer sobre la cama encima de todas las cosas de las que ahora tendría que despedirse para siempre.

– ¡Deja de decir estupideces! – vociferó sonrojado – Y más te vale que me des todo porque pobre de ti si encuentro uno solo…

– ¡Hidoi! – lloriqueó frotándose la mejilla.

Y es que a veces los comentarios de Morinaga Tetsuhiro no eran los más acertados ni los más oportunos, y eso Souichi lo sabía mejor que nadie.


Naturalmente al día siguiente, Tetsuhiro fue directo al bar de su fiel amigo Hiroto para suplicarle entre lágrimas que le dejara sacar una copia de todo su material yaoi. Solo esperaba que este tuviera las ediciones sin censura de sus títulos favoritos que ahora probablemente yacían en el camión de la basura.

Por supuesto que esta vez se aseguraría de esconder todo en un lugar fuera del alcance de su tirano amor.


No sé si en el universo del manga Tetsu sería un consumidor de yaoi, pero me suena lógico, jeje. Lo siento, moría por escribir esto, y como soy la Dama de las Comedias, quise plasmar cómo sería una situación de este tipo entre ambos. Asimismo, hace mucho que quería escribir un momento en el que nuestros chicos se encontraran con sus célebres y geniales seiyuus, Midorin y ToriKou, y por supuesto con la preciosa y maravillosa Hina sensei.

Gracias por seguirme también en este tercer fic que será una serie de one shots con situaciones cómicas y románticas.

Nos vemos en el próximo experimento!

Ja nee!

**Jane Ko**