Herencia de sangre

Capitulo 1

Disclaimer: Los personajes pertenecen a la película "Labyrinth", dirigida por Jim Henson.

Perfecta – se dijo mirando el espejo y no se equivocaba, todo su conjunto era una excelente combinación de elegancia, seducción y buen gusto. Se enamoró apenas lo vio colgado en esa tienda exclusiva que le quitaba el aliento a cualquier mujer, "mucho mejor que cualquier hombre" - pensó. No tardó más de cinco minutos en pedirlo en su talle y probárselo. Un poco mas bajo de las rodillas, ceñido al cuerpo con un escote digno de ser admirado, pero era el hermoso color la que la había convencido de comprarlo, de un verde tan oscuro como sus ojos.

Su cabello iba recogido mostrando uno pendientes de brillante, regalo de su novio.

La puerta se abrió suavemente – Puedo pasar – dijo una voz masculina.

-Edward, como me veo?

- Hermosa, bellísima…que más quieres que te diga? – se paró detrás de la joven mujer abrazándola, apoyo su barbilla en el hombro de ella – Quizás esta noche pueda ser el afortunado en despojarte de ese vestido.

Causó una leve risa – Sí que te gusta insistir…

- Dime una cosa…cuánto tiempo más tomará para que confíes en mi? Sabes que me convertiría en tu esclavo?

"Solo témeme, ámame, haz lo que te digo, y yo seré tu esclavo" – de repente su mente se inundó de aquellas palabras las cuales retumbaron muy dentro de su ser, esas que pensaba olvidadas.

- No vuelvas a decirme eso – le dijo seria alejándose de él.

- Que cosa?

- No eres mi esclavo, ni nada por el estilo.

- De acuerdo no pensé que te molestaría. Te encuentras bien? - le preguntó con un leve gesto de sorpresa en su rostro.

- Si. Bajamos ya no deben de tardar los llegar los invitados.

- Espera no te he dado mi regalo – busco en su traje y hayo una caja alargada de terciopelo negro.

- Edward…

- Ábrelo…

- Y eso fue lo que hizo, encontrándose con una gargantilla de diamantes, ese hombre si que no reparaba en gastos. La miró asombrada – Es hermosa, no se que decir.

- No tienes que decir nada. Ven quiero que la uses esta noche.

- Gracias – dijo ella admirándola ya puesta en su cuello, se dio la vuelta y lo abrazó dándole un tierno beso.

- Felices 25, Sarah.

- Edward… - hizo una pausa – Después de la reunión quisiera que te quedaras, necesito hablar contigo.

- Sucede algo?

- Después…ahora tratemos de disfrutar de MI noche – remarcando y sonriendo a la vez.

La gente comenzó a llegar puntualmente, pero Sarah esperaba con ansias la llegada de unas personitas muy importantes.

- Sarah! – dijo el niño corriendo a sus brazos.

- Toby… - abrazó afectuosamente al pequeño – Te extrañé, como se portó tu sobrina?

- Ella, es una consentida, sabes que mamá le dio a Lancelot, no es que este celoso pero tu me lo regalaste… - bajo la vista tímido con sus dedos entrelazados, jugando con sus pulgares.

- Lo se Toby…y después?

- Mamá y papá no dejan de hacer caras para que Mila se ría, pero creo que lo único que consiguen es asustarla

- Shhh… Toby! Que pensara tu hermana? – Karen tenía a la niña dormida en su hombro.

- Como estuvo todo Karen? – Sarah, saludo con cariño a su madrastra y a su padre que estaba detrás de ella.

- Bien, tu hermano está celoso y no quiere prestar sus juguetes.

- A quien se parecerá? – se escuchó una vos varonil pero cálida.

- Papá! Eso fue hace mucho tiempo verdad Toby?

- No me acuerdo – dijo inocentemente el niño mientras su hermana le daba un beso en la mejilla.

- Y como esta mi preciosa? – susurró Sarah a la pequeña en brazos de su madrastra.

- Se portó muy bien…es divina. Quieres que la lleve a su cuarto?

- Si…Toby nos acompañas, tengo una sorpresa para ti.

- En serio? Qué? – el niño abrió grande sus ojos azules con ilusión e impaciencia.

El departamento contaba con tres habitaciones, la mayoría no entendí por qué Sarah se encapricho con él, demasiado grande para dos personas, en especial si una aun no llegaba a los tres años. Pero por fin después de tanto esperar el departamento fue de ella, acondicionarlo le había tomado más de dos meses, tiempo en el que se hospedó en la casa de su padre. Tanto su él como Karen se sentían muy orgullosos de la mujer en que se había convertido , independiente y fuerte como siempre, aunque ambos pensaron que se dedicaría a escribir, ya que pasó casi toda su adolescencia con la nariz metida en sus historias . Ella se decidió por el diseño de interiores, algo que lo desempeñaba de manera excelente y bien demostrado estaba en su nuevo hogar.

- Toby, como te lo prometí…esta es tu habitación – abrió la puerta de par en par y le mostro un cuarto digno de un príncipe, contemporáneo claro. No faltaba nada, juguetes de sus personajes favoritos, videos juegos, una pequeña biblioteca con muchos libros de aventura y fantasía y una gran cama, todo en tonos celestes y azul noche, uno que otro toque color oxido para cortar y complementar la habitación.

- Wow…es genial Sarah, muchas gracias – el niño corrió directamente hacia los videos juegos, luego revisó que libros poseía la biblioteca para rematar abriendo algunos muñecos que aún se encontraban en caja.

- Sara consientes mucho a tu hermano, no debiste.

- Solo un poco, claro el podrá venir a quedarse siempre y cuando tenga buenas calificaciones en la escuela.

- Toby se dio la vuelta viendo a ambas mujeres – lo prometo, serán las mejores.

- Bien te dejamos para que disfrutes, allá abajo hay demasiados adultos y será aburrido – Sarah lo miro con complicidad guiñándole un ojo.

- Ven Karen quiero que ves la habitación de Mila.

La habitación de la pequeña era muy cálida, en tonos pasteles, diferentes tonos de rosas y verdes pintaban en el edredón, formando un estilo patchwork, sus paredes color vainilla la hacían aún más acogedora, estantes con peluches de animales y muñecas, baúl enorme con mas juguetes y como en la habitación de su tío una biblioteca un poco más grande repleta de libros, la mayoría cuentos que fueron de Sarah y su viejo tocador restaurado. Pero de todo hubo algo que llamo la atención de Karen.

- Es bellísimo…donde lo conseguiste?

Sarah con la niña ahora en sus brazos acunándola tratando de volverla a dormir.

- Te gusta? Lo compre un una casa de antigüedades, solo cambie el marco por algo más acorde con la habitación de la pequeña Mila.

- Me encanta, un búho blanco original…

- No, lechuza, si te fijas sus ojos no son tan grandes… - el cuadro mostraba una resplandeciente luna, y árboles y ramas entra una de ella una hermosa lechuza de plumaje albino.

- Ahh…siempre me cuesta distinguirlas.

Sarah le sonreía a Mila tarareando una canción de cuna, su favorita, la niña volvió a cerrar los ojos cuando escucho la voz de su madre – Mi preciosa, mi pequeña recuesta tu hermosa cabeza. Mi querida, mi único sueño…

- Has hablado con Edward? – Karen la interrumpió

- No, lo haré esta noche…- suspiro agotada.

- Y como te has estado sintiendo?

- Cansada, con dolores musculares, pero nada que un buen analgésico no solucione.

- Y los sangrados…siento preguntarte esto, sé que no te agrada hablar del tema, pero tu padre y yo estamos muy preocupados.

- Lo se Karen, y no he vuelto a sangrar…así que no se preocupen, todo estará bien…

- Bien te dejo con mi hermosa nietita y consentida…si Toby me escuchara…

- El es un gran chico.

- Si…bien te esperaré abajo – deposito un suave beso en la frente de la niña y se retiró.

La mujer cerró la puerta seguida de Sarah que le coloco cerrojo. Se sentó frente al tocador.

- Hoggle…Hoggle…

- Sarah?...eres tu? – pasaron unos minutos hasta que la imagen del espejo fue totalmente nítida – Te extrañamos…

- Yo también, se que paso tiempo, pero la mudanza fue agotadora, recién hoy pude terminar con todo.

- My lady! Esta bellísima!

- Shhh… - la joven hizo un gesto poniéndose el dedo índice sobre su boca – Mila está dormida…

- Ahhh… - fue unísono, mirando a la pequeña con muchísima ternura.

- Cada día se parece más… – comenzó a decir el goblins gruñón antes de que Sarah lo fulminara con la mirada – que? Acaso miento?

- No toquemos el tema.

- Veo ni lady que ha trabajado mucho en la decoración del cuarto de la princesa Mila.

- Hoy están muy graciosos no?

- Porque? Dijeron ambos goblins a la vez, parecía que hoy estaban coordinados.

- Bueno le voy diciendo adiós a mis valientes caballeros, solo quería saludarlos. Oh por cierto donde esta Ludo?

- El peludo está jugando con sus rocas. No me había dado cuenta, hasta tienes una fotografía del susodicho – Ella supo inmediatamente a que se refería y rodo sus ojos.

- Y…lo han visto? – pregunto casi con timidez

- A Ludo? todos los días

- Si… a Ludo…bueno le dan mis saludos…

- Sarah…era broma – dijo Hoggle con mofándose de ella - lo vimos hace unos días en una especie de desfile, en Underworld cada 5 años se reúnen los 5 reinos. Es solo protocolo y política, digamos que así se mantiene el equilibrio y armonía en nuestro mundo.

- Si mi Lady los grandes señores fueron presentados al igual que nuestra posible nueva reina… - se escuchó el quejido del caballero cuando su compañero lo codeo con fuerza.

Sarah se levantó de su asiento para depositar a la pequeña en su cama, y ocultando la sorpresa de la información que acababa de recibir.

- Bueno amigos, debo irme, tengo invitados y me esperan. Por si no lo sabían hoy es mi cumpleaños – dijo sonriendo apoyando sus manos en la cintura – No es por nada que me he vestido así…

- Si lo sabemos, lo recordamos todos los años, pero no tenemos nada para darte, ya has crecido, y tus gustos son diferentes.

- Hoggle y Sir Didymus, no hay regalo más grande que su amistad, después de que? Casi 8 años? – los miro con cariño – siempre voy a estar agradecida por todo lo que hicieron por mí.

Se sintió un pequeño golpe en la puerta y Sarah miro a sus amigos para despedirse – los veré pronto – casi susurrando por si la escuchaban del otro lado – Los quiero. Adiós…

- Adiós Sarah…

La fiesta tuvo su fin alrededor de la tres de la mañana, Sarah se sentía más cansada de lo normal, su espalda le dolía y sentía algo de nauseas. Su cuerpo rechazaba la medicina, ella pensaba que no tenían efecto, pero el médico le explico que cada organismo es diferente que los resultado los notaria dentro de una cuantas semanas, todo dependiendo de los cuidados que ella tuviera con el. Nada de exigirse demasiado, descanso cuando su cuerpo se lo pidiera y no cuando ella quisiera. Una alimentación sana sin excesos de condimentos y varias veces al dia en pequeñas porciones, mucha atención en no golpearse y menos lastimarse, mucha, mucha agua, cero emociones fuertes y stress e incontables cuidados. Lo principal que el sangrado en su nariz había cesado, esa era buena señal.

Se descalzo y se sentó al lado de su novio con una carpeta en mano.

- Edward, recuerdas que tenía que contarte algo.

- Si dime – la atrajo hacia él recostándola sobre su pecho – Estoy exhausto, pero para ti soy todo oídos.

Sarah cerro los ojos y se incorporó dándole la carpeta, él la miro si entenderlo, solo la abrió y aun así no entendía.

- Sarah de que se trata esto?

- Estoy enferma Edward.

- Pero de qué?

- Leucemia… - palabra que parecía que le cortaba la garganta cada vez que la pronunciaba.

- Él se levantó del sofá dejando caer el diagnóstico médico – Que? Cuando?

- Fui hace unos meses y bueno…allí está el resultado… - dijo señalando los papeles tirados el piso.

- Meses…hace cuanto que lo sabes?

- Unos 8 meses…

- 8 meses? Estas bromeando no pasó por tu cabeza decírmelo antes? – él estaba realmente disgustado – Es que no soy nadie en tu vida?

- No digas eso, si te lo decía empezarías a decirme que necesito tratamiento, y no podía darme el lujo de dejar mi trabajo, además estaba la mudanza, quería terminar lo antes posible.

- Y eso te parece más importante? En que estabas pensando? – se llevó las manos a la nuca – Eres imposible…

- Imposible? Acaso sabes cómo terminas una vez que lo comienzas? Ya no podría hacer nada, por eso esperé a que todo estuviera en orden para…

- Y que debo hacer ahora?

- Nada solo necesito tu apoyo… - ella se acercó acariciándole la mejilla

- No podré…

Eso si fue como una balde de agua fría para Sarah… - No podrás qué? – se animó a preguntar.

- No podría lidiar con tu enfermedad…

- Y eso qué quiere decir, se más específico maldición!

- No me haces participe de tu cama, ni de tu enfermedad…

- Te lo estoy diciendo ahora…

- Lo siento pero no puedo, no quiero.

- Vete… - sus ojos verdes se transmutaron en furia y desprecio.

- Quizás mañana con la mente fría, ahora no puedo procesar nada.

- No habrá mañana, no puedo obligarte a llevar esta carga conmigo, está más que claro que tampoco te interesa…solo vete por favor.

Edward tomo su abrigo, y salió del departamento, dejando a una Sarah desbastada, pero no era solo la reacción del rechazo, hacia su persona sino que comenzaba a tomar conciencia de lo que le deparaba su futuro.

Sacó una botella de champagne y copa y las dejo en la mesa de la sala, sentándose en sobre una bellísima alfombra, color marfil.

- La última copa Sarah…y después afrontar la realidad.

No fue una sola, sino más de media botella, qué la detuvo, el haberse quedado dormida.

- Sarah… - su voz era suave y seductora, tal cual la recordaba.

- Que haces aquí? – lo miró curiosa.

- Tanto te molesta verme mi cosa preciosa? – preguntó con aire desafiante pero dócil.

- No…no se…estoy soñando verdad?

- Eso depende de ti…que es lo que quieres?

- No te entiendo, no me gustan tus juegos Rey Goblin – sus ojos verdes lo miraban con determinación.

- Porque tanto formalismo? Es que acaso te has olvidado de mi nombre?

- No… Jareth… - temía pronunciar su nombre, le provocaba una sensación de escalofrío en su cuerpo.

- Gracias, mi nombre en tus labios… – hizo una pausa y rozó con sus dedos enguantados la boca de la joven, aun asombrada por verlo – Suena tan dulce…tan – se acercó aún más – Bello…- Sarah podía sentir su aliento tibio – Me he convertido en tu sombra, te pertenezco Sarah…

- Porque? Yo te re… - no quiso terminar diciendo la cruda verdad.

- Lo sé! –le contestó ofendido. Su mirada herida y resentida no se ocultaba detrás de esos ojos bicolor.

- Lo siento…

- No quiero tu lastimosa pena…te quería a ti, en cuerpo y alma. – tomó su rostro con ambas manos.

- Y ahora qué quieres? – la belleza de Sarah lo tenía colgando de un hilo.

- Quiero olvidarte, quiero que me dejes de llamar en sueños, quiero que me dejes de torturar…Han pasado más de 5 años y yo sigo pendiente de una niña, caprichosa y malcriada.

- Perdón!? – Sarah dio un paso atrás – Yo no tengo la culpa., no es justo que me lo eches en cara.

- Y que es justo para ti mi preciosa? Es hora de cortar los lazos que te unen a Labyrinth y a mi – con un giro de muñeca hizo aparecer un cristal.

- No! Por favor… no quiero olvidar…

- Pero yo si...

Antes de que el pudiera elevarlo Sarah lo apartó con una de sus manos y con la otra sujetó con fuerza la gran solapa de su chaleco de cuero negro lo acercó a ella y susurrándole sobre los labios le pidió – no me quites mi refugio... – lo besó con vehemencia y para él fue tocar el cielo, pero qué costo tendría su caída.

Ninguno de los dos quería quebrar ese beso, porque sería enfrentar la realidad de la cual querían escapar.

Sarah se asombró por lo que hizo pero más fascinado estaba él, al sentirla reclamar su boca con tanta pasión, sus lenguas entrelazadas saboreándose en un exquisito éxtasis.

El Rey Goblin se aferró a su cintura con tanta fuerza que ella gimió de dolor, esto fue lo que lo trajo de vuelta en sí, aunque sin soltarla le rogó – Sarah aléjame de ti antes de que sea tarde…

Ella solo lo miró absorta, tocándose los labios hinchados por el beso – Todo esto parece tan real…

El solo sonrió ante el comentario de la joven – Será lo que quieras que sea – la abrazó por y hundió su rostro en el cuello de Sarah, aspirando su perfume – Sarah… - le susurró – Por qué me rechazaste? Podría haberte dado todo, cumplir con cada uno de tus caprichos…deseos… - lamió su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja y mordisquearlo.

Sarah cerró los ojos con su piel erizada por el placer que él le brindaba, al abrirlos se vio en un lugar desconocido, un nada, un espacio totalmente vacío, lo único que había era una enorme cama vestida de sábanas blancas, del más fino algodón, lleno de almohadas de plumas.

- Esto…

- Es una cama…

- Lo sé! – se dio a vuelta – Se lo que es una cama.

- Entonces de qué te sorprendes?

- Qué clase de pregunta es esa?

- Tú lo comenzaste mi cosa preciosa, yo lo solo lo voy a terminar o mejor dicho ambos lo haremos – se acercó sin cautela, con la mirada llena de deseo, acarició con el índice su cuello bajando hasta su escote – él sonrió cuando le prestó atención al pequeño camisón amarillo pastel que llevaba puesto – Pareces una niña con esto puesto – se lo dijo mientras jugaba con el bretel de la prenda – Me temes?

- Tendría que hacerlo? – con altives le contestó la pregunta con otra.

- Deberías… - la tomó de las caderas y la levantó haciendo que ella lo abrazara con las piernas – Trataré de ser gentil… - reclamó sus labios y ella solo se dejó.

- La atrajo mas hacia el abrazándola con impaciencia para que pudiera sentir su masculinidad erecta. Acarició su espalda hasta llegar a sus nalgas, magreando con ímpetu.

- Espera… - rogó ella.

- No puedo, Sarah…te dije que me alejaras, ahora es tarde.

- Ahhh! – gimió cuando corrió sus bragas para sentirla del todo, sus dedos jugaban con toda su intimidad húmeda y caliente prestando mayor atención al pequeño botón hinchado – Detente! – su voz era quebrada, se aferró a sus hombros y él nuevamente a su boca.

La llevo hasta la cama recostándola y así enfrente de ella él comenzó a desvestirse, la situación le divertía, ya que con cada prenda que iba despojando los hermoseo ojos verdes de Sarah brillaban con más intensidad, hasta que llego a sus pantalones. Fue cuando, ella avergonzada apartó la vista hacia otro punto, pero él la reprendió.

- Mírame Sarah – tomó su mentón para que lo viera – No te avergüences.

Obedeciendo lo hizo, su piel era tan blanca, se notaba tan suave, su cuerpo delgado, cada musculo perfectamente marcado. Llevo la mano de Sarah a su pecho y esta estaba temblando, pero en ningún momento la soltó, hizo qua bajara hasta acariciarlo del todo, ella levanto una de las cejas, era la primera vez que veía un hombre completamente desnudo y la primera vez que lo sentía, se mordió el labio inferior, volviendo apartar la vista. El la jaló hacia él para besarla, haciendo que se arrodillara en el albino lecho. Agarró la juvenil prenda por la parte inferior y comenzó a levantarla hasta deshacerse de ella, admiró por varios minutos a una mujer sonrojada, tímida y en ropa interior.

- No me veas de esa manera, se siente…extraño.

- Que tan extraño?

- Siento que tu mirada me quema…

- Mi cosa preciosa – levantó su mentón y viéndola con deseo – Solo trato de controlarme, creo que podría hacerte daño por el deseo que me provocas y no quiero, eres tan hermosa… – se acercó y la besó con ternura, mientras le quitaba el sujetador que parecía resistirse, esto lo frustró, no le quedó de otra que chasquear sus dedos haciéndolo desaparecer. Sintió a Sarah sonriéndole sobre los labios, ciertamente pensó que le causó gracia su accionar.

Luego de acariciarle el rostro la recostó nuevamente, Sarah sería de él, aunque sea por una noche la disfrutaría, dejaría a un lado el maldito rencor que sigue intacto desde el día que lo rechazó," tonta y arrogante niña".

Sus besos dibujaron un camino de lujuria desde su boca seguida por su cuello, sus bellos pechos ya era arcilla en las manos del Rey Goblin hasta que fueron presa de sus labios y lengua, sintió su piel hirviendo debajo de él, siguió con el recorrido por su abdomen e hizo una pequeña escala en sus caderas, las cuales mordió con desesperación dejándole un marca con un rojo que persistiría de seguro por varios días.

- Sarah se quejó – Oye! Despacio…eso dolió… - la única respuesta que recibió de él fue una sonrisa un tanto perversa.

- Sarah te necesito... – la volvió a besar, mientras con osadía le despojaba la única prenda que le quedaba, unas bragas blanca con pequeños lunares celestes – Quizás duela al principio pero después, te aseguro que lo disfrutaras mi preciosa.

- Serás cuidadoso? – pregunto con temor.

- Puedo tratar…solo relájate…

- Jareth… - su nombre fue pronunciado junto con un gemido de dolor. Él se adentró en ella suavemente pero constante hasta llegar a donde quería, Sarah se abrazó con fuerza enterrando sus uñas en la espalda del rey. Comenzó con los movimientos acompañados de caricias y besos. Para ella era una bella tortura, para él era la más hermosa y triste despedida.

- Me vuelves loco pequeña… - sus embestidas eran cada vez más insistentes y placentera, casi llegando al climax le susurró al oído – Esto aún no termina mi cosa preciosa.