DISCLAIMER: Como siempre, los personajes pertenecen a sus respectivas autoras y editoriales.

LEMON, LEMON, LEMON.

Cualquier semejanza con otra historia ya sea real o ficticia es mera coincidencia. Yo escribo textos originales, excepto cuando indique lo contrario expresamente.

© Stear's Girl


Whole Lotta Love

REALIDAD ALTERNATIVA AÑOS 70

El argumento es todito producto de mi mente calenturienta. Se trata de otro mini fic de dos capítulos. Viajar en el tren puede ser muy inspirador, hahahaha… ¿quién no ha tenido alguna pequeña fantasía de este tipo?

Songfic basado en el clásico de Led Zeppelin. As usual in me, GOLOSO (LEMON), lee bajo tu propia responsabilidad. Creado en el marco de los festejos por el segundo aniversario del AQUELARRE ANDREW, dedicado a Soraya, Criss, Letita y Sonice. Las frases en negrita son fragmentos traducidos de la canción.

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4 de Diciembre de 1973

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«Ya no más, nunca me volverá a tomar el pelo. A partir de hoy asumo el control y viviré sólo para mí misma. Al fin que estamos comenzando los electrizantes años setenta y a pesar de las presiones de algunos grupos puritanos todo el mundo sabemos dónde las chicas se pueden conseguir bebidas espirituosas y un poco de diversión alucinógena. Todo vale, después de una terrible Guerra de Vietnam y siglos de dominación machista patriarcal las mujeres nos merecemos alguna alegría en libertad y a ritmo de rock.»

Intento convencerme de ello mientas arreglo mi cabello frente al espejo de bolsillo y repaso mi patético historial amoroso repleto de ausencias, fracasos, traiciones y muertes. El último abandono ha sido el más duro porque a ese hombre le entregué cuanto tenía: mi casa, mi tiempo, mi cuerpo, mi vida y hasta mi dignidad.

Di la espalda a mi gente por él, dejé mi elitista universidad británica y mi carrera de medicina por seguirle, renuncié a la seguridad familiar para mudarme primero a Nueva York y después a Chicago aceptando siempre trabajos por debajo de mi formación a fin de adaptarme a sus necesidades de crecimiento profesional. Acepté ser la vergüenza de mi conservadora familia por irme a vivir con él sin contraer matrimonio, porque no le convenía a su carrera que nos casáramos.

Es que es tan guapo, tiene un cabello oscuro precioso y rasgos de estatua griega. Junto con su belleza y encanto de enfant terrible que iba siempre contra las reglas me sedujo por completo. Además, le gusta hablarme en francés y honestamente su manera de pronunciarlo es muy sexy.

¿En qué momento cambiaron las tornas? ¿Cómo no me di cuenta? La verdad es que estaba muy distraída entre mi trabajo y lo bien que me hacía el amor, que no noté ninguna señal… o no la quise notar. Estaba empeñada en seguir aparentando una vida perfecta al lado de aquel "hombre ideal" deseado por todas y supuestamente de mi exclusiva propiedad desde su último desliz.

Hasta que mis ojos me mostraron lo que no quería ver: a mi hombre follando apasionadamente con la que en teoría era nuestra peor enemiga, en mi propia cama, devorándose como perros hambrientos sin siquiera notar mi presencia. Hoy es mi cumpleaños y había conseguido un permiso en el trabajo para llegar temprano a casa e irme a celebrar con mi chico. Quería darle una sorpresa, pero como suele suceder la sorprendida fui yo.

«Qu'est-ce que c'est, mon amour?» {¿qué es esto, mi amor?}

El ver cómo la tomaba, los jadeos de ella y los envites frenéticos de MI novio me produjeron una ola de turbulentas sensaciones. Una mezcla tóxica de odio, decepción… y deseo. Ese hombre realmente es una máquina del sexo. Verles sudar, moverse rítmicamente, en ese amasijo de pieles húmedas, pezones erectos, lenguas ávidas y cabellos revueltos era arrebatadoramente cachondo, mentiría si negase que si él me lo hubiera pedido me habría unido a ellos porque me mojé íntimamente con tan caliente escena.

Y sólo porque me quedaba una miaja de dignidad tuve el suficiente valor para largarme no sin antes dirigir a los amantes la sarta de improperios más procaz que nunca he pronunciado.

No era la primera vez que él me engañaba, pero nunca había tenido los santos huevos de hacerlo en nuestro apartamento. Al menos que yo supiera.

-¡Espera, puedo explicarlo ma cherie! {querida}

¿Explicar? ¿De verdad cree que lo que he visto necesita ser explicado con peras y manzanas? En todo caso, con melones, los de la furcia que sigue tirada en mi cama.

-Creo que ya obtuve suficiente información. Cuando vuelva quiero que ni tu putita, ni tú, ni tus mierdas, estén en mi piso.

-Mon amour…

-Va t'faire enculer, conne! {Que te den por el culo, gilipollas!}

Cojo mi bolso y me largo hacia la estación de metro y tren cercana a mi casa. Como una autómata compro un boleto en la ventanilla para dirigirme al destino cuyo tren sale primero: una pequeña ciudad a algo más de una hora de viaje en la que nunca he estado. Creo que se llama Lakewood. Como si se llamara Tuscaloosa o Ushuaia, me da exactamente igual, lo que quiero es perderme.

En cuanto bajo de la estación de destino contemplo la diminuta ciudad de Lakewood porque estoy en las afueras de la misma, y me meto en el primer bar que veo en los alrededores con la intención de tomar por primera vez un poco de LSD de contrabando en el sótano, como es habitual en muchos clubes "gracias" la estúpida beatería promovida por esas arpías sin marido más atentas en controlar a los hombres de otras y las vidas de las demás que en conseguirse uno propio y vivir su propia vida.

Las plantas altas de los bares actuales están repletas de parroquianos que fuman y beben sus copas mientras ven la tele o la actuación en vivo de algún grupo de rock, pero si quieres un poco de LSD, cocaína, heroína o hachís sólo tienes que hacer una señal a un camarero y él te conducirá al sótano u otra dependencia oculta donde se puede burlar la prohibición. La época hippie va quedando atrás, pero sus maneras alucinógenas de "conectar" con el subconsciente sospecho que pervivirán por mucho tiempo.

Estoy sumamente cabreada y herida, así que esa perorata a favor de las drogas en realidad no es lo que pienso, pero hoy me siento una bad-girl total dispuesta a romper muchas reglas.

Me acerco a la barra y el barman, de nombre Stear, me explica amablemente que en efecto el pub cuenta con sótano y que de hecho hoy por ser viernes tienen un grupo tocando en directo versiones de Led Zeppelin; pero que en ese local no se venden drogas. Recoge mi abrigo a la vez que me informa que tienen un excelente whisky artesano, auténticamente escocés y me invita a probarlo por cortesía de la casa.

Es la copa más amarga que jamás he bebido a pesar de que objetivamente el licor está buenísimo, el pequeño lugar es encantador y Stear es muy gentil. El barman hace una señal a un guapo camarero llamado Archie a quien le pide que me acompañe al sótano para poder disfrutar del concierto.

-Qué, ¿verdad que está bueno nuestro whisky?- me pregunta Stear

-De maravilla, es el mejor que he probado.

-¿Acaso en Inglaterra no probaste whisky? Porque tu acento es británico, muchacha.

-Pues claro que lo he probado, pero…- mejor me callo, no voy a soltar mis letanías sobre conservadoras familias y novios celosos o infieles irredentos.

-Te ves decaída. Anda, ve a disfrutar del concierto, el cantante es mi primo Anthony, y no porque sea mi primo, pero es muy bueno. Además, la música es terapéutica, puede ayudarte con el mal de amores… vamos, que escuchar música es llenar la soledad.

¿Qué me está diciendo? Frunzo un poco el ceño por el desconcierto.

-Oh, lo siento, creo que estoy siendo muy imprudente.

Yo le sonrío tímida. Estoy convencida de que sólo intenta ayudarme con la mejor intención.

Se dice que los barman tienen un poco de psicólogo y así ha de ser, o tal vez sea que mi cara de pena me delata. Stear acertó de pleno al decirme que me veía triste, y me sugirió que la música me alegraría un poco. Es un chico de pelo moreno, simpático, de gafas y muy guapo. Si no fuera porque estoy devastada, tal vez habría intentado ligármelo.

-Espero que disfrutes tu estancia en el bar, y ojalá nos visites muchas más veces y de mejor ánimo. Pero de cualquier manera siempre serás bienvenida... ¿cómo te llamas?

-Oh, Candy White-Andrew, mucho gusto.

Me tiende la mano a la vez que me obsequia una sonrisa sincera. Definitivamente, volveré a este sitio, transmite buen rollo y estoy segura de que en circunstancias más favorables pasaré unas horas muy gratas en el bar haciendo nuevos amigos.

-Alistair Cornwell, encantado también, Candy. Lo dicho: vuelve cuando quieras... ¡y recomiéndanos con tus amigos! Acabamos de abrir hace un par de meses y apenas empezamos a ser conocidos.

Archie me da un toquecito en el hombro para que le siga al sótano. En el camino charlamos un poco.

-Nunca te había visto por aquí… ¿Candy?

-Sí... es que no soy de aquí, hace unos meses que vivo en Chicago ciudad. Y estuve casi tres años en Nueva York con... bueno, déjalo.

-Tienes acento británico, ¿me equivoco?

-Pues no, no te equivocas. Nací en Chicago y he vivido gran parte de mi vida en Londres, pero ya sabes, la vida te lleva por diferentes derroteros. Aunque América me encanta, ¿eh?

-Espero que el tonto de mi hermano no te haya incomodado. Es especialista en decir lo que no debe, aunque no es por malicia. Su novia Patty ya lo conoce, pero aun ella a veces se desconcierta con lo que él le dice.

Las escaleras que conducen al sótano tienen las paredes repletas de afiches de cine y música cuidadosamente enmarcados y algunos de ellos autografiados. O estos muchachos son unos verdaderos coleccionistas o se han gastado un dineral comprando las piezas a otros fans. Pero por la música que se oye en el local y los discos que vi en la rockola parece que sí entienden de rock. Me está gustando cada vez más este pub musical.

-Acabamos de abrir hace diez semanas. Mi hermano, mi primo Tony y yo nos asociamos para montar este lugar. Estábamos hartos de tener que bajar hasta Chicago para poder oír buena música.

-Ah, entonces se habrán hipotecado hasta las orejas, ¿verdad?

-No exactamente. Nuestros padres y uno de nuestros tíos nos ayudaron. Además, ninguno de nosotros ha dejado sus trabajos de entre semana. Yo soy abogado, mi hermano ingeniero y mi primo biólogo.

-¿Y ninguno está libre?

-Pues no, pero tenemos un tío soltero... primo de mi mamá, pero siempre ha vivido con nosotros.

Pienso que ha de ser un viejales amargado, vicioso o muy feo, así que declino la oferta.

-Jajajaja, déjalo, sólo estaba bromeando, ¿ok? Me dijo Stear que aquí trabaja tu chica...

-Oh, sí, pero la pobre de Annie lleva toda la semana resfriada.

Sé que no debería hacerlo porque no soy médico, pero le recomiendo un par de medicamentos que mi experiencia laboral me dice que son los más efectivos para cortar un resfriado.

-¿Así que con eso se le quita el resfriado? ¡Mañana mismo compro esas medicinas!

Archie me lo agradece sinceramente y me acomoda en una pequeña mesa en un recoleto rincón del sótano. Antes de volver a la planta alta habla con otro camarero, aunque ya no pongo mucha atención porque cierro los ojos y empiezo a disfrutar de la música. La verdad es que el grupo es bueno.

"Walking in the park just the other day, baby,
What do you, what do you think I saw?..."

En la soledad de la última mesa del sótano del bar me canto tristemente una felicitación de cumpleaños que sólo yo escucho y llego a la conclusión de que debo seguir mi vida y que en ella definitivamente no entra míster Dios del Sexo, a quien estuve ignorando cuando, vestido sólo con el pantalón de su pijama y descalzo, me fue persiguiendo hasta el portal del bloque de apartamentos donde vivimos intentando explicar lo que ya estaba más que claro. Si pilla una pulmonía le estará bien merecido por guarro.

De cualquier manera, los ruidosos parloteos de los parroquianos mas una muy buena versión de Misty Mountain Hop como música de fondo, ejecutada por ese competente grupo-tributo seguro no permitirían escuchar el teléfono. Si es que aquel hombre lo supiera y tuviese el suficiente seso para llamarme aquí.

"So I'm packing my bags for the Misty Mountains
Where the spirits go now,
Over the hills where the spirits fly, ooh"

-¿Te invito una copa, guapa?- creo que escucho al menos seis veces la misma propuesta de distintos hombres desconocidos a quienes ni siquiera volteo a ver.

Y la respuesta por mi parte siempre es la misma.

–No, gracias.

Uno de esos hombres, un tal Neal, se pone un poco pesado e incluso se sienta a mi lado para insistir en su intento de ligar conmigo, pero el hábil camarero que atendía las mesas del sótano acude a mi rescate y le llama la atención a la vez que lo aleja de mí. No vi nada porque ni siquiera despego mis ojos de la pared. Estoy llorando, la insistencia de ese tipo me recordó a míster Dios del Sexo, pues justamente me llegó así: invadiendo mi espacio con descaro en la cafetería de la universidad.

CONTINUARÁ...

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Otra mini historia golosa que espero sea de vuestro agrado. Estaré encantada de leer vuestros reviews, gracias de antemano por el tiempo.

Si queréis algún songfic en particular os agradeceré que me escribáis contándome sobre la canción que os gustaría ver en songfic, el galán que preferís y veremos qué podemos hacer.