Era uno de esos días tranquilos. Un día de verano normal. Estaba en casa cuando quise ir de compras, porqué hacia unos días que había visto un vestido muy mono en una tienda y ya que hoy hacían rebajas… ¿Pues a aprovechar, no?
-¡Mamá! ¿Me das dinero? Me voy a comprar ese vestido tan mono que vimos el otro día.
-Nana, pero si ayer mismo te di dinero… ¿Como lo puedes gastar tan rápido?- dijo con una mueca de disgusto.
-Ah, es que ayer…- bajé la cabeza. No le podía decir que había perdido todo el dinero que me dio mientras iba caminando por la playa.
-Bueno, bueno… Pero que sea la ultima vez, ¿eh?- dijo mi madre guiñándome un ojo.
-¡GRACIAS MAMÁ! ¡Eres la mejor!
Me fui corriendo, a toda velocidad (no se porqué), a lo mejor pensaba que si no corría, el tiempo se agotaría. Entonces me paré en seco. Me giré y vi una persona extraña detrás mío, entre la multitud de la gente. Parecía como un mendigo. Tenía un pelo largo, marrón mal cuidado y estropeado.
-No me estará mirando, ¿no?- me dije en voz baja.
Entonces el hombre dio media vuelta y se marcho. Me sentí aliviada al ver que no me perseguía. Entonces al girarme vi otra persona, esa aún más extraña: tenia el pelo plateado y los ojos de un color violeta. Era pálido y tenía una expresión seria en la cara, aún así, era muy apuesto. Estaba mirando a ese hombre y cuando vio que daba media vuelta giró su cabeza disimuladamente hacia mi.
Fingí que no lo había visto. Podría ser que no me estuviera mirando. Entonces seguí a lo mío: me fui a la tienda de rebajas para comprar ese vestido tan ansiado. No volví a pensar en esas dos extrañas personas.
-Hola, perdón. Me querría probar este vestido. –le dije a la dependienta de la tienda.
-Perfecto. Pase al probador. –me dijo con una sonrisa falsa. Se veía perfectamente que odiaba ese trabajo.
Me probé el vestido, entonces pensé que ese hombre de pelo plateado no mostraba expresión en su cara cuando me miró, pero cuando tenia sus ojos fijos en esa otra persona extraña mostraba… ¿Odio?
El vestido me quedaba bien, entonces salí del probador y me dirigí a pagar. Fue entonces cuando vi, apoyado en la pared de la entrada de la tienda, a esa persona inexpresiva, de ojos violetas, pelo plateado y muy, pero que muy pálido.
Pagué y salí pitando de allí. Me fui corriendo a casa, pero entonces me fijé que detrás mió estaba ese mendigo. Se aproximaba a mí. Corría muy rápido y de pronto apareció delante mio. Sus ojos eran… rojos. Entonces abrió la boca y de allí salían dos afilados colmillos que se iban acostando poco a poco a mi cuello. Fue entonces cuando se oyó un disparo, y una voz resonó en mi cabeza.
-¡Como la toques te arrepentirás de haber nacido! –dijo el peliplateado.
El mendigo, se fue. Casi fue como si desapareciera de lo rápido que iba.
Me había caído y me había hecho una herida en el brazo. Miré a hombre que me había salvado. Se dirigía hacia mí. Yo no sabía qué estaba pasando y sin saber nada más me desmayé.
Solo recuerdo, a la mañana siguiente despertarme en mi cama. Parecía que había soñado cosas extrañas porqué se ve que había pasado la noche con fiebre. Normalmente cuando estas a 38,5ºC sueñas mucho porqué tu cabeza no para de dar vueltas.
Fui a ver a mis padres, que estaban en la cocina y en el comedor.
-Nana, ¿Ya estás mejor? Has tenido fiebre esta noche. –dijo con un tono de preocupación.
-Sí, me he dado cuenta. Creo que aún tengo un poco. –dije tocándome la frente.
-Bueno, sal a tomar el aire en el patio, que hoy hace sol.
Era un día precioso, me paré en la hierba del suelo y me puse a mirar las nubes. Eran preciosas, de muchas formas. El cielo era de un azul claro y aún se veía la luna aunque fuese de día.
Volví a pensar en ese sueño. Era demasiado real para solo haber sido un sueño. Hasta me hice una herida… ¡ESO ES! ¡La herida!
Mire rápidamente a mi brazo, pero allí no habían señales de una herida.
Me sentí muy confundida, no sabía que hacer.
Entonces oí una voz ronca y extraña.
-Hola chica… ¿Te acuerdas de mi? –dijo una persona con una cara de desgraciado, que parecía un mendigo.
Entonces recordé. Recordé esa cara, esa boca, esos ojos y sobretodo esos… colmillos. Esos colmillos que habían estado a un milímetro de clavarse en mi cuello.
Grité.
Grité tan fuerte que mis padres salieron rápido de casa, pero el monstruo no dudó en arrancarles la vida de golpe.
Cogió a mi madre, la estampó contra el suelo, le clavó sus colmillos y le dejó sin sangre, pálida.
Mi padre, en ayuda de mi madre, corrió hacia el bicho, pero ese le arrancó una parte del cuello hasta desangrarse vivo.
No reaccioné. Era demasiado. ¿Porqué estas cosas me pasan a mi?. Empecé a llorar, gritar.
El monstruo se volteó hacia mi. Clavó sus colmillos, pero de golpe, volví a escuchar otro disparo.
Esa vez ese disparo había tocado a ese monstruo, había tocado su cabeza y este se había convertido en polvo.
Miré al hombre. Lo reconocí: pelo plateado, ojos violeta, piel pálida…
-Soy Zero. –dijo con una voz penetrante.
Iba a asentir con la cabeza, pero volví a caer desmayada. El hombre me cogió y se me llevó a algún sitio.
Me desperté en una habitación enorme. Había dos camas y una chica me miraba fijamente.
FIN PRIMER CAPÍTULO
AO: ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO! LO SIENTO, SOY UN POCO MALA UU'
LA HISTORIA ES UN POCO CORTA... LO SIENTO! AUN NO SE MUCHO...
INTENTARE IR SUBIENDO MÁS CAPÍTULOS!
SALUDOOOOOS ^W^
