¡Hola! Sabastu está en estado masoquista y les presenta otro fic. Dx Será un fic corto y ésta vez es otra adaptación, pero en ésta ocasión es de una película koreana. En fin, si no se han cansado de mis fics… o sí es la primera vez que leen uno… xD ¡Espero lo disfruten! QwQ7


Disclaimer:

Fairy Tail y sus personajes pertenecen a Hiro Mashima.

Parte de la historia es una adaptación de la película koreana de nombre homólogo "Baby & Me"


Referencias De Lectura:

Diálogo.

«Pensamientos»

Narración.


Baby & Me.


] FIRST [

Sobre Peticiones Y Encuentros...


o°°o°°o°°o

Tres amigos se hacían compañía entre sí una tarde de un día cualquiera.

Sí, Gray Fullbuster y Natsu Dragneel hacían compañía a Gajeel Redfox en la avenida más concurrida de todo Fiore.

¿Y qué hacían allí tres de los jóvenes más cotizados de la secundaria Fairy Tail?

Pues, viendo mujeres.

O mejor dicho, analizándolas…

¿Qué te parece esa? ―Le señaló al Redfox el Fullbuster―. Parece tener pechos bastante grandes.

No, esa no, muy joven… ―Respondió el Redfox.

¡Huy! ¿Y aquella rubia? ―señaló el Dragneel― Parece extranjera, pero esos pechos están, muy… muy bien…

Tampoco sirve... ¡Además es tu novia, idiota! ―Lo golpeó en la cabeza el Redfox.

¿¡Eh!? ―Sorprendido el pelirosa que respondía al apellido de Dragneel, entrecerró la mirada para enfocar―. ¡Maldita sea! ¡Es Lucy! ¡Olvídense de lo que dije! ¡Ella es solo mía! ―y corriendo como un tarado enamorado se fue a alcanzar a su novia.

Traidor… ―murmuró el azabache de cabello corto, el apellidado Fullbuster―. Elige una rápido, Gajeel. ¡Mientras tengan tetas nos sirve! Con que te hagan el favorcito rápido es suficiente… ―Habló malhumorado el azabache, llevaban más de tres horas buscando a la mujer perfecta para el favorcito.

¡No puede ser cualquiera, idiota! ¡Tiene que tener los pechos que necesito! No todos los pech… ―se interrumpió el mismo al ver a un objetivo perfecto para su necesidad― ¡A eso es lo que me refiero! ―Señaló a una mujer y ensanchó su sonrisa de tiburón― ¡Esa es la mujer perfecta que buscaba! ―Sin esperar la respuesta del Fullbuster se encaminó hacia su objetivo y con un tono algo amable ―pero seductor― llamó a la mujer―. ¡Hey! Linda, ¿Puedo hacerte una pregunta?

La mujer se volteó con mala cara y estaba a punto de soltarle una grosería cuando se fijó en quien la había llamado, era un chico alto, algo bronceado, musculoso pero solo lo suficiente, sonrisa pícara y peligrosa de dientes perfectos, tenía el cabello largo y algunas perforaciones que lo hacían ver como a un rebelde de película juvenil, era un chico bastante apuesto y además tenía unos ojos rubí atrapantes y exóticos, la mujer inmediatamente cambió su expresión y dio pasó a una sonrisa coqueta―. Dime guapo, soy toda oídos ―con tono sugerente pero irritantemente aniñado la mujer que podría tener unos casi cuarenta años, medía apenas el metro y medio y probablemente pesase tres veces lo que él pesaba, le habló.

Verás… ―el Redfox observó la cara de la mujer, patas de gallo, arrugas, uno que otro pelo en el bigote rasurado, pechos grandes y caídos… «Sí, ella es todo lo que estado buscando, justo lo que necesito» Colocó en su rostro la mejor sonrisa de seducción que tenía y lanzó su propuesta con un casi irresistible tono ronco que sonrojó a la mujer mayor― Necesito… yo… tú… ―ensanchó su sonrisa seductora y vio a la mujer morderse un labio «La tengo donde la quiero» pensó victorioso el azabache― ¡Me darías un poco de tu leche!

La mujer abrió a más no poder sus ojos…

Y le soltó un tremendo puñetazo en la cara al azabache…

Estando tirado en el suelo Gajeel Redfox observó como en esa noche las primeras estrellas salían…

~o°°o°°o°°o~

Antes de que sucediese todo esto de acosar señoras y pedirles de su leche, hay cosas que tal vez debí aclararles.

Bueno, para eso tendré que devolverme unos días atrás…

Justo la mañana del día en el que se inició ésta serie de eventos extraños en la vida de Gajeel Redfox, pues bien, empecemos el relato con algunas cosas sobre nuestro protagonista sorpresa.

Gajeel Redfox era hijo único de la familia Redfox, una familia que era conformada por él, su madre y su padre, una familia con bastante dinero y excelente posición social, por lo que Gajeel siempre se había criado con lo mejor, nunca le había faltado nada, nunca se le negó nada y siempre se le complació con cada capricho; y como suele pasar con este tipo de personas, Gajeel Redfox creció sin valorar nada y agradeciendo muy poco.

Una persona normal lo definiría como un bastardo sin corazón.

Pero seamos sinceros, el chico tenía dieciocho años y a pesar de tenerlo todo ―materialmente hablando― raramente tenía la atención de su padre o de su madre si no se metía en algún lio, ya que ellos se enfocaban mucho en sus negocios creyendo que mientras Gajeel recibiese todo lo que el dinero puede comprar él estaría bien, por lo que Gajeel utilizaba esa mala actitud para conseguir afecto emocional.

Bandas, algunas drogas ―licitas e ilícitas―, pleitos callejeros, sexo…

Gajeel había vivido al máximo su juventud de desenfreno hasta los dieciséis años, cosa que le había costado repetir todo un curso por lo que aún con dieciocho años asistía al colegio, pero cuando sus padres lo metieron en rehabilitación, donde encontró a los que ahora consideraba sus mejores amigos, decidió bajarle la intensidad a su vida. Eso ―aunado a una nueva profesora metiche de su colegio― lo habían alejado de sus mayores vicios, ya no era parte de ninguna banda ―aunque de vez en cuando se metía en alguna pelea callejera―, ya no consumía drogas, ―al menos no las ilegales― y ya no vivía una vida de sexo desenfrenado ―pero igual el polvo de turno no se lo quitaba nadie―, tanto así había mejorado el joven.

¡Vamos, que los cambios son de a poco!

En fin, ese día en que se levantó tarde sus padres lo retuvieron un poco más, para darle una advertencia nueva:

"Sí volvían a llamar con una queja más sobre él del colegio, lo desheredarían y él tendría que apañárselas solo."

Gajeel sonrió. No era el primer ultimátum que le daban y estaba seguro que no sería el último, sonrió y asintió para que lo dejaran en paz, tomó su mochila, las llaves de su moto, se puso el casco y se dirigió a su colegio, mientras pensaba en lo exagerado que hacían sonar los padres todo «Mantenerme por mi mismo… ¡Ja! ¿Qué tan difícil puede ser?» Se burló mentalmente de los miedos de sus padres ―y de la mayoría de los padres del planeta― y aceleró su motocicleta. Al llegar al frente de su colegio frenó con un chillido haciendo gala de una gran habilidad al parquear. Aún con su casco puesto observó que el portón estaba cerrado ―indicador de que de nuevo llegaba tarde― pero también notó algo más, así que allí estaba mirando, justo donde había un enorme cártel que rezaba:

"Escuela Secundaria Fairy Tail: Ahora También Contamos Con La Mejor Educación Sexual Para Sus Hijos"

Chistó entre sus dientes una burla y no se fijó que una menuda chica con pijama de cuerpo entero de panda y un dulce en la boca se le quedaba mirando. Cuando se quitó el casco, meneando un poco la cabeza para liberar su largo cabello, tampoco se percató que la chica se acercaba a él y lo miraba como hechizada, por lo que cuando ella con un dedo le hincó una mejilla la miró anonadado.

¡Hey! ¿Qué te pasa enana? ―Afiló la mirada para asustarla pero ella ni se inmutó, al contrario, empezó a contar los piercings en su cara―. ¡Hey! ¡Te estoy hablando!

Ella ladeó la cabeza, se le quedó viendo y asintió divertida. ―Soy Levy… ―Y continuó con su cuenta.

El Redfox chasqueó los dientes, la ignoró y se bajó de la moto, llamó al tipo que atendía el local de comidas frente al colegio y le dio una buena propina y las llaves de su moto. ―Aparquéela donde siempre. El chico asintió y él dirigió una sonrisa de tiburón a la chica para después poner un pie en el portón del colegio, dar un brinco y con el apoyo de su mano saltar al otro lado― ¡Gee Hee! ―ya tenía práctica colándose al colegio, para él eso no era nada, pero el golpe que recibió de una espada de madera en la cabeza era otra historia muy diferente…

Gajeel Redfox… ¡A detención!

«¡La puta madre» Respondió mentalmente mientras la chica de la pijama de panda se iba corriendo con una gran sonrisa hacia su casa.

o°°o°°o°°o

Levy McGarden llegó totalmente entusiasmada a su humilde casa.

En donde recién estaban terminando de desayunar su madre, una señora mayor y bondadosa, quien llamaba a Once, el más pequeño de la familia, un niño de unos dos años de cabello azulino y rosadas mejillas, y es que; aunque todos en la familia de Levy tenían un nombre normal, sus padres los solían llamaban por el número de su orden de nacimiento, era más sencillo que lidiar con once nombres que siempre confundían.

Ya sé lo que estáis pensando… pero os equivocáis…

En la casa de Levy si tenían televisor, pasa que sus padres se amaban mucho.

Bueno, tal vez demasiado…

Pues bien, como iba contando, número Cuatro, es decir, Levy, llegó mientras su mamá daba de comer la avena a número Ocho y Nueveque eran gemelas― y pasó corriendo gritando emocionada su nueva decisión…

¡Papá, mamá! ¡Voy a volver al colegio! ―Y se encerró en su habitación compartida con Dos, Tres y Cinco.

El señor McGarden escupió el café, la señora McGarden botó el plato de avena que tenía en la mano y se volvieron a ver incrédulos…

Nunca pensaron que su querida número Cuatro volvería a decir algo como eso…

Y…

Ocho y Nueve lloraron por su avena derramada…

o°°o°°o°°o

Mientras tanto, nuestro joven azabache recibía su castigo junto con sus dos mejores amigos.

Eran tan cercanos que justamente los tres habían llegado tarde y eran adoctrinados por su estricta profesora de Historia y tutora del equipo de Kendo.

La profesora los había puesto a hacer lagartijas y cada vez que elevaban el pecho del suelo con el trabajo de los brazos, ella los golpeaba con la espada de madera en el trasero.

1... 2… 3… 4… 5.. 6… 7…

Gajeel había dejado de contar después de setenta y dos.

Castigo violento y extraño para una escuela.

Sin embargo estos eran alumnos especiales que requerían métodos especiales y no había mujer más indicada para ello que esa profesora en especial.

Así que hablemos un poco de esta especial profesora.

¿Qué acaso todo es especial en esta historia?

Bien, pues ella es alguien importante para lo que pasó y pasará en la vida del Redfox.

Erza Scarlet. Pelirroja. Ojos café. Veintisiete años. Soltera. Aficionada a las espadas y aunque nadie lo imaginase, también a los libros eróticos.

Pues bien, hacía dos meses ella había llegado trasferida a la escuela secundaria Fairy Tail, feliz después de terminar su primera semana, había ido después a celebrar con los demás profesores que habían cumplido su meta de dar lecciones en la misma escuela en la que estudiaron de jovenes.

La profesora de Música, Mirajane Strauss, el profesor de Química, Laxus Dreyar y el profesor de Biología, Gildarts Clive.

El pequeño grupo se dirigió al bar de la hija del último y allí siguieron celebrando entre botella y botella hasta terminar la noche, justo cuando el mayor de ellos se puso a coquetear con una mujer y los otros dos iniciaron una sesión de besos demasiado apasionados, la profesora se retiró sola del bar.

No interrumpiría el curso del amor de nadie.

Además, sabía que se ponía agresiva cuando tomaba de más, no era bueno continuar en un lugar cerrado.

Con su vestido de mangas largas verde y sus botas altas de tacón café, caminó entre los callejones de su tranquila, amada y sorpresiva Fiore.

De pronto escuchó sonidos de mujeres gritando.

Como la persona criada con valores de justicia, valentía y de protección al indefenso que había sido, ella se encaminó a los sonidos, cuando llegó observó como dos chicas bastante jóvenes estaban siendo acorraladas por unos asquerosos tipos que probablemente estaban más borrachos que ella, iba a correr a ayudarles cuando observó a tres más acercarse al lugar, pero aunque temió por un momento que fuesen amigos de los otros, se vio aliviada cuando los vio dar una paliza a los tres borrachos, permitiéndoles escapar a las mujeres, pero así como ellos llegaron de la nada, ocho tipos más también lo hicieron y comenzó una verdadera pelea.

Patadas, puños, codazos, cabezazos, mordidas…

Todo parecía válido en ese zafarrancho que la mujer observaba.

Era hora de intervenir.

Acomodándose el largo cabello rojo a la espalda, quitándose el bolso y escondiéndolo detrás de uno de los basureros, se acercó a la trifulca y con voz de mando habló.

¡BASTA! ¡Al que siga peleando lo voy a dejar inválido!

Todos se detuvieron y voltearon a ver a quien los interrumpía.

Miré bombón… ―le habló un chico rubio― si quiere puede esperar que termine con estos idiotas y después vamos para que me chupe… las heridas ―terminó con una sonrisa sugerente, sonrisa que se esfumó cuando la pelirroja se acercó y de un rodillazo lo dejó inconsciente en el suelo.

¿Alguien más? ―se cruzó de brazos frente al pecho y vio como todos se tensaban.

¡Maldita perra! ¡No sabes con quién te estás…! ―un derechazo en la cara lo acalló y a la vez provocó que los otros seis que habían llegado de último se tiraran sobre ella, ella golpeó a los dos que se le vinieron de frente y retrocedió para poner su espalda a cubierto contra la pared cuando un golpe furioso le rozó la cara.

¡Hey! ¡Es nuestra pelea! ―reclamaron los tres chicos ―sí, justo los que hace unos párrafos atrás estaban siendo castigados― y se unieron a la pelea acabando rápidamente con los que quedaban, tan rápidamente que el pelirosa del grupo seguía tan encendido por la adrenalina que le lanzó un puñetazo a la cara a la mujer.

Por suerte está había entrenado toda su infancia en el dojo de su padre y tenía reflejos excelentes, así que, sujetó el puño del chico, lo dobló junto con el brazo del mismo y de rodillas lo hincó y sometió en el piso.

¡Suficiente! ―volvió a hablar con voz autoritaria, congelando a los otros dos chicos― ¿Quiénes sois y a que colegio vais?

S-Somos de Fai-fairy Tail… ―habló adolorido el pelirosa, haciendo que la mujer lo soltara.

¿Fairy Tail? ¿No los vi en la ceremonia de inicio de curso de primavera? ¡Ni siquiera los he visto en toda la semana! ¿Acaso me estáis mintiendo? ―golpeó con contundencia la pared junto a ella y esta se estremeció.

Erza Scarlet detestaba con el alma que le mintieran.

― ¡No permitiré que dejen en mal el nombre de mi colegio!

¡Claro que lo somos! Solo qué… ―el azabache de cabello corto miró al suelo―, nosotros…

¡Habla de una buena vez! ―lo apuró la mujer.

¡No nos ha dado la puta gana de asistir!

Más golpes se escucharon en los oscuros callejones de Fiore.

¡Estúpidos mocosos! ¡Desperdiciando así su juventud y dejando en mal a mi amado colegio! ―los tres escuchaban el sermón arrodillados y con la cabeza gacha después de haber recibido una paliza por parte de la mujer― ¿Saben a lo que se arriesgan? Si la policía llega y los…

Uiu uiu uiu~

La sirena y las luces que se encendieron en la entrada del callejón hicieron que la profesora soltara una maldición entre dientes.

Cuando los policías llegaron y vieron los heridos e inconscientes no dudaron en llevárselos arrestados.

A todos.

Así que, ahora tendremos que seguirlos a la comisaria en donde justamente ya están declarando…

Ya le dije, yo iba pasando, escuché a unos chicas gritar me acerqué y vi que las tenían acorraladas, en eso llegaron estos tres buenos y ejemplares jóvenes y las ayudaron ―declaraba la profesora en el despacho del capitán de la comisaria sentada junto a los tres chicos que recién había conocido, pero que se esforzaba en defender, tanto por ser de su amado Fairy Tail como por creer que ellos merecían ser defendidos.

Así que buenos y ejemplares chicos… ¿Y usted es su profesora, me dice? ―el capitán, un hombre a finales de los veinte, alto y con el cabello azul la miraba serio.

Sí, lo soy…

Bien ¿Y cómo dice que se llaman sus alumnos? ―le preguntó con una sonrisa extraña y ella lo fulminó con la mirada.

Yo… no lo sé… ―se mordió el labio molesta por no saberlo.

Pues eso es sospechoso… ―miró a los chicos y los señaló― Natsu Dragneel, Gray Fullbuster y Gajeel Redfox, estos buenos y ejemplares chicos de los que usted no conocía el nombre ya han estado muchas veces por aquí. ―Por segunda vez en la madrugada el trio bajó la cabeza.

Bueno, yo… ―Erza se mordió la mejilla― soy nueva, apenas esta semana me presente como profesora, recuerdo el haberlos visto en clases ―mintió en contra de toda su integridad― pero no esperará que recuerde el nombre de cada alumno en mi primera semana.

¿Y aún así califica a estos desconocidos que encontró en un callejón dándose a golpes como "buenos y ejemplares"?

Salvaron a dos chicas de unos borrachos y me ayudaron a mi cuando me metí en la querella, así que lo sé, sí, lo son. ―contestó sin dudas haciendo que el trio le mirara sorprendido, por su parte el capitán de la comisaria solo sonrió y suspiró.

Aún así, no tenemos a nadie que compruebe lo que dice, ni siquiera sabemos si usted es quien dice ser. No ha presentado ni siquiera su identificación. ―levantó su ceja burlona.

Usted… ―apretó los puños― ya le dije que escondí mi bolso antes de entrar a detenerlos.

¿Y por qué escondió su bolso?

Si puede sumar uno más uno sabrá que es mejor estar enfocado en una pelea y no tener que preocuparse por perder las pertenencias… ―le respondió ácida y el trio rebelde contuvo la carcajada ante la mirada fulminante que les dirigió el peliazul, quien estaba a punto de responderle a la mujer pero se vio interrumpido por la entrada con las bebidas que habían pedido para los acusados.

Gracias Meredy, ya puedes retirarte. ―la despachó rápido el capitán luego de que la mujer les entregase a cada uno la bebida correspondiente. La mujer asintió y sonriendo ―extrañamente emocionada― se despidió.

Bien, en lo que estábamos… La llamada que nos alertó era de dos mujeres, lamentablemente fue anónima y no podemos constatar esa cuartada que nos dan.

Una de las mujeres se llamaba Juvia… ―habló el apellidado Fullbuster con un ligero sonrojo en la cara.

¿Y cómo sabe eso? ―interrogó el capitán.

Es compañera del colegio ―respondió por el Fullbuster el de ojos rubí―, esos tipos eran de la banda Etherias, siempre buscan problemas con los de Fairy Tail, de la otra mujer no me acuerdo el nombre…

¿Está seguro?

Sí, lo estoy.

Bien, al menos eso puede ayudarlos, pero ¿Qué hacían a esa hora de la madrugada en la calle tantos jovenes?

Silencio.

¡Oh, vamos! ―bufó fastidiada la profesora― Son jóvenes, es obvio que van a causar algunos problemas, o van a tomar con o sin permiso… ¡No puede dejarlos arrestados solo por eso, ni sin tomar en cuenta que salvaron a dos jovencitas de… de… quien sabe que cosas asquerosas!

Es la ley, usted parece una persona apegada a las normas y a la moral, debería entenderlo. ―La miró el hombre.

Sí, pero la justicia no solo es acatar las leyes ciegamente. Ellos ayudaron a dos mujeres, probablemente les salvaron la vida, no merecen ser enviados a la prisión juvenil como sugirió su otro compañero.

¿Quién sugirió eso? ―la miró confuso.

El otro tipo, Lahar algo… antes de que usted llegase y tomase el caso…

Negó con la cabeza, «Lahar siempre es demasiado extremista» ―Eso no pasará, yo soy el encargado de las cosas aquí. Sin embargo necesito comprobar sus historias.

Si es necesario yo me haré responsable de todos los cargos ―habló Erza mientras recibía de nuevo tres miradas sorprendidas sobre ella.

No somos ningunos niños ―espetó el ojirubí―, no tiene por qué protegernos.

Así es, no permitiremos…

¡Se callan trio de idiotas! ―cortó al pelirosa la mujer― ¡Si no fuesen unos niños no se meterían en problemas! Así que ahora no me vengan con sus berrinches. Además, yo fui quien dejó inconscientes a la mayoría ¡No olviden eso o los dejaré igual! ―terminó con una amenazante mirada haciendo acallar avergonzados a las tres y provocando que el capitán aguantara una sonrisa divertida.

¿Está segura? Esos chicos viven saliendo y entrando de problemas.

Todos merecen otra oportunidad… ―miró sincera al capitán y éste no le quitó la vista de encima.

¿Usted está dispuesta a darle otra oportunidad a cualquier persona? ―le dirigió una mirada tan intensa que la profesora desvió la vista incómoda hacía su café y luego hacia los tres chicos que de pronto parecían más jóvenes de lo que eran, pero con la mirada carente de ese brillo propio de la juventud.

«Ellos necesitan a alguien que los ayude a cambiar, que los enderece, y que confie en que ellos pueden hacerlo»

Sabía que iba a ser algo muy difícil de lograr.

Suspiró hondo y miró de nuevo al capitán.

Sí, estoy dispuesta ―contestó segura.

La mirada del hombre volvió a ser tan intensa como antes y al ver que ella no desvió la mirada sonrió. ―Espero no olvidé lo que acaba de decir… ―habló en tono misterioso mientras se levantaba del asiento y se encaminaba, de espaldas a ellos, a uno de los cajones del archivero, la pelirroja bajó la mirada un poco sonrojada y se acomodó el cabello que le tapaba parte de la cara detrás de la oreja.

Bien, lo primero será conseguir su bolso para que podamos identificarla como es debido… ―y comenzó a buscar entre los archivos.

Profesora… ―la llamó incómodo el azabache de cabello corto mientras le extendía su bebida, que a diferencia de los demás era un vaso plástico de café helado con mucho hielo.

No es necesario, tengo el mío ―le dijo con una sonrisa la mujer.

No, es que… ―le señaló al costado de la mandíbula donde ella acababa de retirarse el cabello―, tiene un golpe muy fuerte ahí, sí no le pone algo frío empeorará. ―La mujer abrió los ojos sorprendida y se llevó una mano al golpe sintiendo una punzada de dolor.

No me había dado… ―se calló cuando sintió la gentil y cálida mano del capitán en su barbilla volteándole el rostro hacía él. «¿En qué momento llegó hasta aquí?» se preguntó incrédula.

¿Qué demonios? ―maldijo el hombre con un tono que sorprendió a todos.

No es nada ―restó importancia algo incómoda y sonrojada la mujer― me confié y uno de los tipos me golpeó.

¡Tiene sangre! ―continuó el capitán con un tono más que preocupado.

El tipo tenía un anillo ―corrió la silla para atrás para soltarse y alejarse de él mientras los tres los veían con cara de cero entendimiento―, seguro me rasguñó con eso ―tomó el café helado que aún le mantenía extendido el Fullbuster y se lo colocó en el golpe―. Sigamos con lo que importa… ―terminó la discusión y le dio una mirada autoritaria al hombre.

Como quiera… ―la miró serio, se alejó unos pasos, dejó unos papeles en el escritorio y continuó― por el momento tendrán que permanecer detenidos, cuando confirmemos la identidad de su profesora podré ayudarlos a quedar sin cargos ―tomó su chaqueta y se la puso, a ninguno de los otros tres hombres se le pasó por alto el brillo de furia que pasó por la mirada del capitán cuando la mujer se quitó el frío envase de la cara y distraídamente se llevó la mano al golpe dando una muestra de dolor y ni mucho menos se les pasó por alto; esta vez a los cuatro presentes, el tono autoritario con el que habló seguidamente―, nos vamos al hospital, profesora. ¡Y nada de debates! De una vez pasaremos por el dichoso callejón para recuperar su bolso ―la miró seriamente cuando ella estuvo por rebatir― si quiere que ayude a estos tres mocosos idiotaslos tres mocosos idiotas prefirieron no reclamar al verlo tan enojado―, esa es mi condición. Así que, vamos… ―abrió la puerta y la esperó en el umbral.

La mujer bufó y puso los ojos en blanco. Le devolvió la bebida al chico con una sonrisa y se encaminó a la puerta mientras el capitán daba órdenes a uno de sus subalternos. ―Agente Eric, lleva a estos idiotas a la celda de espera, contacta a sus familias ―volvió a mirar a los jóvenes y preguntó― ¿Alguno se sabe el número de la señorita Juvia? ―vio al Redfox asentir a su pregunta.

Lo escucho, capitán ―el llamado agente Eric se adentraba en la oficina saludando con una coqueta sonrisa a la desconocida pelirroja, cosa que no le pasó desapercibida al capitán.

Agente Eric… ―el recién llegado escuchó salir fríamente su cargo y nombre de la boca de su capitán y sintió un escalofrío― localice también a la señorita Juvia con el número que le dará el chico ―seguidamente se acercó al perchero que estaba a la par de la profesora, tomó su abrigo largo y se lo puso a la mujer en los hombros―, llamaré después de que deje a la profesora en el hospital para saber más del caso ¿Entendido?

Y aunque solo era con el agente, la voz de mando y enojada del capitán hizo que todos los presentes asintieran obedientes.

Seguidamente el capitán salió con Erza y la puerta se cerró.

Nunca lo había visto tan molesto ¿Qué diablos le hicieron? ―miró a los tres chicos y ellos alzaron los hombros sin entender tampoco.

Mucho menos entendían porque se la llevaban a ella al hospital cuando ellos eran los que estaban realmente golpeados y por ella, de hecho.

Ninguno de los cuatro que se quedaron en esa oficina entendió nada.

Para entender esto tendremos que salir junto con el capitán y la profesora.

Allí, en el auto negro donde acaban de subirse encontraremos más respuestas.

Donde la profesora miraba como el capitán apretaba fuertemente el volante del automóvil.

Va a romper el volante… capitán, debería relajarse un poco… ―comentó la mujer volteando a ver luego a la ventana.

¡Y tú no deberías andar golpeando malditos bandidos en la madrugada, Erza! ―soltó molestó mientras golpeaba el volante.

Oh, así que ahora sí me reconoce sin necesidad de mi identificación… ¡Bonita la hora en que se fue a acordar! ―contestó sarcástica y al capitán se le escapó una sonrisilla mientras encendía el auto y comenzaba a manejar.

Reclama quien lleva cuatro meses fingiendo que no existo… ―habló más calmado el hombre, haciendo sonrojar a la mujer.

¿Ayudara a los chicos, capitán? ―preguntó cambiando de tema.

Si aceptaste venir conmigo es porque sabes que lo haré, además tampoco creo que merezcan el castigo… ésta vez.

Eso es un alivio, capitán. ―la mujer seguía mirando sin importancia la ventana.

¿De verdad quieres hacerte responsable de ellos, Erza?

Así es, capitán.

Sigues siendo muy bondadosa, Erza… ―sonrió fugazmente.

Solo trato de hacer lo que puedo por mis alumnos, capitán.

Erza… ¿El callejón dónde los encontraron es por el bar Clive, cierto?

Justo como lo declaramos hace un rato, capitán…

¡Maldita sea! ―el hombre maniobró velozmente y estacionó el auto al margen de la autopista― ¿¡Podrías parar con lo de capitán!? ¿¡Sabes lo que me duele que me trates tan fríamente!? ―soltó el volante y frustrado se desordenó el cabello― Erza, mírame, por favor…

La mujer no despegó la vista de la ventana. ―Debiste pensarlo primero antes que…

¡Lo sé! ¡Sé que no debí callar lo que pasó con Ultear y conmigo!

Pero lo hiciste…

¿¡Cuántas veces tengo que decírtelo!? ¡Tenía miedo! Miedo, precisamente de que me dejaras… de que no me volvieses a hablar…―el hombre se mordió el labio y respiró hondo esperando la respuesta de la pelirroja.

Y ya ves, fue lo que terminó pasando… ―contestó aún más fría.

Erza… Erza… ―casi suplicó pronunciando su nombre― sabes que no…

¡Lo sé! ¡Sé que estaban borrachos! ¡Lo sé! ¡Maldita sea! ―lo miró totalmente molesta― ¡Pero me mentiste! ¿¡Crees que fue bonito ver a la persona que más amas con una mujer en el regazo y la lengua de ella en su boca!?

Erza yo…

¡No he terminado! ―lo acalló con la mirada― ¿¡Por qué no me lo dijiste!? ¿¡No confiabas en mi capacidad para entender!? ¿¡Sabes que lo que me dolió en realidad fue que me mintieras!? ¿Qué me ocultaras todo? ¿Verdad? ¿¡Qué me terminase enterando por la foto que Minerva tomó!?

Esa Minerva siempre te ha detestado…

¡Me vale un reverendo carajo sí ella me detesta o no! El punto es que me mentiste. ¿Por cuántos meses? Ah sí, por tres meses, tres meses en que te di la oportunidad de sincerarte, sabía que era algo difícil pero aún así confié en tu sinceridad… ¡Sabes que odio que me mientan! ¡Tres malditos meses en que pasé preguntándome si entre ustedes había ocurrido más que un estúpido beso entre borrachos! ¿Sabes? Incluso Kagura quien no te soporta me aseguró que fue la loca y borracha de Ultear la que se te tiró encima… ¡Hasta ella me aseguró que tú la quitaste molesto de encima tuyo! ―las lágrimas se le escaparon y se las limpió molesta― ¡Y tú te volvías cada vez más distante por querer esconderlo todo! ¿Sabes en el infierno en que viví durante esos tres meses pensando que lo escondías porque había algo más entre ustedes? ¿¡Qué tal vez era yo la culpable de todo!?

El hombre no pudo sostenerle la mirada más.

La mujer volvió a mirar la ventana.

El auto volvió a moverse sobre la autopista.

Lo siento… ―habló después de un gran silencio el hombre con todo el corazón volcado en esa disculpa.

Lo sé… ―aceptó tranquila la disculpa la mujer.

Muchas gracias por gritarme…

¿Eh? ―lo miró sorprendida.

Sigo enamorado de ti, Erza… te amo más que antes si es que tal cosa es posible…―la miró de soslayo y la vio enrojecer y él sintió el calor acumularse en su rostro también―, que me grites y me maldigas es mucho mejor a que finjas que no existo… ―le dio una sonrisa rápida de medio lado y la vio contener otra sonrisa.

Eres un idiota… Jellal…

El hombre la miró sorprendido al escuchar salir su nombre de nuevo de esos hermosos labios y no pudo evitar ensanchar la sonrisa antes de agregar un poco tímido ―Sí, un idiota enamorado… Erza...

Dos idiotas enamorados sonreían mientras se dirigían a su destino…

o°°o°°o°°o

¡Hey, un momento!

¿Y qué pasó con la leche que pedía Gajeel?

Bueno, tal vez les cuente después…

Tal vez…

o°°o°°o°°o


¿Review?

:D Sus reviews hacen que la historia no se pause D:


Rincón De La Escritora En Proceso:

¡Otra historia! ¡Sabastu ya basta! D:

¡Okey! No me tiren zapatos… QwQ ¡No lo puedo evitar! Además será un fic corto, probablemente unos cinco o siete caps. xD

Esta vez es un GaLe como principal y Jerza como secundario. Espero les haya interesado y aunque en este cap hay poco GaLe, en los otros caps el GaLe va a ser lo principal. xDD

Por cierto, prácticamente todo el Jerza es historia totalmente mía. xD Así que sí ya han visto la película encontraran que esa parte de la historia no existe. Otras cosas también van a cambiar. Me gustan las sorpresas. EwE)b

¡Ay, estoy perdida! Dx

En fin…


¡Gracias por leer!

¡Gracias por su apoyo!

¡Por un mundo con más Jerza y GaLe!

¡Adieu!

.o.7