- ¿Y tú?¿Confías en mí?

Aquellas palabras rompieron todos sus esquemas. Ella estaba allí sentada sobre el césped del parque, con las piernas cruzadas, deseando evitar de cualquier manera darle una respuesta.

¿Qué es lo que se supone que debería decir? Si ni siquiera sabe lo que pensar con respecto a Mario. Sólo hacia unos meses que lo conocía pero, lo sentía tan cerca y tan próximo que era imposible darle una negativa.

- Claro que sí - dijo Ámbar, procurando sonar convincente - ¿qué clase de pregunta es esa?

- Nada, sólo era por curiosidad. -dijo- Te acompañaré a casa, ya es tarde.

Recorrieron el camino hacia aquel gran edificio azul prácticamente en silencio. Ámbar procuraba evitar mirar a Mario a los ojos, a esos ojos grises que, en ocasiones, andaban rogando una conversación, algo para mantener su mente distraída, sin embargo Ámbar nunca tuvo ese don de la palabra y esos largos silencios se acababan volviendo incómodos.