Por ella, porque siempre será parte de mí.
Disclaimer: Shingeki no kyojin pertenece a Hajime Isayama, escribo esto sin fines de lucro.
Pecas
- ¿Qué haces, Jean? - el muchacho lo miró con curiosidad.
- Shh... - puso su dedo índice sobre los labios del chico de cabello negro. - Cuento tus pecas.
- Eso no es posible, tengo el rostro casi lleno, son muchas para que las cuentes - sonrió dulcemente.
- Pues yo sé cuántas son - respondió ufano.
- ¿En serio? - le parecía algo difícil, pero quizá fuera cierto. Era Jean, que, aunque alardeaba la mayor parte del tiempo, a él siempre le decía la verdad.
- Sí. Ven, te mostraré - lo tomó del brazo.
- Bien - Marco sonrió nuevamente y levantó un poco el rostro, esperando el conteo de su compañero.
- Tienes un grupo de tal vez quince o veinte aquí - Jean dijo rozando un costado de la mejilla derecha del muchacho con su pulgar para luego acercar su boca y depositar un breve beso en el mismo lugar.
- Jean - Marco se sorprendió y sonrojó.
- Shh... Déjame continuar - otra vez se acercó y besó al chico, pero en la otra mejilla. - Aquí son aproximadamente veinte. Acá abajo, más o menos diez - otro beso, pero en la barbilla.
- Jean, por favor... - susurró muy avergonzado.
- ¿Qué? Aún no termino. Aquí - tocaba con su dedo índice la punta de la nariz de Marco, - un poco más de diez - un beso más. - En la frente, así como en las mejillas, es donde más tienes: sin temor a equivocarme, unas treinta o treinta y cinco - uno, dos, tres besos en su frente.
- Son muchas - dijo sintiendo que su rostro ardía.
- No tantas - Jean se encogió de hombros. - En tu oreja derecha - se aproximó y le susurró al oído, - tres - mordió con delicadeza su lóbulo, provocando que saliera un suspiro involuntario de la boca del muchacho, ante lo cual Jean sólo pudo sonreír. - Y en la izquierda - había cambiado de lado, - una - lamió el contorno de su oreja.
- Jean - su respiración era cada vez más dificultosa.
- ¿Qué sucede, Marco? - le preguntó con una sonrisa ladina. - Ya casi acabo. Aquí - acariciaba la fuerte mandíbula del pelinegro, - entre quince y veinte - cinco besos le tomó recorrerla toda.
- ¿Sí? - Marco pasó saliva, llamando la atención de Jean.
- Oh, sí. ¿Quieres saber cuántas tienes en el cuello? - y sin darle tiempo a responder, posó sus labios en el cuello del chico, provocando que éste se estremeciera. - Me parece que son más que en tu cara - besó, lamió y chupó esa tersa piel hasta subir de nuevo hasta los oídos. - ¿Te gusta, Marco? - dijo con voz ronca, haciendo que los vellos de la nuca del aludido se erizaran.
- Jean - gimió.
- ¿Qué? - cuánto le gustaba escuchar su nombre saliendo de la boca de Marco... Su boca... Se colocó frente a frente al otro muchacho y lo observó: sus ojos permanecían cerrados, mientras sus pestañas se movían casi imperceptiblemente de un lado a otro, como abanicando sus párpados; los poros de su nariz se abrían y cerraban una y otra vez, debido a su respiración agitada; y su boca entreabierta... Jean se relamió los labios inconscientemente. - Marco - murmuró y juntó su boca con la del otro. Fue un contacto suave y un poco húmedo, hasta que se separaron.
- ¿Y eso? - el chico de pecas preguntó desconcertado.
- Porque también tienes pecas en los labios - Jean se justificó y se dio media vuelta, ocultando su rostro adornado también de un lindo tinte rosado.
No amo el yaoi, pero tampoco lo odio, por lo que nunca me he creído capaz de escribirlo, y me parece que esto no lo es, ¿o sí? Para no perder la costumbre, no sé qué sea esto que escribí, pero lo hice. Es corto y quizá no tiene mucho sentido, pero no tengo nada que decir al respecto: son sólo estas quinientas y cachito de palabras, sin más. Gracias por leerlo.
