Sabertooth estaba especialmente ruidoso aquellamañana.
No es que normalmente fuera silencioso, para nada, de hecho muchos de los ciudadanos que vivían junto al gremio habían presentado más de una queja por el jaleo que los tigres acostumbraban a montar hasta altas horas de la madrugada.
Hoy celebraban haber acabado con el poderoso gremio oscuro ''Belladonna''.
Hacía más o menos dos años, cuando los dragones atacaron crocucus después de los juegos mágicos; el rey en persona le había encomendado a Sabertooth la disolución del gremio oscuro.
Los magos del gremio se sintieron afortunados por poder ser quienes acabaran con sus fechorías, pero nunca imaginaron que se trataría de un grupo tan escurridizo.
Habían necesitado de dos años para localizar y acabar con todas las bases que el gremio tenía en el país, las cuales habían sido unas cuantas, por cierto.
Muchos habían resultado heridos en batalla, pero ahora todo había acabado y los orgullosos tigres celebraban un trabajo bien hecho.
Sting, por su parte tenía que ocuparse de todo el papeleo que había que arreglar debido a la destrucción de varios pueblos durante la pelea. A veces de verdad llegaba a entender al maestro Makarov de Fairy Tail; ser maestro en un gremio tan ruidoso podía llegar a ser problemático, pero Sting no lo hubiera preferido de ninguna otra manera.
Orga cantaba en el karaoke, dejando sordos a quienes le escuchaban (por desgracia, la mayoría).
Las orejas de dragon slayer de Rogue estaban sufriendo especialmente con la representación, y cuando decidió que había tenido suficiente subió al despacho de Sting.
Cuando entró en la habitación se encontró con el dragon de luz durmiendo con la boca abierta encima del escritorio.
Rogue sonrió de lado y le puso una mano a Sting en el hombro, sacudiéndolo.
-¿Necesitas ayuda?
-¡Ah! ¿esto? ya casi he acabado, no te preocupes.
Rogue miró la montaña de papeles y arqueó una ceja, mirando a Sting con su cara de 'no me creo absolutamente nada de lo que me estás diciendo y lo sabes'.
-Bueno, puede que una ayudita no me venga tan mal después de todo.-Respondió Sting rascándose la nuca.
Los dragones gemelos se sentaron en silencio a rellenar papeles durante casi 2 horas y, cuando por fin acabaron (ya era de noche),salieron al salón del gremio solo para encontrarse a una panda de borrachos.
Minerva estaba sentada en la silla del maestro con una cara muy seria y una copa en la mano.
-Quitate la ropa.-Dijo Minerva.
Yukino, que estaba de pie frente a ella con otra copa en la mano la miró sonrojada y se quitó la capa que siempre llevaba puesta.
Minerva sonreía con lujuria, pero antes de que el gremio viera desnuda a Yukino por segunda vez, llegó Orga, cogió a Yukino en brazos y se la llevó al escenario diciendo que necesitaba a una chica que le diera un poco de ''fanservice'' a su actuación.
Rufus se había quitado su máscara y se había vuelto el depredador sexual que es cuando se pasa con las bebidas. Unas 13 mujeres estaban sentadas a su alrededor con los ojos en forma de corazón.
Dado el panorama Rogue hizo un intento de escapar y volver a la tranquilidad de su hogar, pero Sting le acabó arrastrando a la barra.
La competición empezó de la manera más tonta posible.
Sting y Rogue estaban bebiendo cuando la chica que ponía las bebidas hizo un comentario sin ninguna mala intención.
-Parece que Rogue-sama aguanta bien el alcohol.
-Apuesto a que te emborracharías antes que yo.-Dijo Sting con una sonrisa autosuficiente.
En ese mismo momento empezaron a competir bebiendo copa de sake tras copa.
Llevaban ya 12 copas cada uno cuando Sting empezaba a tener problemas para seguir bebiendo.
Rogue le miraba riéndose en silencio.
-¡¿Tienes algún problema?!.-Dijo Sting juntando su frente con la de Rogue.
-Yo no soy el que está borracho, luciérnaga estúpida.-Dijo Rogue haciendo fuerza con su cabeza.
-¡¿Que has dicho reina emo?!.-Sting acercó más su cabeza a la de Rogue. Cuando el moreno se dió cuenta de la distancia a la que estaban y se separó sonrojado, cosa que pasó desapercibida por alcohol.
-He dicho que no vas a durar tres copas más.
Sting inmediatamente se tomó tres copas de golpe y se desmayó borracho.
Rogue miró el reloj de la pared que marcaba las tres y cuarto de la mañana. Suspiró y cogió a Sting a caballito, llevándolo a su casa.
Hacía años que los dos compartían una casa, desde el momento en el que entraron a Sabertooth y Jiemma les emparejó por sus magias compatibles.
Al principio no habían tenido elección, puesto que la dictadura de Jiemma no les dejaba elegir donde ni como vivir, asi que cuando Sting pasó a ser el maestro de Sabertooth y quitó la norma, Rogue pensó que estaba harto de vivir con él y que estaría alegre de poder librarse de una vez por todas de una persona tan deprimenre como él.
Pero no fué así.
Sting había querido seguir siendo el compañero de Rogue, y ese fué el primer día que se dieron un abrazo.
Cuando llegó a la entrada de su casa Rogue abrió la cerradura como buenamente pudo sosteniendo a Sting con una mano y entró a dentro.
Lo primero que hizo fué entrar a la habitación del rubio y dejarle tirado en su cama. Después de ésto se fué a su habitación a ponerse su pijama, que consistía básicamente en unos pantalones negros y una camiseta de tirantes blanca.
Se lavó los dientes y volvió al cuarto de Sting para ayudarle a cambiarse, lo cual era sencillo, pues Sting siempre dormía en boxers.
Rogue había perdido la cuenta de las veces que Sting se había desmayado bebiendo y él le había tenido que traer a casa y acostarle, más que su compañero a veces parecía su madre.
Rogue metió las manos en la camiseta de Sting y se sonrojó al notar sus abdominales.
-Hmm...
Sting sonrió en sueños y Rogue suspiró aliviado, sería un problema si Sting se despertara ahora y viera el color en sus mejillas.
Le quitó los pantalones y las botas con facilidad, le cogió en brazos y le metió en la cama.
Rogue se quedó mirando la figura del rubio unos momentos antes de volver a sy habitación y tumbarse en su cama.
El dragon de sombras suspiró contra su almohada y se dió la vuelta, mirando el techo de su cuarto pensativo.
La verdad es que no recordaba muy bien cuando fué que todo esto empezó.
La primera vez que se percató de sus sentimientos hacia Sting fué cuando estaba luchando contra uno de los dragones de Crocus y Sting llegó con otro dragón.
Rogue no pudo evitar sonreir.
-Ese idiota...
Ahí fué cuando Rogue le puso nombre a sus sentimientos, pero estaba seguro de que hacía ya un tiempo que le miraba con los mismos ojos.
Sin embargo, había decidido que nunca le contaría a Sting lo que sentía por él. No quería poner en riesgo su amistad, al fin y al cabo, aquel idiota era la luz que le mantenía con cordura cuando la oscuridad amenazaba con apoderarse de él.
Se escuchó un golpe en el otro lado de la casa y a Sting gritando sorprendido.
-¡¿En que momento?!
Rogue volvió a reir divertido.
Que difícil era estar enamorado de Sting.
