Este fic participa en el reto anual "Long Story 2.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black

Disclaimer: Los personajes y escenarios presentados a continuación pertenecen a J.K. Rowling.

Si existe alguno propio en un futuro, lo aclararé al final del capítulo donde aparezca dicho personaje.


1.

Es sabido por todo el mundo mágico que el trabajo desarrollado en el Departamento de Misterios, perteneciente al Ministerio de Magia, es un secreto absoluto.

Los inefables, llamados así a aquellos que trabajan en aquella área, son elegidos meticulosamente. El principal requisito: poseer un gran cerebro, tener habilidad en todas las áreas de la magia, y querer realizar innovaciones para mejorar el mundo mágico. También, para entrar a trabajar allí, es indispensable que los magos sean de absoluta confianza y sepan mantenerse firmes para no revelar los secretos de su trabajo. Para ello, someten a los aspirantes a condiciones de extrema presión, para ver si son capaces de traicionar la confianza del Ministerio.

No es un trabajo para cualquiera, de eso no cabe dudas.

Durante muchos años se han ido desarrollando diferentes experimentos, que atañen al amor, a la muerte, a los conocimientos, al tiempo y el espacio. No muchos intrusos han logrado pasar por aquella puerta negra ubicada en el noveno nivel del Ministerio, y han sobrevivido para contarlo.


—¿Y no saben quién fue?

Kingsley Shacklebolt caminaba preocupado por una de las salas del Departamento. Habían hecho un gran destrozo, parecido al que habían tenido que limpiar después de la batalla acaecida en 1996, donde la Orden del Fénix se enfrentó con grupo de mortífagos.

—Tenemos a uno que sobrevivió. Él podrá señalarnos a algún culpable —contestó el jefe del Departamento—, pero antes de que fuera llevado a San Mungo, dijo algo como que los intrusos estaban vestidos como los antiguos mortífagos.

Kingsley asintió con la cabeza y un escalofrío recorrió su espalda. Nada bueno podía augurar el que antiguos mortífagos irrumpieran en aquel Departamento.

—Lo que no entiendo —comenzó diciendo, con el ceño fruncido y comenzando a impacientarse—, es cómo…

—Traidores, así es cómo —gruñó el mago que lo acompañaba—. Este experimento era ultra secreto, y de alta importancia. Es así cómo se enteraron.

—¿Y cuán avanzado estaba? —preguntó con interés Kingsley, esperando que la respuesta fuera favorable.

En el momento que asumió como Ministro, encontró interesante aquella investigación que se llevaba a cabo en el edificio. Mostró apoyo, sólo porque podía significar un gran avance en cuanto a descubrimientos, aunque sabía que, de caer en manos oscuras, el experimento se transformaba en una bomba de tiempo. Pero… ¿Acaso todo lo que se investigaba allí no reunía aquellas características? ¿Acaso la sala del tiempo no representaba los mismos riesgos?

—Mucho —respondió con pesar el mago—. Hicimos la primer prueba la semana pasada. Resultó de maravilla, los inefables pudieron cruzar y volver sin problemas. Y el dispositivo estaba activado desde entonces, porque nos encontrábamos haciendo ajustes —suspiró—. Supongo que, quien haya delatado, estaba esperando a que hiciéramos aquella prueba.

Kingsley quedó callado por un segundo. ¿Cómo procedería? Si el inefable de San Mungo corroboraba que habían sido mortífagos, estaba seguro que se encontraría en un gran aprieto. ¿Por qué querrían cruzar aquella barrera, que aún podía ser inestable? Kingsley se estremeció otra vez. Sabía por qué lo harían. Las motivaciones eran muchas, y el premio podía ser grande.

Tendría que interrogar él mismo al inefable que había sobrevivido a la masacre de empleados. Sin embargo, la única solución que encontraba para aquel problema, era involucrar a una persona de otro Departamento. Y no estaba muy seguro que él se encontrara a gusto con la desagradable noticia.


Harry atravesó el pasillo completamente aturdido. No era normal que Kingsley lo hiciera buscar por su secretario personal. Generalmente, cuando quería verlo, llegaba algún memorándum hasta su oficina. Aunque, siendo honestos, Harry se encontraba en lo más bajo del escalafón. No era común que el Ministro quisiera hablar con él. O no tendría por qué serlo.

Si, era el gran Harry Potter. Nunca había dejado de serlo. Sin embargo, en cuanto comenzó a trabajar para los aurores, Harry prefirió empezar desde cero. No quería favoritismos, aunque muchos de sus compañeros lo llamaban "señor", con más respeto que al mismo Jefe, y pedían su consejo más de lo que a él le gustaba.

Harry estaba acostumbrado a recibir órdenes del Ministro a través de su superior. Así era justo para todos.

Cuando bajó del ascensor tuvo la desagradable sensación de que algo no iba bien. ¿Por qué Kingsley querría hablar con él, cuando todos se habían marchado, y con tanta urgencia?

—Pasa.

Kingsley estaba esperando a que Harry golpeara la puerta de su oficina. Él entró, y cerró la puerta tras de sí.

Era curioso, pero en los locos pensamiento de Harry, jamás se le hubiera ocurrido pensar que alguna vez iba a estar en la oficina del mismo Ministro. Aquello no se hubiera dado jamás con Fudge, y mucho menos con Scrimgeour. Con Kingsley, las cosas eran diferentes. El hombre sonrió al verlo, aunque Harry notó que era una sonrisa forzada.

—Siéntate, por favor.

Harry tomó asiento frente al escritorio, en uno de los sillones más cómodos que jamás había visto. Las paredes del despacho tenían una decoración un tanto similar a la que correspondía a la oficina del director de Hogwarts. Se encontraban, en hilera, varios portarretratos de antiguos Ministro de Magia. Aunque éstos no fingían dormir todo el tiempo, si no que estaban más que interesados en aconsejar a sus predecesores. El más nuevo correspondía al retrato de Scrimgeour, quien miró a Harry fijamente. El de Pius Thicknesse jamás había sido colocado.

—Me sorprendió que quisieras verme, honestamente— dijo Harry con educación. Nunca se habían tratado de usted, no había sido necesaria aquella formalidad.

—Lo se, hablé con tu superior, él está sabiendo todo, y está de acuerdo que tratemos este asunto directamente —comentó Kingsley desde su escritorio.

—¿Qué asunto? —Harry levantó una ceja.

Dudaba que a Kingsley le interesara el caso de un mago que se había puesto a jugar con artes oscuras por simple experimentación. Harry había estado trabajando en aquello toda la semana, y era demasiado insignificante para que el Ministro lo tratara personalmente.

—Verás, Harry…—Kingsley se levantó de su cómodo sillón y comenzó a pasear. Harry jamás lo había visto tan nervioso. Siempre conservaba la calma, y que ahora estuviera tan preocupado, lo asustaba—. ¿Sabes qué tareas se desarrollan en el Departamento de Misterios?

Harry levantó una ceja, mientras seguía con la mirada al Ministro.

—No —admitió de inmediato. Y luego se corrigió—. Es decir, no se qué tareas se desarrollan ahora, porque son secretas. Pero sí se qué hacían hace un tiempo atrás, o tengo una leve sospecha —Lo bueno de que Kingsley fuera el Ministro, era que con él no había por qué fingir u ocultar el pasado—. Ya sabes, estuve allí una vez.

El recuerdo de aquella noche aún era muy vivo para Harry. Tal vez porque jamás podría perdonarse el desenlace ocurrido por su culpa.

—Bueno, pero te darás una idea de que los inefables han seguido con sus investigaciones, después de eso —continuó Kingsley, luego de escucharlo. Harry asintió con la cabeza—. El asunto es que anoche un grupo de magos irrumpió en el Departamento, Harry —comunicó, y paró de caminar. Miró fijamente a su interlocutor y volvió a sentarse—. Y lo hicieron ya que alguien les dio aviso sobre la existencia de un nuevo dispositivo que permite a los magos viajar a otras dimensiones.

Harry escuchó, pero su cerebro tardó en procesar la información que llegaba. ¿Viajar a otras dimensiones? ¿Era eso posible?

—No estoy entendiendo —admitió, sentándose en el borde del sillón, parpadeando varias veces—. ¿Qué tiene que ver lo que ocurrió allí conmigo?

Kingsley suspiró.

—Mucho, porque quienes irrumpieron anoche, lograron pasar a otra dimensión, a un mundo paralelo a este —explicó Kingsley—. Y fueron ex mortífagos.


—No entiendo por qué nos cuentas todo esto, Harry —La voz de Hermione sonaba a reproche—. Sabes que es confidencial.

—¿De qué te quejas, Hermione? —Ron revoleó los ojos. Se encontraba realmente interesado—. Esto es emocionantes ¿Viajes a otras dimensiones? ¿Qué vendría a significar exactamente?

Los tres amigos se encontraban en el departamento que había sobre la tienda de Sortilegios Weasley. Ron y Hermione hacía un tiempo que convivían allí, aunque a espaldas de la señora Weasley.

—¿Sabes el escándalo que armará mi madre si se entera que estamos viviendo juntos, sin habernos casado? —solía decir Ron.

Harry consideró que aquel lugar era el más seguro para contarles a sus amigos lo que le había dicho Kingsley.

—Vendría a significar que, si están haciendo lo que pienso que harán, estamos ante una nueva guerra —Hermione se había puesto de pie, igual que Kingsley, pero no se había vuelto a sentar.

El paseo constante de Hermione, junto con su rostro ceñudo, irritaba a Harry.

—¿Y qué van a hacer, si sabes tanto? —preguntó Ron, en un tono de burla.

—Traer a Voldemort de regreso —contestó Harry con frialdad. No era momento para que sus dos amigos comenzaran a discutir sobre la inteligencia de Hermione. Podían estar de novios y conviviendo juntos, pero las peleas seguían siendo parte de sus vidas.

Ron chilló y casi cae de la butaca en la que se encontraba sentado. Se puso realmente pálido.

—¡Deja de decir ese nombre! —gritó.

Hermione revoleó los ojos. Claramente no ocurrió nada: ningún mortífago apareció. La maldición se había roto en el mismo momento en que Lord Voldemort conoció la muerte. Pese a eso había magos –como Ron– que seguían chillando y estremeciéndose cuando escuchaban el nombre. Harry no podía culparlos ya, no con lo que habían vivido, pero sí se sentía exasperado cuando una sala entera de magos comenzaba a gritar despavorida.

—Esto es realmente grave, Harry —comentó Hermione con seriedad.

—¿Crees que no lo se? —preguntó Harry, irritado.

—¿Me pueden explicar por qué piensan que los mortífagos pueden traer de nuevo al Innombrable? —indagó Ron, sintiendo que lo dejaban afuera de algún razonamiento importante—. ¡Está muerto! ¡MUERTO! Todos lo vimos —parecía que decía aquellas palabras más para convencerse él mismo que al resto.

Hermione lo miró con pena. Ninguno en aquella habitación, y tampoco en el mundo mágico, deseaba que Voldemort regresara.

—En nuestro mundo, Ron —explicó Hermione con paciencia repentina. Se sentó en una butaca ella también, lo miró—. Nosotros lo derrotamos, pero eso no significa que en otro universo hayan hecho lo mismo —miró a Harry para corroborar si la idea estaba bien. Él asintió con la cabeza en silencio.

—Sigo sin entender —admitió Ron, enojado—. ¿A qué se refieren con otro universo?

Hermione suspiró y volvió la mirada hacia él de nuevo.

—Los muggles desde siempre han indagado en viajes temporales. Allí donde ellos fallaron, nosotros pudimos lograrlo —comenzó explicando—. Lo mismo ocurre con los viajes entre dimensiones. Los muggles tienen ciento de teorías, pero por lo que Harry explica, lo magos han llegado antes una vez más —continuó—. Los hechos que ocurren en nuestras vidas, que muchas veces afectan a otros y otras veces no, están constituidos por las decisiones que tomamos día a día. Si Harry derrotó a Voldemort —Ron volvió a estremecerse. Iba a interrumpir a Hermione, pero ésta le hizo seña para que callara y la dejara explicar—, es porque aceptó que su destino era ese. Ahora, imagina un escenario donde los Dursley hubieran impedido que Harry fuera a Hogwarts. ¿Qué habría sucedido?

Ron miró a Harry con una ceja levantada. Éste escuchaba con seriedad a Hermione. Una vez más, donde Harry había tardado en comprender, ella lo había hecho enseguida. Kingsley le había explicado el funcionamiento de los mundos paralelos de una manera similar.

Ron volvió la cabeza hacia Hermione.

—No lo hubiéramos conocido —sentenció con simplicidad.

—Ron, esfuérzate —pidió Hermione.

—¡Es que pides demasiado, Hermione! —Se enojó Ron—. No puedo imaginar eso, las cosas hubieran sido distintas.

—¡Exactamente es a lo que apunto! —exclamó Hermione, sonriendo porque Ron comprendía— Las cosas hubieran sido totalmente distintas. Por ejemplo, la Piedra Filosofal hubiera existido igual, porque era algo que involucraba a Nicholas Flamel, no a Harry. Por lo tanto, Harry no habría estado ahí para defenderla. Voldemort podría haber vuelto, tal vez hubiera ido a la casa de los Dursley a terminar su trabajo, y luego a dominar el mundo mágico. Y obviamente, el mundo muggle también —siguió razonando Hermione—. Y también podemos tener el escenario donde Harry sí está para salvar la Piedra Filosofal, pero no logra vencer a Riddle en la Cámara Secreta. ¿Qué hubiera pasado?

Ron se estremeció, y a Harry dejó de gustarle que Hermione siguiera sacando ideas para posibles escenarios.

—Ya entendimos la idea, gracias —susurró, enojado.

La idea de un universo donde no había podido salvar a Ginny era demasiado para él. Sin embargo, podía ser completamente válido que existiera una realidad así, y lo sabía.

—¡Ooh, lo siento! —Hermione se cubrió la boca con las manos, horrorizada—. Me refería a que…

—Ya lo se, Hermione —cortó Harry por lo sano.

—En fin, he entendido eso de las quinientas mil posibilidades —siguió Ron, y volvió a mirar a Hermione—. Entonces, ¿ustedes se refieren a que algunos mortífagos lograron acceder a una de esas realidades paralelas, y temen que quieran traer al Innombrable para este lado?

Harry y Hermione asintieron con la cabeza. Ron emitió un silbido de sorpresa.

—Pero…¿Pueden decidir a qué dimensión viajar? Es decir…—Ron estaba decidido a que todo aquello fuera una mala confusión— ¿Cómo están seguros que esos mortífagos darán con un mundo donde el Innombrable existe? Digo, podrían viajar a un lugar dónde, por ejemplo, nunca nació. ¿No?

Esta vez, Hermione miró a Harry, pues no tenía explicación razonable para darle a Ron. Harry, sin embargo, sí la poseía. Suspiró y les contó la parte que faltaba:

—Kingsley dice que unos inefables ya viajaron a otro lado, y que cuando volvieron trajeron pruebas de que, al mundo que habían ido, aún se encontraba bajo la amenaza de Voldemort —dijo—. El Jefe del Departamento de Misterios está seguro que los mortífagos fueron hacia allí, porque ha sido el único "hueco" que han podido abrir entre universos, o algo así entendí.

Ron silbó, comprendiendo todo finalmente. Hermione se encontraba realmente asustada, y a Harry le dolía la cabeza. ¿O era la cicatriz? ¿O se lo estaba imaginando? No podía dolerle la cicatriz, porque simplemente Voldemort no estaba en aquel universo. Además, el horcrux que los unía había sido destruido; el que se encontraba en él mismo. No, evidentemente era un simple dolor de cabeza, sólo tenía miedo de volver a sentir un dolor punzante en su frente. No sabía si estaba listo para enfrentarse nuevamente a algo que creía totalmente acabado.

—¿Por qué nos los dices? —susurró Hermione, entornando los ojos repentinamente. Volvía a la pregunta del inicio.

Harry intentó explicarlo con calma.

—Porque es obvio que han pedido mi ayuda. Soy el único que alguna vez se enfrentó a él y vivió —dijo—. Quieren que cruce hacia el otro lado, y traiga a los mortífagos que escaparon antes que sea tarde. Dicen que cerrarán el puente entre mundos después de eso, y botarán el proyecto.

En la pequeña sala se formó un prolongado silencio. Desde allí, siempre se escuchaba el ajetreo del Callejón Diagon, un piso más abajo. Sin embargo, ahora estaba todo silencioso, ya que eran altas horas de la noche.

—¡Están locos! —exclamó Ron, poniendo en palabras lo que pensaba Hermione— ¡No pueden empujarte a algo que no conocen! Además, podrían esperar a los mortífagos de este lado. Ya corren con la ventaja de saber que van a volver, ¿no? —miró a Hermione y luego a Harry, en busca de ayuda. Quería que corroboraran su teoría.

—No es posible —Hermione también lo había entendido, igual que Harry—. Imagina que vuelven con Voldemort. ¿Cómo los detienen? Será una masacre, porque no podrán disminuirlo. No sin saber las condiciones de su mundo original. ¿Y si en aquella realidad nadie ha destruido sus horcruxes aún? ¿Y si es inmortal, pero por otra causa? No se corre con ventajas si se lo espera sentado aquí.

Y aquel había sido el razonamiento de Kingsley, del Jefe de aurores y de Harry mismo. Alguien tenía que atravesar aquella barrera que separaba los dos mundos posibles. Y ese alguien era Harry.


Dos horas antes, se había armado una reunión de urgencias con los miembros del cuartel de aurores. Todos se congregaron en una sala que utilizaban para debatir casos que necesitaban el apoyo de todo el escuadrón. Naturalmente, Harry lideró la charla.

Los aurores se sintieron entusiasmados con la idea del viaje entre dimensiones, significaba un gran avance para los descubrimientos mágicos. Sin contar que el Ministerio de Magia británico se llevaría los laureles por aquel hallazgo. Sin embargo, pronto comprendieron la gravedad del caso. Aún así, nadie apoyó a Harry cuando éste pidió gente que lo acompañara al otro lado.

Tenían esposas, maridos, hijos, madres, padres y amigos que los esperaban en casa. ¿Qué ocurriría si no regresaban? Era un gran riesgo, pondrían sus vidas en peligro. No sabían qué podían encontrar del otro lado. Ninguno estaba dispuesto a sacrificar las vidas cómodas y tranquilas que habían logrado construir después de la guerra.

—¿Es que no lo entienden? —Harry se enojó realmente— ¡Todo desaparecerá si Voldemor vuelve! ¿No recuerdan cómo eran nuestras vidas hace unos años atrás?

Aunque muchos se sintieron avergonzados, nadie cedió a su petición. Harry abandonó la sala completamente fuera de sí.

—Fue igual cuando intentamos reclutar miembros para la Orden —contó con tristeza Kingsley—. Todos le temen Harry, siempre fue así, y seguirá siéndolo. Por más que ahora para nosotros sea una mala pesadilla.


—No vas a ir solo, ¿Verdad? —preguntó asustado Ron, luego de que Harry les contara.

El silencio del muchacho fue suficiente para que Ron y Hermione comprendieran.

—¡Tienen que obligarlos! —exclamó, fuera de si Hermione.

—¡No pueden! —sentenció Harry—. Es un trabajo de alto riesgo, no pueden obligarlos. Además, apelaron a que su juramento para con el Ministerio era proteger este mundo, no aquel. Esperarán de este lado, a que regrese, o a que alguien pase por el puente formado.

Volvió a formarse un repentino silencio. Esta vez, el aire se cargó de una energía extraña. Harry se levantó, dando por finalizado el encuentro. La noche había sido larga, sólo ansiaba llegar a su departamento, donde Ginny lo esperaba. Seguramente estaría preocupada.

Aún dudaba si contarle aquello o no. ¿Cómo reaccionaría al saber que debía marcharse, a un lugar totalmente desconocido?

—En fin…—Harry se colocó la capa sobre una sobria túnica de mago que siempre usaba para ir a trabajar—. Supongo que esto es un hasta luego, será mejor no retrasar la partida. Por la mañana me iré.

Hermione y Ron se levantaron tan rápido de sus asientos que Harry se asustó igual que si hubiera sido atacado por un mortífago.

—¡Estás muy mal de la cabeza si piensas que vamos a dejarte solo! —exclamó Hermione con un hilo de voz. Sus ojos chispeaban.

—¡Eso! —corroboró Ron, se había puesto a la defensiva aún antes que Harry contra atacara.

—¿Por qué tuve la sensación de que querrían seguirme? —preguntó Harry, molesto.

—Porque es una obviedad —Hermione sonrió—. Además, somos los únicos que podemos ayudarte. Los del cuartel son unos malditos cobardes.

Y Hermione realmente debía pensar que así era, para maldecirlos de aquella manera.

—No quiero que pongan sus vida en peligro, no sé a dónde voy… —comenzó Harry.

—Igual que las últimas trescientas veces —Ron revoleó los ojos y miró a Hermione—. Además, si Hermione quiere ir, no la dejaré.

Harry sintió un profundo cariño hacia sus amigos. La amistad incondicional jamás había mermado. Aún así, tenía sus serias dudas sobre permitirles ir con él. Sin embargo, por la mirada de dulzura que Hermione le dirigió a Ron, supo que no era momento de discutir. Era mejor marcharse y dejarlos solos, para que preparan su partida.


Aquella tarea no sería fácil. Claro que no. Pero… ¿Acaso enfrentarse a Voldemort la primera vez no había sido casi imposible también? Ir en su búsqueda por segunda vez era tentar demasiado a la suerte, pero no iba a permitir que un Lord Voldemort de otra dimensión fuera a causar estragos nuevamente, no cuando por fin habían logrado la paz.

Sin embargo, aún quedaba un detalle, y a Harry le agarraba una punzada de dolor al pensar en ello: Ginny. Estaba seguro que no sería sencillo explicarle a su mujer lo que planeaba hacer. No iba a dejar que se marchar tan fácilmente.

Harry sabía que nunca se había enfrentado a nada tan desconocido como aquello. ¿Qué podían hallar del otro lado? ¿Cuáles serían las variables que convertían su mundo distinto a aquel? ¿Podrían enfrentarse a lo que hubiera allí?

Sin duda, había más de una pregunta por resolver.


Nota: Espero que medianamente les haya generado algo xD Estuve un tiempo esperando que se me ocurriera una idea para el desafío anual, y esto fue lo que surgió. Deseo que la idea llegue a buen puerto. ¡Saludos!