Vengo con esta historia corta.
La escribí antes del verano al participar en un reto y eso es lo que me pidieron escribir.
Quedó bastante gracioso y tonto, pero me gusta :D
Dentro de poco continuaré mis otras historias, cuidense! ^^
Tras la carrera en el mundo de Piffle todos los jóvenes fueron a celebrarlo a un bar cercano, pronto, y por la poca costumbre, Syaoran y Sakura quedaron dormidos de la cogorza con Mokona en medio, sólo quedaban un Kurogane un tanto avergonzado de ver a "su" princesa Tomoyo y el siempre sonriente Fai cantando a pleno pulmón sosteniendo en sus manos la bebida.
- Creo que deberíais dejar de beber ya… -Contesto el moreno cansándose un poco.
- ¡Oh! ¡Venga Kuro-pon! ¡No seas tan amargado y canta con nosotros! –Le respondió Fai llamando a la camarera con la mano para que trajera más bebida.
- Eres muy soso la verdad… -Comentó la pequeña morena señalando a Kurogane.
- Y se enfada con facilidad –Añadió Fai.
- ¡Yo no me enfado con facilidad! –Bramó el joven japonés bastante exasperado.
- ¡Ves! Te lo dije
- Cuidado Kuro-min, ¡o irás al infierno! –Canturreó la supuesta princesa y con esa frase comenzó a imaginar a Sakura vestida de diablilla con su colita y cuernecitos, ¡mañana mismo le patentaría uno!
- ¿Y por qué si se puede saber? Aunque la verdad me da igual ir a parar allí…
- ¡Por pecar de Ira, por supuesto!
- ¿Ahhh? Es la tontería más grande que escuchado hasta ahora. Si yo tuviera que ir allí no estaría solo, aquí el amigo vendría conmigo por gula con todo lo que esta pidiendo –Comentó señalando al rubio que de nuevo agitaba feliz el brazo para llamar la atención de la camarera hasta escuchar lo que dijo el moreno.
- ¿Yo al infierno?...No soy yo al que desterraron de su país por soberbio.
- Eso a sido un golpe bajo ¬¬
Aprovechando que no la veían la pequeña cogió la bebida que Kurogane dejó en la mesa y cuando los dos jóvenes la pillaron dijeron a la vez:
- ¡Tú también irás por avaricia! –La joven se rió dejando el vaso en su sitio.
- Mmm…pienso que tú –Señala al espadachín- Pecas también de lujuria – Eso consiguió hacerle sonrojar a más no poder.
- ¡¿Pero qué dices!
- ¡Ajaja!¡Kuro-wan piensa en cosas pervertidas!
- Y tú de pereza –señaló a Fai.
- ¿Quéééé? ¡Eso no es verdad! –Dijo con carita de cachorro.
- Y también de envidia –Añadió esta vez Kurogane.
El ojiazul se le quedo mirando con cara de puchero, no podía evitar desear otra vida que no fuera la suya, demasiadas penurias tuvo que pasar de pequeño. Pero eso no lo sabían, nunca lo diría.
- Bueno, creo que es hora de irnos –Al decir esto las guardaespaldas de Tomoyo aparecieron junto a la mesa para llevarse a su presidenta.
- Si, será lo mejor. Un placer haber estado con vosotros esta noche.
- Igualmente, hasta pronto Tomoyo.
La pequeña morena se marchó con su séquito y Kurogane se puso de pie rascándose la cabeza:
- ¿Se supone que debemos cargar con ellos hasta donde nos hospedamos?
- Kuro-riiiiin…tengo sueñoooo… -Murmuró el rubio enganchandose a su cuello.
- ¡Ah, no! A mi no me jodas, ¡que no puedo llevaros a todos! ¡Fai! –Demasiado tarde, ya se había quedado dormido.
