Andrómeda Black, llevaba a sus espaldas un nombre que pesaba, un nombre que podía abrir todas las puertas, conseguir los más grandes tesoros y las mejores posiciones, pero que a cambio, demandaba una vida llena de sacrificios y reglas que podrían no significar nada, pero a alguien con un alma rebelde y libre podrían significar la misma muerte.
Estás completamente loca Dromeda, lo cual más que preocuparme me alegra. – Afirmó su primo, quien se divertía husmeando las pertenencias de la más grande de las hermanas Black.
Tú hablándome de locura a mí- por lo menos yo seguí el honorable camino de la familia siendo una Slytherin, pero tú como Gryffindor les has partido la cara.
De todas maneras ya me odiaban, ahora les doy una verdadera razón para despreciarme.
Ella sonrió, sabía que en el momento en que cruzara la puerta principal, toda su familia le daría la espalda para siempre. Ella sería olvidada por completo, todos la despreciarían; menos él, y para ella, Sirius era el único de su estirpe que valía la pena, así que si él seguía de su lado todo estaría bien.
Él la miró, ninguno de los dos había sido educado para expresar sus sentimientos, así que no esperaban un discurso de despedida u otra muestra de sentimentalismo, pero sabían que había llegado el momento.
¿Estás listo?
Por supuesto, esto será tan grande que cuando noten que te has ido, tú ya estarás lo suficientemente lejos de aquí.
Gracias, sé que después de esto te cargarás un infierno
Estaré salvo en Howgarts, y unos cuántos días de tortura bien valdrán por tu libertad
Los ojos de Andrómeda se llenaron de lágrimas, le hubiera gustado abrazarlo, pero sabía que el tiempo apremiaba, así que sin más saltó por la ventana, se elevó por los aires, y dando una última mirada a la Mansión, dejó atrás todo lo que en estos 17 años había sido y se lanzó a la aventura.
Pronto llegó al parque St Jame's Park, poco sabía de la vida muggle así que andar sola en un lugar lleno de éstos le ponía nerviosa, tanto que fácilmente podía distinguirse entre el tráfico por su tieso caminar, y la curiosidad que emanaba de sus grandes ojos.
Él la vio llegar desde el primer momento, quiso correr hacia ella, pero era tal su sorpresa que dejo que ella avanzará sólo para comprobar que todo era cierto: Andrómeda Black, había dejado todo, por estar con él, Ted Tonks, el sangre sucia que no tenía nada que ofrecerle más que amor.
Ella saltó hacia él, y lo besó temblando, él sabía de dónde provenía y comprendía su nerviosismo y la sostuvo entre sus brazos hasta que las lágrimas cesaron, y una sonrisa invadió su rostro.
Hoy dejaba de ser Andrómeda Black para convertirse en Andrómeda Tonks, un nombre que ciertamente le cerraría las puertas que antes había cruzado con tanta facilidad pero que le abriría el camino que tanto había anhelado, el de una vida feliz, libre de ataduras y de hipocresías.
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