Disclaimer: Breath of Fire es una saga de videojuegos de rol creada por Capcom, iniciada en 1993 para la consola SNES, que consta de cinco títulos en la actualidad.
Bueno, espero que les guste la historia. Si tienen sugerencias o deseos de que escriba un one-shot dedicado a alguno de los personajes, no duden en decirme.
Nina corría a toda prisa hacia el instituto, se le había hecho tarde, pero había valido la pena; había conseguido que su padre la dejara ir sola, y le había prometido no tratarla más como una niña pequeña.
Casi a dos cuadras de su destino, unas risas hicieron que detuviera su andar.
-¿No piensas defenderte?-Escuchó la voz que venía de la vuelta de la esquina, seguida por un ruido chocante, casi como un golpe en seco.
-Ni siquiera ha gritado desde que le golpeaste.-Otra voz, una voz diferente a la anterior, pero era también masculina.
Tenía algo de miedo pero no dudó dos veces, puesto que una corazonada le dijo que algo malo pasaba.
Asomó su cabeza, teniendo cuidado de no ser vista. Un pequeño chillido de sorpresa escapó de sus labios cuando vio lo que sucedía: dos vándalos de su mismo instituto pateaban a un chico peliazul; él yacía tirado en el suelo, con los ojos abiertos, pero ni siquiera soltaba un gemido de dolor o queja.
Ahora tenía más miedo aún, pero, ¿debía irse y pasar por alto lo que estaba pasando?
Salió de su escondite e inhaló, intentando juntar el valor que tenía.
-¡Deténganse!-Gritó, casi inconscientemente; de hecho, lo hizo sin pensar en que podrían tomar represarías en contra suya.
Ambos chicos giraron su vista hacia ella, y uno de ellos planeaba silenciarla, pero el otro lo detuvo.
-Espera, ella es amiga de Cray.-Dijo, y le indicó al otro que debían irse.
Ambos caminaron lejos del lugar, y el chico peliazul no se puso de pie; simplemente se quedó acostado en la acera.
Nina corrió y se puso de cuclillas a su lado, ayudándolo a pararse.
-¿Estás bien, Ryu?-Sus ojos se llenaron de lágrimas en cuanto vio las heridas del chico, tenía miedo de que fueran graves.
Él levantó la vista y fijó sus ojos a los de ella, para luego abrirlos con cierta sorpresa.
-Eh... ¿te llamas Ryu?-Él asintió con la cabeza.- ¿Y cómo es que sé eso?-Y él respondió levantando ambos hombros, casi diciendo: "No lo sé."-Mi nombre es Nina.
Nina sonrió, feliz de ver que Ryu no estaba tan grave como ella creía.
-Llevas el uniforme del instituto, pero nunca antes te había visto. ¿Eres nuevo?
Y de nuevo él asintió, curiosamente, no había dicho una palabra desde que Nina lo vio por vez primera.
-¡Vayamos juntos entonces!-Nina tomó la mano de Ryu y comenzó a correr junto con él, si algo tenía ella, era la facilidad de congeniar con las personas.
Se detuvo por sorpresa, haciendo que Ryu pegara contra la espalda de ella.
-Lo siento.-Cubrió su boca con ambas manos, y se sonrojó, apenada.-Es que ya hemos llegado.
Ambos entraron justo al momento que sonaba la alarma.
Nina conversó un rato con él mientras caminaban hasta los salones, aunque sólo recibía como respuestas unos cuantos gestos.
Cuando llegaron al salón de Nina, ella se entristeció un poco.
Se detuvo frente a la puerta, para despedirse de Ryu.
-Es una lástima que no estés en el salón A, podría presentarte a todos aquí. Ryu... Almorcemos juntos, ¿de acuerdo? Es decir, si no conoces a nadie aquí, pasarás un mal rato en tu primer día.
Él estuvo de acuerdo, y caminó sólo tres metros adelante, para así llegar al salón B.
Nina entró a su clase, y suspiró con alivio al darse cuenta de que el Profesor aún no llegaba.
Se sentó en uno de los pupitres del frente, no sin antes sonreír y levantar su mano en gesto de saludo hacia sus compañeros.
Durante la clase no hizo más que pensar en Ryu, y pensando en lo mucho que podrían conversar y quizás hasta podrían hacerse amigos.
Estaba tan entusiasmada con la idea, que la hora del almuerzo llegó rápidamente.
Salió corriendo antes que todos sus compañeros, incluso antes que el maestro. Llegó en un santiamén al salón B, ya que estaba exageradamente cerca al suyo.
Ahí fue cuando lo vio, y sonrió. Ésta vez Ryu no iba a separarse de su lado, pero cuando pensó un momento en eso, se sintió estúpida.
Ryu miraba a los lados, confundido. La verdad era que no sabía si en el instituto vendían algo de comida, y por si no fuera poco, aquella golpiza lo había dejado exhausto y hambriento.
De pronto sintió una mano cálida que sostuvo la suya, y por un momento deseó quedarse así para siempre.
-Ryu.-Lo llamó Nina, y él sacudió su cabeza, imaginando lo mucho que reiría Nina si pudiese leer su mente.
Nina le sonrió, avergonzándose un poco, pensando que había interrumpido a Ryu en plena meditación; y, técnicamente, así había sido.
No dijeron una sola palabra en todo el camino que Nina hacia a Ryu seguir, pero eso no les importaba, puesto que disfrutaban de la compañía mutua.
Salieron del edificio, y caminaron un poco más hasta llegar al jardín; Nina se recargó en la barandilla que rodeaba las flores, e inhaló para sentir el olor que desprendían.
El silencio los envolvió, pero eso era algo que desesperaba a Nina, así que comenzó a hablar de lo primero que se vino a su mente.
-Cuando todos regresen, te los presentaré.-Dijo, aunque con algo de melancolía en su voz.
Ryu la observó un rato, y en su rostro se reflejaba la duda que tenía.
Nina comprendió que él no sabía a qué se refería con eso, así que se dispuso a explicarle, y se entusiasmó.
-Verás.-Dejó su lugar en la barandilla, y miró fijamente a Ryu. Cruzó sus dedos frente a su rostro, cubriendo su enorme sonrisa.-Cray y los demás son de dos cursos delante de nosotros, y tuvieron su viaje escolar ésta semana.
Ryu fijó su vista en la de Nina, escuchando atentamente cada palabra que salía de su boca.
-Cray es un gran amigo de mi hermana Elina, lo conocí gracias a ella.-Nina se sonrojó un poco cuando habló sobre él.-También está Ursula, pero ella no se lleva tan bien con Cray... Pero la verdad es que ambos son buenos amigos.
Ryu cubrió su boca con ambas manos, evitando soltar alguna risa durante la plática de Nina.
Un sentimiento de felicidad inundó el corazón de Ryu, y posó su mano en su pecho, intentando detener esos latidos que aumentaban con cada palabra que ella decía.
-Pero todos son maravillosos, y pienso que se llevarán bien contigo.
Nina no había mirado el rostro de Ryu desde hacía ya unos minutos, y cuando lo hizo, notó algo realmente curioso: él estaba llorando.
-¡L-Lo siento! Debe ser tan difícil para ti estar en un nuevo lugar y no conocer a nadie, y yo seguía contándote sobre mis amigos. Realmente lo siento.-Se disculpó, pensando en lo mal que debía sentirse Ryu al estar en un nuevo lugar, debía sentirse realmente nervioso.
Ryu levantó la mirada que hasta ése momento había estado baja, y negó efusivamente.
-Con que no era eso.-Ella suspiró, aliviada; al menos no había metido la pata ésta vez.
De nuevo hubo silencio entre ellos, y Nina se sentía algo culpable por ello, así que intentó cambiar el tema de una manera drástica.
Ése pensamiento la venía intrigando más y más desde que conoció a Ryu, y lo otro era que de verdad no se le ocurría algo más para animar a Ryu.
-Ryu, quizás pienses que es extraño pero... siento que tú y yo...-Hizo una pequeña pausa, y tragó en seco, reuniendo valor para continuar.-Siento que te conozco desde hace tiempo.
Ryu mantuvo un semblante serio, y esperó a que ella siguiera.
-No es como cuando ves a alguien por una vez y luego vuelves a encontrarlo, ¿entiendes? Es decir... Es como si hace mucho te hubiese encontrado, y por más que pasó el tiempo, no pude olvidarme de ti.
Nina bajó su vista al suelo, avergonzada por lo que había dicho.
De pronto sintió cómo su corazón latía con más fuerza, como si la incitase a recordar toda una vida que había dejado en el pasado.
Sintió también los pasos de Ryu, que se acercaban lentamente, situándose frente a ella.
Él posó sus manos en los hombros de Nina, cuando ella levantó su vista, notó la enorme sonrisa de Ryu.
-Yo nunca podría olvidarme de ti, Nina.
Ambos sonrieron, y pensaron en todo lo que podrían hacer juntos.
Porque en ése nuevo mundo no existían todos esos recuerdos dolorosos, ni la muerte acechando siempre a Ryu; tampoco existían los Dioses falsos, o quizás sí, pero no eran 'peligrosos'.
Una amistad que sobrepasó el tiempo, y memorias que quedaron grabadas en algo más duro que la piedra.
