Seishi


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Summary: La primera vez que la vio tenía quince años y un brazo roto. La segunda vez que la vio fue en un bar y ella bebía jugo de limón. La tercera vez que la vio, ella estaba usurpando su sitio de descanso.


Aclaraciones:

(pasa el mismo día)

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(pasan algunos días)

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(pasan meses/años)


La primera vez que la vio tenía quince años y un brazo roto.

Recordaba que estaba esperando a que le atendiera el médico, su madre gritaba pidiendo atención por parte de alguna enfermera para que le diera un calmante para poder alivianar el dolor que sufría su pequeño hijo, pero todas pasaban de largo excusándose con que había casos peores que la torcedura de un brazo y que el hospital estaba al tope de pacientes.

Jamás olvidaría el grito que dio su madre pidiendo por favor, que le dieran un puto analgésico para, por lo menos, mantener calmado a Sasuke en la espera del maldito doctor que no se dignaba a aparecer porque estaba en su descanso.

Una amable señora se acercó y le ofreció un analgésico que sacó de su cartera mientras intentaba tranquilizar a su madre. Mikoto casi llora por la amabilidad de la extraña que le entregaba una botella de agua sin abrir para que Sasuke pudiera ingerir la pastilla. Una vez aquello hecho, su madre volvió a agradecerle y como todas madres, curioseó en la vida de la extraña.

— Estoy aquí por mi hija.

— Oh, ¿se ha lastimado muy fuerte? — la señora negó con una débil sonrisa y miró hacia la mesada de recepción.

— Ella… ella sólo tiene un resfrío — la mentira podía leerse en su tensa postura y el como sus labios se apretaban en una fina línea. Sasuke arqueó una ceja y masculló ante un movimiento involuntario que lo hizo ver las estrellas. Estúpido Naruto, estúpida pared que se le había derrumbado por la idiotez del rubio al patearla hacia donde estaba él.

— Ah, ya veo — su madre sonrió y frotó el brazo de la extraña en señal de apoyo —: Seguro sale de esto.

La mujer asintió y se disculpó diciendo que tenía que averiguar algunas cosas en recepción. Cuando la mirada de su madre se clavó en él, vio el alivio que ahora estaba sintiendo por verlo más tranquilo que antes.

El grito de unas enfermeras llamó su atención y allí vio a la mujer anterior gritando furiosa y rogando a alguien que se dejara tratar. El revuelo hizo que las personas observaran con curiosidad que ocurría y entre el revuelo de enfermeras y enfermeros, una muchachita que llevaba un pañuelo en la cabeza y bata de hospital se abría paso gritando que la dejaran en paz, que no tenía nada y que quería irse cuanto antes.

— ¿Qué ocurre? — curioseó su madre en un susurro. Miró hacia donde estaba la chica y vio con sorpresa como ésta derrumbaba a unos cuantas enfermeras que intentaban hacerla ocupar una silla de ruedas, la cual estaba acompañado de un atril para suero que iba y venía de la mano de las enfermeras y la muchacha que intentaba apartarlo.

— ¡Dije que estoy perfectamente bien! ¿Acaso no escuchan?

— ¡Por Dios! ¡Maldita sea! ¿Otra vez? Voy a encerrarte dos meses por este lío que estas armando — gritó la mujer de cabello rubio oscuro, sus manos estaban clavadas en sus caderas y el pecho inflado y firme para que su hija notara que no era ninguna broma todo aquello.

— ¡Si sobrevivo! — sonrió amargamente la chica frente a su progenitora, la cual mostró su rostro horrorizado ante tal negativo pensamiento —: ¡Mira como estoy! ¡Soy horrible y no quiero verme así! ¡No soy así! — chilló furiosa, al borde de las lágrimas. Su madre sí lloraba, una enfermera dejó de luchar y las otras le dieron su espacio.

La chica miró a su alrededor, fijándose en cada una de las personas hasta que sus hermosos ojos verdes se fijaron en los oscuros del chico que parecía interesado en todo ese show. Las mejillas de la chica se volvieron de un pálido rosado y frunció aún más el rostro, abochornada, furiosa y cansada. Suspiró y se rindió.

Y Sasuke sonrió. No sabía muy bien por qué, pero sonrió.

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— Bueno muchacho ¿Cómo has llevado eso? — preguntó el médico observando el brazo flaco y debilitado de Sasuke. Éste se encogió de hombros y miró con odio su mano caída por la falta de fuerza —: Tendrás que hacer rehabilitación, la quebradura fue bastante seria a pesar de que a simple vista parecía sólo un esguince. Espero que asistas — sonrió el tipo. Era simpático pero sus palabras no sonaban igual.

Fastidiado, agarró el papel en donde se encontraba la receta de unos analgésicos y le indicó por donde debía ir a la sala de rehabilitación. Sasuke bufó y partió rumbo a los ascensores.

Fue cuestión de segundos ver el número anterior al del piso donde debía ir cuando las puertas se abrieron y un pequeño tornado entró al cubículo apretando todos los botones del panel. La desesperación de esos dedos flacos apretando repetidamente el botón que tenía dos flechas en puntas enfrentadas para cerrar las puertas del ascensor jamás la olvidaría. Las puertas se cerraron antes de que una manada de enfermeros pudiera alcanzar a entrar.

La chica suspiró de alivio y se recostó sobre un lateral tratando de calmar a su acelerado corazón. Sasuke la observó de reojo reconociéndola al instante, era la mocosa que había peleado contra los enfermeros el día que se había roto el brazo. Ésta ya no llevaba el pañuelo en su cabeza; una capa de menos de tres centímetros de cabello cubría su cabeza, creciendo poco a poco así como las delicadas cejas que se arqueaban ante la mirada escrutadora del chico.

— ¿Qué tanto me ves? ¿Te gusta mi pelada? — masculló divertida la chica, cruzándose de brazos —: Si quieres puedo pasarte el número de mi estilista personal. Es muy bueno en su trabajo — sonrió sin humor.

Sasuke apretó su puño derecho y lo dejó de golpe al sentir un leve tirón. Ella pareció notarlo, pues se acercó preocupada.

— ¿Estás bien?

— Si, sólo es un tirón — paladeó Sasuke intentando desviar su atención.

— ¿A qué piso ibas? Porque toqué todos los números y–

— Este es mi piso — masculló cuando las puertas se abrieron. Salió a paso calmado hasta quedar fuera del cubículo de metal. Se giró para mirarla a la cara, los ojos verdes lo miraban con curiosidad —: Deja de comportarte como una niña y enfrenta la realidad… si piensas que con hacer esas idioteces vas a llegar a algún lado, estás muy equivocada. Adiós.

Las puertas se cerraron y la chica lo observó con unos fríos y dolorosos ojos, ojos que Sasuke no pudo borrar por el resto de los años que pasaron.

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— Bastardo — la voz estruendosa del rubio Uzumaki lo dejó sordo de un oído. Estaba tan concentrado que no se había dado cuenta de que su amigo se acercaba sigilosamente tras su espalda.

— ¡Idiota! ¿Por qué haces esto? — levantó la voz realmente furioso, Naruto se hizo el desentendido y miró hacia otro lado.

— ¿Salimos esta noche? ¡Shikamaru me dijo que se reunirán en un bar esta noche e irán amigas de su novia Ino! Quien sabe… quizás conozcas al amor de tu vida — le codeó de forma divertida. Sasuke bufó y negó —: ¡Vamos, bastardo! Estará divertido, de veras, no seas amargado.

— Si digo que si, ¿me dejarás de molestar por lo que queda de día? — Naruto asintió, por lo que no le quedó otra cosa que aceptar y así fue que tuvo una tarde fructífera en la que se pasó durmiendo media hora y el resto lo aprovechó haciendo apuntes de Derecho Civil para, al día siguiente, estudiarlo.

Dejó los lentes sobre la cómoda y frotó sus ojos, era recién el primer año de estudios en la universidad y estaba harto de esas materias del demonio. No entendía por qué estudiaba algo que no le interesaba, todo por cumplir los caprichitos de su padre. Miró la hora y se puso en pie, se daría un baño y se vestiría para ir a la estúpida junta con algunos de sus compañeros siendo que no quería hacer más nada que volver a dormir. Que fastidio.

La segunda vez que la vio fue en un bar y ella bebía jugo de limón.

¡Qué fastidio!

Su mente estaba pensando una y otra vez eso; el lugar estaba al tope de gente y las mujeres parecían no poder controlar sus pequeñas y rápidas manos en sus cuerpos que estaban tocando el suyo al pasar. En su vida se había sentido tan manoseado allí abajo.

— ¡Bastardo!

Y Naruto no colaboraba con su mal humor.

El rubio lo tomó del brazo y lo empujó hacia la mesa en la que estaban apartados. Tres chicas bonitas, Shikamaru, su novia y el rarito de Gaara estaban sentados allí, conversando animadamente mientras que disfrutaban de sus respectivas bebidas alcohólicas.

— ¡Gente, llegó el bastardo! — vociferó Naruto llamando la atención de todos. Los pares de ojos se voltearon hacia ellos incomodando al azabache que se encogió de hombros y ocupó un lugar junto a una chica de cabello rojo.

— Hola Sasuke, tanto tiempo — saludó ésta. Sasuke se quedó tildado un segundo tratando de recordar quien era, pero comenzó a irritarse al no poder lograrlo. La risita de la chica lo distrajo y con la mano trató de quitarle importancia —: Soy Karin, la prima de Naruto.

— Hn — saludó con un asentimiento y miró hacia otro lado mientras la pelirroja se giraba hacia Naruto y le pedía que le trajera otra bebida.

— Acompáñame — le pidió a su prima. Ésta rodó los ojos poniéndose de pie y pidiendo permiso para poder salir.

Ambos Uzumaki desaparecieron y dejaron a los demás hablar animadamente, Ino y Shikamaru intercambiaban palabras con una chica de cabello oscuro y ojos extraños, y con Gaara mientras que la chica que ocupaba el asiento adjunto al de Karin parecía ensimismada en su bebida.

Bufó fastidiado, se quedaría media hora y se iría con la excusa de que debía levantarse temprano en la mañana. Su mano quedó colgando del respaldo y con un movimiento descoordinado golpeó el hombro de la chica. Ésta dio un respingo y lo miró con curiosidad.

— Disculpa.

— No, está bien — le sonrió de vuelta y volvió a beber tranquilamente del pequeño sorbete una bebida de color transparente.

— ¿En serio no puedes beber hoy? — preguntó la rubia dirigiéndose a la pequeñita de cabello claro y brillante por las luces de colores que danzaban como un kaleidoscopio en el techo sobre la pista de baile.

— Sabes que no puedo Ino, por el tratamiento.

— Oh, cierto… pero algún día vamos a hacerlo y beberemos hasta que nos olvidemos del mañana.

— Eso estaría bien — rió divertida y siguió con su bebida. De la nada, levantó el puño de su blusa de mangas larga y observó su reloj. Masculló una maldición y revisó su bolso sacando un frasco con píldoras. Tomó una y tras esta un trago largo de lo que estaba tomando anteriormente, seguramente jugo o gaseosa.

— Sasuke, entretén a mi amiga, está en busca de una noche ardiente — señaló descaradamente Ino obteniendo un regaño de la chica. Ella carcajeó divertida y se acurrucó al lado de su novio ignorando los insultos de su amiga.

— Discúlpala, es un poco…

— No te disculpes, está bien — sonrió Sasuke. Los ojos de la chica brillaron extrañamente cuando lo miró, pero fue tan sólo un instante y volvieron a mostrarse intrigados.

— Soy Sakura — dijo estirando su mano. Él tomó la pequeña mano y la estrechó con delicadeza.

— Sasuke.

— ¿Cómo estás, Sasuke? ¿te diviertes?

— Algo… — sonrió y se acercó hacia ella para poder conversar mejor.

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La tercera vez que la vio, ella estaba usurpando su sitio de descanso.

La mañana había sido atareada entre examen y examen, y lo único que deseaba en ese momento era poder salir del edificio de la facultad de Derecho y buscar una buena sombra para pasar la tarde durmiendo bajo un árbol.

Sus planes fueron frustrados cuando encontró un pequeño intruso en su lugar y no era cualquiera, lo conocía. Carraspeó para llamar su atención, cosa que logró al verla removerse. El delicado rostro fue visible después de que el libro que lo tapaba se cayera y pudo disfrutar de ver la soñolienta mirada de la chica de ojos verdes.

— Sasuke ¿Qué haces aquí?

— Hola, ¿Cómo estas? Bien, gracias.

— Disculpa — se irguió rascándose la cabeza —: Es que no he podido dormir…

— Lo he notado… — suspiró cansado. Se ubicó a un lado de ella y se recostó sobre el césped para poder descansar un poco.

Los ojos de Sakura se clavaron en él y lo acariciaron con tal delicadeza y ternura que le dio un escalofrío en todo el cuerpo. Apartó la mirada de ella y se movió hacia un lado para no verla.

— Te dejaré para que duermas — Sakura se irguió para ponerse de pie —: Suerte.

— No dije que te fueras — farfulló Sasuke —: Quédate. Sólo no hagas ruido.

— Oh.

Sasuke cerró los ojos y trató de dormir, pero sabiendo que la chica de cabello raro estaba junto a él, lo hacía dudar de dejarse llevar por Morfeo. La observó de reojo, ella sostenía un libro entre sus manos. Lo miró con aburrimiento hasta que decidió botarlo hacia un lado y recostarse dándole la espalda.

— Que descanses — murmuró, su cuerpo acomodándose y haciendo un leve frufrú contra el césped y las hojas bajo ella.

— Hn.

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— ¡Sasuke! — el grito de ella lo distrajo de la vidriera que protegía los distintos alimentos que se mantenían caliente en sus recipientes. Sakura se detuvo frente a él y sonrió de manera encantadora. Sasuke se puso incómodo y volvió a lo suyo. Desde aquel día que durmieron bajo el árbol, ella no había parado de seguirlo por todos lados, ya se había vuelto una molestia.

— Eso se ve rico — opinó de la ensalada de tomate y huevo que se había servido y a un lado del plato tenía una pieza de pollo —: ¿estás a dieta?

— No… ¿Por qué?

— Porque la gente que está a dieta come tomate y pollo — sonrió divertida. Sasuke miró su plato y frunció el ceño, no estaba a dieta, comía eso porque era lo único que tenía gusto de toda la comida sosa que servían en ese comedor de la universidad. Era eso o comer ramen con Naruto y antes que envenenarse con eso prefería lo que tenía en el plato.

— ¿Puedo comer contigo? — la voz de Sakura sonó dudosa —: Es que Ino se fue con Shikamaru a no sé donde y las demás no están…

— Hn — asintió y pudo ver la brillante sonrisa de Sakura agrandarse. Sasuke se puso a un lado y esperó a que ella hiciera fila, pero levantó una mano y mostró un pequeño paño celeste que envolvía lo que parecía una vianda.

Ambos eligieron una mesa apartada del resto y se prepararon para almorzar. Sakura desdobló el pañuelo y destapó el recipiente el cual contenía su preciado alimento. Sasuke observó de reojo y vio verduras y más verduras, y algo carne. Sobre la mesa dejó un embase de jugo de naranja, algo infaltable desde que pasaban tiempo juntos.

— Que aproveche — dijo sonriente mientras daba el primer bocado. Sasuke sonrió y comió con ella en un agradable silencio.

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La chica bostezó con fuerza, desperezándose sin pena frente a todos en el parque. Más de una la quedó mirando, pero a ella no pareció importarle. Sasuke posó su mano sobre el hombro de la chica y la guió hacia una banca para poder descansar un poco, demasiada había sido la caminata de aquel día y quería tomarse unos minutos para reanudar el camino a casa.

— Estoy muy cansada.

— Te dije que debíamos tomar el transporte, ahora ya estarías durmiendo en tu cama.

— ¿Por qué no me invitas a la tuya? — Sasuke la observó creyendo que bromeaba, pero no había rastro alguno de broma. Carraspeó incómodo y le dio un pequeño golpe en la frente con sus dedos —. Ouch ¿Por qué hiciste eso? — se refregó adolorida. Sasuke suspiró y dijo:

— No voy a meterte en mi cama, acéptalo de una vez.

— Ouh, y yo que quería hacerte muchas cochinadas — carcajeó la pelirrosa, Sasuke sacudió la cabeza y sonrió —. Debes admitirlo, suena tentador ¿no?

Sasuke observó los cansados ojos de la pelirrosa y posó su mano en la pálida mejilla, acariciándola. Había pasado más de medio año y se enfrentaban a un invierno bastante duro. Agradecía que las vacaciones estuvieran por empezar, un descanso le haría bien.

— Estás muy pálida ¿te sientes bien?

— Excelente porque estás conmigo — le guiñó un ojo coquetamente. Sasuke sonrió y reanudó la caricia en la mejilla. Los labios de Sakura entreabiertos, dejaban escapar el aire formado en vaho tibio que moría sobre los suyos. Era tan hermosa. Tan frágil.

— Deja de coquetear, nadie puede conquistarme. Debes entenderlo.

— Lo hago, lo hago, pero eres irresistible Sasuke — ronroneó arrimándose a él para obtener calor entre sus brazos. La risa de Sakura reconfortó su alocado corazón; ya hacía meses de esa situación y por muy extraño que sonara proviniendo de él, tenía miedo a que todo ese juego fuera tan sólo eso y perdiera una buena amistad como la que tenían.

— Sakura — murmuró.

Ella se apartó y lo observó a la cara. A tan poco de Navidad, la nieve estaba haciendo un panorama maravilloso para los siguientes días así como la gente había hecho decorando sus negocios y hogares a la espera del gran día en el que se entregarían regalos y se harían plegarias a Dios, agradeciendo por todo lo bueno y esperando por buena salud y trabajo, amor y mucha paz.

Sasuke estaba seguro de que lo que tenían no era un juego, pero Sakura era muy impredecible y no quería cometer una idiotez. No era de él, eso. Por esa razón estaba tan incómodo con lo que iba a hacer, pero ni modo, por lo menos lo habría intentado. Sus labios acariciaron los de Sakura y se movieron sobre ellos para buscar no sólo contacto sino que, también, una respuesta. Ella se mantenía en su lugar, quieta, sin hacer nada, logrando frustrar a Sasuke que seguía buscando su aprobación. Se apartó y la miró con duda.

Los ojos de Sakura lo miraban con ternura y algo más, algo que le agarrotó la garganta y le comenzó a partir el corazón, como si supiera algo que él no y no le gustaba para nada. Iba a apartarse, pero los delgados brazos enfundados en la chaqueta de lana lo rodearon y lo atrajeron hacia ella, encontrándose con los tibios y mojados labios de la chica que se lo comieron vivo. Era como hacer el amor con la boca por como lo acariciaba con desesperación y arremetía con su lengua. Pensaba arremeter, pero para qué, prefirió participar pasivamente y hacer más placentero aquello. La tomó en brazos y la sentó en su pierna izquierda, abrazándola por la cintura.

Los besos siguieron hasta que ella se apartó soltando un suspiro de placer. Una hermosa sonrisa de dientes blancos se dibujó en el ovalado rostro femenino y poco a poco vio como tomaban color.

— ¿Quién iba a decir que besos como los tuyos me sacarían el aliento? — carcajeó junto a él. Y sin dudarlo, volvió a besarlo bajo ese árbol de ramas desnudas y frente a la gente que iba y venía por la pequeña peatonal de la plaza.

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— ¿Nerviosa?

— ¿Por qué? Estoy en manos de un hombre que me dejará satisfecha — sonrió empalagosa.

— Ay, no seas idiota — masculló Sasuke sonrojado.

Habían decidido ir a la playa para pasar el fin de semana en una pequeña cabaña de los padres de Sasuke, y Sakura no había parado de hablar con doble sentido desde que habían dejado la residencia Uchiha.

Recordaba lo insistente que había sido su madre acerca de los métodos anticonceptivos y más cosas que lo avergonzaron frente a su novia. Ya hacía dos meses que salían oficialmente y habían compartido muchas cosas que lo hacían muy feliz. Habían planeado eso hacía unas semanas y ya que estaban libres de exámenes, aprovecharon la escapada de ese fin de semana.

Sakura estaba bastante contenta con ese pequeño descanso. Su valija era grande a pesar de que sólo serían dos días, pero ella alegaba que las mujeres iban precavidas para la situación. Si Sasuke tan sólo supiera…

— ¿Me darías un beso?

— Esas cosas no se piden, yo siempre te los daré — sonrió Sasuke besándole los labios con ternura; ella acarició sus mejillas y se apartó para mirarlo a él, luego al mar y cerrar los ojos por unos segundos.

— Quisiera que el tiempo se detuviera aquí y ahora…

Sasuke la abrazó por la cintura y respiró su perfume profundamente. Era tan suave y tan Sakura que ya lo sentía parte de él, no podría imaginarse una vida sin sentir eso.

— Pues hagamos que lo sea… como un recuerdo eterno — resolvió Sasuke haciendo que ella sonriera y volviera a besarlo.

— Hoy me toca arriba — rompió aquel momento romántico con algo completamente grosero, según Sasuke, y la verdad no le molestaba ya, hasta le daría el gusto de que ella eligiera estar sobre él con tal de verla sonreír cuando estuviera entre sus brazos.

— Hecho.

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La primera vez que la vio así se quiso morir.

Sasuke estaba demasiado nervioso. Desde que habían vuelto, todo había estado bien hasta cierto día que Sakura no quiso verlo. Por medio de la madre de ella supo esa decisión. Se rascó la cabeza con furia y miró la ventana de la habitación de la pelirrosa, no quedarían las cosas así, si tenía algún problema con él se lo tendría que decir a la cara y nada de terceros.

Trepó el árbol con algo de dificultad, pues desde que era un crío que no trepaba uno y se dirigió con cautela hacia una de las ramas gruesas que chocaba en la ventana de su novia. Sin el menor esfuerzo abrió una de las hojas de ésta, adentrándose de un salto.

Estaba todo oscuro y sólo por la poca luz de la ventana pudo divisar los muebles y la ubicación de éstas. Una cama con dosel le impedía la visión de su pequeña bruja y para darle una sorpresa, corrió de golpe la cortina encontrándose con un panorama que lo dejó congelado.

La pequeña pelirrosa estaba perdida entre las sábanas, su brazo conectado por medio de una aguja a un suero y el gotero. Estaba durmiendo tranquilamente mientras respiraba gracias a una pequeña manguera que se conectaba en sus fosas nasales. Estaba pálida y parecía como si la hubieran drenado.

La puerta se abrió y la señora Haruno dio un respingo al ver a Sasuke congelado junto al cuerpo exhausto de su hija. La pena se dibujó en el rostro de la mujer al ver al chico devastado sin saber que hacer, apretando los puños con fuerza y con el cuerpo tenso. Sin dudarlo, dejó la pequeña bandeja sobre el buró y se acercó tomando la mano de él. Sasuke se dejó conducir, no podía hablar, no podía pensar en otra cosa que no fuera en su Sakura, frágil, delicada, cual enferma terminal en esa infernal cama que antes le parecía el lugar perfecto para hacer el amor con ella cuando era de madrugada y sus padres dormían.

— ¿Quieres un té, Sasuke? — preguntó amablemente Mebuki, tenía una sonrisa condescendiente con la cual trataba de confortar al atormentado pelinegro. Éste la miró aún sin poder salir del estupor.

El único movimiento que hizo fue posar su mano en su frente, cubriendo sus ojos y soltando un alarido lastimero que destrozó el corazón de la madre de Sakura. No tenían la suficiente confianza, pero esa situación los unió más, en especial cuando la señora Haruno abrazó a Sasuke y trató de calmar al chico a base de arrullos y palabras de aliento, diciéndole que todo estaría bien, que no era tan grave como se mostraba.

Sasuke abrazó con fuerza a la pequeña mujer y se mantuvo escondido en su delgado cuello, tratando de reconfortarse para poder atacarla a preguntas. Tenía tantas que no sabía por donde empezar y sólo aguardó silencio hasta que Mebuki le trajo un poco de té con algunas masas dulces, las cuales ignoró por la simple razón de que no le apetecía nada en esos momentos.

— ¿Cómo…? — su voz sonó ausente. Mebuki suspiró algo triste y sorbió algo de líquido caliente y dulce.

— Tenía catorce cuando se lo diagnosticaron. Un día comenzó a sentirse mal, cansancio, mareos, fiebres altas y aparecieron moretones en su cuerpo… Kizashi ya sabía que podía tratarse, pero yo no quise creerlo hasta que los estudios dieron que tenía baja las células sanguíneas normales en la médula ósea. Eso sólo fue el principio, lo más difícil fue tratar con ella. No quería saber nada, no quería hacerse estudios, no quería comer ni salir. Las quimioterapias que se realizaron hizo que perdiera su cabello… era tan hermoso — Mebuki se puso de pie y se acercó al buró, rebuscando entre los estantes algo con insistencia. Hasta que dio con ello, un álbum de fotos.

— Ésta era Sakura a los catorce antes de que se despertara el cáncer — volvió hablar, las palabras sonaron tan grotescas que Sasuke cerró los ojos como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Aunque sabía que le dolería más el corazón que cualquier otra parte del cuerpo —. Era hermoso, lo tenía hasta la cintura y lo presumía todo el tiempo… era muy vanidosa, algo que no me gustaba, pero tenía razones para serlo — sonrió nerviosamente —: Luego la quimio hizo que todo eso se fuera y así su personalidad, su vitalidad… todo se marchitó con ello.

— ¿Fue muy rebelde? — preguntó consternado. Sabía como era Sakura, terca como una mula y se imaginaba el dolor que habría sentido, lo sentía por ella en ese momento.

— Lo suficiente como para dejar el tratamiento — suspiró agotada, Sasuke la miró compadecido; Sakura tenía un espíritu muy grande que deseaba ansiosamente la libertad. Ahora entendía todas las veces que decía que quería detener el tiempo o recordar algo para siempre, así como cuando decía que le gustaría ser un pajarito para volar lejos sin mirar atrás, hacia la libertad, cosa que no tendría bajo todas las obligaciones de vida sana que tenía que llevar —: Fue duro. Pero un día, de repente, dijo que quería hacerse todos los estudios y que quería pelear por su vida, porque era suya y no de su enfermedad. Así que empezamos el tratamiento como era debido y estuvo muy bien por mucho tiempo, fue sorprendente — sonrió.

— Pero… — susurró Sasuke, y Mebuki asintió con tristeza.

— Fue el año pasado, antes de que empezara la universidad. No quería dejarlo por lo que empezó el tratamiento. Estaba controlado hasta ayer que comenzó a tener fiebres muy altas y hemorragias nasales — carraspeó para evitar el nudo. Sasuke aún miraba las fotografías de Sakura, desde los doce hasta la adolescencia antes de la quimioterapia.

Mebuki notó que miraba el buró con insistencia por lo que volvió a ponerse de pie y buscar otros álbumes de fotos de Sakura. Todas las etapas de su vida: bebé, niña, preadolescente, adolescente y cuando comenzó el tratamiento, con una sonrisa, haciendo tonterías con los materiales médicos y hasta había una foto con el personal médico que la atendió.

Acarició la fotografía en donde ella tenía un pañuelo en la cabeza, reconociéndola como la mocosa rebelde que había peleado con los enfermeros para no dejarse atender. Sonrió al recordarla, parecía toda una guerrera.

— Antes vivía en guerra con los enfermeros y enfermeras, ahora son amigos.

— Fui yo — soltó Sasuke.

— ¿Qué?

— Sakura cambió porque yo se lo dije. No sé si me recuerda, señora Haruno, pero yo era el chico que tenía un brazo roto y su madre estaba gritando como loca. Me avergüenza el escándalo que mi madre hizo por nada cuando usted… — su mirada fue ausente, Mebuki sonrió enternecida y pasó un brazo por su hombro.

— No, Sasuke… está bien, tu madre se preocupa por ti y por eso hizo eso, yo también lo hubiera hecho.

— La situación era diferente, Sakura estaba pasando por un mal momento y yo sólo un par de huesos rotos que se pueden volver a soldar con uno o dos meses… esto que Sakura tiene es parte de su vida. No la justifique.

— No la justifico Sasuke… es amor de madre, cualquiera lo haría por su hijo si ve que está sufriendo. Además, Sakura no estaba colaborando esa vez, así que el personal se ocupó de tranquilizarla. Tu madre estaba preocupada por ti y–

— No, basta… no lo aceptaré — Sasuke se removió incómodo, avergonzado. Mebuki tomó el álbum que tenía en sus manos, la foto más llamativa de todas era la de una Sakura con el cabello casi al ras de su cráneo, pequeño, finito y tan efímero. Siempre supo que su hijita era especial, lo supo cuando vio sus hermosos ojos verdes y el cabello extraño, mala pigmentación durante el embarazo…

Sakura siempre fue de espíritu fuerte y arrollador, a pesar de ser llorona, eso la hacía más fuerte… y de la nada, se vino abajo y no quiso saber nada.

— Fue lo que le dije lo que la habrá hecho cambiar, le dije que dejara de comportarse como una niña y que afrontara su problema…

— Gracias Sasuke, desde que te vi allí supe que nuestras vidas estarían enlazadas — la mano de la mujer tomó la de Sasuke, éste la observó y notó lo maltrechas que estaban por el trabajo duro y los años de sufrimiento. La apretó con fuerza delicada, demostrándole su apoyo.

— Desde ahora y siempre estaré yo, juro que la protegeré con mi vida y la ayudaré, estaré allí para ella, para ustedes… — fue tan determinado y firme que Mebuki se quedó anonadada. Luego las lágrimas hicieron mella en ella, y lloró con el alma caída a los pies y el alivio en el fondo de su corazón.

Las cosas cambiarían…

— ¿Qué haces? ¿No dije que no te quería ver? — la voz de Sakura no tenía color, estaba apagada y desganada así como su cuerpo y la mirada. Sasuke ignoró todo eso y se sentó a su lado, acariciando su cabello y notando que no olía nada bien.

— Pensaba darte un baño y luego darte de comer.

— No soy ningún bebé.

— Lo sé, pero necesitas limpiarte o cómo pretendes que te haga cosas esta noche — la broma la dejó helada, Sasuke estaba actuando tan normal que la sorprendió un poco.

Intentó enderezarse en la cama pero no tenía las fuerzas suficientes para levantar su propio cuerpo. Sasuke se acercó hasta ella y, con delicadeza, la ayudó a sentarse, colocando varias almohadas tras su espalda y dejándole un beso en la frente.

— ¿No me odias por mentirte, no? — la angustiada voz de Sakura lo dejó mudo, ella parecía avergonzada y triste por la situación.

— ¿Por qué dices eso?

— Porque me aproveché de ti… soy una flor marchita, Sasuke… estoy siendo egoísta al estar contigo cuando me estoy muriendo.

— Chis — ella lo miró con ojos grandes al verse silenciada por él, quien sonreía suavemente —. No te culpo, Sakura… entiendo porqué no quisiste decírmelo. Pero tarde o temprano me iba a enterar.

— Yo no quería esto, pero no pude evitar que me cayeras bien.

— No te disculpes, Sakura. Eso no importa ahora — murmuró con ternura, acariciando la mejilla de la chica para tranquilizarla.

Sakura no quería llorar, tampoco tenía las fuerzas. Cerró un instante los ojos y sonrió con un poco de dolor. La mano de Sasuke parecía un placebo para su debilitado cuerpo y el apoyo silencioso de él le estaba dando las fuerzas para seguir un día más.

Todo iba a mejorar.


N/A: Es un two-shot :D

Bueno, esto lo quería subir hace muuuuuuuuuucho, pero la flojera y otros factores me obligaron a retrasarme.

Lo hice pensando en mi madre y me pareció bonito subir la primera parte antes de que termine el año :)

La otra lo haré en unos días.

Abrazos y espero que les guste.

No olviden dejar comentarios para saber que les ha parecido.