Dos espejos; Dos mundos.
El primero era una superficie de cristal muy delgada, demasiado frágil. Tan frágil parecía, que daba la idea que con un solo toque se pudiera quebrar debajo de los dedos. Incluso lo bañaba con la ilusión de trasparecían que solo un espejo posee; casi irreal.
El segundo era muy grueso y daba la sensación de que era realmente áspero, incluso tenia líneas de cortes como cicatrices en su superficie que desfiguraban el reflejo. Quemaduras y cristal derretido, parecía el vidrio hecho de mismísima lava en movimiento.
El muchacho permaneció de pie frente a ambos espejos. Intento ver más allá de lo que su reflejo demostraba, primero uno y luego el otro. Sabía que tenía que cruzar uno, pero no sabía cuál.
El primer espejo mostraba una familia. Una esposa amorosa y un hijo sonriendo felizmente, la mujer tenía un bebe en brazos, y saludaban animadamente a través del espejo. Se sentía la calidez que irradiaba esa escena familiar, donde podría faltar un integrante, ¿tal vez él?
La segunda era destructiva. La corrupción y el azufre se veían flotar en el aire, mezclándose con la sangre y los vapores. Una figura negra desmembraba cuerpos, tal vez aún con vida, y desgarraba con fuerza bruta el paisaje de ese lugar. Otra figura negra apareció, pero esta era visible. Su rival Kakarroto; ¿Podría ser la batalla que tanto anhelaba?
Un fuego ardió en su interior al imaginar vivir esa realidad. Su cuerpo se estremeció al imaginarse la adrenalina inundar su ser y nublar su juicio. El poder recorrer sus venas. Se relamió los labios y cerró los ojos dejando las sensaciones traspasarles, hasta que luego de un tiempo, se calmó.
Su vista se enfocó en el espejo que menos atención le llamaba, parecía tan común a comparación con el segundo. Tan simple, algo que con solo verlo una vez podrías olvidarlo por siempre. Era una familia común, nada más allá de eso, en una casa común con sentimientos comunes. ¿Sería una buena vida para él? No hay riesgo que correr, solo vivir en paz y… feliz, tal vez.
Lo pensó mejor, analizando cada punto a favor o en contra entre ambos espejos. Pensó tanto tiempo, que el reflejo se fue deformando.
Una persona con pelo en punta y traje azul se mostró en el segundo espejo, y otra persona con pelos en picos en muchas direcciones pareció caminar hacia esa familia. Los espejos comenzaron a cerrarse poco a poco, porque ya no eran su posible vida.
Había tardado mucho en tomar una decisión, esas vidas eran de otras personas ahora. Al final, Raditz solo pudo observar como ambos espejos desaparecían entre la nada y se formaban un tercero.
Uno oscuro, uno frío sin nada más que ofrecer que la misma muerte; su único camino posible.
