D. GRAY - MAN pertenece a Katsura Hoshino.

OFFICE BOY

By: Yu Okawa

I

Un mal día

El sol aún no había salido y Allen Walker se encontraba haciendo flexiones en su recamará. Por algún motivo encontraba cierto alivio al hacer ejercicio y procuraba hacerlo todas las mañanas, ese día no era la excepción.

Cuando hizo la ultima flexión se dejo caer en el suelo de su habitación, sintiendo el piso frió bajo su espalda. Miraba al techo con los ojos entrecerrados, su respiración agitada junto con el sudor era el resultado de aquello.

Se puso de pie y masajeo con su mano derecha su hombro izquierdo, movió la cabeza de un lado a otro y se dirigió a la ducha.

Al entrar giro una de los manerales metálicos para después templar el agua y meter su cuerpo bajo aquella lluvia artificial que haría que relajara sus cansados músculos.

Su cabello era de un extravagante pero bonito color blanco, el cual se le pegaba a la piel de su rostro a causa del agua. Él era un joven de apenas 17 años, ingles de nacimiento pero actualmente residía en Japón a lado de su mentor Marian Cross, quien solía desaparecer días, semanas e inclusive meses.

Allen era un chico normal y corriente con un estilo de vida poco común. Su vida era agitada, siempre lo fue así, al principio su madre le había encerrado en una casa vieja en Witechapel en Londres, sin alimento, ni nada que lo cubriera del frío invernal. Todas las probabilidades apuntaban a que el niño de cinco años no sobreviviría mucho tiempo ahí.

Allen espero inúltimente que su madre regresara pero pronto entendio que esta le había abandonado y que nunca regresaría. Los días transcurrieron lentos sin novedad alguna de su madre y permaneca acostado sobre el frió piso mirando atento la puerta en espera de verla regresar.

Pero el cansancio y la falta de alimento le hizo perder la conciencia y al despertar estaba en un lugar desconocido para él, fue entonces cuando vio frente a él a un payaso. En ese momento jamás imagino que aquel payaso seria un padre maravilloso y caluroso con él.

Mana Walker le dio al niño su apellido y le llevo con el al circo donde trabajaba, entonces Allen empezó a crecer tras bambalinas, animales exóticos y humanos con tan malos modales que harían parecer a los animales educados.

Vivio con su padre adoptivo durante cinco años hasta que este cayó gravemente enfermo, pero hasta su último aliento cuido y vio por Allen. A la muerte de Mana, Cross Mariam llegó por el chiquillo al circo y se lo llevo con él, esto fue por que Mana le pidió que cuidara de Allen y Mariam no le negaría ningún favor a su amigo.

Entonces fue cuando Allen Walter conoció un estilo de vida que haría estremecer a cualquiera, Mariam, un explotador de menores, se encargaba de que Allen pagará por él sus deudas, a veces el chico tenía que apañársela como pudiera frente a los cobradores y conseguir el dinero a cualquier costo; engaños, robos, , juegos de apuestas todo era valido con tal de conseguir dinero para sobrevivir.

Ambos se la vivían huyendo de los cobradores, nunca tenían un hogar al cual regresar, y Mariam Cross se encargaba de dejar mujeres enamoradas por donde quiera que pasaban. Pero un día, extrañamente y por azares del destino terminaron por llegar a Japón después de haber viajado por casi toda Europa.

Ahora el tenia 17 años, y tanto él como Mariam habían conseguido un "hogar" en Tokyo, quizás no era un departamento acogedor, ni mucho menos lujoso, apenas tenia lo necesario y no estaba ubicado en el mejor barrio, pero al final de cuentas era su hogar,

Habían podido vivir ahí por mas de tres años sin ser molestados por cobradores, y esto fue gracias a que Allen comenzó a conseguir trabajos de medio tiempo que ayudaban a saldar la gran mayoría de deudas que generaba Cross.

Con tan solo recordar como había sido su vida sentía escalofríos recorriendo todo su cuerpo. Si de algo estaba seguro es que su vida no era la que se supone debería llevar un joven de su edad.

Giro los manerales en dirección contraria y el agua cesó de caer, corrió la cortina de plástico azul del baño y tomo la toalla blanca para comenzar a retirar el exceso de agua de su cabello y cuerpo.

Se enrolló la toalla en su cintura y salio del baño con dirección a su cuarto para cambiarse. Se vistió con un pantalón negro, una elegante camisa blanca, a la cual le adorno con un plastrón negro, después se puso un chaleco y un frac del mismo color. Se miro al espejo y peino su cabello blanco hacia atrás.

El trabajaba en un restaurante italiano ubicado en el centro de Tokyo , su trabajo era de mesero y estaba muy cómodo con atender a la gente que llegaba por un apetitoso platillo italiano, el era, sin duda el mejor mesero de aquel restaurante. Debido a su viaje por Europa junto a Cross, había conocido Italia y por el tiempo que estuvieron ahí tuvo la gran y maravillosa oportunidad de aprender el idioma, Allen tenía una habilidad extraordinaria para aprender idiomas, por ello a pesar de que siempre pasaran un corto lapso de tiempo en algún lugar lograba aprender el idioma. Y para dar más ambientación al lugar el se permitía hablar en japonés con un acento italiano que dejaba maravillado a sus clientes.

El servicio que él proporcionaba era el mejor del lugar, era el chico que podría mostrar una sonrisa aún cuando el mundo se le viniera encima.

Había llegado a la puerta de entrada del edificio que daba a la calle justo donde se encontraban unas cajitas que tenían grabado el número del departamento al que pertenecian, las cuales eran utilizadas para el correo.

Allen se acerco al casillero que figuraba el numero 404, número correspondiente al departamento que el habitaba, Sacó su llavero y escogió una llave pequeña, abrió la puerta del casillero y vio unos tres sobres, los primeros dos correspondían al pago de la luz y el agua del departamento y el último provenía de un banco. Se le hizo raro aquello ya que no tenia ninguna cuenta del banco, al descubrir el contenido de aquella carta su cuerpo se paralizo y palidecio.

–¡MALDITO CROSS!, ¡TE VOY A MATAR!

–¡¿Có…cómo se atreve?!-susurro entre dientes Allen y es que no era para menos. Metió el papel junto con toda la correspondencia en el casillero para después cerrarlo con una fuerza innecesaria.

Camino con furia por la calle y todo aquel que lo viera en aquellos momentos sabia que no era buena oportunidad para intentar entablar una plática con el albino.

En la mente de Allen se repetían las palabras de aquella carta y cada vez que lo hacían sentía ganas de matar a su tutor.

"Allen Walker:

Estimado señor lamentamos informarle que usted posee una deuda de 5 000 000 de yens, si usted no paga para el día de 14 de Julio del presente año, embargaremos su casa con todas su pertenencias, le suplicamos de la manera mas atenta que liquide su deuda para evitarnos la pena de arrebatarle su hogar."

Aquellas palabras se repetian una y otra vez en su mente, ¿cómo es que había llegado a aquella situación? Todo era culpa de Cross Mariam, ¡ese bastardo!. Pero jamás en su vida había visto tantos ceros en alguna deuda de Cross.

Y más importante aún, ¿cómo demonios conseguiría ese dinero en cinco meses?, sin duda tenía que hacer algo al respecto. Entonces se le ocurrió una maravillosa idea, esa deuda era de Cross por lo tanto Cross tenia que pagar por ella, si iba al banco y decía que él no había solicitado algún préstamo, entonces lograría librarse del problema. Y así lo hizo, paro un taxi y le pidió que le llevará a una de las sucursales del banco, llegaría tarde al restaurante así que decidió marcar el teléfono de uno de sus compañeros de trabajo y pedirle de favor que avisará a su jefe que ese día se presentaría tarde.

Al llegar al banco todos le miraron atentamente, sin duda el modo en el que estaba vestido llamaba demasiado la atención de las personas que estaba ahí, y en un abrir y cerrar de ojos tenia a cinco empleados del lugar tratándolo cordialmente.

Allen se sintió inundado de gente e inclusive mareado de tanto parloteo, sin duda todos ellos deberían pensar que se trataba de un joven magnate o de algún gran heredero de la fortuna. Estaba tan aturdido y no sabia que hacer, de su boca no salía ni una frase inteligible y se había comenzado hartar de todo ello, pero de repente todos se hicieron a un lado y formaron una fila tras él.

–¡Buenos días señor Wilde!- saludaron todos al unísono ante la presencia de un extranjero, que portaba el uniforme que caracterizaba a los empleados del banco. Alto, rubio de ojos azules.

–Sea bienvenido a nuestro banco, por favor venga conmigo.- Allen se sintió aliviado ante la intromisión de aquel hombre, al menos ahora no tenia toda aquella gente detrás de él.

Aquel hombre le guió a una oficina mas que elegante, el ambiente de aquel lugar era tranquilo y fresco. El extranjero cerró la puerta tras de si.

–¿Con quien tengo el gustó?

–Allen Walker.

–¡Por favor joven Walker tome asiento!.-invito el extranjero mientras mostraba una brillante sonrisa. Allen encantado se sentó en la silla que se encontraba frente al escritorio de madera –¿No gusta café, agua o prefiere té?- pregunto amablemente el joven rubio mientras le observaba.

–¡No muchas gracias!-negó amablemente con una sonrisa.

El extranjero pasó a sentarse frente al escritorio y miro a Allen directamente a los ojos.

–Yo soy Joseph Wilde, soy el gerente de este banco. ¿En qué puedo ayudarle?

–Señor Wilde- dijo Allen antes de ser interrumpido por el rubio.

–Por favor señor Walker llámeme Joseph- Allen sonrió y le pareció que aquel hombre era una persona totalmente agradable y amable.

–Señor Joseph, tengo un problema, alguien solicito un préstamoa mi nombre, pero yo no di autorización de tal cosa. Entonces…

–Espere un minuto…- dijo aquel hombre, se giro hacia su computadora y comenzó a teclear rápidamente y después se quedó mirando atentamente la pantalla de su lap top, se giro hacia un teléfono y alzo la bocina.- ¿Watanuki?, necesito que vengas, si , exacto. ¡Qué sea rápido!- colgó y miro a Allen con una sonrisa. Allen le miro atentamente y se llevo un susto al ver como la sonrisa de Wilde se desvanecía para dar lugar a un gesto de claro enfado.

–¡buen intento joven Walker, pero tenemos su firma registrada en más de cincuenta papeles junto con sus huellas dactilares donde solicitaba el préstamo y mostraba su acuerdo con nuestras cláusulas!.

–¡Eso debe ser un error!, ¡yo jamás autorice tal cosa!- dijo Allen al tiempo que se ponía de pie.

–¡Eso nos dicen todos nuestros clientes morosos!, ¡debería pensar en algo mas creíble!.

Al terminar de decir esto la puerta de la oficina se abrió llamando la atención de ambos jóvenes, un hombre uniformado de policía alto y robusto miro atentamente a Allen antes de entrar en la oficina.

–Watanuki, por favor muéstrale la salida a nuestro joven cliente.

El policía acepto y jalo a Allen del brazo para sacarlo de ahí. Allen abrió grandemente los ojos al ver lo que sucedía y comenzó a moverse hasta que logró safarse, se acerco al escritorio pero el policía se lo impidió al tomarle, por esta vez, de ambos brazos.

–¡Tiene que creerme no fui yo!

–Y a Hitler le encantaba tomar té en una cinagoga. No se olvide que tiene que pagar el 14 de julio – dijo aquel joven extranjero para después sonreír socarronamente.

El policía le había sacado de las instalaciones del banco a tirones y se quedo de pie frente la entrada, con esto el albino entendió que no le permitirían ingresar al banco de nuevo a menos que llevará el dinero para saldar al deuda.

Abatido y sin más, tomo un taxi, todo el camino iba en silencio y no entendía como carajos era que tenían su firma y su huella dactilar en los dichosos papeles, sin duda todo esto era obra de Cross. Pero no podía hacer nada al respecto, no se imaginaba como Cross había conseguido su huella dactilar, ¿o si?, quizás el día que lo había emborrachado Cross este aprovecho del estado de Allen para obligarlo a estampar su huella en todos aquellos papeles, con respecto a la firma sin duda Cross la había falsificado. ¡Maldito Cross!, en cuanto le viera le haría pagar por ello.

Llegó al restaurante cerca de las doce de la tarde y para su mala suerte su amigo Tup se olvido de avisarle a su jefe que Allen llegaría más tarde, así que en cuanto llegó el albino su jefe le reprimió hasta el cansancio.

Eran las nueve de la noche y el restaurante estaba lleno, se había puesto a limpiar una de las mesas que había sido desocupada recientemente, cuando escucho la voz de su jefe recibir con entusiasmo a algunos clientes, cuando alzo la vista se quedó boquiabierto por lo que vio.

Un joven alto, de piel blanca y ojos tan oscuros como la noche portaba un elegante traje negro que a primera vista se veia sumamente caro, aquel joven poseía el cabello negro más largo y bonito que hubiese visto en toda su vida. Este elegante hombre llevaba sobre puesta una gabardina negra que se quito con una mano para dársela al jefe del restaurante sin siquiera verlo. La vista de aquel hombre se había encontrado con los ojos platinados de Allen por un segundo. Se sintió cohibido por la mirada de aquel joven así que sin quererlo bajo la vista hacia la mesa y se encargo de limpiarla con más empeño de lo normal.

–Este restaurante te va a encantar, Yû.- Dijo un chico pelirrojo que iba a lado de aquel joven de cabello negro.

–¡maldito conejo!, ¡¿tanta prisa tienes por conocer el infierno?!- dijo mordazmente aquel joven mientras miraba con clara furia al pelirrojo.

–¡No es para tanto…Yû!- Dijo aquel joven pelirrojo para después mostrar aquella sonrisa burlona, si duda se notaba que se divertía con hacer enojar a su compañero.

El joven que respondía al nombre de Yû estaba a punto de lanzarse sobre el otro pero el jefe del restaurante les interrumpió y les pidió que ocuparán la mesa que Allen limpiaba con tanto ahínco.

–Pasen por aquí, este joven es nuestro mejor mesero, el les dará el mejor servicio que hayan recibido en toda su vida.-Allen se puso de pie y llevo ambas manos detrás de su espalda y se inclino levemente.

–¡Sean bienvenidos, siéntanse libres de pedir lo que sea!- contestó educadamente Allen con su acento Italiano.

–È disgusto di me con un accento italiano (1)-Dijo el chico de pelo negro mirando fieramente a Allen, el albino abrió grandemente los ojos al ver como aquel hombre le había hablado con un perfecto italiano.

–¡No seas tan rudo, Kanda!- espeto el joven pelirrojo, aquel hombre se pusó frente a Allen y se inclino para que su cara estuviera a la altura de la del albino, quien era menor en estatura en comparacion a ellos. -No te lo tomes a mal, Kanda tiene un carácter insoportable. – dijo el pelirrojo para después guiñarle.

Allen se sentía cohibido por ambos jóvenes, los dos eran atractivos y elegantes, el chico pelirrojo tenia un parche negro que cubría uno de sus ojos, su cabello rojo caía graciosamente por su frente del lado donde tenia el parche, era alto y vestía un traje negro que al igual que el de Kanda se veia de primera clase.

Allen les dio las cartas y el pelinegro se la arrebato de las manos, esto hizo enfadar un poco a Allen, pero tenía que controlarse. No por nada era el mejor mesero del lugar.

–¡Yo quiero todo!- dijo el pelirrojo felizmente- ¡después de todo Yû paga!

–¡Jodido conejo!, te haré pedazos!- dijo el pelinegro mientras le tomaba de la ropa.

–¡Calma!, ¡clama! ¡Era solo una broma!- Allen observaba aterrado la escena, aquel hombre que recibía el nombre de Kanda era realmente aterrador cuando se enfadaba, no importaba que tan atractivo resultara el oriental con aquel carácter del asco era fácil odiarle.

–¿Puedo tomar su orden?- pregunto educadamente Allen omitiendo su acento italiano, él consideraba que su italiano era bastante bueno, lo suficientemente bueno como para entablar una conversación con uno, pero aquel hombre parecía molestarle, así que con el fin de servir bien a su tarea había decidido omitirlo para no molestarle.

–¿Y tu acento?, ¿ya te diste cuenta que era todo un fiasco?- Comento Kanda con una risa socarrona mientras observaba burlón al albino, Allen se había molestado hasta el punto que que cerro las mano con tal fuerza que sus uñas casi atravesaban la piel de su mano.

–Kanda, no deberías descargar tu enojo con él, este niño no tiene la culpa de nada.-intentó tranquilizarlo el pelirrojo.

–¿descargarme?, lo dudo, solo le digo la verdad, sería una vergüenza que siguiera intentando imitar ese acento, es doloroso solo oírlo.

–Le ruego me disculpe señor si mi acento no le parece adecuado, trabajare en ello- comento Allen mientras un tic en su ojo aparecía, sus puños estaban todavía cerrados y cuatro venitas de claro enfado se habían aparecido en su frente.

"Contrólate Allen, contrólate, no le harás caso a las provocaciones de un tipo como este"-pensó.

–Bueno, entonces yo quiero cordero a la siciliana- comentó el pelirrojo muy alegremente. Allen saco una pequeña libreta donde apunto, su mano tenía un pequeño temblor de todo el odio contenido, pero no pensaba explotar y echar su empleo por la borda, no señor, no lo haría, no le daría el gusto a ese tal Kanda de verlo furioso.

–¿Y usted, que desea ordenar?- pregunto Allen para levantar al vista y mirar a Kanda, esta vez se percato que el cabello de aquel hombre estaba sostenido en una coleta alta Yû le miraba fijamente sin despegar su negra mirada de él, cosa que le hizo sentirse incomodo por el escrutinio visual al que estaba siendo sometido.

–Yo quiero Capelettis a la romagnola- pidio para después mirar hacia otro lado.

–¿Y para beber?- pregunto Allen mientras apuntaba lo que aquel hombre había solicitado.

–Un Chianti (2) por favor- pidió el pelirrojo alegremente.

Allen apunto esto último y se retiro de la mesa para ir a darle al chef el pedido. Cuando le entregó la hoja soltó un gran suspiro, sentía que aquellos hombres le darían mas problemas que cualquier otro cliente.

Cuando la orden estuvo lista cargo con ella en una bandeja, se dirigió hacia donde ambos se encontraban, el joven pelirrojo parecia demasiado animado pues no paraba de hablar , mientras Kanda lucia más que fastidiado, cuando el llegó con la orden ambos le miraron pero a unos pasos de llegar a la mesa tropezó con algo y cayó sobre las piernas del pelirrojo y la comida salio volando.

Allen quien seguía boca abajo sobre las piernas del pelirrojo sintió que una extraña aura asesina se formaba en el lugar, entonces alzó la vista y vio al joven Kanda mirándole con odio, bajo poco a poco la vista y vio con horror que la ropa de Kanda había recibido toda al comida que transportaba en ese momento.

Sin duda las cosas no podían ponerse peor, ¿o si?.


(1) esa frase significa "tu acento italiano me da asco" (La cual google traductor ayudo a conseguir) XD

(2) Es un vino italiano.

NOTA DE LA AUTORA:

¡Gracias por leer y comentar! Espero que el fanfic sea de su agrado y como podrán ver lo edite, si, despues de eones decidí corregirlo tratando de mantener en la medida de lo posible la redacción original.