No me pertenecen personajes ni nada, pero trabajo con las versiones anime o humanizadas.

Dentro del resume: No sabría cómo explicarlo, son dos realidades paralelas, pero dentro del mundo de HTF, una en donde Flippy cuida de Fliqpy y la otra viceversa, Fliqpy de Flippy.

ATENCIÓN: Para que entiendan necesito explicar algo, cuando dice 'Perspectiva' y el nombre de uno de los dos protagonistas, no es que sea él quien narre en primera persona, sino que ese será el mayor en la historia.

Disfruten la lectura…


Perspectiva de Fliqpy

Primer día

"¡Hey mocoso!, ¿por qué me has estado siguiendo?" Preguntó con tono irritado sin molestarse en dar vuelta para mirar al niño a sus espaldas.

Lo había estado siguiendo desde hacía diez minutos, en completo silencio y manteniendo la misma distancia que los separaba durante todo ese tiempo, sabía eso porque había estado escuchando los pequeños pasos que hacían crujir las ramas.

El niño no respondió a la pregunta y Fliqpy solo decidió ignorarlo como lo había estado haciendo, retomando la marcha intentó olvidarse del mocoso pensando en cualquier otra cosa que pudiera distraerlo, el clima era un muy buen ejemplo gastado, aunque eso no importaba por el momento, pero varios metros más adelante se detuvo en seco enterrando las negras botas ya manchadas con barro entre el montón de hojas secas bajo sus pies, las que caían de los árboles que crecían rodeando todo el lugar hasta llegar a hacer pilas.

"¡Deja de seguirme!" Profirió más enojado que antes "¿O quieres que te obligarte a dejar de hacerlo?"

La verdad Fliqpy no estaba de humor ni para matar al niño ni para cualquier otra cosa, el matar era más como una diversión o un entretenimiento, algo que le causaba placer, gozo, un deleite por ver todo de un hermoso rojo y una satisfacción algo incomprensible, pero al sentirse un poco decaído casi llegando a la depresión y melancolía, no sería lo mismo.

No todo era sangre, cuando los momentos de locura desaparecían se sentía de esa forma abrumada y confusa, con un ligero dolor de cabeza acompañando al sentimiento.

No hubo ruido o voz que se escuchara dentro del silencio interrumpido de vez en cuando por las hojas de los arboles meciéndose a causa del viento, el niño seguramente seguía parado detrás suyo sin haberse movido y eso le generaba más irritación, porque fue directamente una orden que se negó a seguir, más que una advertencia que podría salvarle la vida.

Con resignación se dio la vuelta para mirar al mocoso fastidioso, que no podía entender una simple orden y amenaza.

Mirándolo de pies a cabeza con ojos críticos y llenos de los comienzos de la ira, ese niño tenía una cabellera verde clara, del mismo color que sus ojos vidriosos que se llenaban de lágrimas.

El niño sosteniendo en una mano unas placas de identificación como las que llevaba Fliqpy en el cuello, sujetas a una cadena, derramaba lágrimas en silencio mientras intentaba tranquilizarse tomando aire por la boca, pero terminaba ahogándose y tosiendo.

Intentó despejarse la vista frotándose los ojos con las muñecas para deshacerse de las lágrimas excedentes, su pequeño cuerpo temblaba y se estremecía con timidez cuando quiso mirar al otro y enfrentarse a esa mirada deseosa por decapitarlo junto con la imponente postura de la persona más alta que él, a quien había estado siguiendo sin razón, ni él sabía porque lo había hecho, solo sintió un apego y un aire familiar por esa persona, como para preferir seguirla que quedarse solo.

"Yo... yo me perdí" Lloró apretando más las piezas de metal en su mano.

"¿Y... por qué demonios me sigues a mí?" Casi gritó dándole una mueca de disgusto.

El niño se calmó, algo inesperado porque esperaba escucharlo llorar más fuerte por lo que dijo, se tranquilizó regresando a respiraciones más normales, dejando de sollozar y temblar con esa debilidad que en si era lo que más le molestaba al mayor ver.

"La... verdad no lo sé" Respondió de forma entendible aunque en su voz aún habían rastros del tiempo que pasó llorando, aguda y quebradiza.

Fliqpy gruñó a lo bajo endureciendo su rostro con una mirada enfadada, para nada tenía la paciencia de escuchar tonterías iguales, quizás era lo más tonto que escuchó en mucho tiempo pero que se podía esperar de un mocoso.

Pero el niño contrariadamente le devolvió una sonrisa tímida y cálida, que curvaba los labios en una expresión suave para nada parecida a la del otro.

Era la primera persona, aunque fuese un niño que no se sentía intimidada por la expresión, la mirada ni el aura amenazante que irradiaba, alguien normal menos se atrevía a devolverle una sonrisa, porque incluso suena ilógico en cualquier mente, ¿quién le sonríe a un verdugo antes de que le corten la cabeza o a una bestia antes de que se lo coman?

Dejo su expresión aterradora relajando su semblante, por cuanto más quiso saber de alguna explicación para comportamiento antinatural igual no encontraba una suficientemente buena o que satisficiera sus estándares no excesivamente altos, el pensamiento que causo más convicción sobre él fue atribuirlo a la locura, pero no, esa opción estaba reservada únicamente para sí.

Lo que fuera, le provocó un grado de intriga e interés, no se veían cosas así todo el tiempo, era raro.

"Mocoso. ¿Cómo te llamas?" Con ese interés que Fliqpy le tenía al muchacho sonrió algo arrogante, preguntándose si podría llegar a ser de algún provecho de todo eso, ¿algo divertido?

No es que fuera significativo el nombre o el muchacho en general, le importaba menos que un bledo, simple curiosidad. Ese estado depresivo iba diluyendo, por lo menos debía agradecerle a ese pequeño tonto por levantarle el ánimo y así romperle el cuello a lo que se atravesara enfrente.

"M-Me llamo Flippy" Su voz dulce se alzó al final, diciéndolo con determinación, después de un pequeño tartamudeo.

Ese nombre se parecía mucho al suyo, además de que físicamente se parecía a él, ambos tenían cabello verde del mismo tono y parecía ser que la complexión de su rostro también, podía ser la viva imagen de su niñez, pero sin la depravación sádica de la que se hizo fama, además de que había diferencias que si lo delataban.

Sus ojos no emanaban la agresión y desdén, que él sí, sin siquiera hacer algún esfuerzo en ello, muy diferentes los del pequeño que eran cariñosos y amigables, Fliqpy debía admitir que sus ojos eran de un depredador como un felino, con ese iris característico más pequeño, a lo que no le tomaba mucha importancia o le parecía desfavorable, que ahora tales ojos fulminaba al niño con su mirada agresiva.

Sabido su nombre y aburrido de nuevo, dio media vuelta alejándose en silencio y dejando atrás al niño, podía haberlo distraído y hacerlo hecho sentir un poco mejor, pero los milagros no existen y no consiguió cambiarlo a un mejor humor más haya de uno taciturno.

Creyendo haberlo abandonado en ese lugar, tranquilamente llegó a un parque con muchísimos árboles, ese lugar estaba abandonado, se veía por las enredaderas que crecían sobre lo que antes fueron bancas donde sentarse y los salvajes pastos que crecían por todas partes. El sol abrazador quemaba todo lo que no estuviera bajo una sombra, incluyéndolo, la que proporcionaban los árboles resultaba agradable y fresca, parecía no haber nadie a los alrededores, aunque nunca estaba de más echar un vistazo para asegurarse, descansaría un poco en ese lugar abandonado, disfrutando de todos los beneficios que proporcionaba la soledad. Sin preocuparse por nada, se sentó con su espalda recargada en la corteza de un enorme árbol en medio de todo ese espesor, cómodo en el césped cruzó los brazos sobre el pecho y recorrió su boina para que cubriera los ojos y parte de su rostro.

Probablemente una hora debió haber transcurrido, no más, el sol no se había movido mucho de su lugar original en el cielo antes de haberse quedado profundamente dormido.

Unas respiraciones leves llegaran a sus oídos en los primeros momentos que recobraba conciencia y unos movimientos también suaves, repetitivos y lentos movían sus ropas, sintiéndose específicamente sobre su pecho. Con una inclinación de la cabeza hizo a un lado la boina que cubría sus ojos para poder ver de qué se trataba, en un principio no creyó que fuese algo y no se sobresaltó, bien podía ser el viento o cualquier otra cosa, con su vista descubierta y con la claridad del medio día iluminando todo, sus ojos se abrieron sorprendidos por encontrar un pequeño par de brazos envolviendo su cintura junto con una cabeza descansando sobre su pecho, aunque no podía ver su rostro reconoció al muchacho por esos cabellos verde de un color muy particular. No le pareció más que un insecto molesto y pegajoso como chicle del que se quería deshacer.

Con un ademán perezoso levantó la mano, sujetó de los cabellos verdes al muchacho y tomando una gran cantidad de mechones dentro de su puño, haló con fuerza y lo separó lejos de él, derrumbándolo en el pasto a su lado, el niño solo soltó un alarido de dolor cuando cayó inmediatamente poniendo su mano en la cabeza en el lugar que más le dolía. Estaba teniendo más que paciencia para no convertir el cuerpo del niño en una masa de huesos rotos y carne sangrante a la que ya no podría seguir llamándosele cuerpo.

Se levantó de su lugar poniéndose de pie a un lado del atontado jovencito, que seguía esforzándose en disminuir el dolor de su cabeza e intentar entender que sucedía.

Ajeno a todo Fliqpy bostezó, no había sido una buena siesta y el otro no lo dejó continuarla. Como si apenas hubiera despertado, Flippy echando una mirada confundida hacia arriba viendo al otro peli-verde, le mostró un sonrisa de buenos días tan brillante como para no verla sin turbarse, creyendo que su dolor no era algo más que leve, aunque no le encontraba explicación lo dejo pasar.

Sin expresión más que la seriedad, Fliqpy le dio una patada con gran fuerza en el estómago al que estaba en el suelo, Flippy se retorció y cubrió con ambas manos el dolor sofocante que había sacado todo el aire de sus pulmones, hecho un ovillo, las lágrimas de dolor salieron de sus ojos, ni siquiera gritos podían escapar de su boca gracias a la falta de aire, Fliqpy que seguía a su lado, se agachó poniéndose de cuclillas enfrente del ovillo, con la misma expresión fría lo sujetó de los cabellos separando el rostro centímetros del suelo usando solo la fuerza con que halaba, lo miró de frente esbozando una pequeña sonrisa sádica que quería escapar por estar disfrutando de la expresión de dolor en el semblante del otro.

"No te quiero siguiéndome" Le advirtió con un tono verdaderamente aterrado, pudiendo dejar la sangre helada a cualquiera.

Flippy apenas pudo verlo a la cara, con sus ojos nublados en lágrimas y la poca consciencia que tenía sobre lo que pasaba. De esos ojos salió un coraje ante las pocas palabras que entendió, que al mismo Fliqpy sorprendió algo.

Tomando respiraciones entrecortadas, Flippy se soltó de la mano y recobró bastante rápido el sentido, tambaleante se puso de pie presionando su estómago con el brazo en la zona donde sentía dolor

"Se bueno y lárgate" Le ladró Fliqpy dando media vuelta para dejarlo solo y marcharse nuevamente.

Ver al chico le trajo recuerdos, ver ese brillo de coraje en sus ojos el que siempre deseo ver en los demás por lo menos un segundo antes de perder sus vidas, pero nuca sucedió, lo hizo querer no extinguirlo, aunque pronto esa idea desapareció.

No escuchó como sus pies caminaron por la hierba, hasta que tuvo los brazos del niño apretando su cintura.

"¡No quiero estar solo!" Sollozó con la cara enterrada en las ropas de su espalda "Siempre estoy solo, tengo amigos, pero siempre al final del día me quedó solo" Lloraba con más fuerza conforme hablaba. Sus brazos parecían no querer soltarlo sin importar que tan fuerte lo rasguñara o se enojara el mayor "No quiero dejarte solo a ti tampoco" Dijo más fuerte que un susurro con la intención de que escuchara.

A Fliqpy le sorprendió que el muchacho pudiera moverse pese al dolor que debía estar sintiendo, esa patada no era nada que debiera tomarse a la ligera.

Las palabras del mocoso le recordaron al mayor que él se había sentido de esa manera alguna vez, especialmente cuando se trataba en la forma como todos lo evitaban, pero eso era comprensible, siempre les hacía daño y que importaba, los demás le habían hecho daño primero.

"No sabes nada y no estoy para juegos" Siseó convirtiendo sus facciones en la imagen del enojo "Quítate o esta vez no seré amable" Le advirtió pero ¿por qué lo hacía?, dijo… ¿amable?, ¿cuándo había sido amable con alguien?

Flippy lo ignoró y no quiso soltarlo negando con la cabeza, esos débiles brazos hicieron su mayor esfuerzo, con un ademán violento Fliqpy lo golpeó con el codo, aunque no podía hacer mucho daño debido a como tuvo que hacerlo. Por la forma que se escuchó, un golpe amortiguado, pero seco, no había acertado a la cara para romper la nariz, más probable se cubrió con el hombro por cómo se sintió, pronto su agarre se debilitó y el menor se soltó.

Dio media vuelta y con la bota pesada le dio una patada en medio del pecho mandando a la pequeña figura más allá de un metro de distancia, aun con el sonido del golpe pudo escuchar como el aire abandono los pulmones del niño, había visto esa escena incontables veces. Durante la caída, la mayoría perdía la consciencia inmediatamente, también sucedía a causa del dolor cuando se comprimen las costillas logrando hasta romperse algunas y los ojos de esas personas solo veían una mancha borrosa de cualquier color en su descenso hasta el suelo.

Ya era suficiente, el mocoso había sido una piedra en el camino durante el día y cayó como una, bastó con patearlo a un lado para que no molestara más.

Fliqpy recogió la boina del suelo que se había caído desde un principio, siendo indiferente a los jadeos detrás de él se disponía a irse, el cuero de sus guantes sin dedos crujió en sus puños como la rabia irracional burbujeaba contenida dentro él, dándole un aire sombrío que cualquier animal con una neurona de inteligencia evitaría acercarse, escondió dentro de los bolsillos de su chaqueta sus puños, marchándose con pasos ligeros en un intento de control de esa bestial de la ira que lo consumía, más le valía a ningún desafortunado individuo cruzarse en su camino.

Nunca se molestaba en cerrar la puesta de su casa, ¿para qué?, hasta los gemelos peli-verdes habían aprendido a no meterse con sus cosas o con él. Girando la perilla de la puerta un sonido a sus espaldas llamó su atención, el crujido de ramas y hojas secas, específicamente era el sonido de los pasos de Flippy que lo había seguido durante varios kilómetros en esa condiciones tan lamentables, que lo habían agotado al punto de desmallarse y ahora yacía a unos cuantos pasos de Fliqpy.

Pobre perilla que fue arrancada de la puerta de un solo tirón con violencia, el crujido de la madera rompiéndose, llegó a los oídos de Flippy, que escasamente se movió para quedar de espaldas al suelo, los rayos intensos del sol se lo hubieran comido vivo si el cielo no hubiera comenzado a nublarse con gruesas nubes de lluvia.

Con que lo había seguido, tenía agallas para venir arrastrándose después de una paliza para recibir otra, pero aunque su puño le pedía con temblores golpear pronto algo, casi un incontenible deseo por la violencia, pero... algo que no había hecho antes, golpeó con un puño usando todas sus fuerzas la pared de ladrillo de su vivienda dejando un hoyo en esta, sacó la pintura, un poco del material de la fachada y agrietó el resto de la pared. No valía el esfuerzo, ni había desfrute de golpear un cuerpo medio muerto, sus temblores se calmaron después de eso, bajo su mano ensangrentada por lo fuerte que apretó su puño y golpeó la pared, hasta que las uñas se incrustaron en la carne y la piel de sus nudillos se abrió, el día se hacía sombrío, concorde con su expresión y como ese día había transcurrido lleno de incidentes.

...

Perspectiva de Flippy

Primer día

Flippy rió escuchando una broma que le contó Thooty, le encantaba pasar tiempo con sus amigos y divertirse entre juegos con ellos, durante el tiempo que estuvo fuera, cumpliendo su servicio militar en la guerra, no imaginó lo mucho que podría extrañarlos, pero no podía negar el hecho de que al final de cada día siempre terminaba solo, solo en su casa como perro abandonado por su dueño, yendo a dormir dentro de esa rutina repetitiva y esperando a que la noche terminara y ese sueño acortara el tiempo de la fría soledad que afrontaba de la manera más positiva, para volver a retomar la rutina cansada.

Se despidió de todos los presentes después de haber pasado algunas horas hablando y bromeando con ellos como siempre, aún no anochecía, no era muy tarde, pero tampoco quería abusar de su tiempo en compañía, se proponía a ir a limpiar su casa un poco, sacar todo ese polvo antes de ir a dormir en la enorme cama que lo hacía sentir aún más solo, le gustaba el orden y la limpieza a la que estaba acostumbrado, eso era un bueno escape donde podía usar su tiempo para distraerse.

Suspiró con pesadez pateando una piedrecilla del camino de tierra por el que iba, casi arrastraba los pies y sus puños descansaban dentro de los bolsillos de su chaqueta. No podía evitar deprimirse si la sombra de los árboles que crecían alrededor del sendero caía con un aire de tristeza otoñal junto con los fríos vientos del principio de Invierno que se aproximaba.

Últimamente le costaba más salir de esa tristeza que lo embargaba sin aviso y no contaba con alguien que pudiera darle apoyo para salir de ese cumulo de pesados sentimientos, llegando cada vez más a una depresión que podía durar horas o incluso días que permanecía encerrado dentro de su casa.

Aunque a veces luchaba contra la depresión, en otras ocasiones no conseguía un triunfo, levantando la cabeza para mirar en alto y no arrastrando la visa por el suelo como vil gusano, suspiró esperando que al mirar al cielo podría escapar por unos momentos.

A la lejanía se pudo ver una persona con sombrero y otra sin el, con cabello verde que llamó su atención por tan peculiar color inusual y como no verlos si bloqueaban el camino por el que transitaría, pero lo que llamó su atención fue que no se movieran, no avanzaran, solo bloqueando el paso. También había una figura más pequeña detrás de los otros dos altos, aparentemente bloqueando el camino de los primeros.

Estuvo a punto de acercarse y preguntar por qué no se movían, pero ocurrió lo que estaba esperando, los gemelos por fin se quitaron, pero no de la forma en que esperaba, los dos tambalearon un poco retrocediendo con lentitud sobre sus pasos en el camino y echaron a correr en su dirección, empujándolo de por medio para que se hiciera a un lado.

La mente inocente de Flippy solo pudo pensar que debían de tener mucha prisa como para ni siquiera disculparse con él, encogió los hombros con expresión interrogativa, olvidando ese asunto insignificante con mucha rapidez, un detalle cualquiera fácil de olvidar, y... ¿en qué estaba?... camino a su casa.

La figura que antes no podía ver claramente, ahora si era posible, parecía una persona pequeña, un niño, siguió caminando acortando la distancia existente entre los dos, fue donde pudo ver la escena un tanto espantosa, con ropas desgarradas llenas de agujeros por todos lados, algunos como si de tirones se trataran y otros no, mancha de sangre adornándolas como salpicaduras y suciedad dándole un toque final a la facha descuidada y perturbadora. El niño permanecía inmóvil siguiendo sus movimientos con bastante agudeza detrás de esa mirada en silencio, la primera reacción de Flippy fue ayudarlo, pero cuando extendió su mano para tocarlo, éste huyó del contacto casi pavorido y le lanzó una mirada de odio en donde no quería que lo tocara, una mirada que solo había visto Flippy en la guerra y solo deseaba la muerte a la persona que tenía enfrente.

Terror era la palabra indicada para el sentimiento que hacía emanar en el blanco de su mirada, pero... Flippy ya había conocido muy bien ese sentimiento y para su propio beneficio se había vuelto inmune hacia a él, o eso esperaba... de lo contrario podía cometer un error muy grande.

No le importó lo mucho que ese niño lo despreciaba en ese momento sin siquiera conocerlo, en un acto cariñoso y con una sonrisa alegre en el rostro, acercó su mano acariciando los cabellos verdes entremezclados con el rojo de la sangre que los manchaban, al tacto con su mano se sintió pegajoso y frío, pero no le importó, conocía bastante bien la sangre como para no repugnarle, no demasiado, aunque no era de su gusto ni su placer verla, hizo una excepción en ese caso.

Sin importar sus buenas intenciones, con un ademán violento el muchacho quitó su mano, golpeándolo con el dorso de la suya propia en un manotazo, su expresión no había cambiado en lo más mínimo, seguía mirándolo con la misma frialdad y antipatía, fueron unos pensamientos extraños, pero Flippy creyó que esa expresión encajaba en su rostro, ese rasgo salvaje que no le parecía desentonar, que también inusualmente le recordaron mucho a sí mismo, no por la expresión sino por cómo era el rostro.

"¿Estás bien?" Preguntó sonriendo cálidamente y agachándose para estar más a una misma altura y verlo directamente.

No contestó, en vez de ello se quedó firme sin moverse, apretando los puños con fuerza aunque evitó mostrar una mueca concorde a su disgusto.

"Mmm..." Flippy pensó en voz alta "No te deben caer bien los demás" Su tono era animado "Y sería descortés preguntarte el por qué, además de que estoy seguro que no contestarías la pregunta" Puso una sonrisa más grande "Eso no me gusta, voy a hacer que te agraden los demás, es muy importante tener amigos y lo voy a cambiar siendo tu amigo"

"¡No quiero!" Bufó el niño en voz baja enterrando la vista en el suelo y apretando los dientes "¿Quién demonios te crees?"

Flippy parpadeó un tanto sorprendió, pero su sonrisa regresó con una expresión más alegre que antes, definitivamente no era un niño como los otros y menos esperaba que le contestara así.

"Creo que empezamos mal, debo presentarme primero, me llamo Flippy" Le extendió la mano con cortesía para estrecharla, se regañó a sí mismo por olvidar algo tan importante como los modales.

No contestó, pero la sonrisa no decayó, entre las ropas sucias del niño notó un destello brillante, característico del metal, ni siquiera lo pensó, extendió la mano y tomó lo que colgaba del cuello del muchacho, cosa que reconoció de inmediato.

"Mucho gusto Fliqpy" No estaba seguro de que fuese su nombre, pero eso estaba escrito en el metal.

Un niño no debería de tener placas de identificación como aquellas, pero mientras no lo negara o digiera lo contrario, que ese no era su nombre y que no quería que lo utilizara, lo usaría para referirse al pequeño de aquella manera.

Con arrebato de enojo Fliqpy haló la cadena quitándole los pedazos de metal que aún sostenía en su mano.

Flippy no se inmutó incluso cuando el filo del metal atravesó la piel de sus dedos, el guante fue lo único que impidió que la piel de la palma siguiera ese ejemplo, los ojos amarillos siguieron los hilos rojos de sangre que descendían de los dígitos, unas gotas cayeron al suelo, Flippy no se molestó en mirar y su sonrisa amable no sufrió cambios.

La confusión comenzó a flotar desde el fondo de los ojos amarillos del pequeño, esperando algo que no sucedía, esperaba recibir algún tipo de muestra de enojo o violencia, ira, enfado, cualquier sentimiento negativo.

Flippy extendió la mano y el joven cerró los ojos con brusquedad y hundió la cabeza entre los hombros alejándose del contacto, temor fue de lo que se dio cuenta el militar, el niño anticipaba a que sería golpeado. Entre lástima, compasión y empatía sintió el mayor de los peli-verdes, personalmente detestaba esos sentimientos, no le parecía correcto sentir lástima, pues al ser alguien a quien no le gustaría ser blanco de tales, ya había experimentado la desolación , con experiencias que no describiría, pero que terminarían con la esperanza de cualquier hombre, además de que algún poco de compasión hacía sentirlo vulnerable y débil ante los demás, por eso sabía que no era lo correcto sentir aquello por el joven.

Pero seguía siendo un niño, necesitaba de afecto, se atrevió a acariciar los cabellos verdes de esa pequeña cabeza que se escondía entre los hombros y temblaba, estos eran suaves y sedosos, aunque algo enmarañados.

En un principio no hubo reacción alguna, como si Fliqpy tratara en entender que pasaba, tardó unos instantes en abrir los ojos lentamente y ver qué sucedía, por qué aún no le dolía nada y saber qué era eso que se sentía tan bien en su cabeza.

"Fliqpy, ¿me gustaría curarte esas heridas?" Le dijo Flippy dejando de acariciarle el cabello.

Los ojos amarillos no dejaban de verlo con confusión, esa persona no le había hecho nada, era muy raro que un extraño le haya ofrecido ayuda.

"Vamos" Le dijo Flippy tomándolo de la mano, estaba tan desorientado que no notó cuando tomó su mano.

Aunque se opuso el agarre era firme, pero no lo lastimaba, lo llevaba dando tirones suaves para que lo siguiera, estaba demasiado confundido para saber qué hacer, solo se dejó llevar caminando a su lado.

"¿A dónde?" Preguntó.

"A mi casa" Le contestó el oji-verde con una gran sonrisa feliz.

"¿Por qué?"

"Porque eres mi amigo"

"Yo no dije que lo era"

Flippy ignoró la última parte, haciendo oídos sordos y siguiendo como nada, estaba feliz de que el muchacho no se hubiera negado a seguirlo como esperaba y le permitiera ayudarlo.

Esa pequeña mano apretó la suya no con intenciones de hacer daño, mirándolo de soslayo el mayor veía a esos ojos amarillos clavarse en el suelo y un poco de color sobre esas blancas mejillas cubiertas de suciedad.

CONTINUA…