El primer beso.
Capítulo 1: La leyenda del pasillo
Hermione estaba en la biblioteca, ya algo cansada de leer, tenía hambre y faltaban todavía dos horas hasta la cena. Así que decidió ir a ver a Ginny a la sala común de Gryffindor, ella estaba sentada en una de las mesas de la esquina, haciendo un trabajo para la clase de transformaciones. Hermione se acercó a preguntarle si necesitaba ayuda pero Ginny le respondió no, gracias. Ya estoy terminando mientras escribía cómo se debía transformar una gallina en un conejillo de Indias adecuadamente. Hermione ya había estudiado eso, así que se quedó esperando a que Ginny terminara, y cuando vio que Ginny cerraba el libro y guardaba la pluma, se levantó para acompañarla, Ginny le dijo que iría a ver a unas chicas de segundo de Hufflepuff. A Hermione no le interesaba estar con ellas, pero antes que estar sola, decidió ir a conocerlas.
Cuando salieron por el agujero del cuadro de la dama gorda, Hermione le preguntó a Ginny donde se encontrarían.
-En el vestíbulo, pero luego iremos a buscar un aula vacía donde poder charlar- contestó sin darle importancia.
Hermione se pasó todo el camino hasta el vestíbulo, preguntándole a Ginny cómo eran las chicas.
-Hola, ella es una amiga de cuarto año, de Gryffindor-dijo Ginny cundo llegaron al vestíbulo y se encontraron con las chicas.
-Hola, soy Hermione -Saludó ella. A todas le llevaba, como mínimo, una cabeza y media de altura. Eran cuatro, cuatro niñas bastante parecidas entre sí, todas con el pelo castaño oscuro, narices curvas y pequeñas, usaban todas el mismo peinado: una trenza que les caía sobre sus hombros.
-Hola, Hermione -saludó una de ellas- yo soy Anna Morrys y ellas son Samanda Lows, Jennifer Spyters y Luisa Rellers –dijo mientras pasaba su largo y huesudo dedo índice por cada una de las otras niñas e indicaba su nombre -¿vamos?
En la búsqueda de un aula vacía, las que no paraban de preguntar eran las chicas. Cuando al fin encontraron el aula del profesor Flitwick, que estaba vacía, se sentaron, y con la ayuda de Hermione y Ginny (las mayores) encendieron, por arte de magia, unas cuantas velas para iluminar el lugar. Empezaron a charlar. Eran bastante simpáticas, Hermione esperaba que fueran unas niñas malcriadas e insoportables, pero sin contar que se parecieran tanto unas a otras, le caían bien. Empezaron hablando sobre Torneo de los Tres Magos, Hermione y Ginny les contaron que Harry Potter (el cuarto campeón) era su amigo, las chicas, en especial Anna y Jennifer, se pusieron sumamente contentas y les pidieron que se lo presentaran. Ninguna de las dos tenía ganas de hacerlo, así que les respondieron con un "tal vez, lo intentaré", aunque supieran que no era cierto.
Luego Hermione salió a fijarse la hora al pasillo, donde había un gran reloj de madera antiguo colgado en una de las columnas más cercanas, seguía con hambre, aún faltaban cuarenta minutos. Cuando entró de vuelta al aula y se sentó, ya no entendía nada de la conversación, al parecer habían cambiado de tema. Ya no hablaban del Torneo ni de lo lindos que eran los campeones, ni siquiera de cuál sería la segunda prueba del Torneo. No entendía nada. Hablaban de un sapo… ¿o de un elefante?, también hablaban de una excelente vista ¿o de pequeñas orejas? Definitivamente no entendía nada.
Al final terminó sonando la campana para ir al Gran Salón. Como las chicas tenían mesas distintas, se despidieron en el vestíbulo. Luego, antes de siquiera sentarse, Hermione le preguntó a Ginny de qué hablaban.
-Sobre una leyenda del colegio. –Dijo mientras se servía un pedazo de pollo y le agregaba una ensalada extraña- Me pareció una completa mentira. Ni siquiera tenía sentido.-declaró antes de dar su primer bocado.
