La Pirámide de Batalla de Kanto era imponente. El campo de batalla estaba completamente vacío, y los pasos de la joven hacían eco. Miró hacia todas partes, y quitándose su sombrero blanco, hizo a un lado un mechón de pelo castaño que le bloqueaba la vista. Detrás de ella, Brandon, Rey de la Pirámide de Batalla, caminó con lentitud. La chica, que no tendría más de 19 años, le llamaba la atención poderosamente.
-¿No está Sam? –preguntó; Brandon hizo una mueca al escuchar el nombre de su ayudante
-Creí que venías por una batalla pokémon
-Oh, no –respondió, con una risa nerviosa –Yo no estoy participando en la Batalla de la Frontera y lo sabes, sólo vengo a ver a Sam

Brandon sintió los celos recorrerlo. Se tensó, y apretó los puños. La joven no le puso atención, y miró alrededor de ella. Los asientos, el campo de batalla, el techo… La chica caminó un poco, con sombrero en mano, absorta.
-¿Puedo esperar a Sam en el salón de mando? –preguntó, aún mirando hacia arriba

Leaf volteó a mirarlo, y le sonrió. En ese momento, Brandon quedó como hechizado por esos ojos cafés. Sintió el corazón latir a prisa por la duración del contacto visual.
-Ah, sí –contestó, sacudiendo su cabeza, saliendo del trance
-¿Me puedes guiar? Como sólo he ido una vez, no recuerdo bien dónde queda

Concordante asintió. Haría lo que sea con tal de estar más tiempo con ella. Sin embargo, ella se apresuró hacia él. Rodeándole el cuello con sus brazos, Leaf le miró seductoramente. Le restregó su cuerpo, intentando provocarlo.
-Le…Leaf… -tartamudeó; intentó empujarla, pero ella se resistió
-He querido estar a solas contigo desde hace mucho tiempo… -le dijo; sus ojos brillaban con deseo

Completamente nervioso, se quedó quieto. Dejó de empujarla para atraerla a él. Ambos cerraron sus ojos, acercándose, uniéndose en un beso dulce que, repentinamente, se hizo hambriento y salvaje.

Se separaron, y sin dejar de mirarse a los ojos, Brandon tomó las manos de Leaf. Besó sus manos delicadamente, para después poner sus manos sobre la cintura de la joven. Leaf volvió a aferrarse a él, suspirando. Como si le necesitara para vivir, Brandon le besó el cuello, dejándole marcas rojizas en la piel a la vez que ella gemía.

Leaf le empujó del hombro, y le miró preocupada.
-¿Te pasa algo? –preguntó –Te pregunté si podía esperar a Sam y te quedaste como hipnotizado, mirando la nada, ¿estás cansado?
-No –respondió, dándose cuenta que todo lo había imaginado
-Bueno, Rolando, en todo caso mejor vengo mañana –casualmente, ondeó un adiós para él –Hasta luego

Sin importarle más, Leaf salió. Desapareciendo de su vista, la joven dejó en el aire el aroma de su dulce perfume.
-Como era de esperarse –se dijo a sí mismo, decepcionado –No sabe mi nombre…

Sintió como si el corazón se le fuera a salir del pecho. Si tan sólo eso no hubiera sido una fantasía…