¡Qué poca fuerza de voluntad tengo! Quería haceros esperar un poco más hasta publicar segunda temporada... pero la emoción ha podido conmigo.
para todos los nuevos... HOLA! en mi cuenta encontraréis "A Little More Personal", que es la primera parte de esta historia.
a mis lectores de siempre... espero que os siga gustando!!! :)
CAPÍTULO 01 – MARIONETAS
-NARRA APRIL-
Habían pasado casi dos meses desde que Nick, Joe y Kevin desaparecieron de nuestras vidas. Por supuesto, no literalmente, porque seguíamos viéndolos por la televisión y todo eso, pero no habíamos vuelto a hablar con ellos desde entonces. Al irse a Europa de gira, toda posibilidad de reconciliación se fue al traste, y más aún sabiendo que Faith y Kate los habían acompañado. El roce hace el cariño y, por mucho que nos hubieran asegurado que lo suyo era meramente publicitario, ambas sabíamos que no les sería difícil enamorarse de dos chicas como ellas: guapas y talentosas.
Liz soltó un suspiro profundo, cansada. Llevábamos dos meses en el mismo sitio: el hospital. Annette no parecía mostrar signos de mejoría, y seguía inconsciente en la cama. Liz y yo ahora teníamos más tiempo para estar con ella, porque el colegio había terminado y teníamos vacaciones, pero en todo ese tiempo, Anne ni siquiera movió un puñetero dedo. Nuestras esperanzas estaban por el suelo, pero ninguna se atrevía a darse por vencida… no aún. La madre de Annette seguía llamando por teléfono, sin poder venir desde Nueva York por motivos de trabajo, pero estaba más o menos tranquila porque sabía que nosotras estábamos con su hija.
-¿Es hora de irse? –me preguntó Liz, mirando el reloj de la pared. Era ya de noche, así que debíamos volver a casa.
-Sí, supongo que sí.
El autobús que cogimos iba vacío, ya que a esas horas no solía salir demasiada gente, y menos entre semana. Aún así, nos sentamos al final, juntas. Las cosas entre nosotras habían cambiado mucho, era como si un muro se hubiera construido y nos impidiera hablar con libertad, guardándonos todo para nosotras mismas. Ambas estábamos demasiado tristes, enfadas y frustradas. Sin embargo, esa noche fue diferente.
-¿Qué haces cuando consigues todo lo que ansías pero de repente lo pierdes? –me preguntó Liz de repente. Yo me giré para mirarla.
-Liz… -murmuré sin saber muy bien qué decir. Ella sacudió la cabeza.
-Tú sabes muy bien que él era todo lo que siempre había querido, lo único –me interrumpió ella, con lágrimas en los ojos. Al parecer, había explotado –April, no puedo más. Estoy harta de aparentar que nada ha pasado.
-Lo sé… -dije, sin saber qué hacer –ya sabes lo que dicen: no llores porque se ha acabado, sonríe porque ha pasado.
-Pero es que lo nuestro no debería haber acabado –contestó ella, frustrada. Suspiré.
-Es cierto –contesté.
El autobús llegó a nuestra parada y, en silencio, nos bajamos. Su casa estaba mucho más cerca que la mía, así que de un momento a otro nos separaríamos.
-¿Tú crees que ellos…? bueno, ¿crees que nos han olvidado? –preguntó Liz, parándose en seco.
-Espero que no –murmuré en voz baja.
***
-NARRA NICK-
Europa estaba siendo algo increíble, algo bestial. Jamás habría imaginado que nuestra música llegara tan lejos. Después del concierto de esa noche, me recluí en mi camerino, como siempre. Necesitaba estar unos momentos a solas, para relajarme y almacenar todas las emociones vividas. Sin embargo, llamaron a la puerta.
-¡¡Has estado genial!! –gritó al entrar Faith. Yo sonreí. Ya me había acostumbrado a su presencia.
-Gracias –le dije. Ella se sentó a mi lado en el sofá, enrollando sus brazos alrededor de mi cuello.
-Creo que usted se merece un premio, señor presidente –ronroneó. Yo sonreí mientras ella me daba un beso en la mejilla.
Habíamos pasado dos meses juntos, y aparentar que éramos pareja se me estaba haciendo cada vez más fácil. Faith estaba ahí para darme ánimos cuando la necesitaba, me daba la seguridad que necesitaba, me ayudaba a andar con la cabeza alta.
-¿Qué hacemos esta noche? –me preguntó cuando se separó de mi. Yo me encogí de hombros.
-Mi plan era acostarme pronto –contesté.
-¡Pero si mañana no tienes concierto! –dijo ella. Era cierto, pero seguía sin ser capaz de divertirme sin pensar en… negué con la cabeza, tratando de apartar su nombre de mi mente.
-Es cierto… entonces, ¿qué propones que hagamos? –le dije. Ella sonrió, emocionada.
-Había pensado que podríamos hacer turismo, de incógnito. Solos tú y yo –me dijo –y podríamos cenar en algún sitio tranquilo.
-Está bien –cedí –dentro de una hora salimos.
Emocionada, me dio un beso rápido y corrió hacia la puerta. Justo en ese momento, entró Joe, dirigiéndole una mirada extrañada a Faith.
-¿Qué ha pasado esta vez? –preguntó cuando ella salió del camerino.
-Nos vamos a cenar juntos –murmuré, cansino. Joe levantó la ceja.
-¿Y no eres capaz de invitar a tus hermanos? –me echó en cara, bromeando.
-Es que vamos a ir solos…
-¿Solos… como si fuera una cita? –dijo él, algo extrañado. Yo asentí –. ¿Y qué pasa con…?
-No pasa nada –le interrumpí antes de que dijera su nombre –tú has estado saliendo con muchas chicas durante este viaje y yo no te he dicho nada.
Era cierto. Joe se había dedicado a salir cada dos noches con una chica diferente, y ni siquiera se molestaba en ser discreto. Los blogs de cotilleos se estaban poniendo las botas con todas las "nuevas informaciones" que iban recibiendo.
-Nicholas, sabes que lo mío es diferente –contestó Joe, levantando la cabeza.
-Explícame por qué –le pedí, mientras preparaba mis cosas para salir de allí.
-Pues, primero, porque yo rompí con Liz porque ella no confió en mí y pensó que coqueteaba con todas las chicas que encontraba por el camino.
-Y eso es exactamente lo que estás demostrando estos días –concluí.
-¿Es que no lo entiendes? –preguntó Joe, exasperado –si ella pensaba que yo era un chico malo, eso es lo que voy a ser a partir de ahora. No voy a perder el tiempo buscando a otra chica perfecta para mí, porque ya la tuve y la perdí.
-Si lo que piensas es que ella era "perfecta para ti", no deberías estar intentando herirla, sino intentando probarle que se equivocaba –dije.
-No quiero que me vuelvan a hacer daño –contestó él, saliendo del camerino, dando un portazo.
¿Así que todo lo que Joe estaba haciendo era un mecanismo de defensa? No quería que le volvieran a hacer daño. Yo sabía que él seguía locamente enamorado de Liz, pero de alguna forma se empeñaba en transformar ese amor en odio. Había dejado de comer galletas, se mantenía alejado de los bigotes postizos, y trataba de estar ocupado durante las 24 horas del día, para no pensar en ella. Aún así, cuando le pregunté si seguía queriendo que usáramos en el álbum nuevo su canción, dijo que sí. "Much Better" estaba lista, pero hablaba sobre ella, "algo mejor" que él había dejado escapar.
Kevin entró de repente en el camerino, sacándome de mis pensamientos.
-Hola Nicholas –dijo él, cerrando la puerta cabizbajo -¿qué vas a hacer esta noche?
Kev últimamente había cambiado demasiado. Ya no era el chico sonriente y amable de siempre… al menos, no en casa. Cuando estábamos en público se ponía el disfraz de "Kevin de siempre" y aparentaba que no pasaba nada, pero cuando estábamos solos, todo cambiaba: se quedaba solo siempre que podía, casi no sonreía y había dejado de hablar tanto como antes.
-Pues… iba a salir a cenar con Faith –murmuré. Me sabía muy mal no poder estar con él en esos momentos.
-¿Ahora salís juntos? –preguntó él, sentándose delante de mí. ¿Es que todo el mundo se iba a extrañar tanto porque intentara rehacer mi vida?
-Supongo que sí –contesté, algo cabizbajo.
-¿Y qué pasa con…? –le corté antes de que pudiera seguir. La misma pregunta que Joe.
-No pasa nada, ¿vale? Es cosa pasada, no quiero hablar más de ella –espeté, algo duro.
No necesitaba hablar de… ella. No lo necesitaba ni tampoco quería. Punto. Final.
-Está bien, como quieras –contestó él –por cierto, ¿no te habrán llamado del hospital, verdad?
Negué con la cabeza, apesumbrado. Antes de irnos de Los Ángeles, pedimos al hospital que nos informaran si Annette se despertaba, si daba algún signo de mejoría. Pero en todo ese tiempo no habíamos recibido ni una sola llamada.
-Si se despertara, ¿crees que me perdonará alguna vez? –preguntó Kev, al borde de las lágrimas. Lo pude adivinar porque sus mejillas se encendieron con un color rojo brillante y los ojos se le humedecieron.
¿Qué le respondes a eso a tu hermano mayor, que ha tenido que dejar a su novia, inconsciente, en la otra punta del mundo? ¿Qué le puedes decir cuando sientes que más que nunca necesita tu apoyo, cuando ves que necesita tener fe? Lo hice.
-Claro que te perdonará, Kev. Cuando volvamos, las cosas serán como antes.
***
-NARRA JOE-
La ducha siempre sentaba bien después de un concierto, y más si era de agua caliente. Mientras intentaba desempañar el espejo del cuarto de baño, me pareció escuchar el ruido de la televisión encendida en el dormitorio, lo cual era un poco raro porque yo recordaba haberla apagado antes de entrar a ducharme… sacudí la cabeza, pensando que me habría entrado demasiada agua en los oídos o que tal vez aún tenía la música del concierto resonando en mis tímpanos.
Agarré una de las toallas blancas del hotel, enroscándola con despreocupación alrededor de mi cintura, sin importarme ir goteando por el suelo. Pero algo pasó cuando abrí la puerta del baño: no estaba sólo. Y sí, la televisión estaba encendida.
-¿Pero qué…? –pegué un brinco. Una chica estaba sentada sobre la gran cama, en la que planeaba meterme en unos minutos.
Mi primer impulso fue coger mi móvil y marcar rápidamente el número de Big Rob para que viniera a encargarse de la intrusa, pero luego me di cuenta de algo: yo no quería que la echara.
-¿Ga-galletita? –pregunté con voz temblorosa. La chica me sonrió sobre la cama, incorporándose un poco más para mirarme. Yo me había quedado petrificado en la puerta del baño, sin saber muy bien qué hacer.
-Hola Joe –contestó ella, con la voz de mi galletita. Tenía su voz, y su aspecto… ¿pero qué estaba haciendo allí, en Londres, a miles de kilómetros de su casa?
-¿Qué haces aquí? –le pregunté, aún sin moverme. Ella me miró extrañada.
-¿Cómo que qué hago aquí? –dijo –Joseph, me has invitado, ¿no te acuerdas?
Sacudí la cabeza, algo confuso, frotándome los ojos. ¿Qué estaba pasando? Cuando volví a mirarla, me di cuenta de algo: no era Liz, sino Kate.
-¿¿Joe?? –dijo ella, preocupada -¿estás bien?
La situación era grave: empezaba a ver a Liz en todas partes. Me recompuse como pude. Al fin y al cabo no quería que Kate pensara que estaba loco o algo así.
-Eh… ¡sí! Lo siento, Kat, es sólo que estaba un poco confuso por la ducha y eso… -traté de disculparme. Ella sonrió.
-Tranquilo, no pasa nada… Joe –la miré atentamente –, me has llamado "galletita".
Mis mejillas se encendieron con un color rojo brillante.
-Eh… sí –murmuré cabizbajo.
-Me gusta ese nombre –dijo ella, levantándose para acercarse a mí.
Kate y yo habíamos tenido un pequeño juego durante esos días. Ella intentaba cazarme y yo… bueno, a veces me dejaba. Pero esa vez, debía plantarme. Entre otras cosas porque iba semidesnudo y no era la situación más adecuada.
-No debería haberte llamado así –dije, apartándome sutilmente de ella. Kat me miró confundida.
-¿Por qué? –preguntó.
-Porque odio ese nombre.
***
-NARRA LIZ-
Era un pacto que April y yo nos habíamos hecho, dejar de mirar cosas en internet sobre ellos, pero se me hacía demasiado duro no saber nada de él durante tanto tiempo. Digamos que hacía trampas. Cada noche, al llegar a casa del hospital, me daba una ducha y me sumergía en el maravilloso mundo de Internet, dispuesta a enterarme de todas las cosas que iban haciendo los Jonas en Europa. Y muchas veces habría preferido no hacerlo.
"Joe Jonas fue visto anoche con otra chica, de gran fama en el mundo de la moda, por haber desfilado para importantes marcas como Victoria's Secret, la importante firma de ropa interior"
A continuación, aparecía la foto de Joe acompañado de una rubia impresionantemente guapa, cogidos de la mano paseando por Londres, de noche. Al parecer, habían ido a cenar a algún sitio elegante. Guardé la foto, como ya era costumbre, en una nueva carpeta que creé, llamada "Joe & Europa". En ella iba guardando todas las fotos que iban apareciendo de él con chicas diferentes. Si no llevaba mal la cuenta, esa chica, la modelo, era la cuarta en un mes. Cuatro chicas en 4 semanas. Eso sin contar a Kate, que casi le acompañaba a todos los sitios.
Dejando escapar un suspiro, apagué el ordenador, metiéndome entre las sábanas, dispuesta a dormirme llorando, una noche más.
Sin embargo, alguien llamó a mi puerta. ¿A esas horas? Mi madre entró, sin esperarse a que le diera permiso.
-¿Liz? –preguntó, en el umbral. Levanté la cabeza, secándome las lágrimas rápidamente.
-¿Qué pasa, mamá? Estaba a punto de dormirme.
-April está aquí –murmuró. Extrañada, pegué un salto de la cama. Era demasiado tarde… ¿qué hacía ella en mi casa?
-Dile que pase, mamá –le pedí.
Antes no me habría extrañado que ella viniera a mi casa tan tarde, pero esos días nada era igual. Habíamos dejado de confiar la una en la otra, y nos daba miedo confesarnos nuestros pensamientos y miedos. Pero, si ella estaba allí a esas horas, seguramente sería algo importante.
-Liz, siento venir tan tarde –murmuró cuando entró. Mi madre cerró la puerta, para darnos privacidad.
-No te preocupes –contesté, algo incómoda. Se me hacía raro hablar así con ella, después de tanto tiempo. Matt se había ido hacía un tiempo a Nueva York de nuevo, así que nos habíamos vuelto a quedar solas.
-¿Puedo sentarme? –preguntó, señalando la cama. Asentí repetidamente. Tenía los ojos hinchados, al parecer había llorado.
-¿Qué pasa? Cuéntamelo –le pedí. Era raro. Casi siempre la fuerte había sido ella, la que solía ayudarme a mí, la que me escuchaba cuando lo necesitaba. Ahora los papeles habían cambiado.
-No… no puedo… -contestó ella, con lágrimas en los ojos.
-Va, no puede ser tan grave –le dije, sujetándola por los hombros.
-Es que… me he dado cuenta de todo lo que está pasando entre nosotras, y no quiero que siga así –soltó de carrerilla. Luego, mantuvo la cabeza gacha.
-Yo también me he dado cuenta, y tampoco quiero que sigamos así –confesé.
Tras unos minutos de llorera continuada, conseguimos secarnos los ojos y recomponernos.
-¿Sabes qué necesitamos? –le pregunté, cuando estábamos más calmadas –: chocolate.
Asaltamos la cocina, le dejamos una nota a mi madre para que no nos despertara al día siguiente y luego, nos fuimos a mi habitación, cargadas de provisiones. A la hora de elegir la música, se nos planteó un dilema: ¿Jonas o no Jonas? Esa era la cuestión. April sujetó en sus manos los CDs, mirándome dudosa.
-Ehh… ¿tú qué crees? –preguntó –llevo demasiado tiempo sin escucharlos.
-Yo también –confesé –Ponlos. Prometo no llorar.
Así, con la música puesta a un tono normal para no molestar a mis padres, nos sentamos en el suelo, dispuestas a comer y hablar, como hacíamos antes, a contarnos nuestros problemas. Porque siempre se necesita a alguien con quien desahogarse, y nosotras nos necesitábamos con urgencia.
***
-NARRA NICK-
-Se suponía que la cena iba a ser tranquila –le susurré a Faith, mientras entrábamos en uno de los restaurantes más famosos de Londres. Al parecer, no era tan tranquilo porque una nube de fotógrafos nos rodeaba, haciendo brillar los flashes y gritando preguntas.
Ella parecía encantada, sonriente y con la cabeza levantada, mientras que yo trataba de esconderme todo lo que podía. Odiaba ser el centro de atención.
-Tranquilo, sólo es un poco de publicidad para nuestra nueva película –contestó ella, disimuladamente. Suspiré cansinamente.
-Vamos a entrar lo más rápido que podamos, por favor –le pedí, tirando de ella hacia el restaurante.
En cuanto los fotógrafos vieron que la cogía de la mano, se revolucionaron, echándose aún más encima de nosotros. En ese momento deseé que Big Rob estuviera con nosotros.
-No pensaba que fueran a haber tantos –dijo Faith cuando por fin pudimos sentarnos dentro, resguardados de miradas curiosas – ¿crees que habré salido bien en las fotos?
-Espera… ¿tantos? –pregunté confundido. –¿sabías que iban a estar aquí?
-¡Pues claro! –exclamó ella, acomodándose en la silla –yo misma les llamé para que vinieran. Se llama publicidad, Nicholas.
¿Publicidad? ¿Publicidad para quién, para ella o para mí? ¿O quizá para los dos?
-Faith, me dijiste que íbamos a ir de incógnito –le reproché.
-Ya, pero cambié de idea. No te parecerá mal, ¿verdad Nicky? –dijo ella, poniendo cara de cachorro abandonado.
-No, supongo que no –contesté resignado.
Lo siguiente fueron un montón de platos diferentes, pero ninguno le llegaba a convencer. No sé muy bien sobre qué fue la conversación, porque me limité a asentir, sonreír y cabecear mientras que ella hablaba. ¿En qué momento había dejado de ser yo para pasar a ser una marioneta? ¿En qué momento había decidido conformarme con eso, en vez de buscar lo que de verdad quería?
Lo peor era que yo ya conocía la respuesta a esas preguntas, pero me negaba a aceptarlo.
***
-NARRA APRIL-
Estaba siendo como antes de la crisis. Liz y yo habíamos reconectado. Y no con el estúpido sentido de reconexión de Faith y… él, sino una real. Todo parecía volver a ser como antes, incluso conseguimos reírnos. Sentadas en el suelo de su habitación pasamos toda la noche, hablando sin parar, confesándonos todo lo que habíamos pensado esos días sin ellos.
-Bueno, no he sido muy fiel a mi palabra –me dijo Liz, levantándose para acercarse a su ordenador –he mirado cosas de ellos en internet.
-¡Sabía que no serías capaz de resistirte! –exclamé, más divertida que enfadada –yo tampoco.
Ambas nos echamos a reír, porque sabíamos muy bien que ninguna podría sobrevivir sin ver, aunque fuera en fotos, a esos chicos que conseguían, al menos antes, que sonriéramos incluso en los peores momentos.
-¿En serio has hecho una carpeta de Joe y sus novias? –pregunté, algo extrañada. No sabía cómo se lo tomaría, así que tenía que ir con mucho cuidado para no provocar una reacción en cadena. Si ella se ponía a llorar, estaba segura de que yo también lo haría.
Sin embargo, no lloró, sino que dejó escapar una risa amarga.
-Sí, la he hecho –comentó Liz mientras la abría -¿te apetece que la critiquemos un rato?
Así, llegamos a la conclusión que la chica de la semana número 1 tenía piernas de gorila, no por el pelaje, sino por el grosor; que la de la semana número 2 tenía los ojos tan saltones que parecían los de un sapo. La de la semana número 3 fue difícil de descuartizar, porque no era del todo fea, pero conseguimos atacarla por su pelo, todo lleno de extensiones. Sin embargo, tuvimos que reconocer que la de la semana número 4 era, sin dudas, casi perfecta.
-Es modelo, ¿qué esperas? –pregunté yo, tratando de quitarle importancia al asunto –: su trabajo es estar perfecta.
-No puedo competir contra una modelo –dijo Liz, algo triste otra vez.
-¿Te arrepientes de todo lo que pasó? –pregunté.
-Cada segundo que pasa me arrepiento mucho más –dijo –no debería haber sido tan dura con él y tendría que haber confiado en Joe cuando me dijo que sólo era yo la que le importaba –se mantuvo un rato callada –¿y qué hay de ti?
-¿Yo? –traté de escaquearme –bueno… Nicholas está mejor sin mí.
-¿Cómo lo sabes? –insistió Liz.
-Bueno… sólo tienes que verlo cogido de la mano de Faith por las calles de Londres.
Liz bajó la cabeza, un poco derrotada.
-Ya se nos ocurrirá algo –le dije.
Debimos dormirnos muy tarde, y muy profundamente porque cuando nos despertamos era medio día. Nos dio tiempo a ducharnos y vestirnos, para luego salir disparadas al hospital. No era que fuera a servir de mucha diferencia porque Anne seguía inconsciente, pero queríamos estar allí por si se despertaba.
-April… prométeme una cosa –dijo Liz, una vez que estábamos sentadas en la habitación de Anne.
-Lo que quieras –contesté, intrigada.
-Cuando… cuando vengan a América, vamos a hacer todo lo posible por volver a estar con ellos. Quiero decir, eso si aún quieres a Nick…
Titubeé un momento. ¿Qué importaba que Nicholas tuviera que tener una vida doble? Me daba igual que fuera cogido de la mano de otra chica por la calle, al menos mientras que yo supiera que todo era mentira, me valía. Mientras que por las noches siguiera llamándome para decirme que me quería, mientras que pudiera abrazarle cuando quisiera, mientras que él me mirara a los ojos, me apartara el pelo de la cara… todo estaría bien.
-Prometido, Liz –contesté, algo más segura –cuando vuelvan a América, seremos como granos pegados a su trasero. No voy a dejar pasar esta oportunidad.
***
-NARRA KEVIN-
-¿Cuántos días más quedan, papá? –le pregunté mientras desayunábamos. Él apuró su taza de café, contando mentalmente.
-Sólo tres, Kevin –me dijo. Mordí mi tostada, algo más tranquilo.
Tres días más y podría volver a Los Ángeles, al hospital, a estar con ella. Tres días más y volvería a verla.
-Buenos días –dijo Nick, mientras se sentaba a mi lado. El único que faltaba por aparecer era Joe.
-¿Joseph también salió anoche? –preguntó mi padre, algo molesto.
-No, creo que anoche no –murmuró el pequeño. Justo en ese momento, Joe apareció con ojos somnolientos, seguido por Big Rob.
-Odio la forma en que me despiertas últimamente, Big Rob –le gruñó Joe.
-Es la única forma de que te levantes –le contestó este, conteniendo una sonrisa.
-¡No puedes estirarme de esa forma! Un día me caeré de la cama y me abriré la cabeza contra el suelo –dijo el mediano, aún molesto.
-Va, Joseph, siéntate y calla –le dijo mi padre. En realidad, él le había dado permiso a Big Rob para que usara la violencia si hacía falta para despertarlo. Todos sabíamos que costaba mucho tiempo y mucha paciencia para conseguirlo.
Empezaron a hablar sobre lo que debíamos hacer ese día, los sitios a los que tendríamos que ir, una mini actuación para un programa de televisión, una entrevista…
-Espera, ¿es ese programa en que la presentadora es tan guapa? –preguntó Joe, interesado.
-Ese mismo. Pero ahora calla y escucha –dijo mi padre, cansino.
El sonido de mi móvil me sacó de la conversación. Rápidamente, contesté esperando alguna llamada de última hora para cancelar o añadir algo a la agenda, pero no era nada de eso.
-¿Señor Jonas? –preguntó una voz que parecía muy lejana.
-¿Sí?
-Llamaba para avisarle de que Annette... eh… bueno… acaba de despertarse.
en fin.. ¿cómo veis esto? espero que os vaya gustando... tengo mucho más que contar.
GRACIAS por volver (: (espero!!) ^^
-Vicky.
