Holas!
Nuevamente, yo, Dark-Kagome-chan con otro proyecto xD
Sólo que este será mi primer angst!!! vivaa!
Luego de finalizar uno de mis preciados y hermosos fics (la modestia, por favor, la modestia), sigo con otro (que emocion T.T)
Bueno, primero que nada, dedicar este fic a mi sensei y querida amiga Rurouni Andrea T.T gracias por apoyarme siempre, onne-san. ¡suerte en tus nuevos proyectos n.n!
No los entretengo más n.n
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Ángel Negro
1 cap. Vuelo equivocado
Era un día lluvioso, la noche estaba entrando y era mejor refugiarse dentro de la cálida vivienda del zorro.
El pequeño youkai llamó a la ventana, como siempre lo hacía. Kurama dejó en el escritorio el libro, el cuaderno y el lápiz y se apresuró a abrir la ventana. Lo hizo rápidamente porque sabía que estaba lloviendo y le preocupaba la salud de su amigo.
- Buenas noches, Hiei.
- Hn.
Hiei se quedó parado al pie del escritorio momentáneamente y luego se dejó caer en el suelo.
- Espera... Traeré algo para que te mudes de ropa.
- No quiero.
- Entonces vas a resfriarte... Además, vas a mojar el suelo.
- Hn.
El pelirrojo se apresuró a sacar un par de toallas y algunas prendas que eran más o menos de la talla del youkai.
- Ten. Meteré tu ropa en la lavadora y para mañana estará seca, ¿qué te parece?
- Que no quiero quedarme a dormir acá -dijo Hiei secándose el cabello.
Kurama sonrió.
- No dije que fueras a quedarte.
- Ah, y tú pretendes que yo voy a andar por ahí vestido con tu estúpida ropa ningen, ¿eh?
- Era una idea.
- Olvídalo. Me quedaré con mi ropa hasta que pare de llover. Y si no te molesta, prefiero dormir antes de irme.
- ¿Dormir? ¿Harás algún viaje? -preguntó Kurama extrañado, sentándose frente al escritorio.
- Hn. Eso parece.
- ¿Misión de Mukuro?
-... No exactamente. Me están retando a duelo. No puedo permitir que unos idiotas se den el lujo de herir a Mukuro sólo por una estúpida pelea.
- ¿Lastimaron a Mukuro? -preguntó Kurama aún más extrañado -.¿Cuándo sucedió eso?
- Hoy en la mañana. Pero qué más da. Eso le pasa por dejarse llevar. La confianza puede, mucha veces, ser traicionera.
Kurama se sorprendió antes las palabras de Hiei, pero prefirió no decir nada.
-... ¿Te irás mañana?
- Sí, mientras más pronto mejor -respondió Hiei dejando la toalla a un lado.
- ¿A qué parte del Makai vas?
Hiei miró fijamente a Kurama.
- No te estoy pidiendo ayuda.
Kurama abrió mucho los ojos. Estaba bien que Hiei quisiera hacerse el valiente, él sabía cuidarse sólo, pero igualmente eso no sacaba de su preocupación a Kurama.
- Para que no quieras decirme a dónde vas debe ser peligroso -dijo Kurama poniéndose de pie y mirando evaluadoramente al youkai.
- No se trata de eso -dijo Hiei de mala gana -. Simplemente me están retando a mí y puedo sólo.
- Como quieras, Hiei -dijo Kurama en un tono algo más duro.
Hiei resopló.
- No tienes por qué mostrar esa actitud. Simplemente puedo sólo.
- No te estoy reclamando nada, Hiei...
- Hn. Te estás molestando por nada.
Esto enfureció a Kurama. Hiei no lo podría entender. O no lo quería reconocer. Lo único que tenía Kurama era... preocupación por él.
- De acuerdo -dijo Kurama forzando una sonrisa -. Entonces...
- Entonces sólo quiero descansar un poco antes de irme... Si no te importa -dijo Hiei, aún sentado al lado del escritorio.
- Y sí... ahí debes estar muy cómodo.
Hiei lo miró de reojo.
- ¿Habrá algún lugar mejor que este?
Kurama señaló su cama como si la estuviese promocionando.
- Es cómoda, suave y las personas le dicen cama.
- Idiota.
- ¿qué dices? Yo puedo buscar el saco -dijo Kurama sonriendo.
- Como quieras.
Kurama sacó del estante el saco azul y lo extendió cuidadosamente. Luego salió de la habitación para buscar sábanas limpias.
Hiei aporvechó que se había ido y se mudó de ropa. Se metió en la cama del zorro. Le pareció en extremo cómoda y reconfortante a comparación de los habituales árboles en los que solía dormir. Recostó su cabeza en la cómoda almohado, inspirando inconscientemente el olor de su amigo.
Cerró los ojos y se quedó dormido casi instantáneamente.
Kurama entró silenciosamente. Sonrió al ver a Hiei dormido tan tranquilamente.
Se quedó observándolo un rato mientras tratab de no preocuparse por todo el misterio que guardaba su amigo.
Extendió el saco y también se quedó dormido.
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Hiei despertó casi a las 4:00am.
- Ya es hora -murmuró para sí y cuidó de ser silencioso en todo momento. Incluso se dio la molestia de... 'arreglar' la cama de Kurama... si es que a eso se podría llamar arreglar, la cosa es que había quedado peor que antes.
Su ropa ya estaba sobre la cama.
Miró de reojo al zorro. Dormía.
- qué buena vida tienen algunos -comentó para sí. Se vistió rápidamente y dobló lo mejor que pudo la ropa que Kurama le había dado.
- No tardaré mucho -dijo en voz alta, pues había sentido a su amigo despertar.
- ¿Hiei...?
- Ya te lo dije, volveré en unos minutos, talvez unas horas.
- ¿estás seguro que...?
- Sí, no necesito ninguna clase de ayuda, Kurama -dijo Hiei terminantemente. Luego volteó a ver al zorro -. Enserio.
Fue aquella palabra y el tono casi suplicante en que lo dijo lo que hizo que Kurama se tranquilizara un poco.
- Suerte. Y ten cuidado.
- Hn. ¿qué te crees ahora? ¿Mi madre?
- algo como eso, hijito -dijo Kurama burlonamente.
- Estúpido.
Dirigiéndole una última mirada, salió por la ventana y desapareció rápidamente.
Kurama no sabía por qué, pero tenía un muy mal presentimiento.
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Hiei estaba ya en el lugar que le habían indicado. No iba a permitir que trataran de esa manera a su maestra y mucho menos por su culpa.
Sintió frío. Pero no le importó. Sentía muchas presencias, menos las de los malditos que lo habían retado.
- Lo sabía -comentó para sí -. Cobardes. Abandonar a último segundo. Ja.
Bajó del árbol.
Lo que temía ahora era que... Talvez habían vuelto al castillo.
Pensó en ir rumbo al castillo... Pero quedó en eso. Cuatro figuras negras aparecieron a su alrededor.
Sonrió irónicamente.
- ¿Una emboscada? Gran error -sacó su katana, pero los seres fueron más rápidos y se la arrebataron.
- ¿¡qué...?!
Escuchó risas.
- ¿De verdad creíste que perderíamos nuestro tiempo peleando contigo? -preguntó el que le había arrebatado la katana. Era un ser alto, de cabello dorado hasta un poco más de las orejas ondulado, sus ojos eran fríamente negros y era muy hermoso. Tenía el torso descubierto y un pantalón negro -. Cójanlo, podría escapar.
Los otros dos lo cogieron firmemente.
- ¡suéltenme! ¡¿qué rayos se creen que están haciendo?! ¡Los mataré!
Uno de los seres apretaba con tal fuerza su brazo que sus uñas llegaron a incrustarse en la pálida piel del youkai.
- ¡maldición! ¡suéltenme!
- Es inútil que te resistas -dijo el de cabello dorado cogiendo firmemente su barbilla -. Eres muy atractivo ¿lo sabes?
- ¿¡qué rayos estás diciendo!? -gritó Hiei dándole una patada.
El joven lo esquivó y lo miró con odio.
- Eres demasiado agresivo y belicoso -dijo el rubio -. Y admito que así es como me gustan.
- ¿qué?
- Eres siempre tan egoísta -dijo uno de los seres que lo estaba cogiendo. Era alto y tenía los ojos color verde muy claros. Su cabello era corto color azul oscuro y estaba vestido igual que su otro compañero -. Lo quieres sólo para tí.
- ¿Y nosotros qué? -preguntó el otro, cabello hasta los hombros rojo vino, ojos violeta y tenía una cicatriz en la barbilla. iba vestido como los otros dos -. Te llevas la mejor parte, es injusto.
Hiei empezó a desesperarse e intentó deshacerse de los otros inútilmente.
- ¿qué creen que están haciendo? -preguntó la otra integrante... una chica. Era un poco más baja que los otros. Su cabello era dorado, algo ensortijado hasta los hombros y sus ojos eran grises. Iba vestida con un top blanco y pantalón negro -. Sólo deben debilitarlo. Apresúrense, no queremos que Yomi o Mukuro se enteren que estamos por acá.
- Todo a su tiempo, hermanita, todo a su tiempo -dijo el de cabello dorado -. No me digas que empiezas a sentir pena por este ser patético.
- En lo absoluto -dijo ella cerrando los ojos y cruzando los brazos -. Si hay alguna manera de vengarnos de los señores del Makai es a través de sus sirvientes.
- ¡No soy sirviente de nadie! -gritó Hiei con furia, aún luchando para soltarse.
- ¡No le hables así a mi hermana! -gritó el de cabello dorado golpeando su cara con un puño. Algo de sangre salió de la boca de Hiei.
- Mal...nacido -murmuró Hiei con furia.
- Cuando estás furioso se te ve más atractivo que antes -. miró a los otros dos -. Debemos darnos prisa.
- ¡alto! -gritó la chica -. ¡quedamos en lastimarlo! ¡nunca en abusar del chico!
... ¿abusar...?
- No te metas en ésto -dijo el de cabello dorado -. Y si no te agrada, bien puedes irte -. luego volteó a ver a Hiei -. Tienes miedo... puedo sentirlo.
- Cierra la boca, idiota -dijo Hiei. El chico se acercó a Hiei y éste le escupió.
el chico se limpió la cara y sonrió.
- Qué rebelde te pones. Pero tranquilo. Si te comportas como debe ser, hasta lo podrás disfrutar.
- Desgraciado... Será mejor que me sueltes.
- ¿y si no? No veo que puedas hacer nada al respecto.
- Te mataré con mis propias manos.
El chico sonrió y volvió a coger la barbilla de Hiei con fuerza, lastimándolo.
- Talvez ésto te enseñe a comportarte mejor... Y quién sabe, puede que te agrade tanto como a nosotros.
- ¿qué pien...?
Lo había besado. Hiei jamás había sentido tanta repulsión, asco, furia y rencor hacia alguien. Empezó a temblar de la furia y mordió al chico con tanta fuerza que logró sacarle sangre. Escupió.
- ¡mierda! -el chico se llevó la mano a la boca y golpeó a Hiei en el estómago, quitándole el aire -. Idiota, ¿qué te crees? ¿que por una simple mordida saldríamos huyendo? No seas estúpido.
- ¡hermano! ¡ya basta! Sólo debes golpearlo, no... ¡ah!
uno de los chicos la había golpeado.
- Mejor así, que no estorbe.
- Maldito cobarde... -dijo Hiei furioso -. Te atreves a golpear a tu propia hermana... ¿qué clase de ser eres?
- Uno que te va a dejar muy lastimado, pequeño -dijo el chico subiendo lentamente la camiseta de Hiei.
Hiei abrió mucho los ojos y empezó a forcejear, pero otro de los seres lo golpeó con fuerza en las rodillas, haciendo que cayera irremediablemente.
- No lo hagas hermano... No lo lastimes... como lo hiciste conmigo -dijo la chica yendo hacia él.
- ¡Cierra la boca! -el chico lanzó otro rayo.
- Muy bien... ahora quédate quieto. Si te mueves o tratas de resitirte, te mataremos.
- su-suéltame... maldito...
- ¡silencio! -uno de los chicos lo golpeó con fuerza en la cara, haciéndolo sangrar nuevamente.
Hiei no sabía qué más podía hacer. Se arrepintió tanto de no haber escuchado a Kurama...
¿qué podría haber hecho él al respecto?...
Habían rasgado su camiseta y el chico de cabello dorado rasguñaba todo su torso con fuerza, haciéndolo sangrar.
Por primera vez Hiei tuvo miedo.
Un miedo que empezaba desde la punta los pies hasta su cabeza. Empezó a temblar.
- he dicho que te quedes quieto -dijo el chico de cabello dorado.
otro de los chicos ya había sacado los cintos y empzó a rasgar con fuerza el pantalón.
- basta... -dijo Hiei débilmente.
- Tú no entiendes lo que es la palabra 'silencio', ¿eh? -dijo el de cabello dorado empezando a desabrocharse el pantalón.
- ¿qué vas a a...?
Lo último que Hiei pudo sentir fue dolor... Y escuchar las estruendosas risas de los demás... Y algunos gritos de la chica.
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Kurama sintió un repentino pinchazo de dolor en el estómago.
Levantó la cabeza y miró el aula.
Era extraño. El dolor había desaparecido.
Estaba a mitad de un examen de química orgánica.
Ya lo había acabado. Resopló.
Se preguntó cómo le estaría yendo a Hiei.
Un escalofrío recorrió su cuerpo y Kurama pudo sentir espanto por algo. Su corazón empezó a latir con fuerza.
Eso sólo podía significar...
- Hiei... -dijo Kurama en voz baja.
Tomó su examen y corrió a entregarlo. Recogió sus cosas rápidamente y salió del aula sin siquiera pedir permiso.
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Llegó a su casa... La ventana estaba cerrada. No había rastro de él en ninguna parte.
Talvez había sido sólo... nervios. Había estado tan pendiente de saber hacia dónde iba que talvez...
Kurama sonrió aliviado y sacó algunos cuadernos.
Pasó dos horas bajando hasta la cocina y decidir qué comer. Sacaré helado. Quizá Hiei pueda venir con hambre... siempre lo hace... El de chocolate.
Rió sólo ante su pensamiento. Desde hacía algún tiempo había empezado a considerar a Hiei en todas sus actividades. Era algo que no entendía muy bien, pero le gustaba.
Subió a su habitación con un envase de helado.
Se sentó y prentendió estudiar. No podía concentrarse. Se preguntó vagamente qué habría dicho el profesor al verlo salir así.
Empezó a llover.
- Perfecto -murmuró Kurama negando con la cabeza. Dejó la ventana sin seguro. No le gustaba pensar que Hiei estaba en algún lugar bajo la lluvia. Claro que podría haber regresado al castillo de Mukuro.
Bostezó. Sería mejor tomar un baño. Se hacía irremediablemente tarde.
Pero antes que pudiese decidir incluso levantarse sintió un ruido en la ventana.
Levantó la mirada. Era Hiei, tratando a duras penas de abrir la ventana.
- Por Dios... -murmuró Kurama asustado y corrió a ayudarle.
Abrió la ventana y recibió a Hiei en brazos antes que cayera al suelo.
Su...éltame...
- Hiei, ¿qué sucede? ¿qué..?
- ¡No me toques! ¡déjame en paz! -murmuró Hiei débilmente y se deshizo de Kurama como pudo. Kurama vio que estaba muy lastimado.
Su ropa estaba rasgada, su torso estaba dolorosamente arañado y sus heridas aún estaban en carne viva... Sus brazos tenían grandes cicatrices mal cerradas... Aún sangraba por la boca y tenía varios cortes en el pantalón.
- Hiei...
- No... te acerques... -dijo Hiei -. No sé para qué vine aquí... en primer lugar...
- Hiei, ¿qué te hicieron?... Por favor... dime qué pasa...
- Quiero morirme...
Estaba temblando de frío y de terror. Kurama pudo notar que sus ojos carmesí estaban algo alucinados y brillando. Tenían expresión de miedo y furia.
- Hiei... por favor...
- No me escuchas, acaso? He dicho que me dejes en paz.
- Pero...
- Quiero... morirme...
A Kurama le dolía terriblemente ver a su amigo en ese estado... Como si le odiara por alguna razón que él no conocía.
Hiei se había quedado recostado en la pared, cerró los ojos.
Kurama se acercó lentamente hacia él.
- Hiei...
- ¡déjame! -Kurama recibió un golpe en la mejilla. Había sido como en cámara lenta. Ver el rostro de Hiei contorsionado por el miedo y la ira, un pinchazo de dolor... los ojos muy abiertos por la sorpresa.
Hiei mismo se sorprendió de su reacción. Miró su puño levantado y luego a Kurama.
Kurama se inclinó para ver mejor a Hiei. Seguía temblando y estaba muy asustado.
El youkai lo miró a los ojos, como queriendo transmitir con la mirada lo que le había pasado.
Kurama abrió mucho los ojos al comprender.
- Oh, Hiei...
- No quiero que me toques... no quiero que me tengas lástima...
- No, Hiei... yo sólo...
- Déjame en paz... ni siquiera sé por qué vine.
- Hiei... necesitas un baño... y descansar.
- No quiero quedarme...
- Pero Hiei... Es necesario que descanses... y hay que curar tus heridas.
Hiei volteó bruscamente.
- No te estoy pidiendo que te hagas cargo de mí, ¿sabes?
Kurama negó con la cabeza, sufriendo cada vez más con la actitud que su compañero había tomado.
Se quedaron callados unos segundos.
Hiei lo miró dudando. Se había tranquilizado un poco desde que llegó a esa casa... cálida... llena de... no sabía qué... pero eso lo hacía un verdadero hogar. Pero no... no quería... Dentro de él sabía que Kurama no podría hacerle daño de ninguna manera, jamás. Pero...
- ¿sabes? Él la mató -dijo Hiei de la nada.
- ¿a qué te refieres? -preguntó Kurama sentándose frente a él.
- Mató a su hermana porque trató de ayudarme... -dijo Hiei volviendo a recordar aquella tortura.
- ¿Y te dio mucha pena? -preguntó Kurama, dándose por vencido ya que sabía que Hiei jamás le hablaría de... ello.
- No lo sé... Ella también quería hacerme daño. Odio a todos.
Kurama suspiró. Hiei se veía notablemente triste, dañado, furioso y aterrado.
- Necesitas descansar, Hiei -dijo Kurama ayudando a su amigo a ponerse de pie -. Te prepararé un baño y luego curaremos tus heridas.
- No confío en tí -dijo Hiei soltándose de Kurama.
Kurama sintió que esas palabras se clavaban en su pecho, como si una espada hubiese atravesado todo sus sentimientos y emociones sin ninguna clase de piedad.
Se quedó parado, desconcertado y se sintió sólo. Hiei había bajado la mirada.
- No puedo confiar en nadie -dijo Hiei en voz baja.
Kurama le dio la espalda y caminó hacia el baño.
- No es nada personal -dijo Hiei antes que Kurama entrara y abriera la ducha para que la bañera se llenara.
Kurama volteó y le dio una de sus sonrisas falsas.
- Será mejor que me apresure. Debes descansar.
Hiei se sintió peor que si lo hubiesen violado toda la vida. ¿por qué rayos tuvo que decirle eso a la única persona en la que confiaba plenamente? Era Kurama... ¿en qué estaba pensando?
- Kurama...
Salió del baño con la camisa arremangada.
- ¿Te sientes mal, Hiei? -preguntó Kurama preocupado.
- Y... no. Me siento genial. De la patada, diría yo -contestó Hiei con furia.
- Lo siento...
- Oye...
- Ya está listo, Hiei.
Cuando Kurama se acercó a él, Hiei retrocedió automáticamente.
- Te juro que no te haré daño -dijo Kurama casi suplicante.
- L-lo sé... Pero...
Kurama suspiró resignado. ¿Cuánto daño le habrían hecho a Hiei como para que se comportara de esa manera?
- Ten... -le dijo una toalla blanca -. Te esperaré aquí. Buscaré algo que puedas ponerte...
Hiei lo miró dubitativo. Miró la toalla. ¿cómo sabía él que Kurama no esperaría el mejor momento y...?
- No te haré daño, Hiei. Yo soy y seré siempre tu amigo... y compañero... -dijo Kurama con la voz cada vez más apagada -. Sólo quiero ayudarte...
Fueron esas palabras las que convencieron a Hiei de entrar rápidamente al baño. Talvez podría ahogarse ahí.
Cerró la puerta.
Entró con cautela al agua tibia. Sintió sus heridas arder terrible y dolorosamente dentro del agua. Cerró los ojos con fuerza, sin poder evitar que una lágrima cayera a través de su rostro.
Se la secó rápidamente con la mano, mojando inconscientemente todo su rostro. El dolor iba pasando. Ahora se sentía... relajante... El agua tibia en su cuerpo lo reconfortaba... Cerró los ojos. Pero los abrió de nuevo, asustado. Cada vez que se aventuraba a cerrar los ojos, aparecía el rostro de aquel ser despreciable... Recordaba todo el terrible acontecimiento. Su respiración se agitaba y sentía su corazón latir dolorasamente rápido.
Pasó una mano por su rostro. Jamás podría olvidarlo... Se sentía tan aterrado.
El agua había empezado a tomar un tono rojizo debido a las heridas no cicatrizadas de Hiei. Dejó que el agua corriera y abrió la ducha. Sentir las gotas de agua tibia caer contra su cuerpo lastimado hacía que una terrible debilidad se apoderara de él. Se recostó contra la pared helada. ¿Por qué le pasaba ésto? Era la primera vez que se preguntaba aquello desde... ¿por qué a él? ¿por qué lo odiaban tanto? No bastaba conque fuese el Niño Prohibido, no. También tenían que abusar de él y hacerle sentir menos. Tenían que herir a las personas que él quería... Tenían que hacerle sentir vulnerable y débil.
Empezó a odiarse a sí mismo.
Cerró la llave de la ducha y cogió la toalla.
La mancharé toda pensó envolviéndose con ella. Salió del baño.
La ropa estaba sobre la cama. Era una playera manga larga negra y un pantalón de igual color.
Hiei se quedó parado indeciso unos segundos.
- Parece que ya terminaste -Hiei se sobresaltó y retrocedió. Era Kurama, con una bandeja. Al parecer había comida y algo de beber.
- ¿quieres que curemos tus heridas? Si se pegan a la ropa puede ser mucho peor.
- Hn.
Kurama dejó la bandeja en el escritorio y se aproximó a Hiei, esperando que éste retrocediese... pero no lo hizo.
- Manché la toalla...
- No hay problema -dijo Kurama sonriendo comprensivamente -. Ahora... esto puede dolerte un poco.
Hiei cerró los ojos con fuerza al sentir el contacto del alcohol contra sus heridas. Pero sabía que Kurama lo hacía por su bien cuando lo sintió soplar suavemente para que pasara un poco el ardor.
Empezó a vendar su torso. Luego los brazos y la pierna derecha.
- No es justo -dijo Hiei en voz baja. Bajó la mirada y apretó los puños con la poca fuerza que le quedaba, tratando de hacerse daño le mismo con las uñas.
El zorro abrió suavemente sus manos y acarició lentamente las palmas de su amigo, con las leves marcas de las uñas de Hiei. Éste abrió mucho los ojos, pero se quedó callado. Kurama posó una mano sobre la de Hiei antes de seguir vendando.
Kurama lo miró comprensivamente.
- No es justo para nadie, Hiei. Para nadie.
Como deseo que mueran... Como deseo matarlos con mis propias manos...-pensó Hiei.
Kurama pasó inconscientemente un dedo por una herida cicatrizada que Hiei tenía en el rostro. Sintió un pinchazo de dolor en su propio rostro.
Hiei se quedó tranquilo, mirándolo fijamente. No le dolía. Ya no podía doler más.
- Listo, Hiei. Ya puedes vestirte -dijo Kurama mientras le daba la espalda para buscar algo en el estante.
Hiei se vistió rápidamente. Las mangas le colgaban un poco, pero le daba igual. Kurama volvió, con una cinta blanca.
- La tuya está manchada con mucha sangre -dijo Kurama sacándola suavemente -. La lavaré, ¿eh? Si quieres, usa ésta... Espera...
A la derecha del jagan de Hiei, había una peuqeña cicatriz en forma de cruz. Era por eso que sangraba tanto.
Kurama se apresuró a lavarla y parcharla.
- No sé qué significará esa cruz pero...
- Hn.
Kurama puso la otra cinta en la frente de Hiei.
- ¿No tienes hambre?
Tenía. Kurama llevó hacia él la bandeja con pasteles, galletas y una taza de té.
- Pero si prefieres chocolate...
- Así está bien -dijo Hiei cogiendo una galleta.
El hambre lo había estado carcomiendo por dentro. La comida preparada por el zorro era deliciosa. Sonrió débilmente.
Estaba sentado en la cama. Se apresuró a tomar el té. Estaba satisfecho.
Kurama se sentó a su costado.
- Ahora lo que necesitas es dormir, Hiei. Debes descansar.
Kurama estaba recostado en la pared, y pretendía ponerse de pie...
Hiei, no sabía cómo o por qué, ni pretendió hacerlo... simplemente se sentía tan débil que se dejó caer sobre las piernas del zorro, recostandose entre su pecho y estómago, con los brazos rodeando débilmente su torso y cintura.
Kurama lo recibió con bastante sorpresa y le abrazó también, sonriendo.
- ¿crees que sea posible que me muera mientras duermo? -preguntó Hiei trsitemente.
- No -respondió Kurama atreviéndose a acariciar suavemente el cabello de su amigo -. Pero nada pierdes intentándolo. Te prometo que si te mueres, te llevaré a enterrar en un ataúd muy lujoso, ¿eh?
- Y dile a Yukina que soy su hermano si eso pasa -dijo Hiei sitniendo somnolencia.
- De acuerdo.
- Y Kurama...
- ¿hmm?
- ... Hn. - Según Hiei, esa era la manera de decir 'gracias' -. Y si le cuentas a alguien te mataré. Lo juro.
- Está bien.
Hiei se quedó dormido en los brazos de Kurama hasta el día siguiente... Y por alguna razón, no tuvo pesadillas.
Y lo más extraño... Le había empezado a gustar.
Pero aún se sentía aterrado. Tenía que tomar venganza.
Se aferró a ese pensamiento y se concentró en descansar.
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Wenas! ¿qué les ha parecido?
Es la primera vez que escribo algo así T.T no sean rudos.
Espero les haya gustado y ya escribiré el segudno capítulo titulado: Alas Rotas
noooooo! mañana(martes 21) clausura del cole T-T nu queru
TT-TT REVIEWS!!! ONEGAI!!!
