¡Hola!
He de decir dos cosas, antes que nada: Sólo me he leído el primer libro de la trilogía. Lo sé, lo sé, me debería dar vergüenza. Pero en mi defensa diré que desde que me leí el primer libro en febrero no he tenido oportunidad de continuar, así que la semana que viene voy a empezar En Llamas. De manera que… ¡Nada de spoilers, por favor! También, cuando me leí el primer libro, estaba en inglés porque no me pude hacer con uno en español. Así que si algún término está mal, ¡por favor corregirme! Careers en la versión en español son los profesionales que se entrenan para entrar en los Juegos del Hambre.
Esta es una historia que tenía pensada desde antes de que supiera que los Juegos del Hambre existiesen. Debido a la similitud, he adaptado un par de cosas aquí y allá… ¡y he decidido hacerla un fanfic! Espero de verdad que os guste, ¡dejarme vuestras opiniones en reviews por favor! Bueno, bueno, sin enrollarme más…
We Are Careers
A la edad de 77 años, estar despierta a las dos de la mañana en una noche tormentosa era lo que menos le apetecía a Mayra, a quién la buena vida parecía haber olvidado y aquel pelo tintado de azul, acompañado de una cara con maquillaje y arrugas eran ya un simple reflejo en el espejo en vez de la imagen que le producía orgullo.
—Qué va a ser de mí… —suspiró la anciana, incapaz de concebir el sueño a pesar de sus esfuerzos que involucraban leer el periódico mientras bebía su chocolate caliente— Ni las pastillas para el sueño del médico, ni hacer ejercicio, ni leer… nada de nada. Algún día tendrás que dormir una noche entera, ¿no Mayra?
De repente el pensamiento de que estaba hablando sola acudió a la mente de la mujer, y cerró la boca mientras le seguía dando lentas vueltas a la cuchara sumergida en el chocolate caliente.
Otro trueno resonó fuera de la casa, y el viento agitó las ventanas de manera que Mayra no puedo evitar pensar que la causa de su insomnio sería muy distinta si el edificio no hubiera sido tan formidablemente construido. Decidió que las noticias anunciadas en el periódico no eran de gran interés, de modo que ajustándose sus gafas se dispuso a completar el crucigrama cuando le pareció oír un ruido en la puerta.
Irguió la cabeza, intentando escuchar lo mejor que su oído le permitía. De repente volvió a oír aquel leve murmullo… algo distinto al suave golpeteo de la lluvia. Extrañada, apoyó sus envejecidas manos en la mesa y se levantó con cuidado. Arrastrando torpemente los pies la mujer se acercó a la puerta, y escuchó con más atención. No había duda, allí estaba el murmullo. Esta vez era mucho más audible.
Sorprendida, dudó unos momentos sobre si debería acudir a por ayuda. Una vez alcanzada aquellas edades, Mayra no estaba para enfrentamientos. No obstante la curiosidad que siempre la había caracterizado se apoderó de ella, y retirando todos los pestillos posó la mano en el pomo. Un relámpago lleno la estancia de luz azul, y haciendo uso de toda su valentía la anciana abrió la puerta.
Un furioso viento y una fuerte lluvia la recibieron, colándose sin medida a la entrada que acababa de ser abierta. La mujer entrecerró los ojos en un vano intento de proteger su vista de la tormenta, y escudriñó los alrededores en busca de aquel murmullo. ¡Ahí estaba otra vez! Asombrada miró hacia abajo, donde se encontró un puñado de mantas que envolvían a un pequeño bulto. Entonces Mayra lo entendió todo perfectamente.
Tomó los trapos en sus brazos, cerró la puerta tras de sí y echó los cerrojos. Luego caminó lo más rápidamente que sus deterioradas piernas le permitían. A la luz de la cocina retiró todas las mantas, y se encontró con unos saltones ojos verdes que la miraban entre lágrimas.
