Balade à vélo...

Negro, azul y naranjo.
Rojo, amarillo…
Celeste y blanco.

La ultima estrella, desaparece y el primer trineo de un pichón de gorrión hace eco en el silencio matutino, preso de un sueño incomodo o inquieto, buscando el calor de su mamá. Los pequeños trineos aumentan y enseguida las garras de un gorrión más grande, contra las tablas del entretecho, hace que los pequeños aumenten su bulla.

Pasado un rato, los sonidos se calman y todo vuelve a ser silencio.

Seguramente, la mamá gorrión les llevo una exquisita lombriz para desayunar.

Desayunar.

En algún momento tu subconsciente despierta y caes en el hecho de que acabas de apretar el botón de "posponer en 10 minutos más" por tercera vez, bien podría ser la sexta vez, pero no podrías asegurar tal cosa.

Sin pensarlo ni un segundo, lo siguiente que sientes es el molesto frio matutino en tus piernas, las frías baldosas del corredor y el frio chorro de agua en la ducha.

¡Maldices!

¡No han pagado la factura del gas!

Pero al par de segundos el agua comienza a entibiar y a calentarse hasta que quema.

Pero no tienes tiempo para regular su temperatura.

No tienes tiempo para nada, casi ni para enjuagar el shampoo de la cabeza.

Te vistes, mientras aún hay sectores, grandes sectores de tu cuerpo mojados, que hace que la blusa se vaya pegando sobre tu espalda, tu cintura… ombligo ¡No tienes tiempo, no alcanzas a secarte!

Incluso dudas de tomar tu celular y comprobar la hora porque sabes que esos 5 o 10 segundos, te pesaran luego, en alguna situación cliché como, si al llegar al corredor en el que se sitúa tu aula, ves al profesor entrando y cerrando la puerta ¡que no darías por haber llegado 10 segundos antes!, segundos que te permitirían correr con todo lo que dan las piernas y colarte antes que el profesor. En el peor de los casos, chocaras con la puerta, pero son riesgos que tienes que tomar.

Te terminas de calzar los zapatos, porque esta no es una casa estilo japonesa, en donde los zapatos están en la entrada de la casa.

Abotonas tu camisa ya empapada, subes el cierre de tu falda.

Tomas tu bolso, que por prevención arreglaste la noche anterior, junto con la corbata.

Todo esto, bajo la atenta mirada de azulada de cierto con descendencia japonesa.
"No cerro su ventana, ni sus cortinas anoche, y por sus pezones endurecidos, debió pasar frío" murmura, pensando al mismo tiempo "¿que estoy haciendo con mi vida?, me he convertido en un acosador".

Tomas una dona de la caja de donas que hay en la mesa de la cocina, junto con una servilleta, que si no están cerca, ni eso tomas.

Junto con el dulce sabor, se mezcla uno desabrido. Agua. El agua del cabello que no fue secado en ningún momento, excepto por una toalla, que ahora suelto, cae en los hombros y moja la blusa.

Al creer que el agua, pudo haber corrido el maquillaje de la cicatriz, caes en cuenta: Hoy, no hay maquillaje.

Sales de casa con un trote suave, pues las energías deben durar hasta el instituto.

Un freno de una bicicleta interrumpe el ambiente silencioso de la mañana.

"Hey, parece que vas un poco atrasada" dice…


Hola, escribi algo sin sentido para hoy, porque tengo ganas de decir "Hola, estoy viva y olvide el final de mi fic principal" y "no se emocionen, tal vez el otro año invento un final tan bueno como el que olvide", y las disculpas iran en el fic correspondiente.

Se que me odian, no lo nieguen, lo comprendo y las quiero de todas formas xD.

Y si, perdi totalmente la habilidad de escribir :'(