La nouvèlle adolescence

Kyouya acarició la pantalla táctil del ratón, deslizando el cursor para destacar unas frases del texto que tenía delante.

-Interesante… -murmuró. Apagó el ordenador y se quedó un rato a oscuras, reclinado en el sofá, frotándose los ojos bajo las gafas. Miró las manecillas fluorescentes de su reloj y frunció el ceño al ver que otra vez se le había hecho demasiado tarde.

Avanzó por los pasillos helado hasta su cuarto. Le picaban los ojos y tenía los hombros doloridos. Sólo quería descansar.

Dejó la camisa del uniforme cuidadosamente colgada de su percha correspondiente, y los pantalones doblados en el respaldo de una silla. La corbata, las gafas y el reloj se quedaron en la mesilla de noche.

Gimió cuando se dejó caer en la cama, boca abajo. Las sábanas de algodón beige estaban suaves y recién lavadas. Su frescor le alivió un poco los músculos cansados. La tensión del día le abandonaba poco a poco.

No del todo, por supuesto. Un Ootori nunca baja la guardia, ni siquiera cuando duerme.

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Haruhi apagó el flexo y cerró los libros. Cogió el despertador de Hello Kitty de su mesilla (restos femeninos de su infancia más remota) y vio disgustada que eran casi las dos de la mañana. Suspiró y se metió en el futón, sabiendo de antemano que las cuatro horas de sueño que tenía por delante no serían suficientes.

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Algo pasaba. Algo malo. Algo que impedía el correcto transcurrir de las cosas.

"-No puedo dormir" –se dijo Kyouya. ¿Cómo era posible que no conciliara el sueño, con lo cansado que estaba? Apartó las sábanas de una patada. Si ahora estaba de mal humor, no quería pensar en cómo estaría al día siguiente, tras una noche de descanso insuficiente.

Barajó la posibilidad de asaltar la macro farmacia familiar, en busca de un somnífero, pero no le convenció demasiado. Como mucho le sumiría en un sueño artificial que no le dejaría satisfecho…

Se tumbó de nuevo, tratando de invocar a la somnolencia. Mientras saltaba de un pensamiento a otro, empezó acariciarse el estómago con las puntas de los dedos, distraídamente. Conociendo de antemano sus intenciones, sucumbió a la sed de endorfinas de su organismo adolescente.

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"-Maldita sea…" –se dijo Haruhi. Ni se molestó en plantearse la inmoralidad de lo que su cuerpo deseaba. Tampoco se dio la vuelta para estar más cómoda. Se limitó a yacer boca abajo, tal y como estaba, y deslizar las manos bajo su vientre, rindiéndose a una necesidad que superaba su agotamiento.

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-¿Estás bien, Kyouya-senpai?

Él alzó la mirada, esforzándose en parecer eficiente y certero como un escalpelo.

-Perfectamente.

-Pareces cansado –insistió Haruhi, observando los cercos oscuros bajo sus ojos y los párpados un poco hinchados. – No hagas más de lo que puedas.

Kyouya asintió, intentando no bostezar. Se dio la vuelta y alzó una ceja al encontrarse con la expresión llorosa de Tamaki.

-¿Te encuentras mal, Mamá? –le cogió de los hombros - ¡Los niños te hacen trabajar demasiado! ¡Niños! –exclamó, girándose con severidad histérica hacia Hikaru y Kaoru - ¡Estáis acabando con la juventud de vuestra madre!

Kyouya se soltó de las garras sobreprotectoras de Tamaki.

-¿Y qué esperabas, teniendo tres hijos crecidos con diecisiete años? Además, si tú eres el papá, eres el único culpable de la pérdida de mi juventud.

Suspiró, dándole por imposible cuando se acurrucó en un rincón.

"-Si todos fuerais un poco más eficientes, no tendría que vigilar como un halcón el precario equilibrio de este Club, y podría dormir en condiciones". Empezó a reflexionar sobre ello, con irritación creciente. Los otros se dieron cuenta de que no era él mismo cuando espantó a una clienta con una mirada que hubiera podido competir con las de Kasanoda.

-Oye, Kyo –Hani le tiró de la manga, arriesgándose a ser deportado como mínimo – Creo que tienes que descansar un poquito.

-E… es verdad, senpai –dijeron los gemelos, un poco escondidos detrás de Mori.

-Sí, ya –dijo Kyouya, con una voz de ultratumba – Al volver me encontraría con el Apocalipsis. Ni hablar. Seguid atendiendo a las clientas y dejas que me ocupe yo de mis necesidades.

-Es obvio… -dijo Kaoru, sonriendo como un gato. "Bueno, pensó Kyoya, corrigiéndose, esa es una descripción un poco vaga. Más bien, sonríe como un gato que hubiera estado en la ventana del cuarto de baño en el momento en que intentabas deshacerte de una erección matutina" - …que llevas ocupándote de ti mismo demasiado tiempo. Y en demasiados sentidos.

Kyouya entrecerró los ojos, intentando sacar el significado enterrado en esas frases, pero no pudo. Se alarmó de verdad. Debía estar muy hecho polvo si no podía poner en funcionamiento las neuronas.

-Vale, me iré un rato al cuarto de al lado. Pero sólo media hora, para descansar los ojos.

Los demás le empujaron hasta la habitación, sonrientes pero inflexibles.

En cuanto cerraron la puerta, se lanzó a una chaise longe de terciopelo. La delicada inclinación del sofá era perfecta. Se tumbó boca arriba y se quitó las gafas y la chaqueta, hundiéndose en el pegajoso sopor.

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Haruhi sirvió un poco más de té a la chica que tenía al lado, esforzándose en seguir la conversación. Pero temas más complicados requerían su atención.

Por ejemplo, el hecho de que pasara veinte de las veinticuatro horas del día pensando en el sexo.

También era interesante que no solo estuviera excitada mentalmente, sino que tampoco pudiera dejar de tocarse. Hasta había pedido permiso en clase para ir al baño, presa de un ataque de lujuria asesina.

El mensaje que le daba su cuerpo estaba claro: tenía que copular. Tenía que hacerlo, y ya.

A pesar de todo, no podía hacerlo con cualquiera. No. Seguramente sería mejor escogiendo a alguien de su círculo más cercano. Empezó a observar a los del club, calibrando.

"-Hani, descartado –se dijo, mirándole devorar un trozo de pastel con chantilly – Quizá ese aura inocente pueda atraer a chicas más experimentadas, pero yo me sentiría como una corruptora de menores".

Automáticamente, pasó a Mori.

"-Mori-senpai tiene la presencia y la madurez que busco, pero…Es demasiado paternalista, y de un modo más serio que Tamaki" –no quiso admitir ante sí misma que la altura, el tamaño de las manos de Mori y la posibilidad de hallar proporciones equivalentes en el resto de su cuerpo, la inquietaban bastante más que su actitud paternal.

"-Los gemelos –un escalofrío la recorrió al pensar en qué macabros entretenimientos podría experimentar con ellos. A su pesar, también se le encogió el estómago y notó un ardor demasiado familiar ya entre sus piernas – Tachados de la lista. Demasiada experiencia".

Miró a Tamaki por un instante. Ni loca. Para Tamaki un orgasmo equivaldría a una propuesta de matrimonio…

Eso sólo dejaba a Kyouya. ¿Por qué el más complicado? Pero, después de todo, había sido su propia selección. Tragó saliva y se dispuso a afrontar el reto.

-Lo haré –dijo en voz alta. Las chicas se le quedaron mirando.

-¿El qué, Haruhi-kun? –preguntó una de ellas.

-Eh… Ir a por más té –dijo – Este está un poco frío.

-¡Qué atento eres, Haruhi-kun!

Tamaki estaba momentáneamente desocupado. Ella se acercó, extrañada.

-¿Cómo es que no estás con las chicas, senpai?

-Una de ella se ha puesto enferma, así que tengo un hueco. ¿Quieres que lo use para jugar contigo, Haruhi?

Ella miró hacia otro lado, intentando ignorar las chiribitas de sus ojos.

-En realidad… Creo que yo tampoco me encuentro muy bien…

No había terminado de decirlo cuando Tamaki chasqueó los dedos de forma autoritaria. En un segundo se vio rodeada por los demás miembros del Club, que se peleaban por ponerle toallas frías en la frente, termómetros en la boca y, incomprensiblemente, trozos de pastel delante de la cara.

-¡E…esperad! –dijo, apartándoles – No es que esté enferma, sólo estoy cansada. Tal vez podría descansar un poquito, como Kyouya-senpai.

-Con que evadiéndote de tus responsabilidades… -dijeron los gemelos, negando con la cabeza, perfectamente acompasados – Así no vas a pagar tu deuda nunca, Haruhi.

Se miraron, súbitamente conscientes de lo que habían dicho. Su actitud cambió radicalmente y empezaron a empujar a Haruhi hacia la sala donde descansaba Kyouya.

-Bueno, bien pensado, creo que deberías dormir… -dijo Hikaru.

-…porque no nos sirves de nada si no estás al cien por cien – completó Kaoru.

-Lo que queréis es que me quede de por vida trabajando aquí –dijo ella. Tamaki se interpuso en su camino.

-¡Esperad! ¡No podéis dejar que Haruhi duerma ahí!

-¿Eeh? –dijeron los dos a la vez, frunciendo el ceño.

-¿Acaso lo habéis olvidado? ¡El Señor Oscuro está descansando en esta sala, en este preciso momento! No podemos dejar a la pobre Haruhi a su merced.

-Esto… No pienso despertar a Kyouya-senpai, si eso es lo que os da miedo.

Los otros habían empezado a trazar un plan en una pizarra. Tamaki trazó un par de líneas y se dirigió a los Host con pose de general de la Armada.

-Escuchadme bien. Vamos a empezar la operación : Protección Sin Descanso De Haruhi y Su Sueño. Organizaremos guardias a lo largo de la tarde para que no esté sola con Kyouya en ningún momento.

-¡Yes Sir! –dijeron todos. Haruhi se acercó a ellos, intentando transmitir toda la irritación que sentía.

-No veo necesaria tanta vigilancia –dijo, en un susurro furioso – Si lleváis a cabo esta estupidez de plan, despertaré de verdad a Kyouya-senpai y le diré que lo hice porque vosotros me lo ordenasteis.

Eso les dejó eficientemente callados. Haruhi aprovechó su momentáneo silencio para escabullirse dentro de la sala contigua.

Se sobresaltó cuando vio que Kyouya ya estaba despierto. Bueno, tan despierto como podía estar. Ni siquiera se había puesto las gafas.

Kyouya vio el borrón que era Haruhi aproximándose a él. Se frotó los ojos, intentando estar receptivo a lo que le fuera a decir, aunque no prometía nada.

-¿Quieres algo, Haruhi? –preguntó, con la voz ronca. Ella dio un respingo y empezó a pasearse por la habitación, retorciéndose las manos.

-Nada en especial. ¿Estabas cansado, ne, senpai? Yo… últimamente tampoco duermo muy bien. Demasiadas cosas en la cabeza.

Kyouya asintió, sin prestarle mucha atención. Envalentonada por su silencio, ella continuó.

-Todos necesitamos… satisfacer nuestras necesidades, ¿verdad? Comer, dormir… y otras cosas –Kyouya seguía asintiendo, sin entender absolutamente nada. ¿A qué venían todos esos rodeos? – Como –continuó Haruhi – el sexo.

"-Vale, ahora estoy despierto" –se dijo Kyouya, mirándola todo lo fijamente que le permitían sus dioptrías.

-Tenemos una edad –siguió ella – en la que… ciertos temas de conversación se vuelven muy importantes. Uno puede centrarse en una idea en la que poco o nada tiene que ver la razón, y sí las hormonas…

-¿Qué es exactamente lo que me estás diciendo, Haruhi? –le interrumpió él.

Ella respiró profundamente.

-No dejo de pensar en hacerlo. Llevo más de una semana obsesionada, y creo que lo que tengo que hacer para acabara con toda esta estupidez es llevarlo a cabo y punto.

Kyouya disimuló su nerviosismo colocándose las gafas. "-Quién iba a decirme que Haruhi y yo coincidiríamos alguna vez en algo…".

-Y de todos los candidatos, he salido yo elegido –sonrió, satisfecho con su rubor – Si fuera Tamaki, diría algo así como "lo entiendo perfectamente, nadie puede resistirse a mi atractivo" –ella le miró, incómoda – Pero yo no soy Tamaki, así que no diré algo tan narcisista.

"-Ya lo has dicho" –pensó Haruhi.

-En fin, ya que me lo pides con tanta educación –dijo él, levantándose – De acuerdo.

-¿Eh? –fue lo único que salió de la boca de ella.

-Que acepto –repitió Kyouya, disimulando la sonrisa.

-Ge…genial –dijo ella – Me alegro de que hayas aceptado, senpai. Me consuela saber que alguien con tu experiencia va a… tratar mi caso.

Algo dentro de Kyouya se congeló, pero supo disimular muy bien.

-Bueno, debería volver a la sala de música –dijo, dejándola a ella en la habitación a oscuras.

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"-Experiencia, dice…" –Kyouya se había sumido en una neblina de sarcástica preocupación desde que había continuado con su trabajo en el club – "¿Cómo voy a tener experiencia si dedico casi todo mi tiempo a Tamaki y sus jueguecitos? Lo asombroso es que sepa que tengo algo de cintura para abajo. Experiencia, ¡ja!"

Despidió a las clientas mecánicamente, y asintió a la verborrea de Tamaki sin enterarse de lo que le decía. Cerró las puertas del club en cuanto terminó de revisar la contabilidad, y se encaminó hacia el parking, andando como un autómata.

Se sobresaltó al ver a Haruhi esperándole en el pasillo. Erigió una sonrisa que ocultara su inseguridad y se aproximó a ella.

-¿Tanta prisa tienes? –ella se sonrojó intensamente – Bueno, déjame pensar. En mi casa no puede ser, porque mi hermana tiene la molesta costumbre de entrar y salir de mi cuarto siempre que quiere. En tu casa también sería peliagudo, porque tu padre todavía no ha ido a trabajar.

"-Que propio de Kyouya tenerlo todo tan controlado…" –pensó ella, luchando con su vergüenza y su sonrojo. Le hubiera encantado mostrarse tan fría y desenvuelta como él.

-Quizá deberíamos ir a un love-hotel… A uno apartado, por supuesto. No puedo dejarme ver así como así en un lugar de esos.

-¿Has… has venido en coche? –dijo ella, mirando al suelo.

-¿Mm? Claro, he venido en el Rolls –la miró, alzando una ceja - ¿Seguro que no te importa? No es el sitio más adecuado para una primera… experiencia de ese tipo.

-Estará bien –dijo ella, seria. Estaba sudando a mares. Por si no era suficiente con el estado de ebullición continua en que se encontraba desde hacía una semana, toda esa conversación estaba haciendo estragos en su libido.

Él se encogió de hombros y echó a andar. Bajaron al aparcamiento, donde sólo quedaba el Rolls de los Ootori. Tachibana esperaba en posición de firmes delante del coche. Kyouya se acercó a él, para darle unas cuantas instrucciones.

-Me gustaría que me dieras un poco de intimidad. Sin discusiones. Llevo el móvil encima y no planeo moverme del coche. Pero no quiero vigilancia.

El guardaespaldas dudó.

-¿Crees que voy a hacer alguna estupidez, Tachibana? –dijo Kyouya, con una voz algo más intimidante – Puedes decírmelo.

-No, Kyouya-sama. Sé que es un joven cabal y responsable. Discúlpeme.

Haruhi le observó marcharse, sintiéndose culpable. Kyouya abrió la puerta del Rolls, cediéndole el paso. Dentro olía a limpio, y los asientos eran increíblemente mullidos.

-Tachibana va a pensar que soy un súcubo… -dijo, todavía sintiéndose mal.

-No he visto a nadie con menos madera de súcubo que tú, Haruhi –dijo Kyouya. Se inclinó un poco sobre ella - ¿Empezamos? –dijo, susurrando.

Ella asintió, ruborizándose, aunque ya empezaba a tener las cosas bajo control. "-Qué irónico –se dijo – Cuando más me acerco a la línea de salida, más tranquila me siento".

No era este el caso de Kyouya. Tenía las manos heladas y no sabía muy bien como salir del embrollo que se había buscado por su orgullo.

Un beso, pensó. Un besó no era algo difícil de llevar a cabo, y seguramente le iría metiendo en situación. Se inclinó sobre ella, pero Haruhi giró la cabeza.

-Me…me gustaría pasar directamente al final.

"-La Suerte se ha olvidado de mí. No. La Suerte se está riendo mientras me señala y me arroja sus excrementos" – Kyouya asintió y empezó a quitarse la chaqueta.

Haruhi le imitó, agradeciendo la oscuridad del párking y el refugio extra que ofrecían los cristales ahumados del coche.

Según se iban desnudando, encontraron un problema: el Rolls no era tan espacioso como habían creído en un principio. Quitarse los pantalones era una odisea demasiado grande, así que Kyouya se los dejó puestos de momento. Lamentablemente, Haruhi no se podía permitir hacer lo mismo, y pese a ser tan pequeña, se las vio y se las deseó para quedarse casi desnuda de cintura para abajo.

"-¿Soy yo o lleva unas bragas de Doraemon?"

"-Mierda, en estos momentos es cuando deseas tener un guardarropa algo más femenino… o al menos más adulto"

-Espera, te ayudo con…

-…vale. Para, no, no va así.

-Lo siento, déjame que…¡ay!

-¿Te has hecho daño?

-Sólo ha sido el techo… Colócate así, a lo mejor…

-Vale. No, no vale.

-Yo creía que…

-Quizá si me tumbo en el asiento.

-Tendría que sacar las piernas por la ventanilla…

Se miraron unos segundos, en silencio. Se sentaron sin decir palabra, sudorosos por tanto movimiento, y ambos profundamente avergonzados.

-Kyouya-senpai, ¿habías hecho antes…?

-No. Ni una sola vez.

Haruhi le miró con la boca abierta. Apretó los puños, intentando contenerse, pero no pudo.

-¡Me has mentido!

-No lo he hecho.

-¡Me has ocultado la verdad, lo cual es lo mismo!

Él se giró, taladrándola con sus ojos oscuros.

-Lo siento –dijo. Haruhi cerró la boca. El Rey del Mal abochornado era casi igual de terrorífico que recién levantado.

Pasaron unos segundos en silencio, vistiéndose. Kyouya sacó el móvil y llamó a Tachibana.

-Te dejaremos en casa –le dijo a ella.

-Si hubiera sabido esto –empezó a decir ella, mientras esperaban al guardaespaldas – no me habría aterrorizado tanto cuando te abalanzaste sobre mí en la excursión a la playa.

Él se giró, interesado.

-¿Estabas aterrorizada? Parecías muy segura de ti misma.

-Bueno, eso no importa ahora –dijo ella, frunciendo el ceño.

-A mí si me importa. Puesto que mi propósito en ese momento era aterrorizarte, me resulta increíblemente satisfactorio saber que lo conseguí.

-Supongo que tienes razón –Haruhi miró por la ventana, abstraída - ¿Qué vamos a hacer? ¿Olvidarnos del tema? ¿Hacer como si nunca hubiera pasado nada?

Kyouya abrió la ventanilla para que entrara un poco de aire. Se llevó la mano a la barbilla, cavilando.

-También podemos afrontar esto de otra manera. No tenemos por qué avergonzarnos por nuestra ignoracia –la miró, con una sonrisa calculadora – sino sacar algún provecho de la experiencia, aprender algo nuevo y, a ser posible, juntos.

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Vale, ahora es cuando vienen las explicaciones. Subí esto ayer, pero en vez de subir sólo el primer capítulo, como tenía pensado, subí todo lo que tenía escrito hasta ahora, que son como 4 caps. Normal que la gente me dijera "me ha sorprendido su longitud" XD

Siento haber borrado la historia, porque se han perdido también los reviews, pero creo que los contesté todos.

Bueno, lo único, que unos pocos privilegiados han leído todo lo que tenía antes de tiempo. Que suerte, ¿no? Pues a partir de ahora las cosas van a ir muuuucho más despacio, me temo.

En fin, lo siento por mi torpeza suma.