Naruto no me pertenece, pero el siguiente relato sí.

Aviso: Este drabble está participando en el reto: ¡Humor de cuarta! del foro Secreto en el Valle del Fin.

OoC (leve).


°•° Entre sake y apuestas °•°•


—Tsunade-sama, creo que ya ha bebido demasiado...

—¡Silencio, Shizune! —golpeó su vaso y la botella vacía contra el escritorio—. Tráeme una nueva botella. Creo que ese sake se filtró.

—¿Se filtró?

—Sí, solo me bebí dos vasos y —alzó sus brazos casi insensibles por el consumo de alcohol—, se acabó.

Un tic apareció en la ceja de la azabache ante tal mentira.

—Yo no creo...

—¡Te dije que te callaras! —reprendió, haciendo saltar a su acompañante—. Solo tráeme-una-nueva-botella-de-sake.

Shizune comenzó a negar con su cabeza, todavía afectada por el regaño, pero sin ceder.

—No lo haré.

—Bien —Tsunade se levantó y rodeó el escritorio de su oficina, sin molestarse en cubrirse los hombros con su habitual túnica verde—. Iré yo misma.

Shizune se alarmó. Que la hokage se paseara ebria por la aldea en busca de más bebida acarrearía grandes problemas. Y sabía que luego de que se le pasara la borrachera, su maestra aborrecería tener que ser visitada por los ancianos de la aldea para una regañina.

Intentó detenerla, pero la mayor simplemente se sacudió de su agarre y siguió su camino hasta la salida. Entonces fue ahí cuando jadeante por la infructífera persecución y con Tonton entre sus brazos, sintió como una de sus patas daba con lo que tenía en su mano derecha.

—¡Si se queda aquí le contaré quien me regaló este anillo! —su último recurso funcionó. Lo supo en cuanto la rubia se dio vuelta tambaleándose.

—¿Por fin dejarás el misterio, Shizune? —Había estado molestándole la intriga por querer saber quien de pronto le obsequió un anillo, y aunque se lo preguntó algunas veces, nunca se lo contó, por lo que ahora su curiosidad se multiplicaba.

—Sí.

—¿Quién te lo dio? ¿Fue alguien de la aldea...?

—Volvamos a la oficina. Allí le contaré.

Tsunade chasqueó su lengua, debatiéndose entre el sake o el chisme. El último resultó ganador.

De regreso en la oficina, espetó:

—Suéltalo.

—¿Recuerda el balneario al que fuimos hace unas semanas? —la rubia asintió—. Usted salió a hacer sus respectivas apuestas, una de esas veces se quedó hasta tarde, así que fui a buscarla. Estaba apostando y perdiendo contra este señor llamado...

—Ramura.

—Sí, tuve que intervenir cuando usted vomitó a media apuesta, así que hice de relevo... Y gané.

—Pero... —Tsunade tartamudeó—. Yo no estaba jugando por un anillo.

—Es correcto, habían apostado dinero, pero luego de seis rondas más, ese señor tuvo que deshacerse de una pertenencia valiosa para pagarme. Todo mientras usted estaba medio desmayada a mi lado...

—¿Entonces tú...? ¡¿Apostaste?!

Imposible, pensaba Tsunade.

—Desde esa noche lo tengo —movió el dedo con el objeto en cuestión—. Ya sabe la historia, ahora se quedará aquí y no buscará más sake.

—Yo no...

—Me dio su palabra.

—Maldición.

—Ahora iré por un té. Y usted no saldrá en ese estado. Ya regreso.

Cuando la puerta se cerró, Tsunade alzó sus cejas sabiendo que nunca más cedería al chantaje de Shizune, y que la misma era toda una caja de sorpresas.


Este drabble fue hecho en la raya, como dicen en mi país; pues cuenta con 500 palabras.

El género debía ser humor, y Tsunade borracha siempre me ha divertido, así que no pude resistirme. Espero haberlos entretenido.

Gracias por leer.