Saint Seiya y sus personajes son propiedad de Masami Kurumada. Danae es mía.

Una confusión

30 de mayo de 1988

Atenea le había rogado a Zeus que reviviese a sus Santos y el dios se lo había concedido a su hija. Hacía ya varios meses de eso y todos los Santos que habían caído en batalla se acostumbraban a la nueva era en el Santuario. También los siervos lo hacían. Entre estos siervos había una, que había cumplido veintidós años hacía diecisiete días. Ella era la escudera Danae.

A la escudera le parecía triste que nadie quisiera recordar el cumpleaños de el caballero de Géminis, Saga. Después de todo, ella no olvidaba los tiempos en que este caballero era el héroe de todo el Santuario; el Santo más querido. Por eso le parecía injusto que todos olvidaran eso, como si el resto de ellos no hubiera tenido culpas. Estaba discutiendo sobre su sentir con su señor Aldebarán de Tauro y con el caballero de Leo, Aiolia y les dijo esto:

—¡Cómo si tuvieran derecho a juzgarlo! Todos cometemos errores, el chiste es como se enfrenta uno a las consecuencias de ellos, nadie es perfecto, por Atenea— Danae mantenía la vista fija en ambos Santos dorados.

Su señor, Aldebarán de Tauro, no tuvo más opción que quedarse callado, por esta vez. El formaba parte de la gente que había juzgado mal al Santo de la tercera casa. Eso no evitó que mascullara por lo bajo.

—¿Qué planeas hacer? ¿Pedirle disculpas en nombre de todos los Santos dorados porque no nos acordamos de la fecha de cumpleaños del traidor?— quien dijo esto fue Aiolia. Como se sabe, el buen muchacho tenía razones suficientes para guardarle rencor, ya que él sufrió con la reputación de traidor.

—Yo no pido, ni pediré disculpas en nombre de nadie. Solamente digo que no deberían andar de bocones, cuando todos ustedes creyeron en su papel de patriarca por trece años. Y yo también me incluyo, porque hasta que se dio la estúpida batalla de las doce casas, no me enteré de nada.

—Ni como refutarte, joder— dijo el caballero de Leo.

—Y si ustedes no quieren recordar que Saga alguna vez fue un héroe y que todos esperábamos ansiosos esta fecha, es su problema, no el mío. Y aunque el señor no me dé las gracias por haber recordado su día de nacimiento, iré hacia Géminis.

Dicho esto, dejó a Aiolia hablando solo y se fue camino a la larga escalera. Y mientras subía, tarareaba una canción de guerra, como era su costumbre cuando iba hacia Géminis. A la mitad del camino, un hombre vino hacia ella. El tarareo de Danae, se volvió canto, mientras el hombre la miraba extrañado.

—Discúlpeme. Iba hacia su casa a decirle feliz cumpleaños, pero veo que nos encontramos por aquí. Será mejor que regrese a Tauro y vaya por mis cosas, para irme a mi casa. Así que, hasta la vista, señor Saga y que tenga un lindo día.—cuando terminó de mencionar esto, dio la media vuelta y se fue tarareando la canción de nuevo, escaleras abajo.

—¡Oye, espera! Yo no soy… —Kanon se quedó a mitad de la corrección, porque la escudera se había ido muy lejos.

En esas iba llegando Saga, cuando vio a su hermano parado a la mitad de la escalera, con cara de circunstancias.

—¿Qué pasó hermano?

—¡Qué la extraña escudera de Aldebarán de Tauro me confundió contigo!—el gemelo menor se fue escaleras abajo bastante furioso. Y Saga no pudo preguntarle qué demonios quería esa joven.

—Aunque… bah, no creo que haya venido a desearme un feliz cumpleaños.

Dicho esto, Saga escaleras abajo. No quería que su hermano menor se metiese en líos.

Sí, lo habrán notado: esta es la confusión de la que hablo en varios de los fics que he escrito. Lo escribí hace tiempo, pero decidí esperar a esta fecha para publicar este escrito. No odien a Danae, si cualquiera que no conociera a Kanon lo viera, también lo confundiría con su hermano. Gracias de antemano por leer mis locuras.