En un pueblo donde cada invierno cae nieve, se puede ver un castillo, el cual tiene las puertas cerradas, ya que es de noche. En una de las habitaciones se puede ver a una niña acostada en su cama, durmiendo, hasta que su hermana, despierta por las luces que se ven en el cielo, se va a la cama de su hermana mayor para despertarla.

-Elsa, ptss.

Al ver que no le hacía caso, se subió a la cama y se puso encima suyo sentada.

-Elsa. Despierta, despierta, despierta.

-Anna, vuélvete a dormir.

-No puedo, Elsa. El cielo está despierto, y yo estoy despierta. ¡Así que tenemos que jugar!

-Pues ¡juega tú sola!

Tras decir eso, la empujó de la cama haciendo que cayese al suelo.

-¡Ay!

Se puso a pensar, y le vino una idea a la cabeza. Se volvió a subir a la cama y le levantó un párpado.

-¿Hacemos un muñeco de nieve?

Elsa abrió los ojos y miró a Anna sonriendo.

-Venga.¡Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos!

-¡Shh!

Llegaron al salón de baile riendo. Tras entrar, Elsa cerró la puerta y, arrastrada por su hermana, se puso en el centro de la habitación.

-¡Haz la magia! Elsa, ¡haz la magia!

Elsa comenzó a mover las manos creando una bola de nieve.

-Hala.

Miró a su hermana.

-¿Preparada?

-Ajá.

Lanzó la bola al aire, haciendo que explotase en forma de nieve.

-¡Es increíble!

Riendo, dio una vuelta alrededor de su hermana.

-Fíjate.

Pisó el suelo haciendo que una capa de hielo lo cubriese. Su hermana se deslizó sorprendida riendo.

Primero hicieron un muñeco de nieve. Tras acabarlo, Anna se sentó en un banco que había mientras su hermana se ponía detrás del muñeco.

-Soy Olaf y adoro... los abrazos calentitos.

Emocionada, Anna se lanzó a abrazar al muñeco.

-Te adoro, Olaf.

Después, se deslizaron por una pequeña montaña de nieve juntas, y Anna saltó al otro montón de nieve.

-¡Supersalto!

Empezó a saltar mientras su hermana hacía montones de nieve en los cuales caía. Pero empezaba a ir más alto, y no le daba tiempo a hacerlos.

-Más despacio, Anna.

Pero ella no la escuchaba, y seguía saltando mientras reía. Llegó un momento en que Anna saltó de lo más alto y su hermana no pudo crear otra montaña de nieve, su poder se había agotado, y en el intento había resbalado y caído al suelo. Entonces vio como entraban en el salón sus otras dos hermanas pequeñas: Elisabeth y Lilyan. Por suerte, Elisabeth, un año menor que ella, tenía los mismos poderes, así que intentó evitar que Anna se hiciese daño.

-¡Cuidado, Anna!

Lanzó un rayo de escarcha al suelo, pero en lugar de convertirse en nieve, se convirtió en un pico de hielo. Al ver eso, rápidamente Lilyan lanzó una bola de fuego al pico de hielo haciendo que se derritiese. Sin nada que amortiguase el golpe que se daría Anna al caer al suelo, Elsa lanzó un rayo en dirección al suelo, pero se desvió y le dio a Anna en la cabeza.

-¡Anna!

Asustadas, se acercaron a su hermana. Elsa puso a Anna en su regazo mientras Elisabeth y Lilyan se ponían a su lado. Observaron como aparecía un mechón blanco en la cabeza de su hermana pequeña, y Elsa, asustada, llamó a sus padres mientras empezaba a llorar.

-¡Mamá, papá!

Abrazó a su hermana mientras que todo se cubría de escarcha por su tristeza y miedo. Enseguida las puertas del salón se abrieron dejando ver a los reyes de Arendelle, que observaron a sus hijas y a Anna asustados.

-¿Qué habéis hecho? Se está saliendo de control.

-Ha sido un accidente. Lo siento, Anna.

La reina cogió a su hija menor y soltó una exclamación ahogada.

-Está helada.

Miró a su esposo con miedo, pero él tenía una férrea determinación.

-Ya sé donde debemos ir.

Fue a su biblioteca, donde sacó un mapa, y, a caballo, fueron hasta un claro en el que había rocas. Por el camino, pasaron junto a un niño y su reno, que llevaban un pequeño trineo cargado con un trozo de hielo, y al ver el rastro de escarcha dejaron el trineo y lo siguieron. Cuando llegaron, vieron como el rey y la reina estaban en el centro del claro, junto con tres niñas y una cuarta en brazos de la mujer.

-¡Por favor, ayudadme, es... mi hija!

Las rocas empezaron a acercarse y rodear a la familia, saliéndoles cabeza, brazos y piernas.

-¡Es el rey!

-¡Y la reina!

El niño, que estaba detrás de una roca, se sorprendió al ver que aquellas rocas se habían convertido en...

-¿Trolls?-murmuró.

En acabar de decir aquello, la roca en la que estaba se convirtió en una mujer troll.

-Shhh, cállate, que no me dejas oír.

El reno le lamió la cara.

-Qué monos.¡Os voy a adoptar!

De vuelta al centro del claro, los trolls dejaron pasar a su jefe, Gran Pabbie.

-Sus poderes, ¿vienen de nacimiento o hechizo?

-De nacimiento, y van a más.

-Acercarla.

La reina se agachó y le tendió un poco a Anna.

-Por suerte no fue su corazón, puesto que es más difícil de cambiar. En cambio, la mente es fácil de convencer.

-Haga lo que sea mejor.

-Recomiendo borrar todo signo de magia, incluso los recuerdos de esta, pero la diversión permanecerá. Tranquilos, se pondrá bien.

Elsa se acercó a Anna, y mirando al troll, preguntó:

-¿Pero va a olvidar que Elisabeth, Lilyan y yo tenemos poderes?

-Es por su bien- le respondió su padre.

Se miró las manos. El troll se dirigió a las tres hermanas.

-Escuchadme, Elsa, Elisabeth y Lilyan. Vuestro poder seguirá creciendo-mostró unas imágenes-, hay algo muy hermoso en él- se veía a tres chicas haciendo magia y gente a su alrededor-, pero también peligroso.- la gente que había alrededor se volvió roja- Tenéis que aprender a controlarlo. El miedo será vuestro enemigo- tras decir esas palabras, la gente se tragó a las tres chicas. .

Asustada por lo que había visto, se agarró a la pierna de su padre.

-No, las protegeremos, aprenderán a controlarlo. Hasta entonces, cerraremos las puertas, reduciremos personal, y ocultaremos su poder a todo el mundo, incluyendo a Anna.