Rozen Maiden Schatten Liebe

Estaba parada sobre un campo de rosas, le recordaban tanto a toda su vida, apenas abriéndose, donde apenas se alcanza a dibujar una hermosa flor, pero a la vez, tiene espinas, pequeñas e imperceptibles, pero dolorosas.

Se agacha a recoger una, es tan hermoso ese capullo apenas naciendo, tan rojo como la…

El tallo de la rosa empieza a crecer, y poco a poco se le va enroscando en la mano, sin que le duelan las espinas todavía, va subiendo por su brazo, y los mismo hacen los tallos de la rosas en las que esta parada, de repente se enroscan más fuerte perforándole la piel, haciéndole que sangren sus heridas, levanta su cabeza, sus pupilas se achican por el dolor hasta que una lágrima de sangre recorra su rostro.

Se despierta de repente, abre los ojos, un poco desubicada, pero después de unos segundos sabe en dónde está, se incorpora sobre la cama, frotándose el rostro, pues el sueño todavía esta muy presente en su mente, en su piel.

Mira alrededor, como era de esperarse fue un sueño, o hasta que vió su almohada, manchada de sangre.

Se levanta precipitadamente hacia su espejo, no halla nada de sangre en su rostro, ni en su nariz, como hubiera sido la explicación más lógica, ni en su ojo, en el lagrimal, pero sí en la almohada.

Después de un rato de conjeturas decide que es mejor olvidarse de eso, a lo mejor sea el anuncio de que algo bueno, o por lo menos interesante va a pasar en su vida.

Se viste como lo hace todos los días para ir a la escuela, lo mismo que todos los días, lo mismo.

En el camino a la escuela, observa el paisaje citadino y con colores vivos pero apagados por la escasa luz de la fría mañana, con una mirada melancólica que siempre excusa diciendo que tiene sueño.

La escuela, lo mismo, nada nuevo, aunque sea nuevo nivel escolar, nada.

De regreso a su casa, mientras camina por las calles repletas de gente que se dirige a un lugar donde la esperan, se tuerce el tobillo en un hoyo del pavimento.

Cojeando de dolor se sienta en una banca del parque por donde ella iba pasando, cuando ve una rosa tan roja como la del sueño, tirada en el piso.

"Tal vez sea el regalo nunca entregado por un amante" sonríe, pues la idea le parece poética y trata de hacer una historia en su mente con esa rosa, sin embargo, no puede seguir, puesto que algo no la deja pensar libremente.

La intenta recoger, y cada segundo que pasa para ella es como cada segundo que pasaba en su sueño, el parque, la ciudad, la gente, ya no están, sólo ella y la rosa.

Mientras la recoge se espina con su tallo, y la sangre empieza a caer.

Siente un calor agradable que crece desde la mano donde agarra la rosa, éste se difunde por todo su cuerpo hasta llegar a su espalda, donde siente una punzada de dolor, justo en el centro; como en el sueño, sus pupilas se achican por el dolor, pero esta vez no sale solamente la lágrima de sangre, sino también una rosa en medio de su espalda, acompañada por alas, no hechas de plumas ni de transparencia como las de la mariposa, sino hechas de ramas de rosa, como si tuviera unas alas de rosal.

Una hermosa muñeca vestida de blanco apareció, y sin darse cuenta, besó el anillo de rosa que la muñeca tenía en el dedo.