La morena corría por las calles de una pequeña y húmeda Isla, localizada en España. Sostenía un pedazo de pan en sus manos, y era perseguida por un panadero.

Su nombre era Jade Harley. Hija de una gitana, que aún no sabe sobre el padre de su hija. Merecida de su nombre por sus grandes ojos como dos piedras de jade, para ser exactos. No vive en las mejores condiciones con el resto de su familia, quienes son su madre, su tía, y su primo, John.

Giró a la izquierda, en un callejón obscuro, y guardó silencio. Lo suficiente para que el panadero la perdiera de vista.

Se tiró al piso, y cerró los ojos, por un segundo. Un segundo que cambiaría su vida.

Un grito agudo se escuchó... seguido de disparos.

—¡Piratas, son piratas!

Abrió los ojos rápidamente y se recargó a la pared. Estiró un brazo para tomar su bolso y se lo colgó al hombro, para guardar el pedazo de pan allí. Su casa no está tan lejos. Si corría lo bastante rápido, lograría esquivarlos...

Se levantó impotentemente, y echó un vistazo. Era sorprendente.

Un navío gigantesco de madera bastante vieja, ondeaba su bandera roja al son del viento. De el salían cientos de piratas, echos una furia y sosteniendo pistolas, espadas, entre otras armas.

Era aterrador.

Miro la cruz que tenía en el cuello y la besó. Respiró hondamente, lista para huir.

—¡¿Hey, a dónde crees que vas tú?!—Preguntó bruscamente una voz a sus espaldas.

Ahogó un grito, y trató de ignorar la voz. Dio un paso adelante, otra vez lista para huir.

—¡El capitán ha dicho miles de veces que sus... damas de compañía no deberían salir del barco!—Exclamó nuevamente—¡Regresa!

La morena encaró a la voz, bastante confundida. Tenía el cabello castaño (bastante alborotado), un ojo color miel y otro azul, en el que el de la derecha cruzaba una enorme cicatriz. De tez pálida, con grandes ojeras debajo de de sus ojos. Vestía los típicos ropajes piratas, sólo que más limpios y usaba anteojos.

El joven pirata la tomó de los brazos y Jade, simultáneamente, le dio un manotazo. La pelea siguió, por patadas, manotazos, golpes en la barbilla, y muchas agresiones físicas más.

El castaño tiró a Jade al piso boca-abajo, y presiono sus brazos en su espalda, girando su cuerpo. Jade, enojada, le escupió en la cara.

—Hasta aquí llegaste—Exclamó el pirata—Me encargare de asesinarte hoy mismo.

—¡Sollux, Sollux, eso no está bien!—Exclamó una voz a sus espaldas—¡Ella—!

—Cállate, Terezi. No me importa quien sea—Respondió molesto Sollux—La meteré al barco.

Jade miro con temor a la joven pelirroja recién llegada, y seguido, frunció el ceño. Sonaron tres disparos, y el pirata levantó a Jade y la tomó de la mano, y los tres presentes empezaron a correr hacia el barco.

Subieron los escalones rápidamente, y cuando el barco retiró las anclas, tiraron a la joven gitana al piso.

Y lo único que recuerda, fue la cara de un molesto pelinegro.