Advertencia: Todos los personajes son propiedad intelectual de George R.R. Martin.

Lucky Guy

Su habilidad con la espada era lo único que tenía, bien lo sabía. Siempre había sido así, desde la primera vez que ensartó a un hombre con una de ellas. A penas recordaba aquel momento pero, desde ese día el acero había sido su mejor amigo, su único compañero y su manera de ganarse la vida.

Ponía sus armas al servicio de quien más pagara, sin preguntas, sin importar a quién o el por qué; él sólo cumplía su cometido. Culpable o inocente, venganza o traición; no era quién para juzgar, él no era más que la mano ejecutora, la muerte hecha persona.

Nunca había pensado en cambiar su vida, en la posibilidad de envainar su espada y vivir en paz, lejos de la sangre y la muerte que siempre le acompañaban. Pero había seguido su instinto cuando Lady Catelyn pidió ayuda para encarcelar al Gnomo y en la posibilidad de una gran recompensa cuando se ofreció como su campeón para probar su inocencia. Le había seguido a la capital y trabajado para él, cumpliendo misiones y encargos y, a cambio, le habían pagado muy bien. No se podía quejar: había sido nombrado caballero y había conseguido mucho oro, más del que jamás había tenido, más del que era capaz de contar, y, aunque Tyrion no era su amigo, sentía simpatía por él.

Y, cuando se casó se sintió tranquilo por vez primera, aunque su esposa fuese una retrasada y tuviera que criar un niño bastardo pero siendo Lord esas nimiedades ya no importaban; había logrado llegar tan alto que le costaba de creer lo afortunado que era, la suerte que le había sonreído tras una larga historia de miseria. Y ahora por fin podía envainar la espada y colgarla lejos; en su nueva vida no iba a necesitarla.