¿Por qué es tan difícil amar?

Parte I

El Reencuentro

"Aún Estás en mis Sueños..."

Rata Blanca

La madrugada puede ser difícil de digerir para muchos, puede ser muy agridulce... pero... cuando la madrugada te sorprende con la cabeza medio metida en un retrete puedes comenzar a preocuparte. Cuando toda la noche anterior te la pasaste bebiendo cerveza tras cerveza, trago tras trago puedes ir comenzando a preocuparte.

Cuando nadie te espera en casa... cuando no sabes si es bueno o no amanecer otro día... cuando, por fin, no tienes nada que perder (en serio nada), por dios, preocúpate.

Nuestra historia comienza en un departamento sucio en uno de los peores barrios de la ciudad de Heatherfield. En un sucio barrio de mal vivientes, donde impera la ley del mas fuerte, y vivir un día más era todo un verdadero logro.

Dicho departamento estaba repleto hasta el tope con cajas de cigarros vacías, colillas regadas por doquier, latas de cerveza aplastadas y otras regando el líquido de su interior en dramáticas y ridículas posiciones, instrumentos musicales tirados y manchados, y el incesante, continuo e infatigable sonido gutural que sale de una garganta, un sonido muy característico, tanto mas porque dicho sonido era el que todos por lo general emitimos cuando simplemente vomitamos.

Inclinada ante un retrete, como suplicante ante el dios de los desperdicios humanos se encuentra Willhellmina Vandom, de veinticinco años, en la típica situación de vomitar luego de una noche de fiesta como pocas había visto, vestía unos jeans de mezclilla negros descoloridos, botas militares negras gastadas y una blusa sin mangas color púrpura, su maquillaje, en general consistía de sombras negras que goteaban con el sudor de su rostro hacia el agua turbia de la taza.

–Eh, Willy, ¿No vienes? Vamos a seguirle en el depa de Mark.

–No chicos... –dijo la chica que se limpiaba las comisuras de los labios con el dorso de la manga de su chamarra de cuero. –Creo que me iré ya... no he dormido en dos días... y creo que estoy algo descargada...

–Bueno, pero habrá ya sabes qué...

–¿Qué? ¿Más jarras sucias?

–No...

Will sabia lo que era, hierba, olorosa, de hojas alargadas, verde y de efectos narcotizantes, la llave de la percepción, la llave a la relajación, el camino hindú de la serpiente...

–No... Por ahora no...

–Como quieras... pero, te acuerdas que en la noche tenemos tocada en el Bloody Pleasures, ¿Okay?

Will solo asintió, se inclinó otra vez hacia el retrete y siguió su asquerosa labor.

En la otra punta de la ciudad, en el distrito residencial, una mañana linda y soleada, el amanecer dorado se filtraba por la ventana de un departamento de lujo dentro del cual, la señorita Cornelia Hale, también de veinticinco años, terminaba de vestirse para bajar a desayunar y luego irse a su trabajo en el banco de Heatherfield.

–Prudence, mi agenda para hoy. –pidió Cornelia.

–Señorita, para el día de hoy, le espera una junta con los accionistas de América, luego una comida con el bufete del banco H&L, y en la tarde el gimnasio y una cena en casa de sus padres...

–Bien, Prudence, llegaré tarde así que a las tres y media puedes retirarte... sólo arregla el departamento y listo.

–Gracias, señorita.

La mujer de unos cuarenta y ocho años miró a su joven patrona, era un ejemplo de feminidad y virtud, no tenia un solo defecto, bueno, salvo quizás la perfección que buscaba casi obsesivamente en todos sus actos.

–Creo que te dejé un desastre en la recamar, pero confío en ti.

–Pierda cuidado, señorita.

–Bueno, Prudence, nos vemos mañana.

–Señorita Hale, hoy le llegó otro recado.

–¿De quien? ¿Los japoneses?

–Em, no, de una de sus ex compañeras de escuela, ¿Cuándo le contestará?

–Ah, no tengo tiempo para eso, estoy ocupada... encárgate tú...

–Sí, señorita... –dijo la mujer suspirando.

Pobre de la señorita –pensaba, –tan encerrada en los negocios... poco apoco se le está olvidando que vivir es más que trabajar...

La mujer abrió la carta, como lo hacia con todas.

–Vaya, otra vez de la señorita Will... –murmuró la mujer mirando una fotografía. –La enmarcaré, cuando la señorita Hale la vea seguro se interesa por saber de ella.

El Lexus '09 de Cornelia corría por las calles con la soltura y gracia de un corcel, el color negro acero lo hacia brillar con lujo, se detuvo en un semáforo y se concentró en lo que le aguardaba el día, siempre era lo mismo, aburrido.

–¿Por qué no ocurrirá nunca algo interesante, para variar? –se preguntó.

Tan ensimismada iba que cuando el color de la luz cambió de rojo a verde inmediatamente echó a andar su auto, notando un poco tardíamente que algún transeúnte despistado comenzaba a cruzar la calle con el semáforo en rojo.

Un chirriar de llantas, un golpe contra el auto, Cornelia abrió los ojos y se encontró cara a cara con que había estado a punto de atropellar a alguien.

–¿Por qué no te fijas, pedazo de bestia? –le espetó el transeúnte.

–Lo lamento, pero el semáforo estaba en verde... quien debería fijarse es usted. –dijo Cornelia bajándose del auto.

El transeúnte se agarró el codo izquierdo mientras comenzaba a dolerse.

–¿Está bien? –preguntó Cornelia.

–No... Me diste en el codo... me duele...

–Deberías fijarte...

–Mira, si me lastimaste el brazo te demando, niña...

–Ah... una demanda...

–Sí... soy guitarrista líder de una banda...

–Vaya... un artista. –dijo burlona Cornelia.

–Si... ¿Conoces el Kobalt Blue?

Cornelia abrió los ojos al escuchar el nombre, se fijó en el transeúnte fijamente y con suavidad volvió a su memoria el rostro.

–No puede ser... ¿Matt? ¿Matt Olsen?

–El mismo, ¿Y tú eres?

–Cornelia Hale...

Matt abrió los ojos, el cabello más largo, la barba más tupida, pero el mismo fuera de eso.

–Cornelia... no lo puedo creer, ha pasado mucho tiempo...

–Si... oye, llevo prisa... ¿Te importa si nos vemos otro día? Que bueno que te vi, quiero preguntarte algo.

–¿No será sobre alguien?

Cornelia se ruborizó.

–Si...

–Hoy, ¿Te parece? A las cinco de la tarde... frente al banco.

–Claro... trabajo en él.

–Lo sé... por eso lo dije...

–Bueno, gracias, ¿Estás bien?

–Sí, sólo fue el impacto...

Will caminaba trastabillando, estaba aun muy ebria, cada dos pasos estaba por caerse al suelo, debía dormir un poco, y comer también... claro, una sopa le vendría bien...

Pero qué estupideces pensaba, no tenia dinero para llegar al fin de mes... y no quería tocar El fondo, así que tendría que comer lo mínimo...

–Tengo hambre... –pensó al escuchar su adolorido estómago quejarse.

Su chaqueta de cuero apestaba a whiskey y a tabaco, bajo el brazo llevaba su inseparable guitarra, sus ojeras eran monumentales y el cansancio en su cara era visible.

Se detuvo en un poste, hurgó en sus bolsillos hasta encontrar su encendedor, abrió su funda de guitarra y sacó un cigarro sin filtro de tabaco seco.

–Tengo hambre... –pensó mientras encendía el cigarro.

Miró uno de los diarios que se ostentaban en un puesto, martes veintidós de junio de dos mil diez, sus ojos se llenaron de lágrimas.

–Oh, no...

Se enjuagó las lágrimas y se echó a caminar, dio una fumada potente a su cigarro, pero debido al nudo de su garganta estuvo a punto de atragantarse con el propio humo.

Sus pasos la llevaron a algunas cuadras adelante, entró en un viejo edificio, los escalones medio podridos rechinaron bajo su peso, antes de llegar a su departamento sacó las llaves, con rapidez las introdujo, abrió y entró.

Dejó caer su guitarra sobre un viejo y polvoriento sofá, se deslizó en silencio, atravesó el cuarto y entró en su recamara.

Se dejó caer sobre la cama, abrazó una almohada y se soltó llorando como pocas veces lo hacia, desde que mamá se había ido, se había jurado no llorar, pero esa vez, en concreto en esa ocasión, tenia que hacerlo, de otra manera moriría... aunque honestamente era lo que mas deseaba, morirse... por dios, veintidós de junio... veintidós de junio... el aniversario luctuoso numero seis de su madre era dos días antes, el veinte... y se le olvidó... por dios... la tumba de su madre, sucia, sola, abandonada... olvidada... por una hija inconsciente que en ese momento estaba emborrachándose y... otras cosas con sus "amigos".

Lloró, lloró como pocas veces... pero llorar no la absolvería, se había olvidado... se había olvidado... y era tarde... Dios... Susan debería estarse revolcando en su tumba... una hija tan puta... tan olvidadiza... tan bastarda como para olvidarse del aniversario de su madre... y mas aun por ser SU ASESINA...

Lloró hasta que el cansancio y la ebriedad la vencieron, se quedó abrazando su almohada, sin haberse desvestido, apestando a alcohol y cigarrillos baratos, a sudor rancio, a podredumbre, a vacío, a desesperanza, a muerte, en un departamento asqueroso, inmundo, en un barrio inmundo, pero eso estaba bien, eso estaba bien para una asesina que no tenía nada... ni a nadie.

Las cinco de la tarde, el líder del Kobalt Blue aguardaba la llegada de Cornelia Hale, miró su reloj, las cinco en punto, el banco había cerrado una hora atrás, pero la susodicha aun no daba muestras de aparecer, por lo visto una tarde atareada, pensó.

Hasta que, adormecido por el calor vespertino cerró sus ojos, cuando los abrió, la chica rubia se sentaba a su lado.

–Hola, Matt, lamento la tardanza.

–Está bien... no te preocupes, estás a tiempo.

–Bueno, iré al grano, sabes que me da gusto verte después de tanto tiempo.

–Si, pero no es para preguntar sobre mi que quedamos, ¿Verdad?

–Así es... –dijo Cornelia.

–Bueno, supongo que no habrás tenido noticias de Will.

Cornelia se puso melancólica.

–La verdad no lo sé... después de que me enteré de que viajaría a América me quedé sin esperanzas, nunca llegó una carta... esperé durante meses, luego terminé mi carrera y pues... me encerré en el trabajo para no enloquecer... hoy por hoy no me he enterado de ella.

–Recientemente la vi... no hablamos mucho, pero está muy cambiada...

–¿Cómo?

–Pues... ya no es Will... eso es seguro... su mirada es dura... y casi siempre huele a alcohol, no quiero decir que yo no me eche unas copas de vez en cuando, pero me he enterado de que ella no vive para otra cosa que no sea el alcohol y sus tocadas.

–¿Tocadas?

–Si... es guitarrista líder de un grupo con el que el Kobalt Blue no tocaría ni por error.

–¿Se volvió rockera?

–Pues... no diría que tocan rock... más bien... Metalera...

–¿Hay diferencia?

–Muchísima, me temo... sus compañeros son la peor escoria que te puedas imaginar, y ella por lo que he podido averiguar no es mejor que ellos...

–Pobre de Will...

–El que por su gusto muere...

–Cierto, pero, ¿Por qué?

–Sus canciones, creo que podrías deducir algo por ellas, por lo visto tu eres su musa, aún...

Cornelia no pudo evitar ruborizarse.

–¿Qué quieres decir?

–Su música habla de amor, con tonadas metal, pero a fin de cuentas de amor... de ausencia, de dolor... de sufrimiento y soledad... de hecho pasé antes de venir por una tienda de discos, te traje uno de sus "trabajos" para que lo escuches y saques tus propias conclusiones, tengo, también, unos recortes que traje para que los veas cuando puedas...

Matt sacó varios papeles y un disco que le pasó a Cornelia quien guardó todo en su fino maletín de piel.

–Bueno, Matt, gracias, ¿Y sabes donde toca?

Matt puso cara de enfado.

–En el Bloody Pleasures, un antro de mala muerte en el East End, tocan cada martes... te diría que fueras pero ni yo iría.

–Me daré una vuelta por ahí en cuanto pueda.

–¿No oíste lo que dije, verdad?

–Te escuché... aun así quiero ir... quiero verla...

–Cornelia... no vale la pena... ya no... Ya no es la misma Will...

–Deja que yo juzgue eso, Matt, por lo pronto, gracias.

Will despertó a las siete de la noche, se levantó y caminó hacia el baño, tomó una vieja botella de enjuague bucal e hizo gárgaras para quitarse el mal sabor de la resaca.

Miró la hora, la tocada era hasta las diez, aun tenia tiempo de sobra, se cambió de ropa, tomó su guitarra y salió.

Hacia frío, pero qué mas daba... caminó durante años al parecer hasta que encontró una florería abierta, entró y compró media docena de rosas, pagó y se fue caminando, casi tres días ya sin probar bocado... su estomago la atacaba furiosamente con ruidos infernales y dolores aun peores.

Enfiló por la calle real hasta alcanzar el viejo camino al cementerio de Heatherfield, entró y caminó, buscando avergonzada la tumba, avergonzada porque en su idiotismo había olvidado donde estaba su madre enterrada, lágrimas pugnaron por salir otra vez, la buscó durante mucho tiempo hasta que la encontró, en sus vueltas la había pasado de largo tres veces al menos.

Con toda la reverencia que la resaca le dejó quitó las flores secas y colocó las nuevas, una por una hasta dejarla con flores brillantes, un poco tarde, pensó, pero aquí estoy mamá.

Se arrodilló ante la tumba y dejó que las lágrimas corrieran por su cara quemándole la vergüenza.

Elevó una plegaria hacia su madre y tras un rato se levantó, tomó su guitarra y salió del cementerio dirigiéndose hacia su "compromiso social".

Once de la noche en el departamento de Cornelia. Ésta, sentada en su sillón escuchaba en el equipo de sonido de lujo las melodías que Will había grabado, era cierto, con ver los títulos y leer la letra Cornelia lo supo todo, Will estaba mal, muy mal...

El track list sonaba bastante mal a pesar del sonido surround, era un disco muy principiante, pero a pesar de todo agradable, pensó, agradable por la calidez de los sentimientos que destilaba, aunque algo sombrío y muy decadente era una joya para Cornelia.

El track list contenía nombres no muy esperanzadores: El camino del Odio, Ahogada en lágrimas de Whiskey, Noche sin Sueño y Aún estás en mis sueños.

La rola de Noche sin sueño conmovió a Cornelia hasta las lágrimas, en el booklett se leía la clara dedicatoria: Para mi dulce Cornelia, igual que Aún estás en mis sueños estaba dedicada a ella... Will nunca dejó de amarla, ¿Entonces qué ocurrió? ¿Por qué ninguna palabra? ¿Por qué ninguna carta?

Cuando el disco terminó Cornelia, quien para estos momentos ya había cenado y se había bañado y yacía en bata de dormir se dispuso a irse a la cama.

Junto a la mesita de centro Cornelia notó una fotografía enmarcada, curioso, pensó, era Will empuñando una guitarra y cantando ante una multitud enardecida.

Cornelia sacó del marco la fotografía y leyó al reverso: "Los aplausos son silentes si no tengo la música de tu risa para aliviar el vacío".

Fue entonces quizás, cuando Cornelia tomó una determinación clara.

Will entró en el Bloody Pleasures a las diez veinte de esa misma noche, el olor a hierba la saludó dándole la bienvenida, ya sus compañeros tocaban la introducción de uno de sus temas, ya estaban acostumbrados a que no llegara nunca a tiempo, así que improvisaban mientras ella llegaba, rápidamente sacó la guitarra, subió al escenario y enchufó a su bebé a un amplificador.

Los asistentes rugieron de emoción al verla subir, y antes de que ella misma se diera cuenta estaba tocando "She's a Sensation", una rola dedicada con mucho cariño para su amada hierba, los chavos corearon la rola mientras ella interpretaba torpemente los acordes, pero por suerte nadie estaba ni la mitad de conciente para notarlo.

A las once, Kandrakar, la banda de Will había dado una de las peores presentaciones que jamás había presenciado el Bloody Pleasures, Mark, el bajista y guitarra adjunto estaba tan colocado que con su bajo desenchufado y sin playera comenzaba a insultar al público, Uri, el batería había lanzado sus baquetas contra el publico y les gritaba que tenía la sensación de que lo estaban estafando, Eric, segunda guitarra había comenzado a agarrarse a golpes con uno de los de iluminación y Ady, el tecladista agredía a uno de los de seguridad, Will quien se había echado un chute de heroína de los fuertes se había desplomado al suelo dándole fuertes tragos a una botella de brandy que había sacado quien sabe de donde, mientras intentaba cantar balbuceando frases ininteligibles.

La clara respuesta del público no se hizo esperar, gritos, insultos y botellazos fueron a impactar a los músicos quienes sacaron a Will prácticamente a rastras en medio de la rechifla general.

Afuera, Will era sujetada por Mark y Ady quienes la llevaban en hombros medio privada, Uri peleaba a grito pelado con el dueño del local quien les reclamaba los destrozos ocasionados por su actitud, en un ambiente hostil, los de seguridad lanzaron al callejón trasero todos los instrumentos de Kandrakar.

–Hijo de puta, pero te acordarás de esto... –Espetó Eric quien vio como su teclado se rompía al impactar contra el suelo.

–No los quiero ver cerca de mi local jamás... bola de vagos...

–Hijo de su pinche madre... –murmuró Eric.

–¿Qué? –preguntó Will.

–Ah, nada, el pendejo ese... cree que su local es muy chido... que se pudra el perro... ¿Tu como estás?

–En otro planeta... –murmuró Will.

Ninguno de los músicos notó que una sombra se les acercaba.

–Vi su presentación.

Los ojos de Ady brillaron, se había chutado once veces la película de los Doors y recordaba como un tipo de una multinacional contrataba a los Doors luego de que fueran echados igual que ellos en ese momento, aun más por ver la facha de quien había hablado.

Una persona fina, pensaron, vestida con ropa bien, oliendo a algún perfume caro, rubia y de ojos azules, decididamente su ángel de la guarda o un hada madrina milagrosa.

–Buenas... este... ¿Qué onda? –preguntó Mark.

–Son ustedes Kandrakar, ¿Verdad?

–Simón...

–¿Y su líder? Willelmina Vandom.

–Aquí... –dijeron Mark y Ady mangoneando a Will como un títere.

Cornelia se horrorizó al verla en ese estado tan deplorable.

–¡Will! –gritó Cornelia. –¿Alguien la lastimó? ¿Le pegaron con una botella?

Una sonrisa se dibujo en los dientes carcomidos de Eric.

–Nel, ella fue quien le pegó a la botella, pero de whiskey, y luego la pendeja se aventó un chute de heroína...

–No la vuelvas a llamar así... –dijo Cornelia.

–Bueno y a todo esto ¿Quién chingados eres tú?

–Conozco a Will... ella... yo... fuimos intimas hace tiempo.

–¿Y tu eres?

–Cornelia Hale.

Los chavos abrieron los ojos.

–Anda... así que tu eres la mentada Corny, ¿Eh? Bueno, eres más bonita en persona.

–Les agradecería que me llamaran por mi nombre completo, sólo Will me llama así.

–Simón, como sea, ¿Qué quieres?

–De momento a su guitarrista líder...

–¿Para que? Ahorita no te sirve de nada... está privada...

–Por eso... llamaré a una ambulancia... para que la atiendan en urgencias... dios... está... está...

–Bah, no te espantes, vivirá... siempre vive... no, y no la viste a fin de año... se puso hasta la madre... con decirte que ni se acordó con quien se metió...

Cornelia se quedó helada.

–¿Qué quieres decir?

–Que así como la vez... le entra con todos y con todo... claro... a nosotros por alguna rara causa nunca se nos ha hecho, pero está bien... ¿Sabes? No sabemos con quien ha estado...

Una risita de complicidad de todos resonó, Cornelia se puso roja de rabia, una rabia asesina, una rabia incontenible, tenia ganas de hacer pedazos a esos monigotes. ¿Cómo se atrevían a hablar así de Will?

Cornelia sacó su celular y marcó el número del mejor hospital que conocía.

–Oye, no le estarás hablando a la poli, ¿verdad?

–No, como les dije solo a una ambulancia...

–Mira, güerita, no es desconfianza ni nada, pero hay nos vemos, tenemos malas experiencias.

–No se llevarán a Will.

–Nel, ¿Para que la queremos? No queremos ir cargando, si tu dices que eres quien dices que eres hay quédatela, mejor, así no cargamos... bueno baby, nos vemos... hay chécala y dile lo que pasó... ah, y que la esperamos el martes en la casa del Ady, ya sabe para qué...

Cornelia no pudo ni quiso ocultar el asco que sentía de esos personajes, una vez que se hubieran ido se concentró en Will quien había quedado tirada en el suelo del callejón.

–Mira como estás... oh... Will...

Las tres de la tarde, Will se despertó cuando comenzó a molestarle el sol, abrió los ojos con pereza y la visión poco a poco se le fue aclarando, no reconocía el lugar, todo era de un blanco absoluto, miró a su lado, un pequeño buró, al lado, una botella de suero conectada a su brazo, algún hospital otra vez... diablos... y ahora que no tenia dinero para pagar nada...

–¡Will! ¡Despertaste –gritó una voz eufórica.

Los ojos de Will se cargaron de lágrimas al reconocer la voz.

–¿Corny? –dijo débilmente.

A su lado apareció como mágicamente aquella por quien tanto había sollozado en las noches, su musa, su todo...

–Corny... ¿Eres tu? Dime por favor que no estoy soñando...

Cornelia con lágrimas en los ojos la abrazó tratando de no lastimarla.

–Will, estuve tan asustada... –dijo Cornelia.

–¿Qué? ¿Qué paso?

–Estuviste inconsciente casi diez días, según los médicos tenias un severo caso de desnutrición y deshidratación, quitando que estabas... –Cornelia no pudo terminar la frase.

–¿Drogada?

Cornelia asintió.

–¿Pero como llegué aquí? ¿Qué haces aquí?

Cornelia le refirió la historia completa, Will solo cerró sus ojos y desvió el rostro del de Cornelia, tenia vergüenza, pena de que la viera así, de que su reencuentro fuera así...

–Pero ahora todo está bien... ya estoy aquí... –dijo Cornelia.

–¿Qué quieres decir?

–Will... no sé donde vivas... pero yo... investigué acerca de ti... lamento lo de tu mamá... pero... no te preocupes... si no tienes donde quedarte quédate conmigo... yo... te cuidaré... te ayudaré en lo que pueda...

–No hace falta, Corny, tengo donde quedarme, y no necesito que me cuiden...

Cornelia la miró con amargura.

–¿Tu crees, Will?

Will se mordió el labio.

–Vamos... –dijo Cornelia cambiando el tono. –unos días solamente... mientras te repones... no puedes volver a tu casa así... necesitas descansar... tal vez no sea muy grande mi apartamento, pero te gustará, es bonito y limpio...y Prudence cocina exquisito...

Y entonces Will sufrió una traición de quien nunca supuso, de su estomago el cuál gruñó de hambre al escuchar la sola mención de comida.

–¿Vienes?

Will asintió ruborizada.

Después de unos últimos chequeos, los médicos dieron de alta a Will, su situación ya era soportable, y la tarde siguiente, ambas viajaban en el lexus de Cornelia hacia el apartamento.

El ambiente era tenso, Will no le había escrito durante mucho tiempo a Cornelia, solo hacia un mes atrás había tenido el valor de buscarla después de tanto haberla buscado en la Universidad hacia tantos años atrás.

–¿Sabes? Escuché uno de tus discos... es bastante bueno... –dijo Cornelia.

–No mientas, Corny... tú y yo sabemos que eso es mentira.

–Es posible que no estén muy bien coordinados, pero el sentimiento que le pones hace que todo eso valga la pena.

–¿Sentimiento?

–Ajá... mucho... ¿Sabes? Me llegó tu música... me hiciste llorar...

–Como lo hacia en preparatoria, ¿No?

A la mente de Cornelia llegaron recuerdos de días terribles al lado de Will, discusiones sin sentido, palabras crueles, horribles reclamaciones y lágrimas, muchas lágrimas.

–Éramos... aun éramos inexpertas... pero míralo... sobrevivimos...

Will dudaba, pero por fin estaba con Cornelia, tenía que hacerlo, tenía que decir lo que quiso decirle durante muchos años y que ahora por fin podría decir.

–Cornelia yo te amo... te amaba entonces, te amé después y te amo con mas fuerza ahora... –dijo Will.

Cornelia se quedó asombrada, no se esperaba algo así...

–Yo... yo... no sé qué decir... –dijo Cornelia.

–Tu me amabas, Corny... no te cansabas de decírmelo... la pregunta es... ¿Aun me amas?

Cornelia suspiró.

–Creo que hemos cambiado mucho, Will, ¿Te parecería empezar de nuevo?

Y la respuesta que tanto temía llegó de súbito.

–Corny... te amo...

–Will entiéndeme... hace años que no nos vemos... no podemos solo iniciar donde nos quedamos... –dijo Cornelia.

–¿Entonces?

–Debemos pensarlo... tienes que mirar lo que hago, y yo lo que tu haces, acoplarnos nuevamente la una a la otra... y si aun lo quieres después de conocerme ahora, pues por mi encantada aceptaría lo que tu quisieras... –dijo Cornelia.

–Ok...

–Mira, llegamos...

El edificio de lujo en uno de los mejores emplazamientos saludó a Will, un enorme edificio tras otro, el olor de ese barrio era caro, muy caro...

–¿Aquí vives, Corny?

–Si... bueno, ¿Entramos?

–S-si...

7:30 de esa tarde.

–Y ahora con ustedes, Kandrakar... –gritó en anunciador.

Los chavos eufóricos aplaudieron y gritaron hasta quedarse tanto sordos como mudos, y aun así seguían armando jaleo...

–Pinche perra, mira que dejarnos colgados, pero ahora si me va a oír esa puta... –dijo Mark enardecido hasta los ojos.

–Chale, man, calmantes... no te azotes... debe ser por esa pinche rubia oxigenada.

–¿Crees, Ady?

–Chale que sí... nomás ha de haberle dicho "Mi alma" y la otra babosa pues nomás cayó cuan larga es...

–Tienes mucha razón... chale, hay que buscarla y traerla a rastras si hace falta... no puede dejarnos colgados...

–Pues en lo mientras ya nos dejó, así que mejor salimos y cámara que tocaremos mejor que si ella estuviera...

–Cámara...

La estancia olía a rosas rojas, había algunas en finos floreros, pero Will supuso que el efecto era maximizado por algún aromatizante, se sentía mucha tranquilidad en el penthouse de Cornelia.

Le dio pena a Will mirarse en las mismas fachas en las que había ingresado al hospital, cierto era que Cornelia mandó que le llevaran ropa limpia de su propio armario, pero ella se había conformado con pedir la misma ropa con la que había llegado.

Cierto era que la habían lavado, ya no olía a nada, y ese era un logro, las manchas de sangre habían desaparecido, pero a pesar de todo, Will se sintió fuera de lugar, fuera de su ambiente, fuera de todo.

–Corny... creo que esto es una mala idea... creo... que esto no me va... yo... mejor me regreso a mi casa y pues... luego nos vemos... además yo... tengo pues cosas que hacer...

–¿Volverás con Kandrakar?

–Pues si... son mis amigos y yo pues... tengo que tocar con ellos... ¿Qué día es hoy?

–Martes...

–Me lleva... hoy teníamos tocada en el Corvishaus.

–¿Ese antro de mala muerte?

–Si... ya es dinero... además no quiero ser molestia para ti.

–No lo eres... y de ninguna manera dejaré que vayas... acabas de salir del hospital, no puedo dejar que sigas matándote... te desintoxicaron en el hospital, tu cuerpo ya no lo necesita... así que por favor... por favor... no vayas...

–Cornelia...

–Por favor... no vayas... descansa...

Will apretó sus puños.

A su mente vinieron recuerdos, voces del pasado, ecos de dolor y tristeza.

Will, no vayas... quédate conmigo por favor...

Lo lamento, Corny... tengo que irme a América con mi mamá, lo lamento mucho...

¿Pero que será de mi sin ti?

Muchas veces me has dicho que estaría mejor sin mí... además... ¿Por qué no vienes tú conmigo?

Cornelia dudó.

Quisiera pero...

Pero no, ¿verdad?

Will, no empecemos... hoy es nuestro ultimo día juntas... solo... solo no quiero que te vayas... quiero que te quedes conmigo... para siempre... solo nunca me dejes sola...

Lo siento, Corny, no puedo...

Tenso silencio, Will apretó los puños.

¿Por qué?Preguntó Will.

¿Por qué que?

¿Por qué eres tan egoísta? ¿Por qué no piensas en lo que los demás quieren? ¿Por qué quieres mantenerme a tu lado aun sabiendo que no puedo?

Cornelia abrió los ojos.

¿Es tan malo querer quedarme con la persona que mas amo?

Si... pero... nuestros caminos no son los mismos... yo quiero evolucionar, quiero ir mas allá... quiero llegar muy lejos... no quiero estancarme en una ciudad... el progreso está en mi espíritu, no en una ciudad...

Pero aquí está la persona que mas te ama...

No, Corny, si me amaras me dejarías ir y no me dirías estas cosas que no van...

Cornelia cerró los ojos, dos lágrimas brotaron de sus ojos.

Bien pues, vete, te deseo lo mejor... que llegues tan lejos como quieras... Will... pero por favor... nunca olvides que... en esta ciudad... está la persona que mas te ha amado en el mundo... nunca lo olvides... nunca me olvides... te amo... te amo, Will...

Will no pudo más que sentir su corazón entristecerse, su alma lloró, su corazón lloró, pero su rostro, mascara infalible, sonrió.

Entonces adiós, Corny...

No... –murmuró Cornelia con lágrimas en los ojos. –no adiós... hasta luego...

Después de eso, Cornelia se dio la vuelta y echó a correr intentando ocultar las lagrimas, sin voltear atrás, Will abrió los ojos desmesuradamente al sentir una ráfaga de dolor atravesarle el pecho, la chica, su chica se iba de su lado...

Por inercia Will estiró el brazo, intentó gritarle que volviera... pero sus labios no emitieron más sonido que un quejido ahogado...

Intentó correr tras ella, pero sus piernas le fallaron y cayó al suelo...

Así se difuminó un doloroso recuerdo, un adiós muy largo y doloroso.

–Yo... no me iré a ningún lado, Corny...

–Me alegra, bueno, son las seis cuarenta y cinco, ¿Por qué no tomas un baño? Prudence debió dejar la cena lista, iré a poner la mesa, cuando estés lista ven al comedor... cenaremos y platicaremos del pasado... de este presente... ¿Y por qué no? De nuestro futuro.

Cornelia le sonrió con lindura a Will.

–S-sí... yo... me bañaré... te veo en el comedor...

7:45 de la noche en el Corvishaus.

–Bueno, pues no llegó, a darle... –dijo Mark.

Kandrakar subió al entarimado, las rechiflas que desde hacia diez minutos se habían generalizado por la ausencia del grupo se convirtieron en gritos y aplausos ensordecedores, a pesar de ser un grupo un tanto mediocre se habían ganado una verdadera legión de seguidores.

–Hey, pinche bola de vagos, ¿Pensaban empezar sin mi? –dijo una voz.

–Hay pinche Will, pensamos que no llegabas...

–Siempre voy a llegar...

–¿Qué hongo? ¿Donde dejaste a la güerita esa?

–No la llames así, ella... ella es mi todo...

–¿Neta? ¿Dónde la largaste pues?

Will cerró sus ojos con dolor, Cornelia canturreaba una canción mientras colocaba la mesa, Will se escabulló del penthouse mientras ella ponía la mesa para dos, una mesa que esa noche solo vería a una persona...

"No lo merezco, Corny, no merezco una segunda oportunidad contigo... lo lamento... lamento ser tan cobarde como para no decirte esto de frente... debo volver al frío, no merezco tu compañía, ni tu hospitalidad, ni nada... no me conoces... no sabes cuanto he cambiado... así que ahorrémonos sufrimientos... y déjame ir... no te buscaré mas... fue un error buscarte... discúlpame, has tu vida, y por favor, perdóname, por favor... pero no por esto dudes que te amo... te amo... por eso he decidido salir de tu vida antes de que te manche... antes de que te hiera... antes de que... sea muy tarde... antes de que notes la clase de persona que soy...

"No pienses que soy malagradecida, tomé la cuenta del hospital, te pagaré en cuanto pueda... pero no nos volveremos a ver...

"Adiós Corny, el mas duro de mis adioses...

"Te ama: Will

–Bah, que mas da, vamos a tocar y a ver que dice la noche... –dijo Will enjuagándose las lágrimas.

–¿Por qué? ¿Por qué nunca pudiste quedarte conmigo? ¿Por qué?

Cornelia estrujó la carta de Will mientras gruesas lagrimas corrían por su rostro, estaba decidida a darle a Will todo, los días de descanso eran solo un pretexto, solo eso, un pretexto para volver a estar juntas, estaba segura que después de unos días Will no querría irse de su lado jamás, Cornelia estaba dispuesta a darle a Will todo, TODO, todo su amor, toda su atención, todo su cariño, toda su alma, su cuerpo, tanto tiempo había esperado que Will volviera, siempre lo supo, quería volver a estar con Will, siempre.

¿Por qué si no era esa la causa rechazaba todas las proposiciones de matrimonio que le llegaban? Porque ella quería estar con Will, solo con ella, solo con ella, esa noche quería decirle que no importaba lo que había hecho, que no importaba lo que había ocurrido en su pasado, quería decirle que juntas sepultasen ese pasado y crearan un maravilloso presente.

Cornelia se dirigió a su recamara, Will ni siquiera lo habría notado, no, ni siquiera quiso quedarse a mirar lo que había.

Tomó entre sus trémulas manos las prendas que había sobre la cama, finas prendas escogidas para la ocasión, una ocasión especial.

Mientras Will se vestía en el hospital Cornelia había telefoneado a Prudence para decirle que acomodara la recamara con velas aromáticas, rosas e inciensos, que sacara de su armario una caja color rosa, que la pusiera sobre la cama y que se marchara temprano dejando una deliciosa y nutritiva cena así como la mejor botella de vino tinto que había.

Tomó las prendas entre sus manos, su rostro sollozaba, su cara estaba descompuesta de dolor, las apretó contra su pecho... y lloró... lloró mientras las hacia pedazos, así como sus sueños habían quedado, hechos pedazos, todo porque su persona especial... no quiso quedarse a su lado... no esa noche... ni nunca...

–¿Por qué? –gritó Cornelia.

Una pregunta que demandaba una respuesta.

El alboroto en el Corvishaus era monumental, Kandrakar había empezado fuerte, con "Aun estás en mis sueños", los chavos y chavas coreaban a mas no poder el estribillo mientras Will gritaba con fuerzas, como queriendo que Cornelia la escuchara, lágrimas en su rostro, la guitarra a mas no poder y el corazón hecho trizas, buenos elementos para esa rola, pensó.

Entre rola y rola Will fue observando el público, caras alocadas, caras drogadas, caras que no entendían un carajo lo que quería decir, pero estaba bien, pensó, estaba bien porque no se merecían saber lo hermoso de su mensaje.

Hasta que la vio...

Hasta que vio el rostro que no quería encontrarse entre ese publico, entre esa gente.

Cornelia se abría paso a como podía entre empujones y apretones por aquí y acullá, un tipo la detuvo e intentó besarla, Will abrió los ojos.

–¡Alto! –gritó Will.

Todo el público estaba loco, nadie prestaba atención de nada, para su suerte, una tipa que probablemente conocía al tipo si no es que se andaba acostando con él lo tomó por los cabellos y lo giró para darle una monumental bofetada que aun Will con la ruidera alcanzó a escuchar.

Cornelia asustada siguió andando hasta estar casi al frente.

–¡Wiiiiilll! –gritó Cornelia.

Will desenchufó su guitarra y se lanzó al publico, se abrió paso entre el susodicho hasta llegar donde estaba Cornelia.

–¿Por qué viniste?

–Tenia que verte... no... No quiero que me vuelvas a dejar así... no lo vuelvas a hacer por favor... por favor...

Will abrazó a Cornelia la cual comenzó a sollozar entre sus brazos, se le hizo pedazos el corazón al sentirla así, tan desprotegida, tan dolorida, tan... tan como jamás la había visto...

–Tonta... tú no eres así... –dijo Will.

–¿Qué sabes tu? No tengo dignidad ni tengo orgullo, porque te amo mucho más que eso...

–Pero no me conoces...

–Si te conozco... te conozco bien... quizás tu apariencia actual no sea la misma que antes, pero yo... yo se que sigues siendo esa niña con miedo a madurar...

Will se acercó a ella, estaba a punto de besarla cuando sintió que Cornelia era jalada con una fiereza inconcebible lejos de ella.

–¡Aléjate de ella, perra! ¡Ella es mía!

Will entre sueños recordó esa voz, era una chica que había conocido tres meses atrás, habían tenido sexo un par de veces y hasta ahí, era una chica de cabello negro con mechones rojos, ojos verdes, piel clara y de puños de hierro, a pesar de verse linda, era una verdadera fiera, tanto en la cama como en las peleas, de hecho había grabado tres videos de peleas callejeras hasta ese momento invicta.

La chica tomó a Cornelia por los cabellos con fiereza, y girándola hacia sí le había propinado un terrible puñetazo en pleno mentón a Cornelia la cual había sido derribada al suelo semi-noqueada.

–Kary, ¿Qué chingados te ocurre? –gritó Will ayudando a Cornelia a levantarse.

–Tú eres mi hembra, que no se te olvide, ni a ti ni a esa perra rubia... ¿Lo oyes? ¡Mía!

–W-Will. ¿Qué? ¿Qué ocurre?

–Nada, cariño... nada...

–Hija de puta... ¿Entonces nada mas estabas jugando? Te voy a partir la madre, a ti y a esa perra!

–Como vas... –dijo Will.

La chica se abalanzó contra Will quien sacando su guitarra le acomodó un terrible golpe en el rostro con las clavijas de su guitarra, el impacto fue brutal, Kary cayó de bruces al suelo atontada hasta un punto increíble, intentó levantarse hasta que Will de una terrible patada con sus botas militares en el vientre la levantó de golpe.

La chica vomitó sangre y antes de darse cuenta un nuevo guitarrazo la había tumbado al suelo donde se puso a darle de patadas sin piedad.

–¡Hija de tu puta madre! ¡A Cornelia la vas a respetar y te recuerdo que yo NO LE PERTENEZCO A NADIE MAS QUE A ELLA! ¡¿Entiendes puta?! ¿Entiendes?

–¡Ya no me pegues!

Algunos chavos hicieron mueca de disgusto ante tal muestra de cobardía por parte de la chava.

–Chale, Will, ya déjala, ya estuvo... cuando la perra está boca arriba se acabó...

Will se inclinó y tomó a Kary de los cabellos.

–Simón, Ady, la perra está boca arriba.

Y dejó la cabeza de la chica caer.

–Ah, y cuidado y le pase algo a ella o a mí... porque sobre ti voy, pendeja, ¿Entendiste? SOBRE TI...

–Sale pues... –dijo la chica aun tirada en el suelo.

Detrás del escenario Will le acercaba a Cornelia un vaso, la presentación de Kandrakar había terminado hacia unos minutos y otro grupo amenizaba.

–No tenían agua, así que te traje cerveza, es casi igual, así que estarás bien... ¿Aun te duele?

Cornelia negó con la cabeza, tomó el vaso y bebió un trago, amarguísimo para su paladar, casi de inmediato lo escupió a punto de vomitar.

–¿Pasa algo?

–Esto sabe a orines... –dijo Cornelia.

Will sonrió.

–Si quieres vamonos... después de todo, la gente se quedó a gusto después de que le diera en la torre a esa tipeja...

–A propósito... ¿Quién era esa tipeja? –preguntó Cornelia.

–Nadie... no era nadie... ya... no te volverá a molestar jamás...

–¿Cómo estas tan segura?

–Porque la palabra aquí dentro vale oro, esa tipa dijo que no te diría nada ni a ti ni a mí.

–Bonita garantía...

–Pero segura... la palabra aquí dentro vale más de lo que te podrías imaginar.

–¿Pero quien era? ¿Por qué decía que tú eras suya?

–Una de mis fans desquiciadas, ya sabes... si te ven arriba del escenario y te siguen a todas partes sienten que ya eres de su propiedad.

Sonó lógico para Cornelia.

–¿Entonces nos vamos?

–Ok... a propósito, Will, vaya boquita de camionero que te cargas...

Will se ruborizó.

–Si vas a Inglaterra tienes que hablar inglés, ¿No? Es el idioma que allá hablan, bueno, pues digamos que éste es el idioma que aquí se habla... nada más y nada menos.

–No quiero oírte hablar así de nuevo, no en mi presencia...

–Vale pues...

La puerta del penthouse se abrió, Cornelia estuvo callada durante todo el trayecto, Will no habló por vergüenza, afuera era distinto, algo pasó... algo había pasado entre ellas esa noche.

Cornelia entró encendiendo las luces, se dejó caer sobre un sillón y se llevó las manos al rostro, se lo cubrió, estaba roja.

–¿Ocurre algo, Corny? –preguntó Will.

–Si... vaya que ocurre... ¿Por qué me dejaste así? ¿Sin despedirte? ¿Ni siquiera valgo para un adiós?

–No... no es eso... es que... yo...

–¿Qué?

–Pues no quería que me vieras partir... no me dejarías y yo... yo...

–¿Todo lo que escribiste en esa carta era cierto?

Will se cohibió.

–Si...

–Si tanto me amas ¿Por qué me lastimas así?

–Es que no quiero herirte... no podría tolerar que vieras la persona que ahora soy... no querría verte partir...

–¿Por eso te vas primero?

–Si...

–Dime, después de ver que fui a buscarte... ¿Te iras?

–Si...

–¿Por qué?

–Porque no quiero lastimarte...

–Pero me lastimas... me lastimas yéndote... solo quédate... solo te pedía una noche... si al amanecer aun querías irte eras libre de hacerlo... solo una noche...

–¿Una noche para qué? –dijo Will con enfado.

Cornelia abrió los ojos.

Una bofetada resonó en el silencio.

–Yo... no puedo creer que estés diciendo eso. –dijo Cornelia lívida de coraje.

Will se llevó la mano a su mejilla agachando la mirada.

–Para eso fuiste a buscarme, ¿Verdad? Para reprocharme por haberte dejado... porque nadie deja a la altiva señorita Hale así como así, ¿Verdad? Para gritarme y abofetearme... como todos...

Cornelia se dio cuenta de que había cometido un error fatal, no era para eso...

–No... Es sólo que... ¿Cómo puedes ser tan ciega?

–¿Por qué ciega?

–Porque esta noche yo quería estar contigo...

Will la miró confundida.

–Quería estar contigo... –dijo Cornelia más despacio, ruborizándose. –Quería que esta noche la pasáramos juntas...

–¿Querías que habláramos?

–Si... y después... que... que...

Will supuso el resto, se sintió terrible.

–Lo lamento, Corny... pero no... Eso... no puede ser...

–¿Por qué?

–Porque tú misma lo dijiste... necesitamos conocernos mejor... necesitamos empezar de nuevo... necesitamos... un nuevo comienzo... no... No podemos solo hacerlo...

–¿Por qué? ¿Lo haces con muchas y conmigo que tanto te amo no?

Ahora fue Will quien abrió los ojos con sorpresa.

–¿Qué dijiste?

–Will, no nací ayer... y se que esa tipa y tu tenían algo... y que lo tienes con mas chicas... y con chicos también...

–Cornelia... tu...

–Y quería decirte que no me importa... no me importa que lo hayas hecho con muchas personas... no me importa... no me importa el hecho de que yo me haya reservado para ti... y que tu... tu no... Porque no quiero ser la primera en tu vida, Will... yo quiero ser la última...

–Cornelia no... No quiero seguir hablando de eso...

–¿Por qué? Solo dime que quieres que yo sea la ultima y lo seré... no me importa...

–Yo... me muero de vergüenza, Corny... tú... ¿Te reservaste para mí?

–Si... y no me arrepiento... quería que mi primera vez fuera con alguien a quien amara... y te amo a ti... no te juzgo... no sé las circunstancias, ni las personas, ni me importa saberlas, en serio no quiero saberlo... solo quiero saber si quieres quedarte conmigo y amarme como yo te amo...

Will cerró los ojos y comenzó a llorar.

–No merezco estar a tu lado... yo... soy... soy... soy algo indigno de ti... yo... me voy... no debí volver... perdóname Cornelia... jamás... jamás me perdonaré lo que te hice...

–No, Will, no te vayas...

–Me tengo que...

Cornelia se lanzó a los brazos de Will, le tomó el rostro entre las manos y pugnó por besarla, pero las fuertes manos de Will la alejaron de si antes del ansiado contacto.

–¿Por qué me haces esto, Will?

–Porque no te lo pedí... porque no lo quiero... porque no lo valgo... adiós Cornelia... volveré a las alcantarillas... me voy... me alegra que hayas triunfado, yo... yo me perderé por ahí... no nos volveremos a ver...

Cornelia cerró los ojos y dos lágrimas cayeron de su rostro.

–Adiós... Will...

Will sintió que se moría al escuchar esas palabras, abrazó con fuerza a Cornelia, la abrazó como queriendo no soltarla jamás...

Y lloró... ambas lloraron juntas fuerte, muy fuerte... pero era la hora.

–Adiós... Cornelia... fue hermoso conocerte... me alegra poder haber visto que la vida te ha sonreído... que te ha ido bien... que...

–¡Ya lárgate! ¡Querías irte! ¡Vete ya! ¡Vete ya!

Un nudo se ató en la garganta de Will, las lágrimas se convirtieron en ríos en su cara, tomó su guitarra de la entrada y abrió la puerta.

Cornelia se dejó caer al suelo poco a poco mientras la puerta se cerraba poco a poco.

Hasta que se cerró, una palabra se había quedado en los labios de Cornelia mientras la veía partir, mientras la veía volver a las sombras.

Una palabra simple, que poco a poco se fue volviendo más y más sonora hasta convertirse en un grito de dolor, tristeza y desesperación.

–WIIIIIIIIIIIIILLLL!

Will entró en su departamento, no cerró, lo dejó abierto, tomó su guitarra, la misma con la que tantas canciones de amor habían compuesto, todas para aquella a la que había dicho adiós.

Lagrimas caían al suelo polvoriento, Will apretaba con mas y mas fuerza la guitarra hasta que con coraje y rabia sin límites la azotó contra la pared, la azotó una y otra vez, hasta que se cansó se dejó caer en el suelo, se hizo un ovillo, se apretaba el pecho con fuerza mientras gritaba de dolor, mientras repetía ahogadamente el nombre de su amada.

Los recuerdos, los hirientes recuerdos...