Hola a Todos! Aquí les traigo un nuevo fic. Nunca escribí sobre Cincuenta sombras de Grey. Cualquier opinión o sugerencia que tengan, los invito a que me lo digan. Gracias por leerme y espero que la disfruten!

Disclaimer: los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de E. L. James. Solo escribo por pura diversión.

Pasiones oscuras

Capítulo 1 : Reencuentro ¿Casualidad o Inevitable?

- ¡Maldición!- Exclamó Ana, mientras buscaba las llaves de su auto. Comenzó a poner su living patas para arriba, muy segura de haberlas olvidado allí. Frenó repentinamente tomando una gran bocanada de aire, y así poder evitar que el malhumor la invadiera. Mientras lo exhalaba, no pudo dejar de notar que aquel ambiente que la rodeaba estaba hecho un desastre: ropa tirada sobre el hermoso sillón de dos cuerpos que Ray le había regalado, una taza de té que había olvidado ayer a la noche cuando se desvelo hablando con Kate por Skype, los pocos muebles que tenía estaban cubiertos por una fina capa de polvo… Sintió un leve sentimiento de impotencia e irritación pero el saber que contaba con poco tiempo para llegar a su trabajo, hizo que su concentración pasara de nuevo a las llaves. Y justo cuando estaba por perder la cabeza, allí las vio, apoyadas en la pequeña canasta de mimbre sobre esa estupenda barra desayunadota de cedro que dividía el living de la cocina- comedor, y que en este momento no se podía apreciar por estar tan llena de papeles y cosas inútiles. Cogió sus llaves y salió tan rápido como pudo.

No había sido un año muy bueno para Anastasia. La pequeña editorial en la que trabajaba había quebrado, dejándola sin trabajo, y con un alquiler y gastos de los cuales debía hacerse cargo. Pasó por varias entrevistas de las cuales no obtuvo noticias. El tiempo transcurría y la escasez de dinero se iba sintiendo, y así que decidió comenzar a buscar trabajo en otros lados, otros rubros y para su suerte (no tan buena) terminó en un bar en pleno corazón de Vancouver (Washington), de camarera para la gente de clase alta. La paga no era la gran cosa pero lo mejor eran las propinas. Era un lugar pensado para "seres" con mucho dinero. Y con este trabajo, Ana se dio cuenta, de lo poco que ella encajaba en el ámbito de la alta sociedad.

-Nunca hubiese encajado en el mundo de Christian- pensó para sus adentros, mientras una punzada sutil aunque muy íntima se asomaba en la boca su estómago, la cual no quiso admitirse a si misma. Siguió conduciendo en plena noche reprochándose por tener un pensamiento como ese. Y sin darle mas vuelta al asunto siguió manejando.

Pero cómo no recordarlo. Si que había sido un año muy malo. Espantoso. Lo comenzó de la peor manera: viendo la gran noticia en la televisión de la que todos estaba hablando: periodistas corriendo a Christian Grey con su nueva esposa morena hasta su BMW sedan último modelo, mientras Taylor y lo que parecían ser dos guardaespaldas más, escoltaban a la feliz pareja para que los parazzi no los acosaran. Si que había sido un golpe bajo; en ese entonces sólo había pasado un año desde su trágica separación. Que aquél hombre contrajera matrimonio tan pronto, no solo le causó dolor y desilusión, si no que comprendió que nunca había sido quien Ana había creído. Y a partir de ese día, se había prometido a si misma que la cautivadora pero fría y desolada persona de ojos grises, ya no existiría nunca más en su mundo.

Aparcó su vehículo en el estacionamiento para empleados. Antes de bajar, miró la hora en su celular. Treinta minutos antes del horario de comienzo de su jornada de 8 horas. Si que había hecho volar a su auto. Se relajó. Entró por la parte de atrás del establecimiento, sector donde se encontraba la cocina.

POV Ana

- Hola Carl- lo salude dedicándole una sonrisa sincera. Él es el chef y jefe gastronómico del lugar. Su edad es muy cercana a la de Ray, quizás es una de las razones por las cuales nos llevamos muy bien y tenemos una relación tan fraternal. Y además es un genio de la cocina. Todo lo que hace es delicioso.

-Qué es lo que huele tan rico- y al decirle eso le guiño un ojo.

-Hola Ana- me da un abrazo y me responde - Crostini con salmón ahumado y alcaparras- señalando con una mano, y con la otra en dirección contraria - Dip de queso crema con champiñones y tocino.- se acerca a mi oido y me dice en voz baja- luego te preparo una vianda.

Saludo a algunos de los ayudantes de Carl: James, Kristen, Tom y Susan. Con ellos no tengo una gran relación pero son gente agradable.

Salgo de la cocina y paso a un cuarto donde están los casilleros. Dejo mis cosas allí, me cambió de ropa y me pongo mi uniforme: una camisa negra de seda fría con cuello mao y una escote en V, algo pronunciado para mi gusto, una falda negra de modal con lycra ajustada que llega por arriba de mis rodillas, el delantal negro con un bolsillo que lo ato a la altura de mi cintura y por último mis zapatos cerrados de taco alto. He aprendido a caminar con ellos pero no hay un solo día en el que no desee revolearlos por el aire.

Me dirijo por un pasillo a la parte de atrás de la barra, que esta conectada con la cocina y ficho mi tarjeta. Allí me cruzo con mis compañeras de trabajo.

Gina- la saludo calidamente con un abrazo- al fin has vuelto de tus vacaciones ¿Cómo han estado?

-Ana- me corresponde mi muestra de cariño. -Han sido fantásticas, lastima que se terminaron, pero en fin…- Me mira de arriba abajo. -Wow, el uniforme nuevo si que te sienta muy bien. Te llenarás de propinas hoy.-

-Vamos Ginie, los niños ricos son de lo mas irritantes que hay- le respondo algo resignada aunque tengo que reconocer que cuanto mejor nos vemos, mejor nos pagan.

-Lo sé, ni que lo digas ¿Sabes exactamente que es lo que sucederá hoy aquí? Oí que viene Kevin a dar un show- Y mientras termina la frase me echa un mirada inquisitiva esperando a que confiese algo.

Se a donde quiere llegar. Kevin es un gran saxofonista habitué del bar y es muy demandado para que de conciertos aquí. Tiempo atrás, tuvimos un pequeño affaire pero luego él mostró cierto interés en mi y yo lo rechacé. De todas formas, parece que él no se ha rendido conmigo. Intento desviar la conversación.

-Si, él vendrá.- digo como si no significara nada. -También habrá fiesta para algunos grupos de jóvenes ricachones en el sector vip, aunque el bar este abierto al público en general.

-¡Hey! ¡Muchachas!- Nos llama la atención el encargado, sacándonos por completo de la charla. -Dejen de parlotear y vayan inmediatamente a la sala que las puertas se abrirán en 5 minutos.-

Gina y yo nos vamos a piques a colocarnos en nuestro sector.

POV Christian

No entiendo por qué deje que Elliot me convenciera de venir con él y sus amigos a pasar el fin de semana en Vancouver y encima pasar la noche precisamente en este lugar. Reconozco que podría llegar a volverse terreno de negocio si me cruzara con el empresario correcto, pero dudo que los haya. Estoy convencido que la mayoría han venido de fiesta. Que perdida de tiempo. También oí que habrá un show de jazz, eso si puede resultar interesante.

-Señor, ya llegamos- me comunica Taylor

Bajo del auto junto con mi hermano y sus amigos: Zack, Tom y Alex.
Entramos al lugar y vamos directamente hacia nuestra mesa. Ya hay bastante gente, mas que nada en el sector vip que es donde estamos nosotros. La camarera que nos atiende es algo tímida. Si lo sé, esta intimidada por mi presencia. No es mi intención hacerla sentir así, aunque a pesar de eso no me quita la mirada de encima. Lo lamento no me interesan las rubias pienso para mis adentros. Pedimos dos vinos blancos, los cuales son consumidos rápidamente, y una tabla de frutos secos y verduras grilladas para picar. Anuncian que en unos momentos comenzará el concierto de jazz y eso llama mi atención por unos momentos. Elliot no para con sus amigos de buscar mujeres para ligar, entiendo que tuvo una relación de varios años con kate pero desde que se divorciaron parece un adolescente con todas las hormonas en su esplendor. Bueno, mi matrimonio tampoco esta en su cúspide pero no ando como niño enloquecido.

Los minutos en este bar se hacen largos. Intento matar el tiempo hasta que empiece el recital, mirando detenidamente el lugar.

No es de mi gusto, demasiado iluminado en algunos sectores y en otros demasiado oscuro. No es sofisticado en ningún sentido, es muy común, los cuadros que están colgados no transmiten nada, son tan pocos que se pierden en lo inmenso de este ambiente. Tengo que reconocer que la comida y los tragos si valen la pena.

Mi vista sigue explorando cada detalle, como buen controlador que soy, y en un momento de movimientos entre gente y luces que titilan alrededor de la barra, veo un rostro familiar. No sé si el vino estará haciendo su efecto ya que recién trajeron dos botellas más y los estamos bebiendo, o es mi mente que no quiere creer lo que ve. Cierro el puño, lo aprieto con fuerzas y los dedos me comienzan a doler, pero no me importa. Mis dientes rechinan. Mis ojos se abren como platos al no creer lo que contemplan. Mis músculos se tensan ¡Oh si! El universo conspira contra mi. Veo que Elliot me esta mirando algo confuso, amaga con tocarme el brazo para llamarme pero no parece estar seguro de interrumpir mis reacciones. Hace bien.

Y allí la veo, con esos enormes y llamativos ojos cansados pero atentos, mientras que aquél hombre alto, muy alto y delgado pero de gran espalda, le habla y no la deja de mirar con deseo, con anhelo. Ella le contesta no se qué mientras le regala una sonrisa con sus labios pintados de rojo. Se me revuelve el estómago. Corro mi vista de semejante escena, tomó mi copa con furia y de un trago termino lo que quedaba de vino. Elliot solo se limita a llenar mi copa. Me ánimo a mirar otra vez. Ya no están. Comienzo a buscar con la mirada y no la encuentro. Mi búsqueda es interrumpida por el presentador, quien anuncia que el show va a comenzar, se apagan las luces y las pocas que quedan, solo alumbran al escenario. El saxofonista aparece, y mientras la mayoría lo recibe con un aplauso, yo caigo en la cuenta que es la misma persona que estaba intentando seducir a Anastasia. Comienza a tocar, y yo me mareo; las luces están apagadas y estoy teniendo un ataque de adrenalina, me siento fuera de sí, como si perdiera la percepción de la realidad. Me paro, decidido a escapar.

-¿A dónde vas hermanito?- me pregunta Elliot algo preocupado. Lo demuestra.

Intento parecer lo mas sereno posible. No es justo arruinarle la noche. -No te preocupes iré al baño. Estoy algo aturdido. No es nada.-

-Bueno, si necesitas tomar aire, al fondo hay un pequeño parque con verde.- me dice con un sonrisa mostrando interés en mi bienestar

Entró al baño y mojo mi rostro. No puedo creer mi suerte, justo hoy, justo aquí, cruzarme con ella. No puedo perder el control, ni los estribos. Lo había hablado miles de veces con John: Anastasia forma parte de mi pasado, por más doloroso que haya sido, nada iba a ser como antes. No puedo reaccionar así. Respiro hondo, me miro al espejo, me paro sacando pecho y me hago creer a mi mismo, que pase lo que pase hoy, vea la situación que vea, nada voy a hacer al respecto; tengo una bella esposa, Simon a la que no estoy tratando justamente y que me espera en casa. Suspiro. Me siento mejor. Quizás tomar un poco de aire me de la tranquilidad total para ya volver a la mesa. Me asomo al parque del bar. Me dirijo al fondo. Aquí si que han hecho un gran trabajo. Un camino que lleva hasta una fuente de agua con luces de colores, y a partir de ahí se divide en varios senderos con bancos de madera. Hay flores de colores y un fresco olor a verde. Las luces están bien distribuidas, ofreciendo una iluminación tenue pero manteniendo cierta intimidad. Hay muy pocas personas las cuales al escuchar el liviano sonido del saxo proveniente del bar, comienzan a entrar. Quedo completamente solo.

POV Ana

Que noche tan ajetreada. Lo bueno del show es que cuando comienza, mucho se pierden en él y puedo escaparme aunque sea 5 minutos de los pedidos constantes de tragos y vinos. Voy hacia el parque de atrás a fumar un cigarrillo. No es un vicio que me tenga atrapada pero en momentos así, si no fumo siquiera uno podría estallar. Si el encargado me llegara a descubrir estaría en grandes problemas. Pero a estas alturas de mi vida, es algo que poco me importa. La noche esta estrellada y cálida. Giro mi cabeza de un lado hacia al otro, estirando mi cuello y relajándome. Veo que no hay nadie, solo un hombre a lo lejos. No diviso su rostro a esta distancia pero tiene buen porte. Gira su mirada en dirección hacia mi. Yo comienzo a caminar hacia el final del límite del parque: allí puedo hacer lo prohibido sin que nadie le vaya a soplar al encargado que una de sus camareras esta fumando. Sigue mirándome, inmóvil, me pone incomoda. Bajo la vista y comienzo a buscar mi encendedor en el bolsillo de mi delantal, bajando mi vista, intentando desviar mi atención de ese momento extraño que se estaba produciendo. No paro de caminar. El ambiente se vuelve tenso, la piel se me pone de gallina ¿Qué diablos está pasando? Subo mi vista hacia arriba y alguien susurra mi nombre.

-Anastasia…-