Ranma 1/2 y todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi

¡Tendrías que haberlo visto!

Si fuese el hijo de un Dios, tal Dios se hubiese enorgullecido hasta el límite de tenerlo por hijo.

Todos los que lo vimos no podemos negar que jamás observaremos a alguien pelear con tantas agallas, que jamás ha habido, ni habrá, otro guerrero como él… El en ese momento, en ese lugar. Cual héroe de imposibles leyendas y fantasías que solo niños podrían pensar.

Era como un tifón, lleno de fuerza y furia y pasión y desesperación, a la vez que esperanza. Aferrado a la más remota señal… abrazado del más mínimo destello de vida… sujetándolo con uñas y dientes.

Y yo me sentí orgullosa de ser la razón de su lucha…

Se desplazaba de aquí para allá, con imposible elegancia, llevando mi corazón entre sus ágiles manos. Volando cual ave, ligero, invencible. Mejor que nunca, lució esa tarde… ¡Tan guapo! Sus ojos repletos de amor, expectantes a más no poder. Yo temblaba observándolo desde algún punto… todo mi ser, henchido de emoción.

Si. En verdad… ¡Solo viéndolo podrías entenderme!

Era casi un águila… casi un tigre. Casi todo lo que pudiera ser poderoso, casi todo lo bello, casi todo lo imponente. Y podría seguir describiendo su grandesa por toda la vida… y jamás me cansaría de alabarlo.

Y yo le amé aun más a partir de ahí.

Y siguió luchando… Desafiante de toda lógica, toda ley natural y todo ser en el universo que le arrebatara su amor. Ese amor que convertía al humilde joven en ese Dios que soy capaz de describirte ahora.

Entonces la rígida muñeca que protegía con su vida, dió lugar al cuerpo de una linda mujer, … Y fue en el momento en que se vió de cara a cara con la muerte… que gritó y aulló cual animal herido.

Sentí un escalofrío… Y en ese momento desperté.

Y el suplicó… y se golpeó a sí mismo… y declaró su amor.

Yo le escuché. Aunque él lo negara después…

Y ella también lo escuchó.

Y desperté por completo de mi sueño entonces. Dejé de soñar que peleaba por todos nosotros… y que yo era parte de su lucha. Y me descubrí en lo alto, mientras él, abajo, contemplaba a su muñeca, ya despierta… llorando de felicidad, también

El la amaba. Sus ojos lo decían… sus manos y todo su ser lo decía. Pero lo callé… y lo negué. Al igual que lo hizo él, con su boca, después.

Enterré su grito en mi memoria. Solo a veces sale a torturarme, a gritarme en mi cara que pierdo mi tiempo y mi juventud…y mi belleza y mi vida. Que puedo seguirlo durante siglos y jamás luchará por mí, como lo hizo por aquella violenta mujer.

Ahogo esos gritos burlándome de ella, aprovechándome de cual cobarde puede llegar a ser él, "el vencedor de semidioses", ante sus propios sentimientos. Alimentando mi fantasía con su inseguridad… la de ella y la de él. Aferrada a la más mínima, aunque falsa, señal…

Y le recuerdo luchar por Jusenkyo y por nuestra salvación. Y así lo cuento a todo mundo: "El joven que luchó por volver a ser un hombre completo". Y el detalle de la muñeca… nadie lo ha sabido por mi boca.

Esas son palabras indecibles.