Disclaimer
Junjō Romantica y los personajes que intervienen en este fic no me pertenecen y no son utilizados con fines de lucro.
Advertencia de contenido
Este fic está basado en una relación yaoi.
JUNJO EGOIST
-Incertidumbre-
...
Hiroki X Nowaki
"Esa pregunta que te hace imaginar miles de cosas, rompiéndote el corazón de mil maneras"
Era la oportunidad perfecta para preguntárselo, pero Hiroki no tenía claro si estaría bien hacerlo. La susodicha cuestión se había asentado en su cabeza una noche, en ese lapso que se distiende entre el sueño y la vigila. Desde ese nocivo momento, no había podido arrancar la irresolución de su mente y esta incertidumbre le estaba consumiendo por dentro.
Sabía que si se lo preguntaba, Nowaki no reaccionaría mal. Después de todo el tiempo que llevaban juntos, a Hiroki no le resultaba difícil augurar la respuesta de su amante: Nowaki le brindaría una tierna sonrisa, pronunciaría una bonita respuesta y, acto seguido, lo franquearía con uno de sus típicos abrazos de oso que tanto le irritaban. Sin embargo, no era esto lo que inducía la preocupación del profesor; lo que más inquietaba al docente era quedar como un idiota consigo mismo al plantear semejante duda.
Es una pregunta estúpida e inmadura. No pienso interrogarle por una cosa tan absurda -meditaba, mientras fruncía el ceño instintivamente-.
Nowaki, sentado a su lado en el sillón, reparó en el ademán de su amante y, como se había vuelto costumbre, esbozó una afable sonrisa.
—Hiro-san —nombró pausadamente, sin apartar su mirada del libro que leía—. Si hay algo que te inquiete, puedes contármelo.
El demonio Kamijô fue conquistado por un súbito estado de nerviosismo que intentó ocultar vanamente.
—N-no hay nada que quiera decirte, ¿por qué preguntas?
Nowaki cerró el libro y posó sus serenos ojos azules en los de Hiroki.
—Hiro-san, después de todo este tiempo juntos, he aprendido que eres una persona que va de frente si algo te molesta.
El castaño izó una ceja, procurando mostrar ingenuidad. El moreno se acomodó en el sillón, disponiendo su cuerpo contra el de su amante.
—Dices que no estás molesto —prosiguió—. Pero tampoco pareces muy contento —alegó con su voz de profesional—. Teniendo todo esto en cuenta, puedo deducir que hay algo que lo te inquieta. ¿Me equivoco?
—¿Desde cuando eres graduado en psicología?
Nowaki se rio y se le echó encima.
—¡Vamos, Hiro-san! ¿Qué te sucede?
—¡A mí no me pasa nada! ¡Déjame en paz, mocoso!
Hiroki intentó escapar pero, como era previsible, solo consiguió que Nowaki lo encarcelara entre sus brazos.
—Ya no soy un mocoso, Hiro-san —pronunció el menor; su voz denotó un falso tinte de dolor, pero este no tuvo efecto alguno en el profesor que seguía debatiéndose—.
El pleito sinsentido perduró hasta que Nowaki decidió rendirse.
—Está bien, Hiro-san —confirió acercándose peligrosamente al rostro ajeno—. Sé que la culpa por no habérmelo dicho será más fuerte que tú y, entonces, terminarás confesándome ese secreto que tanto te inquieta.
¡Nunca te contaré mi secreto, estúpido! –determinó pasa sí-. Prefiero que se me trague la tierra antes de preguntarte si eres homosexual por mi culpa.
Hiroki estaba dispuesto a impugnar públicamente las palabras del doctor, pero Nowaki se lo impidió, sellando sus labios con un beso tierno e inmaculado, donde el demonio Kamijô halló su ansiada respuesta.
