Devilish Kitty

SUNSET

Había guardado todo lo que pudo en una maleta, lo esperaba en el aeropuerto y por más que se dijera a si mismo que reconsiderara la idea no podía dar marcha atrás, no por sí solo. Al salir de la habitación azoto la puerta y paso por enfrente de la de su hermano.

-¿Qué haces?- pregunto mientras apagaba el televisor y seguía con la mirada al menor.

-¿Qué parece que hago? Me voy- y sin esperar un segundo más camino hacia el pasillo.

-No te puedes ir- le dijo levantándose de la cama para alcanzarlo.

-Claro que me puedo ir, puedo hacer lo que quiera- le contesto mientras caminaba apresuradamente a la puerta.

-No me dejes, por favor, no te vayas, no con ella- lo tomo por el brazo mientras una lagrima comenzaba a bajar por su mejilla pero él seguía sin voltear a verlo para que no viera que el también lloraba.

-Lo siento, me tengo que ir, si no es ahora nunca lo voy a hacer, por favor suéltame- tenia los dientes apretados para no dejar salir toda la tristeza que llevaba dentro.

-Prometiste que nunca me ibas a abandonar, que siempre íbamos a estar juntos, por favor, no me hagas esto, ¡ELLA NO TE AMA DE VERDAD!- las ultimas palaras lo habían molestado y por fin volteo a ver a su hermano, aunque en el fondo él sabía que eso era vedad.

-Eso no puedes saberlo, tu no conoces lo que es el amor, nunca te has enamorado y si sigues con tus aventuras de una sola noche nunca lo vas a saber- lo vio fijamente a los ojos y después Tom bajo la mirada.

-Claro que me he enamorado, aunque no parezca amo a alguien y me pesa cada día más el no poder decírselo y estar lejos- se le hizo un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, su hermano estaba enamorado de alguien y él no sabía, no se lo había dicho.

-Pues me alegro por ti- y diciendo esto tuvo que soltarse de su gemelo para limpiarse la cara porque en la otra llevaba la maleta.

-Bill,, acaso no lo entiendes, tu eres a la única persona a la que de verdad amo, me duele que te vayas con alguien que no soy yo, que los ojos te brillen cuando hablas de ella y una sonrisa aparezca en tu rostro cada vez que le piensas, daría mi vida por ti pero tú la prefieres… y contra eso no pudo hacer nada- el pelinegro se había quedado sin palaras, eso era lo que siempre había querido escuchar de su hermano mayor, del amor de su vida.

Soltó el equipaje y se quedo con la cabeza baja y los brazos colgando a los lados –Tommy, yo… no sé qué decir- el chico de las rastas se acerco, le tomo la cara y se la levanto para que lo viera a los ojos.

-No tienes que decir nada- se acerco lentamente y se atrevió a darle un dulce beso en los labios, Bill se sonrojo y en su rostro angelical apareció una sonrisa que difícilmente se podía comparar a ninguna otra, al fin se sentía completamente feliz y podría seguir su vida como siempre la había querido… acompañado de Tom.