Nota de la autora: Este fanfic comenzó como una locura a mi corta edad; ahora que he recién cumplido dieciocho me he dado de cabezazos de vergüenza al pensar en lo mal hilado, redactado y actitudes OoC de los personajes aquí. Por ello me he dado a la tarea de volver a subirlo, corregirlo y agregar un par de detalles que faltaron de ampliar.
Como saben, esta historia ya tiene su secuela, por lo tanto no afectará esta re-edición en lo absoluto. La he catalogado AU (Universo Alterno) ya que en uno normal James Potter y Hermione Granger se conocerían; solo en mi cabeza fantasiosa.
Ya tiene los seis capítulos correspondientes y subiré el 7mo. cuando haya tiempo; lamento informarles que soy bastante lenta para subir por mi limitado tiempo. Sin más que decir...
Disclaimer: Todo pertenece a JK.
Hermione Granger se encontraba muy enojada en ese momento. Sus pensamientos se dirigían continuamente al estúpido de Ron besándose con Lavander; la ponía en un estado de shock total, ya que nunca se había sentido tan furiosa en toda su vida, ni siquiera cuando esa Skeeter le había mandado esas cartas llena de pus de bulbotubérculo sin diluir.
Caminaba tan deprisa y con unas lágrimas queriéndole salir que no se dio cuenta cuando se tropezó con Harry, el cual al ver el espectáculo de Ron y Lavander había decidido correr para alcanzar a la furisa Hermione.
— ¡Hermione! ¡Espera!—le gritó Harry, desesperado al ver el aspecto de su amiga.
—¡Oh! Lo siento tanto Harry…—le dijo evitando mirarlo y bajo su mirada intentando no llorar o mostrarse adolorida por la actitud de Ron.— Me gustaría ir a la biblioteca a sacar un libro para la tarea de Pociones.—Mintió y alzó su mirada intentando mostrarse firme.
— ¿Estás bien?—le preguntó Harry con desconfianza.
—¿Por qué no habría de estarlo? Tengo que ir por el libro, Harry—Hermione se mantenía en sus trece y estaba decidida a no regresar con Harry a la Sala Común, en donde seguramente Ron estaría con Lavander.
—Bueno, entonces te acompaño.
—Harry…— ¿Por qué su amigo no comprendía que quería estar sola? Hermione pronunció su nombre con un tono que no admitía réplica—: No creo que sea buena idea, aparte ya es la hora de la cena y supongo que tendrás hambre ¿o me equivoco?
—Bueno, en eso tienes razón —le dijo rápidamente el chico al comprender que su amiga tal vez le gustaría estar sola —Pero no te tardes mucho, para guardarte sitio.
— ¡Si, claro! Solo los dejare y volveré para comer un bocadillo —le respondió rápidamente Hermione.
—Esta bien, pero no te tardes— Pero era demasiado tarde ya que Hermione se había ido corriendo a la biblioteca.
La chica llegó a la biblioteca y vio que la señora Pince la miraba con sorpresa.
—Querida, ya estaba a punto de cerrarla— le dijo la señora Pince.
—Lo sé, pero… ¿me permitiría quedarme un rato aquí?; necesito tomar unos libros para el ensayo de Pociones —le contesto Hermione, mirando a Madame Pince como si fuera su salvación.
—Está bien, pero sólo lo hago porque eres tú; asegúrate de tomar rápido los libros y cerrar bien la biblioteca —Accedió la bibliotecaria con comprensión al ver como Hermione estaba decidida a quedarse allí. No pasaría nada malo por que se quedara un rato a buscar un libro.
—Claro, claro; sólo me tomara un par de minutos hacerlo— le contesto rápidamente.
La señora Pince le echó una última mirada y se fue caminando hacia el Gran Comedor. Cuando se alejó, Hermione se dirigió hacia su sitio de costumbre y se sentó en la silla, sintiéndose miserable. No podía creer que Ron fuese tan tonto como para no darse cuenta de que ella desde hacía bastante tiempo no lo veía como un amigo, precisamente. Dejó caer su cabeza en la mesa y cerró los ojos intentando relajarse antes de volver a la Sala Común.
—Como desearía poder olvidarlo, aunque fuese yéndome de su vida—murmuró Hermione, dejando escapar un suspiro de cansancio. Sin darse cuenta, un pequeño hombre la miraba con suspicacia y sonriendo, movió la varita para que se sumiera en un sueño.
Lo que no sabía la chica es que al despertar lo haría dos décadas atrás.
—¡Rayos!—Hermione sintió como la cabeza le martilleaba y recordó de sopetón los sucesos de la noche anterior. Como Harry le había insistido que lo acompañara de regreso a la Sala Común, ella se había negado y refugiado en la biblioteca. Jamás lo volvería a hacer; lección aprendida. Su cuerpo estaba entumecido y abrió los ojos lentamente.
Lo primero que le sorprendió fue que Harry, que la miraba sin poder ocultar su curiosidad, estaba a un palmo de su rostro. Hermione estrujó su ceño y se talló los ojos.
—¡Harry! ¿Tan tarde es? Lo siento, me quedé dormida y...— Comenzó a decir Hermione y paró su discurso al dar un suave quejido al mover incorporarse de la silla.
—¿Harry? —El chico lucía confundido y explicó—: Mi nombre es James Potter— Hermione se le quedó mirando con la boca abierta incapaz de decir algo coherente y el tal James añadió—: Humm, no me gustaría ser entrometido, pero ¿quién eres? Hasta ahora nunca te había visto en Hogwarts.
—¿James? ¿James Potter?—repitió Hermione, atónita.
—Sí...—respondió el aludido, mirándola como si estuviera loca; lo cual estaba a punto de ser Hermione. La chica chasqueó la lengua, enfadada de que ése chico, que sin duda se había tomado la poción multijugos para parecerse tanto a Harry, quisiera hacerse pasar por el padre de su amigo.
—Ajá... y yo soy McGonagall, ¿no?—Hermione se cruzó de brazos y miró a su alrededor. Todo seguía en orden, como lo había dejado al quedarse dormida la noche anterior. Y volteó a mirar al impostor, que sonreía burlonamente.
—No sabía que fueras hija de McGonagall, ¡vaya que heredaste su carácter!—comentó el impostor con gracia, pero Hermione estaba hartándose de aquél juego. Seguramente llegaría tarde a sus clases ya que iría con su jefa de casa a hablar sobre esa broma sin chiste.
—Mira, cualquiera que seas, voy a tener que hablar con...—Hermione miró al chico que tenía enfrente y se dió cuenta de algo que había dejado pasar. Sus ojos eran castaños y no tenía cicatriz en la frente. La chica dió un chillido que provoco que el tal James, o quien fuera, la mirara con el ceño fruncido.— ¡Oh, por amor de Dios! ¡Eres James Potter!
—Es lo que he tratado de decirte desde hace rato—sonrió él y añadió, aburrido—: Mira, no sé quien eres pero tengo que irme. Yo solo venía a levantarte porque me ha dado pena dejarte allí dormida, pero sí que estás algo loca.
Hermione no le prestó atención ya que pensaba cómo demonios había llegado hasta ese lugar en el tiempo. Miró como James se largaba y sin pensarlo dos veces, corrió hacia él.
—¡Eh, espera!—Hermione lo tomó del hombro—: ¿Sabes si está Dumbledore?
James abrió la boca para contestarle, pero en ese momento apareció un apuesto chico, con unos ojos increíblemente grises y un despeinado cabello oscuro, al principio del pasillo viéndolos con una picara sonrisa.
—¡Hasta que te encuentro!—dijo el apuesto chico, que viéndolo mas de cerca, Hermione comprobó con un escalofrío que era Sirius Black, el difunto padrino de Harry.— Te he estado buscando por todas partes, Cornamenta.
—Ah, Canuto ¿tú conoces a ésta chica?— le preguntó James a Sirius, intentando sin éxito hacer que Hermione no oyera la pregunta. Sirius, que hasta ese momento no le había prestado atención, la miró fijamente. Tanto, que Hermione se ruborizó levemente.
—¡Claro que no! ¿Cuál es tu nombre?— le pregunto Sirius directamente a Hermione. Ella levanto sus cejas, confundida.
—Eh… Me llamo Hermione Bennet— les mintió rápidamente al acordarse de un apellido muggle. No sabía como iba salir de esa sin causar sospechas.
—Oh, nunca te he visto, y eso que conozco a casi todas las chicas de Hogwarts—comentó Sirius, mirándola fijamente. James a su lado asintió, sin duda dándole la razón y Hermione estuvo tentada de irse corriendo al despacho de Dumbledore inmediatamente. No le gustaba como tomaba el curso aquella plática.
—Si tienes razón, Canuto—dijo James apoyándolo— Aparte de que traes una túnica de Gryffindor, no es posible que jamás te hayamos visto estando en nuestra misma casa.
Y Hermione hizo lo único que podía hacer en ese momento: mentir descaradamente. Bueno, no descaradamente sino por un buen fin.
—¡Ah!, eso es porque vengo de… Francia, ¡sí!; de Francia—Intentó pensar en una identidad extranjera y añadió—: Ayer llegué a Hogwarts y me perdí buscando al director y el único lugar que ví abierto fue aquí, así que me dormí toda lo noche en este rincón. Y lo de la túnica es porque ya había estudiado aquí pero me marche a principios del primer curso por... motivos personales.
James y Sirius la miraron con un deje de desconfianza; era obvio que no creían ni media palabra de lo que había dicho y que había cabos sueltos, pero se guardaron para sí sus sospechas. Hermione volvió a preguntar:
—¿Dónde está la oficina del director?—No podía decir que sabía donde se encontraba ya que acababa de decir que no conocía el paradero; James y Sirius se voltearon a ver antes de que el primero le dijera que la acompañarían hasta la oficina. Hermione se sorprendió por su buen gesto pero tuvo la certeza de que solo lo hacían para averiguar más sobre ella.
Los siguió un tanto nerviosa con su nueva situación. ¿Cómo demonios había llegado allí? Millones de preguntas se aglomeraron en su mente haciéndole agobiarse. Hogwarts seguía exactamente igual, excepto tal vez, por los alumnos que lo conformaban. Frunció el ceño al percatarse de que grupos de chicas la miraban con curiosidad y... ¿celos? Después de varias teorías, se dio cuenta de que sus acompañantes no eran del todo feos, al contrario; eran guapos. Especialmente Sirius, que tenia un aura de chico gamberro y rebelde que le recordaba a las estrellas de rock muggles.
—Bueno, llegamos, este es el despacho del director— dijo Sirius, interrumpiéndole sus pensamientos —ahora la contraseña… ¡Cucurucho de cucarachas!— la gárgola que custodiaba el lugar, se deslizó hacia un lado, revelando una escalera de caracol que había detrás.
Hermione caminó hasta llegar a la escalera y volteó a ver a sus acompañantes, los cuales movieron la cabeza indicando que debía subir; así que sin perder mas tiempo, subió rápidamente los escalones hasta llegar a un pasillo donde había una imponente puerta. Se dirigió hacia la puerta, tocó antes de entrar y una voz tranquila y serena, que identificó al instante como la de Dumbledore, le indicó que entrara.
Así que tomó la manija sin saber lo que le depararía el futuro.
—Sabría que vendría— le dijo el director con su serena voz— Siéntese, por favor—indico señalándole una elegante silla; lo cual hizo rápidamente ya que le intrigaba que Dumbledore supiera de su extraña aparición.
—No sabia que usted supiera acerca de mi situación, ¿cómo es que lo sabe, señor?— Se apresuró a decir Hermione rápidamente.
—Bueno lo que sucede Srita. Granger es que en la mañana me llegó una nota, bastante intrigante, a decir verdad.—Y diciendo esto, Dumbledore sacó la nota de unos de sus cajones y se la mostró.
La nota decía:
"Profesor Dumbledore, una extraña visitante del tiempo vendrá el día de hoy a Hogwarts; por favor le encargo que trate a la Srita. Granger como una más de sus alumnos. Le entrego una llave de Gringotts para que pueda comprar su material, uniforme y sus cosas personales.
PD: Ella esta en la casa de Gryffindor y cursa el sexto grado.
Atentamente:
T.G.
Al terminar de leerla, Hermione levantó su mirada y metió la carta en su bolsillo. El profesor Dumbledore la miró penetrante, y le dijo:
—Creo que tendrá muchas preguntas, pero me temo que hablaremos después. Están a punto de comenzar las clases— exclamó Dumbledore, levantándose de la silla y entregándole la llave de Gringotts— Ya le deje en su habitación alguna ropa y dinero, aparte de los libros que utilizará, casi se me olvida, usted tiene que tener otro nombre para evitar problemas.
—No se preocupe profesor Dumbledore— añadió rápidamente— Me llamare desde ahora Hermione Bennet.
—Excelente, ahora trasládese al Gran Comedor e invente una historia hacer de su pasado— sonrió y añadió—No olvide que viajar en el tiempo puede tener consecuencias fatales sin no se actúa con prudencia, no lo olvide.
—Claro, no lo olvidare… y gracias señor— contestó dirigiéndose a la puerta.
Sabía que Dumbledore era un hombre de pocas pero sabia palabras, pero no pudo evitar sentirse un tanto decepcionada al ver que no había mencionado nada sobre su regreso.
Se había olvidado de Jame y Sirius, así que cuando Hermione los volvió a ver, se asombró de verlos allí esperándola;ni Harry ni Ron habían tenido ese gesto con ella.
—¿Y que te dijo Dumbledore?— le preguntó James impacientemente mientras Sirius prestaba atención al ritmo que iban caminando.
—Me dijo que me dirigiera al Gran Comedor y que en mi habitación estaría mis libros y mi horario— contestó dirigiéndose hacia el Gran Comedor, el cual seguía estando igual.
Hermione se empezó a atrasar un tanto nerviosa al no saber en donde sentarse, pero James y Sirius la condujeron para que se sentara junto a ellos. Cuando se sentó vio que enfrente de ella estaban Lupin y Pettigrew, los cuales la miraban sorprendidos. Analizó sus rostros intentando encontrar algún atisbo en ellos del futuro, pero llegó a la conclusión que eran felices. Tal vez más felices de lo que habían sido en toda su vida.
—Lunático, Colagusano, ella es Hermione Bennet, acaba de venir de Francia y cursa con nosotros—informó Sirius a sus amigos.
—Un placer, soy Remus—saludó Lupin, tendiéndole una mano que Hermione aceptó gustosa, mientras Pettigrew se presentaba.
—Qué tal chicos— replicó Hermione, sonriendo y sirviéndose un poco de huevos revueltos en el plato.
—No dudes en recurrir a nosotros si necesitas algo— comentó Remus con una gran sonrisa a la cual respondió tímidamente. Hermione se sentía un tanto extraña hablando con gente que había conocido y que ahora era veinte años mas joven.
Charlaron un poco sobre los profesores, las materias y sobre todo del Quidditch. Supo que James era el capitán del equipo de Gryffindor e inclusive la invito a formar parte de él.
—No—se negó rotundamente Hermione ante la petición— Me dan miedo las alturas y juego pésimo.
Con eso se agotó el tema y sonó la campana anunciando el inicio de clases. Remus, que era prefecto, se ofreció a llevarla a la Sala Común para que recogiera su horario y los libros correspondientes. Hermione sonrió gustosa y de inmediato se pusieron en marcha. Muchos alumnos se les quedaban viendo con curiosidad, pero Remus no hizo ningún comentario.
Al pasar el retrato de la Señora Gorda, Remus le señalo las escaleras de las chicas y se ofreció a esperarla para escoltarla a su primera clase.
—Pero...—rechisto Hermione preocupada al ver sus intensiones—, llegarás tarde a clases, Remus.
—Soy prefecto—indicó señalándole su insignia dorada— No es problema y aparte eres nueva. Es mi deber como prefecto ayudarte en tu integración a las clases.
A la chica no le quedo mas remedio que subir las escaleras rápidamente, tomar su horario y la mochila con los libros. Se tardó un poco al colocar los libros que le tocaban y examinar su horario. Curiosamente, tenía las mismas actividades que en su época. Bajo las escaleras rápidamente y vio como Remus se levantaba y la acompañaba.
—Me toca Pociones—dijo al salir del retrato de la Señora Gorda— ¿A ti que te toca?
Remus parecía sorprendido.
—Lo mismo—replico guiándola en donde se encontraban las mazmorras y en cinco minutos más tarde estuvieron en el aula de Pociones.
Slughorn estaba sorprendido, pero los dejó pasar con la advertencia que no volvieran a llegar tarde; era obvio que Remus tenía fama de ser estudioso y responsable. Hermione miró al profesor y a la clase viendo en donde podría sentarse.
¿Qué pasará después? Déjenme su review diciendo si les gusto o lo odian; besos,
MarianaMasen
