Actuación

Estás sola, Ayaka, desde que tienes memoria, siempre sola, disfrutando del tiramisú frente al ordenador, pensando en tu próximo paso cuando entras a la Línea del Infierno. Debes valerte por ti misma para triunfar. ¡Por supuesto que tendrás que sudar sangre, arrastrarte, denigrarte, pero tarde o temprano, la riqueza y el éxito en todos los sentidos, te absorberán! Porque eres de oro. No hay nadie en esa compañía como tú.

Nadie practica las horas que tú. Hasta que tus piernas se doblen sin premeditación y caigas rendida, no te detienes. Para complacer a tu madre, debes poner toda tu energía.

Ella es mala contigo. Cruel, despiadada. Una verdadera bruja. La miras desde el suelo, sollozando, con los ojos llenos de dolor y frustración: Pero no es capaz de sentir piedad ante esa visión. Ninguna. Es de piedra.

¡Oh, Ayaka, eres lo que han hecho de ti! No quieres perder ésta oportunidad por nada del mundo. Pero ya estás harta de vivir intentándolo con toda tu fuerza, sin que dé resultado. Los ojos te brillan cuando la imaginas ardiendo en el infierno. En realidad, te ves ocupando su escritorio y sonriendo a tus nuevos estudiantes, asegurándoles que tu trabajo como directora es tratar a tu compañía como si fueran hijos adoptivos, ajenos, pero bienamados. Dando un espejismo bien condensado. En realidad: pesándolos y midiéndolos como a ganado, para saber quién puede serte más útil.

La chica del Infierno no tiene cuernos, ni huele a azufre. Sin embargo, sabes que está ahí por el frío bajo tu piel.

Una inquietud diferente, pero no dejarás que eso se note demasiado. Tú eres fuerte. Una leyenda en el escenario. Puedes enfrentarte perfectamente con un espíritu urbano.

Vas a quemarte. Vas a quemarte y lo sabes. Sientes cómo corre sobre ti el fuego. La muñeca en tu mano parece reírse. Su vocecita sofocada te recuerda a tu propia risa, cuando acompañabas a tus amigos matones, para que robaran juntos a los niños bien portados en los días hábiles.

Aguardas al momento adecuado. Quieres que ella te niegue a viva voz el lugar que te pertenece. Quieres hacerle reclamos y llorar por todo el afecto que no le profesas, pero necesitas hacerle pensar que sí. Debe parecer que te sientes traicionada. Será difícil, pero eres una actriz. Y has nacido para moverte por un escenario, aunque sea este plenamente imaginario.