By Annie-ly-chan

¡Hola!

De vuelta con una nueva historia ^^

Ultimamente no tengo mucho tiempo libre para actualizar o escribir, pero mis musas no me han dejado en paz. Así que aunque sé que no lo podré hacer pronto, seguro que tarde o temprano seguiré con todos mis proyectos hasta el final.

Por el momento espero que disfruten del prólogo y el primer capítulo. Y de antemano GRACIAS por leer.

Saludos ^u^

***Nota: No me pertenece ninguno de los personajes de Saint Seiya.No escribo esto con fines de lucro, sólo soy una amante del Universo de Saint Seiya con inumerables musas en la cabeza que piden a gritos que me ponga a escribir.***


PRÓLOGO

Una nueva época de magnificencia reinaba en la tierra. Después de la pérdida de sus más poderosos Santos y la restauración de la paz, la Diosa Athena busco todas las maneras, posibles e imposibles, para traerlos de vuelta y darles una nueva oportunidad de vivir. Luego de todo lo que habían hecho por ella y por la humanidad, no podía pagarles con menos. No es necesario decir que aunque no se sepa cómo, lo consiguió. El Santuario se llenó de luz una vez más, al recibir en sus aposentos a sus más fieles guardianes.

Sin embargo, las cosas jamás pueden ocurrir de una misma manera dos veces, las heridas dejan cicatrices y no se puede regresar por el camino andado.

Era cierto que pelear hombro a hombro se les daba bien, dieron sus vidas en ese muro sin recordar culpas, traiciones o remordimientos. Murieron como hermanos, uniendo su cosmo para un bien común, llegando incluso a entrelazar sus almas. Pero vivir es una situación millones de veces más difícil, ahora tendrían que afrontar aquello a lo que tanto temían (unos más que otros) regresar a encarar las consecuencias de su pasado.

Al final no fue tan malo como suponían.

Mu, Aldebarán, Shaka, Aioros, Dokoh y Shion dejaron en claro que nada había que perdonar, pues todos cometieron errores. En palabras de Shaka: "El pasado sólo debe ser rememorado para impartir enseñanzas, a nosotros mismos o nuestros semejantes, y jamás como fuente de miedos, culpas y odios".

Deathmask y Afrodita contaron su experiencia al ser traídos de la muerte para convertirse en traidores, después de haber caído en batalla por primera vez siendo exactamente eso. Después de centenares de lágrimas y unos cuantos, muchos tragos todo había terminado bien, incluso Deathmask reveló haber limpiado su templo de todos esos espeluznantes rostros que guardaba como trofeos, para remplazarlos con simple decoración de Halloween para no perder del todo su imponente reputación; y amenazó a todos con mandarlos directito al Yomotsu si se les ocurría hacer comentario alguno al respecto.

Aioria como buen león orgulloso, no se las iba a dejar tan fácil. Si creen que su sufrimiento iba a ser en vano estaban muy equivocados. Claro, eso fue hasta que Aioros lo sermoneó y amenazó con contarle a Marín las cosas más vergonzosas de su infancia sino dejaba su actitud caprichosa. Por supuesto Aioria no guardaba más rencores, el tener a su hermano de nuevo con él, sus amigos de vuelta y una novia maravillosa era toda la dicha que necesitaba, pero eso no se lo iba a decir a nadie.

Camus, demasiado racional como para dejar que su nueva vida se viniera abajo por los fantasmas del pasado, con él no hubo mayor problema; al contrario, fue él quien se encargó de hablar con Milo. El escorpión seguía dejando a sus emociones controlar casi todas sus acciones, pero para fortuna de todos, Camus aún podía hacerlo entrar en razón, no en vano se había ganado el título de "mejor amigo" por tantos años. Al final estuvieron de acuerdo en que cada uno de los miembros de la orden, ya habían sufrido lo suficiente como para expiar sus culpas.

Para Shura lo único que necesitó fue una larga charla con su amigo y héroe de la infancia, Aioros, para saber que todo estaría bien. Y una noche de copas con Deathmask y Afrodita para entender que las cosas no eran como antes, pero podían ser mejores.

En cuanto a los gemelos, las cosas eran un tanto más complicadas. Probablemente porque ellos las complicaban. Kanon era un ente demasiado libre, amante de su soledad e individualismo; era agradable estar de vuelta con su hermano y los demás "niños" dorados, pero llegaba a sentirse un tanto sofocado a veces. Después de un par de meses, un día simplemente decidió irse a recorrer el mundo, por supuesto, con la promesa de volver. Mientras que Saga se había quedado albergando todas las culpas posibles en su ser, desde el recuerdo de todo el sufrimiento que causo en sus "hermanitos" con sus maquiavélicos planes, hasta el hecho de que su propia sangre se sintiera tan fuera de lugar que haya tenido que partir. Tal era la situación que en ocasiones el único capaz de sacarle una sonrisa al gemelo mayor era Aioros, la única persona además de Kanon que lo conocía más que bien.

Sin darse cuenta los meses siguieron pasando, transformándose en años. El ritmo de los entrenamientos había bajado tanto como el número de novias de Milo había aumentado. Incluso Deathmask estaba considerando conseguirse un aprendiz para obligarse a seguir en forma.

La verdad es que las cosas jamás habían estado tan tranquilas. La vida era ahora como jamás lo hubiesen imaginado.