Bealcaru: Historia Original

Kohei Horikoshi: Mangaka a quien le pertenecen los personajes de Boku No Hero Academia, utilizadas en esta historia.


IZUKU

"Debo recordar

¿Quién soy realmente?

Trato y trato de hacerlo, pero siempre vienes a mi mente.

Tú, quien me dio una razón de vivir.

Quien me enseño la verdad y oscuridad.

Es contigo por donde comenzare la historia de mi largo viaje…"

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En un desolado bosque rodeado de inmensos árboles, se encontraba un joven de apariencia demacrada y rostro contraído. Exhausto, se apoyaba contra un árbol.

La necesidad que su garganta imploraba, era agua, aun si solo fueran cinco gotas, las ansiaba.

Había estado corriendo escapando de un grupo de monos a los cuales había robado. Si la rama en la que estaba apoyado no se hubiese roto, tal vez estaría comiendo cinco plátanos y no uno aplastado. Lo comió de igual forma, tanto problema por algo de comer debía de servir para algo y eso era llenar su estómago vacío de hace tres días.

Había pasado ya un mes desde que escapó de su aldea, con la misma ropa y las mismas cosas que aunque no sirvieran de mucho, al menos lo ayudaban a sobrevivir. No podía quejarse, fue entrenado por buenos aldeanos que le enseñaron todo lo que un gran bosque guarda, aunque nunca haya estado en uno o siquiera practicado, ahora lo estaba viviendo. Decir que tenía miedo era inevitable cuando ya tenía tiempo de estar solo a su suerte.

Consigo llevaba su mochila marrón que en un principio rebosaba de objetos y que ahora se encontraba liviana. Dentro tenía un mapa de todo el inmenso bosque en el que se encontraba, dos cuadernos, un lapicero y un pedazo de tela roja con azul amarradas a cada extremo de un anillo dorado, aún sin entender porque lo seguía conservando si no servía de nada, pero eran la prueba de aquellos 10 años de memoria pérdida.

Su camisa blanca y su chaleco verde estaban rasgados y manchados de barro. Aquellos monos le habían estado lanzando cualquier cosa a su alcance para detenerlo, pero termino triunfando aunque solo fuese con un plátano derretido. Reviso su pantalón azul que también estaba magullado, en sus bolsillos no llevaba nada, pero en la cintura se encontraba una espada que al igual que el anillo, despertó con eso entre sus brazos.

— Bien, tal parece que nada me falta –Suspiro aliviado, aquellos monos eran muy conocidos por robarles sus pertenencias a los viajeros, por lo que debía andar con cuidado– Mi espada no llamará su atención –estaba envuelta por un duro cuero– pero mi mochila...

Ahora que se giraba a ver su bolso, no se había percatado que estaba anocheciendo y eso lo alarmo. Estar en medio de un bosque, solo y oscuro, era ser una presa fácil.

Busco raudo algunas ramas alrededor con las últimas luces del atardecer cerciorándose de que fueran delgadas y no tan gruesas. Su entrenamiento con los aldeanos daba frutos en una situación real y no simulada.

Una vez reunido todo, busco un lugar donde el prado no abundara y asegurándose de no ser muy visible su punto, comenzó con su labor o lucha que eran frotar las ramas para crear fuego. Al principio era imperceptible, pero mientras más ganas le ponía y el lugar se oscurecía, las pequeñas chispas rojizas se hacían notorias y el humo poco a poco comenzaba hacerse más grande.

Cuando finalmente las llamas hicieron su presencia, Izuku sintió el triunfo más grande de su vida.

— ¡Lo logre! –Salto de felicidad por su acción victoriosa, mirando a ambos lados sonriendo como un niño pequeño, pero al instante se detuvo, no había nadie a su lado con quién pudiese compartir su alegría– No importa –Se dijo así mismo melancólico, encogiéndose de hombros. Aunque quisiera engañarse no podía, deseaba tener a alguien a su lado con quién compartir su dolor.

Se puso en cuclillas mientras con su mano derecha sostenía una ramita, con la cual acomodaba las ramas de la fogata que poco a poco comenzaba hacerse más grande, puso su otro brazo sobre sus rodillas y reposo su mentón.

— Pronto tendré compañía... —Alentándose a seguir mientras sus parpados se cerraban y sus sueños comenzaban.

¡CORRAN! –Un hombre con medio torso descubierto gritaba a todo pulmón mientras dirigía a los demás aldeanos a una zona segura.

- ¡SE ACERCAN! - ¡DEBEMOS HUIR! - ¡MAMÁ! - ¡AYÚDENME POR FAVOR! - ¡ALGUIEN DEBE VENIR A SALVARNOS! - ¡HEMOS SIDO OLVIDADOS! - ¡MI FAMILIA ESTA...!

Voces de tantas personas que corrían a su alrededor mientras era empujado. La situación era el mismo infierno donde la vida y muerte no tenían, aunque muerte era lo que se podía ver a cada paso que daba.

Todo volvió a oscurecerse. Sonaba agitado y friolento. En sus manos había una delgada espada dorada, de bordes finos y relucientes. De pronto, voces a su alrededor se escuchaban, luego fueron gritos y después un gran silencio que quedo en el olvido por un lamento desgarrador.

Con dificultad, logro levantar su rostro y ver a un hombre delante envuelto en una tela dorada. Acuclillado y tembloroso, hacia pequeños chillidos que levemente eran suplantados por gritos de dolor. Solo podía ver su espaldar e intuía que algo abrazaba con vehemencia mientras se mecía.

¡Rey Yagi! ¿¡Por qué nos ha abandonado!?

Los lastimeros llantos del hombre acongojaron su corazón. Gritaba de impotencia llamando a un hombre que sentía conocer, pero no lograba recordar.

Su vista volvió a hacerse oscura y el lamento se convirtió en una más aguda y pesada.

Izuku, perdóname...

Un fuerte golpe hizo despertar a Izuku de su sueño, aunque pesadilla era lo correcto.

No se levantó, con sus ojos entreabiertos inspecciono todo lo que su vista pudo alcanzar. No vio nada, su fogata estaba humeando de un color plomo oscuro, asegurándole que el fuego había consumido todas las ramas ya hace varios minutos.

Cerró sus parpados para dormir un poco más, pero ya no pudo. El cantar de las aves lo molestaban, aunque decir que cantaban no era del todo cierto porque sonaban a despavoridas y asustadas.

Frunció el ceño molesto, hace unas horas había estado llorando por sentirse solo y le había costado conseguir dormir, no, la verdad era que hace unas semanas no había podido conciliar bien el sueño al estar siempre alerta de que algún animal no se lo coma o de algún ataque sorpresa. Y ahora que se sentía un poco seguro, quería aprovechar poder dormir y después seguir con su búsqueda, pero el sonido de las aves no ayudaba en nada.

Y ahora que prestaba más atención, se las escuchaba lejos.

Se movió un poco hacia atrás, para no oler el fuerte olor a quemado que desprendía la fogata. Trato de acomodarse, pero las pequeñas piedras en la tierra lo incomodaban, debió dormir sobre un árbol o el prado, pero cansado por el ajetreo de ayer, ni en eso pudo siquiera pensar. Aún recostado de lado, volvió a moverse hacia atrás, buscando alguna superficie cómoda, pero cuanto más lo hacía, el lugar empezaba a hacerse más rígido.

Ya cansado, giro su cuerpo para quedar bocarriba, pero fue obstruido por algo duro en su accionar, quedando de lado en 180°grados. Palmeo lo que sea que estuviese detrás de él, aunque lo más probable de ser, sería una roca dura, aunque algo áspera, trato de buscar los bordes, pero parecía no tener fin.

Que recuerde, no había visto ninguna roca gigante a su alrededor y podía asegurarlo porque busco por todos lados ramas para su fogata, tal vez la noche lo hubiese ocultado, pero no percatarse de una roca de gran tamaño, no podría ser tan despistado.

Suspiro cansado, su hermoso anhelo de sueño se había evaporado, ni siquiera una roca podía dejarlo dormir.

Ya con sus cinco sentidos alerta se dispuso a levantarse, pero fue empujado con brusquedad hacia la fogata que aún seguía algo activa y por más que tratara de detener su cuerpo, lo que sea que estuviese detrás era demasiado fuerte.

Sin escapatoria, espero con el rostro contraído el ardor en su piel, pero este jamás comenzó.

Abrió los ojos con cautela, nervioso de que algo le saliera de sorpresa, pero al instante los cerró por la repentina comezón y ardor. Sin percatarse, había abierto sus ojos cerca a la fogata y el humo había nublado su visión.

Se incorporó de inmediato, pues su nariz al igual que su boca estaban afectadas por el humo que había ingresado a sus pulmones. Tosió y tosió, mientras retrocedía alejándose del humo de la fogata. Se topó de nuevo con algo duro e inspeccionándolo, palmeo lo que sea que estuviese detrás, percatándose de lo mismo de hace instantes.

Con los ojos algo resecos, giro a ver lo que era, mientras que el derecho era frotado para suavizar la picazón. Con la poca visión que tenía, lo único que podía ver era rojo. Giro su cabeza a los dos lados y era lo mismo, miro hacia arriba y el mismo resultado. No le podía encontrar forma, tal vez era una roca gigante roja única en su especie, pero una muy extraña porque tenía, espera...

¿Qué son estas aberturas? ¿Escamas?

"No Izuku, eres un Deku"

— Ah, otra vez esas palabras –Se rascó la cabeza algo incómodo.

Habían voces desconocidas e identificables que le hablaban. Sin saber la razón de ello, se vio forzado hacerlo parte de su vida y cuerpo, aunque aún lo espantaran por ser repentinas y nada amistosas. Logro identificarlas como frases, preguntas, llantos o nombres. Con el tiempo llego a una conclusión de ser posiblemente recuerdos de sus años perdidos o como el anciano de la pileta se lo dijo una vez.

"Voces de personas que imploran los recuerdes"

Se levantó con la intención de agarrar su mochila y encontrar un río enseguida. El ardor en sus ojos por el humo estaba intensificándose lo que dificultaba su búsqueda.

Con la cabeza agachada y con un solo ojo medio abierto, buscaba, pero no lo encontraba. Ni por la fogata ni los alrededores. Desorientado, se giró a buscar alrededor de la enorme roca rojiza que desde su punto de vista, de roca no tenía nada, sino una forma más...

— No puede ser…

Un sudor frío bajo por su frente, empezando a temblar del miedo. Debía correr a donde sea para estar a salvo, su instinto le decía a gritos "Supervivencia", pero él no se movía, por dos razones.

Uno, no tenía su bolso.

Dos, había un enorme dragón.

— Con mi bolso entre sus garras...

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"Dicen que los encuentros son planeados por algo llamado destino quien tiene escrito aquella almas que deben encontrarse aun si nunca se hallan visto o en tal caso, sus nacimientos no concuerden en las mismas épocas.

Sea cierto o no, lo nuestro es diferente..."


NOTA: Mucho gusto, espero y sigan leyendo la historia, deben de saber que es mi primer FanFic y puedo cometer errores, si tienen alguna sugerencia o critica estaría muy gustosa de recibirlos. ¡MUCHAS GRACIAS!