Capítulo 1
El no esta hecho para ser un santo.
Saint Seiya y sus personajes pertenecen a Masami Kurumada, yo sólo los uso para mi entretenimiento y diversión.
Es muy posible que algunos personajes esten OOC, así que me disculpó, al igual que por las faltas de ortografía.
Esta historia pensaba quedarse sólo como un simple borrador que nunca vería la luz, pero después de pensarlo decidí publicarlo.
………
Siglo XVIII
El ruido de los cascos de los caballos y el chirriar de la vieja carreta, era lo único que interrumpia el incómodo silencio de los dos hombres que viajaban sobre esta. El joven de cabello lila, largo un suspiro mientras secaba el sudor de su frente y pensaba como es que había llegado a esta extraña situación.
Habían partido hace cuatro horas atrás, su maestro había llegado a su templo cuando el sol aún no se dignaba a salir, y le había ordenado que le acompañase a un pueblo al norte de Grecia, sin embargo no le dijo las razones del porqué iban.
¿Maestro, porqué estamos aquí?—pregunto finalmente el joven, cuando llegaron a la entrada del pueblo.
Mu, sabes que convertirse en santo no es nada fácil—dijo el hombre de cabello verde, viendo como su acompañante asiente a sus palabras—muchos de los jóvenes que llegan no logran despertar su cosmos, algunos mueren en el intento y otros se tienen que conformar con ser simples soldados. Los indicios del cosmos se dan desde una edad muy temprana—el hombre sonrió, haciendo notar más las arrugas alrededor de sus ojos—cuando te conocí pude sentir una pequeña chispa de cosmos dentro tuyo. Por esa razón te convertí en mi pupilo, Mu.
Entonces... estamos aquí buscando aprendices a santo—afirmó el joven.
—Así es, la próxima guerra santa se acerca y necesitamos más santos para que luchen contra los espectros, que no tardarán en resurgir.
………
Tenía que alcanzarlo, a pesar de que sus piernas ya no pudieran continuar corriendo más, debía alcanzarlo.¡Hermano...!—gritó, quedándose sin aire—¡Espera!El niño de cabello azul y piel morena, de unos diez u once años volteó lentamente, como considerando sí ignorarlo o no.Te dije que no me siguieras—lo regaño, cuando llegó hasta él.El pequeño de cabello esmeralda se aferró a él, mientras copiosas lágrimas escapaban de sus ojos.Shun... ya basta, debo irme—le dijo acariciando sus mechones esmeraldas.Llévame contigo...—pidió, aferrandose más a él—entrenare y me convertire en un santo como tú...La razón por la quiero ser un santo, es para volverme más fuerte y poder protegerte—dijo el mayor, colocándose a la altura del peliverde—y vengarnos de esos sujetos que mataron a nuestros padres. Además tú eres demasiado bondadoso para ser un santo, lo sabes, tú prefieres que te lastimen, a lastimar a alguien...—con cuidado limpio las lágrimas que caían por sus pálidas mejillas—cuando haya concluido mi entrenamiento vendré a buscarte, te lo prometo Shun.El mayor saco un objeto de su bolsillo, y se lo entregó al pequeño—era de mamá, ella me pidió que te lo diera. Cuidalo y nunca te lo quites—Shun miró el medallón con detenimiento."Tuyo por siempre"—leyó las letras inscritas en el medallón plateado.Se fuerte y valiente en mi ausencia Shun...—le susurro, dando la vuelta para continuar su camino.Pestañeo varias veces, regresando de ese viejo recuerdo que invadió repentinamente su mente.
Uno de los niños del orfanato gritó emocionado la llegada de unas personas, la mayoría se emocionaba, pensando que los sacarían de ese lugar. Mientras los demás niños corrían a ver a los nuevos visitantes, él prefirió ir al jardín. Él solo esperaba que la persona que pasara por esa puerta, fuera la persona más importante para él, su hermano mayor; que había partido haciéndole la promesa de volver por él, pero ya habían pasado dos años desde ese día. Muchas veces se preguntaba si su querido hermano lo había olvidado o tal vez le había ocurrido algun accidente en el camino, ni siquiera había recibido una carta o algo. No sabía nada de él.
Se sentó bajo la sombra de un árbol y comenzó a dibujar en una vieja libreta, regaló de su hermano antes de que se fuera. Vio como los niños corrían alrededor de los dos hombres jalando las capas que estos llevaban. Volvió su atención a la libreta, donde el retrato de una joven mujer tocando un arpa abarcaba la página completa.
¿Tú lo hiciste?—preguntó el hombre mayor a su lado, el niño dio un leve respingo. No lo había sentido llegar—perdón por asustarte. Eres realmente talentoso.
Gra-gracias—murmuró sin alzar la vista.
Mi nombre es Shion y él, es Mu—dijo señalando al joven que seguía rodeado de niños—¿Cuál es tu nombre?
—Shun...
—Es japonés ¿Cierto?
Si, mi madre dijo que significaba destello—murmuró el niño con nerviosismo, no solía hablar demasiado debido a que aún se le dificultaba hablar griego.
Veo que te es difícil hablar nuestra lengua—señaló el hombre sentándose junto a él.
—Mi lengua natal es japonés pero cuando llegué aquí con mi madre y hermano, mi padre me enseñó un poco de griego.
¿Qué sucedió con tus padres?—preguntó.
Ellos... fueron asesinados—susurró, apretando la libreta contra su pecho con fuerza.
Shion observó como silenciosas lágrimas caían por las pálidas mejillas del niño. Saco un pañuelo de su sacó y con delicadeza las limpió. Cuando los ojos esmeraldas se alzaron para verlo, creyó estar soñando. Nunca en su longeva vida había visto unos ojos tan puros y transparentes. De seguro ese niño era de los que iban a los campos Elíseos cuando morían.
¿Maestro...? ¿Maestro, esta todo bien?—preguntó el joven de cabello lila, sacándolo de sus cavilaciones.
Si, solo estaba charlando con este pequeño—dijo revolviendo sus mechones esmeraldas y fue en ese instante que logró sentirlo, un débil cosmos emanando de ese frágil cuerpo.
Dime Shun... ¿has oído hablar de Athena?—preguntó el mayor, llamando la atención de Mu por esa pregunta ¿Que pretendía su maestro? ¿Acaso ese chiquillo...?
Es una diosa griega—respondió el pequeño.
Que pensarias sí te dijera que esa diosa protege a la tierra de las fuerzas del mal, ayudada por sus santos—el mayor lo miraba fijamente, esperando una respuesta.
Ustedes... son santos ¿Cierto?—la pregunta tomó por sorpresa a los dos hombres. Mientras Mu tenia una marcada expresión de preocupación en el rostro, Shion tenía una sonrisa, remarcando sus arrugas.
Mi padre me conto relatos de los famosos santos de Athena—hablo el niño, captando la atención de ambos—él en su infancia vivió en un pueblo llamado Rodorio, cercano al Santuario...
¿Sabes que es el cosmos, Shun?—preguntó Mu, acercándose al peliverde.
No señor—dijo, negando con la cabeza.
Es un pequeño universo dentro del cuerpo, la raiz del espíritu—explicó el joven de Jamir—un santo de Athena utiliza el cosmos para luchar.
Tú también tienes un cosmos—dijo el mayor—puedo sentirlo, es débil pero muy cálido.
—¿Yo...?
Todos los seres humanos tienen un cosmos pero son muy pocos los que llegan a desarrollarlo—Mu tomó una pequeña roca, y la pulverizó sin esfuerzo alguno—puedo hacer esto, gracias a mi cosmos.
El niño lo miraba fascinado, con un brillo especial en su mirada esmeralda, Shion se incorporó y se paró frente a él.
Si tú vienes con nosotros, podrás hacer esto y mucho más —el hombre extendió su mano, esperando que el pequeño la tomará—¿Quieres convertirte en un santo de Athena, Shun?
No... no puedo—respondió bajando la mirada.
—¿Porqué no puedes?
—Mi hermano regresará por mi... sí me marcho con ustedes, él no me encontrará. Él partió hace dos años para convertirse en un santo. Él me prometió que regresaría.
Entonces es muy posible que tu hermano este en el santuario entrenando—dijo el mayor, después de unos minutos—sí vienes, podrás volver a verlo.
Te daremos el dia de hoy para que lo pienses—dijo el joven de cabello lila— mañana temprano volveremos, y esperamos un respuesta.
Shun se quedó en el mismo lugar por unos minutos más, cuando los hombres se marcharon, pensando que decisión tomar. Tomó el medallón con forma de estrella entre sus manos mirándolo como solía hacer, esperando quizá, a que le diera una respuesta.
Ojalá mi hermano no se enfade tanto conmigo, cuando me vea ahí—murmuró—pero mi anhelo por verlo es demasiado...
………
Mientras ascendía por las escaleras del templo de Piscis, el joven caballero de Virgo se preguntaba porqué el patriarca le había solicitado verlo a éstas horas. De seguro era alguna emergencia.
Patriarca—el joven hizo una reverencia y se quito el yelmo—¿Para que me necesita?
Shaka, lamentó llamarte tan noche pero debo partir mañana a primera hora, y quiero decírtelo yo mismo—el hombre mayor se levanto, indicándole que le siguiera— verás hace unos días partí junto con Mu, buscando aspirantes a santos.
Mu lo menciono hace poco—dijo el rubio.
Encontré un chiquillo de siete años. No pensé que fuera diferente a los demás—dijo Shion pero parecía que hablaba más para él, que para su acompañante—sin embargo fue capaz de destrozar un enorme roca en su primer intento, Mu y yo quedamos estupefactos...
Me gustaría que llegara al punto patriarca—interrumpió el rubio.
Shun será tu discípulo Shaka—ordenó el mayor—se que tu podrás enseñarle a controlar su cosmos.
Puedo preguntar ¿Porqué precisamente yo?—inquirió—algunos de mis compañeros todavía no tienen discípulo, podría asignarselo a otro santo dorado, incluso a uno de plata.
Porque creó que eres el indicado Shaka—respondió—entrenalo durante una semana, sí no funciona, Mu lo hará ¿Que dices?
Me parece bien—dijo el rubio, colocandose el yelmo de vuelta—Si eso es todo, me retiró.
………
Se colocó entre Mu y Aldebaran, los tres no llevaban sus armaduras doradas, sólo unas típicas ropas de entrenamiento. Shaka aún no se acostumbraba a no llevar el peso de su armadura en sus días de descanso. Abrió sus ojos para ver a los aspirantes que estaban frente a ellos. Aldebaran pestañeo varias veces para convencerse de lo que veía, Shaka había abierto sus ojos y no estaba en una batalla.
¿Quién es?—preguntó, Mu diviso al pequeño peliverde cerca de varios pilares derrumbados y lo señaló—Parece... frágil—murmuró.
No es lo que parece—dijo Mu—ya te darás cuenta de ello.
¡Shun, ven!—la ronca voz de Tauro se hizo oír, callando todos los murmullos de los aspirantes.
El ojiesmeralda corrió hasta los tres santos dorados. La expresión de Mu y Aldebaran era amable, pero la de Shaka era estoica.
Shun, de ahora en adelante Shaka será tu maestro—dijo Mu.
Los irises esmeraldas y azules se encontraron por unos instantes, y Shaka vio lo que Shion había visto esa ocasión. Unos ojos puros, que reflejan el alma de ese niño.
………
Deberías detener el combate Shaka—sugirió el joven de Jamir, viendo como Shun se encontraba en el suelo recibiendo fuertes y certeras patadas del otro aspirante, que le doblaba en tamaño—¡shaka, a este paso terminará matandolo!
¡Agapios detente!—ordenó el rubio—el entrenamiento se termina por el día de hoy. Pueden ir a descansar.
Cuando todos los aspirantes se habían retirado, el rubio junto con Mu se dirigieron al centro de la arena dónde estaba Shun aún en el suelo. El peliverde no se atrevía a ver a su maestro, podía sentir el enojo en su cosmos. Hizo un esfuerzo para quedar sentado.
Este es el quinto combate que enfrentas Shun, y lo único que haces es dejar que te golpeen ¿¡Porqué no luchas!?—Mu pudo notar molestia y enojo en las palabras de Shaka, era la primera vez que lo veía así, sin su habitual calma—¡Respondeme Shun!
Yo... yo no quiero lastimar a nadie—murmuró el peliverde.
—Dices que no quieres lastimar a nadie pero te lastimas a ti mismo. Si quieres ser un santo debes luchar ¿¡Piensas que tu enemigo tendrá piedad, que no te hará daño!?
El peliverde agacho más su mirada, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas que deseaban escapar. No debía llorar, no delante de su maestro.
Shaka, primero debemos atender sus heridas—dijo Mu, cargando al peliverde en brazos—luego hablas con el "tranquilamente"
El rubio asintió quedamente, entendiendo el mensaje. Largo un pesado suspiro, ya habían pasado ocho semanas desde que Shun se convirtió en su discípulo y el avance era nulo. No era porque el de ojos esmeraldas no tuviera fuerza, Shaka se había dado cuenta que ese niño de apariencia frágil era el más fuerte de todos los aspirantes, sin embargo nunca usaba esa fuerza.
Shion le había comentado durante el primer entrenamiento, que no percibia odio en el pequeño pero eso era imposible, el ser humano por naturaleza aprende a odiar. Es algo que nace y crece como la maleza. Con los días, comprobó lo que Shion dijo. Shun era incapaz de odiar o intentar lastimar a alguien.
Alguien como él... es imposible que se convierta en un santo—murmuró el rubio viendo como el peliverde dormía, después que Mu curará sus heridas—es demasiado noble... ¿En verdad debo obligarlo a que manche sus manos de sangre?
—No puede abandonar el santuario, se le condenaria a muerte sí intentara dejarlo.
Ya no tiene opción entonces—dijo Shaka con un dejo de lástima—deberá ser un santo.
………
Una de sus tareas del día es preparar el té para su maestro, sin embargo el dolor que siente su cuerpo debido al combate de ayer le impiden siquiera levantarse de la cama. Suspira frustrado mientras mira el techo, y la misma pregunta vuelve a rondar su cabeza.
¿Porqué continuó aquí?
Hace unas semanas el patriarca Shion le informó que Ikki habia sido enviado a Alemania hace un año atrás aproximadamente, para su entrenamiento y obtener su armadura, sin embargo había desaparecido semanas después de su traslado. La búsqueda de Ikki aún continúa y una parte de Shun desea que no lo encuentren, ya que significaría la muerte de su hermano. Ningún aspirante a santo puede renunciar, no puede volver al mundo sabiendo del santuario y Athena. Cualquiera que lo intenté será condenado a muerte.
La idea de escapar del santuario e ir por si sólo a buscar a su hermano invadía sus pensamientos continuamente pero sí lo llevaba acabo, eso significaría que lo buscarían a él también. Además que podría hacer un niño de siete años ¿cómo podría buscarlo? Seguramente moriría de hambre en cuestión de días
La puerta de su habitación se abrió dejando vislumbrar a su maestro con bandeja en mano, Shun se incorporó rápidamente provocando que el dolor a sus costados aumentará, sacando un quejido de sus finos labios.
No pensé que estuvieras despierto tan temprano—dijo el rubio, vertiendo té en una taza de porcelana—toma esto, calmara el dolor.
Maestro, lo siento mucho, no pude hacer mi tarea esta mañana—se disculpó, el ojiesmeralda dio un sorbo e intentó disimular la mueca de asco—esta amargo—murmuró para si, pero Shaka logro oírlo.
El rubio volvió a vertir más té en la taza vacía, Shun lo bebió sin decir nada más. Shaka se sentó al borde de la cama, el ojiesmeralda sabía muy bien lo que venía a continuación. Tragó saliva y se acomodó mejor.
Shun... ya han pasado dos meses—dijo con voz suave— y estas por detrás de todos los aspirantes en los entrenamientos. Se que eres fuerte y tú también lo sabes.
Lo sé... pero mi corazón me impide lastimar a alguien—murmuró cabizbajo—¿como se supone que vaya encontra de lo que soy, maestro?
Shaka se quedo callado, por primera vez no tenía una respuesta ¿Que debía decirle? ¿La verdad? ¿Mentirle?
………
Había logrado escabullirse por los seis templos anteriores sin mucha dificultad, sonrió mientras entraba silenciosamente por la parte trasera del templo de la doncella, sin darse cuenta de la presencia de un niño.
Shun se quedó boquiabierto al ver a esa niña de cabello lila y ojos azules entrar, parecía una diosa con ese vestido blanco y una tiara de oro adornando su cabello corto. Se acercó a ella, quien se había quedado observando la puerta que daba al jardín de los sales gemelos.
¿Cómo entraste aquí?—preguntó, sorprendiendola.
La niña se volteó y lo miro de arriba a bajo, escudriñandolo ¿Habían más niños además de ella en los doce templos? ¿Porqué nadie se lo había dicho?
Aún no respondes mi pregunta—dijo Shun frunciendo el ceño, no le agradaba la mirada tan intensa de ella sobre él—solo los santos y discípulos de estos pueden entrar a los templos... y tú no pareces un aspirante.
Tu tampoco lo pareces—replicó—¿Eres niño o niña?
¡Soy niño!—exclamó con las mejillas sonrojadas, como se atrevía a confundirlo con una niña, aunque esta no era la primera vez que sucedía, muchos lo habían hecho.
Eres lindo—dijo la ojiazul apretando una de sus mejillas, provocando un nuevo sonrojo en el peliverde por el comentario.
¿Cuál es tu nombre?—preguntó.
Sh... Shun—respondió.
—Es un gusto conocerte Shun, yo soy...
Athena, volvió a escabullirse—la voz de Shaka sonó detrás de ellos, asustandolos—sabé que no puede andar sin alguna de sus damas de compañía para que la cuide.
Solo quería explorar yo sola al menos una vez—murmuró—no le diga al patriarca, Shaka.
Solo por esta vez—dijo tomando su mano—ahora regresemos a su templo.
—Espera Shaka...
—¿Qué sucede?
La niña volteó a ver al peliverde, que aún seguía perplejo por la reciente revelación, nunca se imaginó que esa niña sería Athena.
El puede venir también—pidió al rubio—me aburro mucho sin la compañía de alguien de mi edad... Solo unos minutos.
Shun debe entrenar—dijo sintiendo la tristeza de la niña—Tal vez en otra ocasión.
—Lo prometes.
—Lo prometo.
………
¿Maestro...?—el peliverde dudó en continuar su pregunta.
—¿Qué?
¿Porqué Athena es una niña de mi edad?—observó como Shaka bajaba su taza de té y abría sus ojos, eso no era buena señal. Su maestro nunca abría sus ojos a no ser que fuera en una batalla o él haya hecho algo que no debía.
Athena baja a la tierra cada doscientos cuarenta años en forma de un bebé, lo hace para vivir como nosotros, como humanos y cada vez aprender más de nosotros—Shaka miraba fijamente al peliverde —ella aunque tenga apariencia humana sigue siendo una diosa, nuestra diosa a la cual protegemos con nuestras propias vidas. Ella solo desea proteger a la tierra de los demás dioses que desean destruirla e intentar vivir en un mundo de paz.
¿Quiénes son esos dioses?—preguntó con curiosidad.
—Athena y sus santos han luchado contra Poseidon, Ares y Hades durante siglos Shun. Son dioses destructivos, que anhelan acabarnos.
"Hades" porqué ese nombre le era familiar, como sí ya lo hubiera escuchado antes. Sintió un líquido caliente correr por su mano al igual que un punzante dolor.
¡Shun...!—Shaka tomo la mano ensangrentada del peliverde, que había roto la taza de porcelana, incrustandose los trozos rotos en la palma—no te muevas, iré por unos vendajes.
El rubio termino de vendar la mano del ojiesmeralda, que aún parecía ausente en sus pensamientos.
¿Te duele mucho?—el peliverde negó con la cabeza, aunque la verdad era que si le dolía pero no quería preocupar más a su maestro—¿Esta todo bien? ¿Hay algo que me quieras decir?—inquirió, la repentina extraña actitud del peliverde le preocupaba.
Estoy bien... será mejor que vaya mi cuarto a descansar—el peliverde esbozó una sonrisa forzada, mientras se incorporó para ir a su habitación.
………
Era la primera vez que iba más allá del templo de la doncella, y por eso no podía evitar la emoción y la curiosidad por explorar un poco los templos, aunque su maestro le recordaba que no se alejara demasiado de su lado.
Tanto el templo de la balanza y el de la vasija preciosa, se encontraban vacíos; ya que sus guardianes se encontraban en otros lugares, entrenando a sus discípulos.
Y el guardián del templo del centauro no se encontraba en ese momento, había bajado a la arena de entretenimiento junto con su nuevo discípulo, que Shun conoció hace unos días. Seiya tenia su misma edad, era de cabello y ojos castaños, piel morena y de comportamiento terco, impulsivo e irrespetuoso en ocasiones, pero con un gran potencial para ser un santo.
Cuando entró al templo de la cabra, no pudo evitar quedar paralizado al ver al santo de oro, Shura de Capricornio frente a él, con una expresión indescifrable en su rostro.
Yo y mi pupilo deseamos atravesar tu templo, Shura—pidió el rubio, apretando el hombro del peliverde, dándole a entender al otro santo que venía con él.
El azabache observó detenidamente a Shun unos segundos, antes de asentir y dar la vuelta, para perderse en un oscuro pasillo.
El templo de los peces gemelos se encontraba en completo silencio cuando entraron, posiblemente su habitante aún no regresaba, así que no tenían que pedir permiso. Shun con curiosidad se acercó a unas rosas a la salida del templo, eran de un hermoso color carmín, lentamente acercó su mano para tocar una.
No las toques—advirtió el rubio, sujetando su muñeca.
—¿Porqué no?
Porque sí las tocas morirás—dijo una suave voz, atrás de él—son rosas venenosas, sí tan sólo las rozas o inhalas su polen, en cuestión de minutos morirás—explicó, al ver el rostro confuso del pequeño.
Shun se alejo rápidamente de los rosales, bajo la divertida mirada del joven santo de piscis. Que en verdad era como los demás lo describían, hermoso como esas rosas.
Afrodita... regresaste de tu misión con Deathmask—dijo el rubio.
Si, decidí regresar lo antes posible, es difícil soportar su carácter por tantos días—dijo acercándose al peliverde—así que este es tu discípulo, su mirada es... diferente—la mano del santo acarició sus cabellos esmeraldas.
¿Puedo saber adónde te diriges con él?—preguntó, desviando su mirada al rubio—las reglas dictan que nadie además de nosotros los santos, pueden ir más alla de las doce casas zodiacales.
Lo se, sin embargo fue la misma Athena que pidió que Shun se presentará ante ella—explicó Shaka, tomando la mano del peliverde para continuar su recorrido—ahora, si me disculpas, debemos llegar al templo de Athena.
…………
Esperó no les haya parecido muy aburrido :
Este fic es una extraña mezcla entre SS clásico, TLC y mis locas ideas ;)
Se preguntarán porque no use los nombres de los de TLC, verán yo solo he visto el anime, y no me sé los nombres y personalidades de todos.
Sí les gustó me alegra, y sí no, igual ya que al menos lo leyeron _
Por cierto este fic será corto de 5 capítulos o menos, no quiero quedarme estancada por intentar hacerlo largo.
