La Isla de los Sueños
Capítulo 1: Sueños
(fanfic ZoroxSanji)
-Bien, chicos. Y procurad portaros bien - les pidió Nami sonriente a los chicos como una profesora a sus traviesos alumnos. - Nos vemos por la mañana.
Cada uno cogió un rumbo distinto, alejándose del Going Mery. Zoro se quedó un momento donde estaba, recordando cómo se enteró de qué se sustentaba la próxima isla en su viaje.
FLASHBACK
El mar estaba en calma y anochecía en Grand Line. Un viento suave, primaveral, hinchaba las velas, siguiendo el barco su rumbo. Cada miembro de la tripulación se entretenía en sus pasatiempos: Luffy oteaba el horizonte sentado en el mascarón de proa, Usopp y Chopper se divertían escuchando las fantásticas aventuras del mentiroso, Robin leía un libro sentada en una silla plegable, aprovechando los últimos rayos de luz de ese cielo rosa-violáceo, Sanji ya estaba preparando algo delicioso para cenar, Zoro entrenaba con sus enormes pesas en popa y Nami, sentada en la mesa de la cocina, miraba y remiraba consultando en sus mapas y libros, notablemente emocionada.
-Bien, esto ya está... - suspiró Sanji, secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Miró a la pelirroja y con voz melodiosa le anunció: - Nami-san, la cena ya está lista.
Nami no se había enterado mucho de que el cocinero le hablaba, pero no le importó y llamó al resto.
-¡Ey! ¡Chicos! ¡A cenar!
-¡Yuhuuu! ¡Por fin! - Luffy fue el primero en responder, y en menos de dos segundos ya había llegado a la cocina y picaba en la mesa con el cuchillo y el tenedor. - ¡Sanji, la cena, la cena!
-Espérate a que lleguen todos, glotón. - se quejó el aludido entrando de nuevo en la estancia.
Uno tras otro, los piratas fueron entrando hasta estar completos. Sanji les empezó a servir, empezando por Nami, pero ella aún no había retirado los papeles de la mesa.
-Oye, podrías dejar eso un rato, ¿no? - se quejó Zoro, que viendo que el cocinero no le iba a hacer el plato, se había levantado él mismo a hacérselo.
-Tú no le des órdenes a Nami-san, marimo idiota. - le miró con odio el rubio.
-Mira quién fue a hablar, el cocinero pervertido.
Mientras ellos se peleaban, Robin le preguntó a Nami.
-¿Has encontrado algo interesante, Navegante-san?
Nami levantó por fin la vista de sus libros.
-Chicos, escuchadme todos. Ya sé a dónde nos dirigimos ésta vez. - les miró con los ojos brillantes y un visible sonrojo en sus mejillas. Los dos chicos pararon en su discusión. - Nos dirigimos a Rojiletto y... es... ¡una isla de placer! - pegó un gritito de emoción.
-¡¡¿Qué?!! - exclamaron todos.
-Oye, Usopp, ¿qué es una "isla de placer"? - le preguntó Chopper.
-Es un sitio donde te dan mucha comida gratis, entonces comes a placer. - le explicó Luffy sonriente, alzando los brazos como abrazando una montaña enorme de comida.
-¿Pero qué dices, tío? - le miró sorprendido Usopp. - Una isla de placer es... - se sonrojó bastante.
-Es una isla donde todas las casas son burdeles, es decir, si pagas, puedes hacer el amor con quien quieras. - le ayudó Robin a terminar.
-Con hacer el amor... ¿te refieres a copular? - le preguntó el renito empezando a sonrojarse. Robin asintió, riendo suavemente.
-Sí, supongo que tú lo dirías así.
-¡Uoh...! ¡Nami-san, yo quiero hacer el amor contigo! - gritó el cocinero con los ojos como corazones.
-Ni lo intentes. - le amenazó con una cara realmente terrorífica y un cuchillo en mano.
-...Nami-san... también está guapa cuando se enfada... - sonrió Sanji, aunque visiblemente acojonado.
Zoro que ya se había sentado y empezado a cenar no dijo nada. Ya le empezaba a preocupar la idea de una isla así. Sobretodo porque él era...
-Bien, llegaremos mañana al anochecer. Sanji-kun, esta noche te encargarás de la guardia, ¿vale?
El chico se sentó a su lado después de haber servido a todos la cena.
-Lo que tú mandes, pelirroja.
FIN DEL FLASHBACK
Nami les había dado a cada uno una parte igual del oro que habían conseguido en Skypiea. No era mucho, pero lo suficiente para pasárselo bien durante toda la noche.
Zoro suspiró mirando hacia la ciudad. Era de noche y estaba completamente iluminada con farolillos rojos de papel. El suelo era adoquinado, las calles estrechas y las casa eran bajas y de un estilo muy parecido al de las casas de su pueblo natal, donde había pasado tantos años entrenándose. Las mujeres que había en la calle vestían un kimono con el escote bien abierto, casi enseñando sus enormes y redondos pechos, esperando así recaptar clientes aquella noche. Los hombres también vestían un kimono muy abierto, pero enseñando más pecho que las chicas.
El espadachín miró al cielo, compadeciéndose de su suerte. La luna creciente iluminaba las montañas lejanas de aquella isla, transmitiendo una paz que contrastaba con los gritos y murmullos lujuriosos que provenían de la ciudad.
-Ey, marimo.
Sanji, al ver que su compañero no venía, había vuelto atrás a buscarle.
-Oye, ¿vienes o qué? ¿Qué pasa, que eres virgen y te da vergüenza? - le sonrió divertido.
-No. No soy virgen. - le respondió sereno - Paso de ir. Me quedo en el barco a dormir esta noche.
Sanji se sorprendió tanto que casi se le escapa el cigarrillo de sus labios.
-¿Qué dices? ¡Una oportunidad así no la debes desprovechar!
Pero él ya estaba subiendo las escalerillas del Going Mery. Desde arriba le miró.
-Pues aprovéchala tú. - le aconsejó y se alejó de la barandilla de estribor, desapareciendo del campo de visión de Sanji.
-Menudo tío raro... - murmuró y se largó hacia la ciudad.
Zoro entró en el camarote de los chicos y se tumbó en su hamaca, viendo en su mente a quien quería hacerle el amor en realidad. Pero, por más dinero que consiguiera, sabía que a esa persona no la podría conseguir.
-...Sanji... - susurró cerrando lentamente los parpados, durmiéndose, pensando en su amor secreto.
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¿Cómo había llegado ahí? No recordaba nada, sólo que se había dormido en su camarote del Going Mery, pero ahora no se encontraba allí.
Estaba en una habitación oscura. En realidad no veía nada y se quedó donde estaba, como si esperara a que alguien encendiera alguna luz o le indicara por donde ir. No se sentía animado para tantear en la oscuridad.
Una vela se encendió y Zoro tuvo que parpadear un momento para que sus ojos se acostumbraran. Escuchó el roce de la ropa de alguien caminando y se percató de que se aproximaba a él. Tanteó en la parte derecha de su faja buscando sus katanas, pero no las encontró. Se encontraba desarmado y no sabía qué intenciones tenía el que se encontraba con él allí.
Al pasar por al lado de la vela, Zoro pudo ver a esa persona. Era una mujer. Lo supo porque llevaba un vestido negro con volantes y lazos blancos parecido al que llevaban las sirvientas, y con un delantal también blanco encima. La falda del vestido se hinchaba graciosamente dejando ver sus largas piernas, de un color pálido y con unas medias blancas hasta por debajo de las rodillas.
La mujer se aproximaba lentamente hacia él, a contra luz, sin permitir que le viera el rostro, además que unos mechones de pelo rubio le tapaban la cara. Al llegar frente a él, pasó los brazos alrededor del cuello del espadachín, pegando sus cuerpos, y apoyando la barbilla en el hombro izquierdo de Zoro, le susurró al oido:
-¿Quieres hacerme el amor, Zoro?
Era la voz más sensual que había oido nunca, sin embargo la reconocía, y no era precisamente la de una mujer.
-¿Sa…Sanji? - le preguntó sorprendido, intentando romper el abrazo, pero el rubio no se lo permitió, empezando a besarle suavemente en el cuello, provocando escalofríos al peliverde. Después presionó los labios contra su piel y comenzó a sorberla, haciendo gemir de placer a Zoro.
Ya le dio igual si todo aquello se trataba de un sueño, o de una broma de mal gusto o de una ilusión, Zoro correspondió el abrazo de su amante estrechándolo contra él, rodeando su cintura con sus fuertes brazos, besándole desesperadamente él también en el cuello. Sanji se dejó hacer, se dejó querer por ese chico.
-Sanji… Sanji… - repetía su nombre entre beso y beso. Entonces, Sanji le apartó y poniendo las manos sobre el pecho de Zoro, le empujó hacia atrás, haciéndole caer sobre un mullido colchón. Más velas se encendieron, dejándole observar por fin el rostro del rubio. Este sonreia tranquilo y apoyando las manos a ambos costados de Zoro, se puso encima suya a cuatro gatas, ruborizándole. Sanji apoyó su cuerpo en el de Zoro con las piernas abiertas sobre sus partes nobles, y le mordió los pezones a través de la ropa. Mientras, sus manos se movían hábilmente sobre su estómago, apartando la faja e introduciéndolas bajo la camiseta, acariciando la bella y esculpida forma de sus pectorales, retirando poco a poco la tela hacia arriba hasta deshacerse de ella.
Se detuvo a contemplar la larga cicatriz que le cruzaba el pecho, acariciándola con la yema de los dedos y después, bajando de nuevo la cabeza, con su lengua y suaves besos.
-Ah… - Zoro se encontraba en extasis, emborrachado de placer con su querido Sanji encima suya. Sus brazos se alzaron, rodeando de nuevo el cuerpo del rubio, y en su pasión, metió los dedos en su entrada, preparándola. Sus hombrías se rozaban a través de la ropa, notando cada uno la excitación del otro, y Sanji decidió ocuparse de la de su chico.
Retiró los pantalones, dejándole libre y le empezó a acariciar con sus largos y finos dedos, dándole placer hasta llegar al orgasmo. Alzó su mano, mirando el semen que se deslizaba por ella y lo lamió con la punta de la lengua. Zoro se intentó incorporar. Aún no le había besado y quería probar sus labios, pero Sanji le detuvo, poniendo su mano contra su torso desnudo.
Sanji cogió el miembro de Zoro, humedeciéndolo con el semen que aún quedaba en su mano y se lo introdujo con una mueca de dolor. Se recostó sobre el pecho de Zoro y le susurró, suplicante:
-Métemela…Hasta el fondo… - Zoro empezó a moverse dentro de Sanji, entrando por completo en su interior, haciendo que un gemido ahogado y unas lágrimas salieran del rubio. El vaivén se hizo más fuerte, moviéndose como uno solo, y en aquel momento Zoro se dio cuenta de la realidad.
Esto no era más que un sueño. Había soñado varias noches con esto, no era la primera vez que hacía el amor con Sanji en aquella habitación, y suspiró frustado, abrazando aún más fuerte al chico que amaba. No quería despertar, ni por todo el licor del mundo hubiese querido despertarse. Quería que el cálido cuerpo que se movía con él en aquel momento no se desvaneciese en unos instantes, y, tal como pasa cuando te das cuenta de que te encuentras en un sueño, comenzó a notar el olor y la atmósfera del camarote del Going Mery. Se aferró aún más fuerte a él y se corrió dentro del rubio en un último suspiro.
Pero antes de que se despertara del todo, agarró la barbilla de Sanji, acercando sus labios y le besó, primero suave, luego ahondando, notando la cálida y húmeda boca de Sanji.
Pero el beso era demasiado real. Hasta notó el sabor a tabaco en sus labios mientras ambos gemían abrazados.
Entonces abrió los ojos.
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Como se había dado cuenta antes de despertarse, se hayaba acostado en su hamaca en el camarote de debajo de la cubierta. Pero había algo que no había antes de que se durmiera.
Sanji le miraba con su ojo izquierdo muy próximo al suyo, y notablemente sorprendido. ¡Estaba besando al auténtico Sanji! ¿Qué había pasado mientras él dormía? Se alejó de él, con la cara rojiza y con un puño se tapaba los labios.
-¿Qué… Qué haces aquí? ¿Por qué me estaba besando? - le preguntó al cocinero, que también se había alejado y tapaba sus labios en un gesto idéntico.
-¡Eso respóndemelo tú! - le gritó con voz temblorosa. - Es la última vez que me preocupo por ti…
Zoro se levantó de su hamaca, bajando por fin el puño, pero muy sonrojado y nervioso.
-¿Qué dices?
Sanji se apresuró a buscar un cigarrillo en su chaqueta y lo encendió con las manos temblorosas tras unos cuantos intentos. Aspiró el humo, llenándose los pulmones con él y se puso a hablarle rápidamente, agitando las manos y gesticulando mucho.
-Cuando estaba con esas preciosas señoritas, me acordé de repente que no habíamos cenado y que tú, estando en el Going Mery, tampoco… Entonces pensé: "Como el idiota marimo me toque algo de la cocina, me lo cargo". Y me vi obligado a venir hasta aquí a hacerte algo para cenar, porque soy demasiado bueno para dejar a alguien sin comer…
"¿Que es demasiado bueno…? ¿Qué está diciendo? ¿Desde cuando le importa si ceno o no?" pensó Zoro, con una ceja levantada, incrédulo.
-… Y como no te veía, - continuó - bajé a buscarte y estabas agitándote como en una pesadilla, y llamándome. Pensé que te encontrabas mal, y cuando me acerqué a verte de cerca, me cogiste así - abrazó al aire de manera muy exagerada - y… me besaste… - se sonrojó al recordar aquel hecho.
Un silencio incómodo reinó en la habitación. Pero, las luces no estaban encendidas… ¿de verdad se había acercado a él a oscuras al oír gemir su nombre? Le parecía extraño…
-Bueno… y… ¿qué estabas soñando? No me digas que era un sueño calentorro. - le miró con burla. A Zoro le resbaló una gota de sudor por el nerviosismo.
-¿Y qué si lo era? - le contestó. Enseguida se arrepintió, porque entonces Sanji se daría cuenta de que le gustaba.
-Vaya… No querías ir a la ciudad y te metes a soñar guarradas. Eso significa que… - Zoro tragó saliba. - en realidad, eres virgen, ¿no? ¡Y te da vergüenza decírmelo!
Zoro casi cayó al suelo de lo que había dicho.
-¡¡¿Pero tú eres idiota?!! ¡¡No soy virgen, soy homosexual!!
Silencio sepulcral.
"Tierra, trágame… Se lo he dicho… Soy un idiota…" pensó Zoro con el rostro pálido y las manos tapándole su traicionera boca.
Para su sorpresa, Sanji sonrió.
-Por fin lo admites, Zoro. Ya era hora.
Zoro se quedó estupefacto.
-¿…Qué…?
El cocinero se empezó a pasear por la habitación tranquilo.
-Sí… No es la primera vez que te oigo gemir mi nombre en sueños. Incluso a veces he oido cómo llamabas a Luffy, y en una ocasión, a Usopp. - apoyó una mano sobre su hamaca, mirándole con una sonrisa.
-¡Serás cotilla! ¡¿No te puedes dedicar a dormir por la noche, en vez de espiar lo que sueñan los otros?! - le gritó apretando los puños.
-¡A mi no me culpes! ¡Eres tú el que gime tan fuerte por la noche que me despierta! ¡No me extrañaría que Nami-san y Robin-chan te hayan oído alguna vez desde sus camarotes, incluso! - le respondió furioso.
-¿…Qué…? ¿…Tan fuerte hablo mientras duermo…? - quería desaparecer en aquel momento - ¿Y por qué no me avisaste nunca de eso? - le preguntó desesperado.
Sanji le miró serio.
-Porque hubiera sido muy fuerte que, de golpe y porrazo, te dijese: "Zoro, ya sé que tienes ganas de follarnos, pero amordázate la boca cuando te vayas a dormir".
Zoro bajó la vista derrotado. Le daba vergüenza pensar que había proclamado casi a gritos su condición sexual mientras dormía, y que encima lo supiera él. Porque, aunque lo amara, no quería que nunca se enterara de sus sentimientos. Porque sabía que nunca le correspondría. Había querido guardar su secreto en su interior, pero su cuerpo no lo había podido aguantar, revelándose contra el carácter de su dueño.
-…Y… ¿alguien más lo sabe? - le preguntó con voz temblorosa.
Sanji se acercó a él, poniendo una mano en su hombro, en forma de consuelo.
-No. Sólo yo. Tienes suerte de que "los niños" tengan un sueño tan pesado como el tuyo. - le sonrió. El peliverde se lo agradeció interiormente. - Y ahora… ¿qué te parece si vienes a descargar tensiones de verdad? Creo que con solo soñar te debes quedar bastante frustrado, ¿no?
Zoro le miró incrédulo. ¿Acaso él le estaba proponiendo que…?
-Hay casas para homosexuales. Si quieres te acompaño, pero hasta la puerta, ¿eh? Yo ya tengo unas chicas esperándome. - sonrió empujando a Zoro para que subiera las escaleras. El espadachín se decepcionó bastante al oir eso, pero ¿de verdad esperaba que un hetero convencido como Sanji hiciera el amor con él? Suspiró resignado, pensando que sería mejor hacer caso esta vez al cocinero y olvidar un rato a sus nakamas.
En cubierta el aire soplaba fuerte y frío, y las luces rojas de la ciudad habían desparecido, sustituyéndolas por unos pequeños y lúgubres puntos blancos en una penumbra casi absoluta, ya que la luna había desaparecido tras unas espesas nubes que cubrían el cielo por completo.
Una mala sensación recorrió el cuerpo de los dos chicos. ¿Qué había pasado en esa isla?
CONTINUARÁ
Bien, aquí estoy con un nuevo fanfic… Me da bronca ver que algunos de mis fanfics no salgan en la categoría general, con lo que no recibo reviews. Pero si lo leeis, ¿me lo hareis saber? Las reviews son lo que más ilusión me hacen…
Y bueno, hablando de la historia… He puesto el lemon en el primer capítulo, y además, he puesto a Zoro como seme, algo insólito en mi, pero no creo que haya más escenas de sexo… A partir de aquí este fic se volverá más bien shônen ai y le daré más importancia a la aventura, que se volverá terrorífica, o al menos, intentaré…
Nada más que decir. Espero que os haya gustado n.n
