Capítulo I


Dave observó los documentos en sus manos. Era increíble como la vida de dos personas podía resumirse a eso. Podía dar una ojeada y lo que más resaltaba era lo que se encontraba en letras mayúsculas y negras: Causa de muerte.

Lo que seguía era una fría e imprecisa oración: Muerte accidental.

Dave podía reír porque casi resultaba una burla que sus padres estuvieran muertos por un vulgar accidente.

Tu padre derrapó en la carretera

Era como si esa frase dicha por el oficial encargado pudiese darle algún tipo de consuelo. A él no le importaba saber por qué estaban muertos sus padres, el punto era que lo estaban y que le dejaban solo con un montón de problemas y con dos hermanos menores de edad.

Los papeles terminaron en el bolsillo interno de su chaqueta mientras caminaba por el pasillo verde que daba directamente al velatorio donde descansaban los dos féretros que contenían los cuerpos de sus padres.

Se colocó al lado de su hermano Dominic quién, con dieciséis años, era el menor de los tres. Su segundo hermano, Nick, tenía diecisiete recién cumplidos. Su madre le había enviado fotografías de la fiesta y tal vez esas eran las últimas imágenes de sus padres vivos.

La tía Eunice, abrazó a Nick y Dave intentó no reír histéricamente por lo irónico que le resultaba ver a su tía como una beata asquerosa, llorando por su hermano muerto cuando sabía que la tía Eunice carecía de cualquier rastro de humanidad.

Dave sentía una especial aversión por su tía. No podía apartar de su cabeza la imagen de la tía Eunice cogiendo los gatitos recién nacidos de su horripilante gata Tiffy. Para la tía Eunice eran unos bastardos. Los colocó en una bolsa y los tiró sin ningún miramiento hacia el lago detrás de la casa de sus abuelos. A los ocho años eso le generó un buen trauma a Dave.

─Lo siento tanto, David ─Dave cogió con fuerza la mano de Joseph, el socio de su padre ─. Paul era un gran hombre, justamente había terminado de hablar conmigo esa noche ─intentó no reírse. De nuevo, estaba luchando por no reír en pleno funeral de sus padres.

Le resultaba tan ridículo que el buen Joey fingiera encontrarse tan abatido. Dave sabía que odiaba su padre en secreto. Joey era un borracho que iba a jugar su bono navideño a Las Vegas y siempre regresaba con uno golpes porque terminaba perdiendo hasta la camisa. Ése tipo nefasto al que su esposa había abandonado por golpearla y al que su único hijo -reconocido- no quería ver ni en pintura. Ése imbécil, ése mal nacido, estaba dibujando la más fingidas de las caras de consternación y Dave tenía unas enormes ganas de reír y de llorar. Quería correr a todos para quedarse con sus hermanos a llorar por la muerte de los mejores padres del mundo.

Las cenizas de sus padres le fueron entregadas ocho horas después. Fueron depositadas en un nicho familiar y Dave vio llorar a sus hermanos durante varios minutos. Nick abrazaba a Dominic caminando lentamente hacia el coche, ambos se subieron al asiento trasero. Dave los observó por algunos segundos sin saber que decir, no había nada que pudiese drenar esa tristeza además no podía dejar de pensar en lo que se avecinaba.


Al llegar a casa Dave se encerró en el despacho de su padre para revisar los seguros. Había terminado sus estudios, le faltaban unos trámites y pagar, obviamente, pero tendría su inmaculado título como Administrador de empresas. Parecía que sus padres lo habían planeado todo pero la realidad era que Dave tenía veintiocho años y había convivido muy poco con sus hermanos.

La historia sería cómica de no ser porque lo involucraba a él. Paul y Nancy se habían casado jóvenes, Dave había nacido al año de matrimonio y los Karofsky le habían mimado y amado más que a cualquier niño del mundo. Dave había deseado tener un hermano cuando tenía tres años, a los cinco lo había pedido casi con fervor y sus padres sólo se habían intercambiado miradas entre ellos. Pero Nick y Dominic habían llegado tarde, cuando Dave tenía a sus amigos y once años de soledad a cuestas.

Dave era el hermano mayor, el que vivía en el campus, al que no veían más que en navidad o año nuevo. Sus padres lo amaban, pero para sus hermanos era poco menos que un extraño y después de esa noche seguro terminarían odiándole.

Se sirvió una generosa copa de whisky y cerró los ojos dándole mil vueltas a sus ideas; maldiciendo para sus adentros cuando una lluvia de frenéticos golpes azotaron la puerta.

Nick giró del picaporte, negándose a esperar respuesta. A pesar de los surcos de lágrimas que se vislumbraban en sus mejillas su expresión era hosca y antipática. Cerró con fuerza y dejó que el sonido de sus pisadas retumbara por los rincones de la habitación, deteniéndose a un palmo del escritorio que los separaba.

─Dominic está en su cuarto ─soltó tras varios minutos de incómodo silencio, como si, a pesar de pensarlo, no supiera cómo dirigirse a él.

─Tú también deberías de estar en tu cuarto. Dormir un poco no te vendría mal ─Dave enjugó los hielos de su whisky y se le bebió de golpe. No quería tener esa conversación con Nick en ese momento.

─No tengo sueño ─Nick declaró con la misma agresividad y contundencia de antes─. Además quiero saber que vamos a hacer ahora ─hizo hincapié en la palabra "Vamos" ─. Nos dieron un par de días libres en el colegio por lo que acaba de ocurrir, pero no estoy seguro que Dominic esté listo para volver tan pronto. Especialmente por el tipo de rumores que correrán por todo el colegio.

─No quiero tener está conversación ahora contigo. Mañana ─Dave se puso de pie y cerró de golpe la carpeta que tenía los papeles de los seguros.

─Yo no quiero tener esta conversación contigo mañana. Hablaremos ahora ─Nick insistió sin verse intimidado.

─Bien. No tienes que preocuparte por Dominic o por el colegio o por cualquier estúpido rumor. Ustedes no van a regresar a ese colegio. En una semana partimos para Lima Ohio.

─¿Mudarnos? ─Nick boqueó mirando a Dave con los ojos abiertos con desmesura ─ A…¡¿Ohio?! ¿Qué vamos a ir a hacer a Ohio? ¿Y por qué debemos de mudarnos? ¡Estamos perfectos aquí! ¡Nuestra casa está aquí, nuestras cosas, nuestra vida! ─ "Nuestros padres están aquí", "nuestros padres vivieron aquí". Dave notó en los ojos de su hermano esas frases que no pudo decir.

─Sí, mudarnos. Venderé la casa y pagaré los coches. Lo que necesito para mi titulación y nos iremos a Lima porque tengo trabajo en la fábrica del padre de Azimio.

Podía notar lo que Nick pensaba al verlo a los ojos. Su hermano estaba seguro que todo aquello era producto de su egoísmo.

─Tendrás mejores ofertas de trabajo aquí, en Nueva York. Y tu titulación no cuesta lo que nuestra casa.

─No está a discusión, Nick. Nos iremos. Nueva York es muy costoso y mi trabajo en Lima es como ejecutivo ─Dave iba a ganar extremadamente bien pero no lo suficiente como para mantener a sus hermanos en un colegio de paga en Nueva York y menos cuando estaban a tan poco tiempo para ir a la Universidad.

Si bien era cierto que sus padres le habían dejado un buen fondo universitario, él quería ahorrar todo lo posible para no tocar ese fondo y dárselos a sus hermanos en cuanto terminaran sus estudios. Lima era una excelente opción. Frank, el padre de Azimio, les daría casa y un sueldo insuperable. Ese empleo a los veintiocho años era un reto y un sueño a pesar de ser en un pueblo en el último rincón del mundo.

─Que tú lo digas no significa que tengamos que obedecerte ─Nick estampó sus puños cerrados en el escritorio─. También es nuestra casa, y son nuestras vidas. Tenemos derecho a opinar. Puedes tener nuestra sangre, pero apenas te conocemos, ¡y no pienso dejar que actúes como nuestro padre!

─Parece que no te han enseñado nada en ese colegio caro ─Nick contrajo la mandíbula. Dave había estudiado allí y se había graduado con honores ─. Eres menor de edad. Mi papá me nombró su albacea y si tú no quieres obedecerme puedes intentar emanciparte pero te aseguro que por mientras se decide el juez, Dominic y tú van a terminar en un albergue llenos de papeles de servicios sociales. ¿Entiendes?

A pesar de la animadversión que le tenía Nick se mordió la lengua, cabeceó afirmativamente y siseó un permiso para retirarse. Tras el simple cabeceo de Dave, Nick dio media vuelta y se tragó el impulso de azotar los pies contra el suelo, limitándose a cerrar la puerta con fuerza.

La furia y el resentimiento lo impulsaron a correr escaleras arriba apenas salió del despacho, negándose a aceptar que unas pequeñas lágrimas volvían a escurrir por sus mejillas en cuanto se encerró en su habitación y recargó la espalda contra la pared. Se sentía humillado, cabreado, con ganas de golpear lo que fuera hasta que la calma lo abrazara; de preferencia en el estúpido y prepotente rostro de su hermano mayor.

─¿Nick? ─ se sobresaltó cuando Dominic lo llamó. Estaba sentado al borde de su cama con los ojos enrojecidos y las mejillas suaves y rechonchas, sonrosadas. Abrazaba una almohada ausentemente mientras sorbía mocos por la nariz con tan poca gracia que Nick sonrió instintivamente ─¿Qué pasó?

─Don "Soy todo poderoso", eso fue lo que pasó ─Dominic rodó los ojos ante el mote, escuchando la versión de Nick de lo que había ocurrido en la oficina. Cuando su hermano terminó él tenía los ojos ampliamente abiertos y boqueaba, tan impresionado como Nick lo había estado cuando apenas se enteró.

─¿Mudarnos? ¿A Ohio? ─Nick asintió de mala gana, tensando la mandíbula y rumiando algo incomprensible. Estaba tan sumido en su propio desagrado que pasó por alto el temor reflejado en los ojos verdes de Dominic. Entendía que la vida sin sus padres sería muy complicada, especialmente con Dave a cargo de ellos, pero jamás pensó experimentar cambios tan radicales como una mudanza a un pueblo tan apartado como Lima, Ohio ─¿Qué más te dijo?

─Que mientras estemos bajo su custodia haremos lo que él mande – Dominic asintió. Sabía que Nick no sentía mucho afecto por su hermano mayor y que la manera en la que seguramente habló con David carecía de tacto y prudencia, pero sospechaba que incluso si él estuviera en lugar de Nick, la respuesta hubiera sido la misma. Ante la mansedumbre de Dominic Nick bufó ─¿Qué no te molesta?

Dominic sopesó su respuesta, escogiendo las mejores palabras para responderle a Nick sin que éste reaccionara agresivamente.

─Hacer una rabieta provocaría que Dave se enojara, pero no que cambie de opinión. Además sabes que tiene razón. Queramos o no es nuestro tutor legal y sea lo que fuere debemos obedecerlo ─trató de ignorar el bufido de Nick ─. Yo tampoco estoy contento de que venda la casa o que nos mudemos a Ohio, pero si ya lo tiene decidido dudo que cambie de opinión ─era bastante terco. Estaba en sus genes ─. Lo que podemos hacer es persuadirlo de no vender todo.

Nick cabeceó inconforme, pero el que aceptara significó para Dominic un triunfo.

Se acercó a su hermano y recargó la cabeza en su hombro recibiendo un par de palmadas en el hombro como consuelo. Había sido un día cansado y presentía que los que siguieran no mejorarían.


Dave bajó del Mercedes y se quitó lentamente los lentes de sol. La casa era dos veces más grande que su antigua casa en Nueva York y además tenía jardín, uno enorme a decir verdad. Detrás de la casa había una piscina lujosa, Dave negó sonriendo. El maldito de Azimio lo había hecho de nuevo, se las había arreglado para conseguirle un palacio en ese maldito pueblo, claro que eso no parecía alegrar a sus hermanos.

Nick parecía estar viendo una cárcel y Dominic observaba ausente el enorme árbol con flores ridículamente rosas.

La casa de Nueva York se había vendido a un gran precio, había pagado las tarjetas de crédito de sus padres, las mensualidades completas del Mercedes de su madre y de la ASPEN de Paul y lo sobrante estaba en el banco dándoles un excelente colchón para cualquier eventualidad.

─¿Qué les parece? ─Por primera vez en esa semana Dave les podía hablar relajado.

─ Es bonita – Dominic se esforzó por sonreír pero Dave sabía que no era un gesto sincero –. Y bastante grande. Tal vez podamos adoptar un perro. O un gato.

Nick, en cambio, se negó a hablar. Tras su discusión con Dave en el despacho, Dominic y él habían intentado enfrentarlo nuevamente sin resultados. Enfadado, Nick le había gritado a Dave que si no estaba dispuesto a escuchar su opinión entonces no se esforzaría siquiera en hablarle. Hasta entonces el muchacho había mantenido su palabra en medida de lo posible.

─A Nick también le gusta ─Dominic se aventuró a contestar, sonriéndole a Dave a modo de disculpa. Él también estaba un poco enfadado pero sabía que actuar como Nick le daría el mismo resultado que gritarle a una roca ─. Jamás habíamos tenido piscina.

─Vamos. La mudanza está por llegar ─abrió la puerta y la casa estaba perfecta. Azimio y compañía se habían asegurado en dejarles la casa impecable ─. Escojan su habitación, debe haber cómo mil. Sólo asegúrense de no molestar a ningún fantasma ─Dave bromeó mientras le enviaba un mensaje de agradecimiento a Az.

Nick rodó los ojos pero Dominic miró a Dave con cierta curiosidad plagada de fascinación y algo de temor. Se notaba que varias preguntas le bailaban en la punta de la lengua pero prefirió tragárselas ante la mirada insistente de Nick. Con un ademán Dominic se despidió de Dave y ambos chicos subieron los escalones con largas zancadas. Se sentían molestos de haber dejado atrás el hogar de su infancia, pero la curiosidad que sentía por explorar ese nuevo espacio era innegable.

Dave soltó el aire cuando vio a sus hermanos subir, por lo menos se mostraban interesados en la maldita casa. Observó hacia el patio delantero perdiendo la mirada, esperaba no tener otro drama cuando supieran cuál sería su próxima escuela. Por un momento le pareció ver a una mujer del otro lado del enorme árbol, se irguió un poco para distinguir y enfocar bien, el claxon del camión de mudanza le distrajo. Levantó la mano para señalar el camino al camión, cuando volvió la mirada hacia el árbol notó que no había nadie.

Su día pasó tan rápido que se olvidó por completo de la mujer y de casi cualquier otra cosa, había ayudado en la mudanza y cada músculo de su cuerpo dolía. Sin embargo el trabajo había valido de la pena, estaban casi completamente instalados, sonrió cuando escuchó a Dominic anunciando que la cena estaba lista, era la primera cena en casa después de todo.

─Se ve muy bien ─Dave se sentó en la cabecera y se sirvió una copa de vino mientras sus hermanos se sentaban a su lado izquierdo ─. Mañana me presentaré en la fábrica de calzado y me pasare a McKinley para ver si ya han llegado sus documentos. No está muy lejos pero creo que deben usar la ASPEN, les daría el Mercedes pero es muy ostentoso ─sus padres se habían matado en el antiguo BMW de su padre. Dave aún se preguntaba por qué su padre había decidido usar un coche viejo cuando tenía dos en perfecto estado en su cochera.

─Nunca había escuchado de esa escuela ─Dominic comentó con curiosidad, tomando el tazón con brócoli a la mantequilla y sirviéndose una cantidad considerable ─. Había leído que una de las mejores escuelas de Ohio era la academia Dalton, aunque está a Westerville, a una hora de aquí.

─Sí. Es un internado pero yo no los quiero de internos en una escuela privada. Irán a McKinley. Es una buena escuela ─Dave les ofreció vino esperando que no notarán que había suprimido el hecho de que irían a una escuela pública. Estaba seguro que Nick pensaría que era por tacaño, aunque la realidad era muy distinta.

─¿Cuándo empiezan las clases? ─Dominic indagó. Trataba de hacer memoria y recordar esa 'Escuela McKinley" entre la lista de escuelas privadas en Ohio que había buscado ─ ¿Cuándo iremos por los uniformes?

─No necesitarán uniformes ─Dijo comiendo después un gran trozo de filete ─. Es genial el sabor de esta carne ─intentó alargar la conversación pero sus hermanos eran inteligentes.

─Las escuelas privadas no son tan indulgentes. Les gusta tener a sus estudiantes unificados, presumiendo que son parte de su alumnado ─Nick dejó su mutismo porque algo le olía mal.

─No recuerdo haber leído el nombre de 'McKinley' entre el listado de escuelas preparatorias privadas en Ohio ─Dominic recalcó.

─Porque no es una escuela privada ─ Dave terminó su copa y esperó que el infierno se desatara.

─¿Nos inscribiste en una escuela pública? ─Nick había rugido con furia. Dave pudo notar un asomo de temor en los ojos de Dominic pero el escándalo de Nick atrajo más su atención ─¡¿Por qué nos inscribiste en una pública?! ¡Es solo por un año! ¡Sólo con el dinero de la casa podríamos pagar la colegiatura sin problemas!

─McKinley es una buena escuela. Está en Lima y no es un internado. Es la mejor opción para todos ─Dalton era una buena opción para todos. Dave ni siquiera tendría que ver a sus hermanos más que los fines de semana, pero era un idiota y se había hecho el propósito de tener una relación con ellos.

─No sabemos si está al nivel de nuestra anterior escuela; además hay ciertas políticas que manejan las escuelas privadas que las públicas pasan por alto.

─El nivel se lo dan los alumnos y si ustedes están más avanzados no le veo el mayor problema. Tú, Nick sólo estarás un año. Y no entiendo a qué te refieres con políticas, ustedes no necesitan un trato especial ¿o sí?

Dominic lo miró, boqueó un par de veces pero negó. Era notorio que había intentado objetar pero no parecía tener un buen argumento para ello. Nick, en cambio, miraba a Dave hosco y malhumorado, sirviéndose un pedazo de carne y una buena cantidad de vino, comiendo en silencio.

─Te gustará, te lo aseguro ─Dave cogió la mano de su hermano Dominic en un gesto de apoyo. Era la primera vez que hacía algo así y descolocó a Dominic quién intentó hablar de nuevo pero el móvil de Dave lo interrumpió ─. Es Az ─las manos de Nick estaban tensas y firmes sobre los cubiertos. Azimio era como un hermano para Dave y Nick odiaba hasta cierto punto ese cariño y fraternidad.

─Contesta ─Dominic lo invitó con una sonrisa, tratando de que con ese gesto también agradeciera el repentino apretón de manos que lo había descolocado. Se giró hacia Nick y contempló su mandíbula tensa y su mirada truculenta. Acercó una mano hasta su brazo y lo apretó acarreando su atención. Nick lo miró por largos segundos, pasó saliva dificultosamente y se levantó. Dominic no tardó en imitarlo escurriendo sus dedos blancos de entre los de Dave, ambos despidiéndose y dejándolo sólo para que hablara con Az.


─No puedo creer que nos haga venir a esta pocilga.

Dominic contuvo las ansias de rodar los ojos. Como todo lo relacionado a Dave, Nick exageraba.

Aunque en ocasiones tenía razón pensó al ver que el panorama no pintaba nada bien.

Aparcó la Aspen en el estacionamiento, tomándose su tiempo para abandonarla y tantear terreno.

El alumnado estaba marcadamente segmentado en pequeños grupos como en casi todas las escuelas. Mientras avanzaban Dominic era incapaz de pasar por alto como un grupo de mastodontes acosaba a un chico menor y lo aventaba dentro de un bote de basura; ni cómo una maestra vestida con ropa deportiva gritaba por un megáfono dando instrucciones intercaladas con insultos. Él y Nick intercambiaron una mirada.

─No puede ser tan malo. Probablemente sea sólo una mala primera impresión ─Nick arqueó una ceja, escéptico y, con el paso de las horas, Dominic comprobó que esa escuela estaba plagada de malas primeras impresiones.

En el transcurso de tres periodos habían sido bañados con raspado de cereza, recibido burlas acerca de su aspecto de chicos de ciudad.

Y el día no mejoró. Tras el incidente del granizado las porristas habían decidido que su nuevo nombre en la escuela sería "Malvavisco", probablemente por lo gordo que estaba y por el innevitable tono rosado que había adquirido su piel con el colorante; el director los recibió con un discurso extraño y confuso; y la nerviosa y amable psicóloga de la escuela los enterró debajo de miles de panfletos que pensaba que les serviría para adaptarse.

─Y antes de que se vayan ─ambos se dieron la vuelta y apartaron la mano del picaporte tratando de no lucir tan hartos y cansados como se sentían ─. Si les gusta cantar o bailar, el club del coro está en busca de nuevos talentos. Sé que entraron tarde este semestre, pero Nuevas Direcciones es muy flexible en ese campo.

Nick leyó el encabezado del panfleto mientras Dominic lo imitaba echando un vistazo sobre su hombro. Según el papel las reuniones eran todos los lunes, miércoles y viernes de dos a cuatro de la tarde, y el maestro que las impartía era el profesor Finn Hudson.

─Gracias señora Pullsberry. Lo tomaremos en cuenta.

Tras un cabeceo alegre de la mujer Nick y Dominic se dispusieron a desaparecer, mirando de un lado a otro por todos los rincones del colegio, escabulléndose de clase en clase tratando de pasar lo más desapercibidos posibles.

Uno de los únicos placeres de los muchachos fue conocer al mismo maestro que se encargaba de liderar al club del coro. Finn Hudson debía rondar los 28 años, era un hombre alto, de sonrisa fácil y el rostro salpicado de lunares. Dominic supuso que debía tener de graduado el mismo tiempo que su hermano Dave.

Cuando la clase culminó el profesor se acercó a ellos y le pidió que lo siguieran. Inmersos en una conversación entretenida y afable los guio hasta los probadores del equipo de fútbol y les ofreció un par de prendas limpias para cambiarse. Eran camisetas del equipo pero el señor Hudson les aseguró que podían usarlas sin pendiente.

─El entrenador Puckerman es amigo mío y, lo crean o no, ambos pasamos por lo mismo. No se preocupen, él comprenderá ─les aseguró mientras Nick y Dominic se cambiaban─. Sólo no olviden devolverlas; y si las quieren deberán formar parte del equipo de fútbol de McKinley.

Los muchachos asintieron y le agradecieron preguntándole acerca del club que dirigía. Ambos intercambiaron una mirada por lo exageradamente entusiasmado que lució el maestro, y Nick trató de no reír al escuchar su parloteo atropellado.

─Nuevas Direcciones ha ganado varios concursos a nivel nacional. Uno de ellos fue cuando yo era estudiante. Si se enlistan no se arrepentirán.

─Lo pensaremos ─Dominic le aseguró.

Cuando dejaron atrás al profesor ambos concordaron que no todo en ese colegio apestaba...hasta que los rayones en su auto les confirmaron que su estadía en esa escuela del demonio sería más tortuosa de lo que en un inicio pensaron.


Dave se la había pasado la mañana entera revisando los estados financieros de la fábrica que eran bastante saludables pero aún con sus ocupaciones su mente no podía dejar de divagar y pensar en sus hermanos. Le preocupaba que pudieran adaptarse pero confiaba en ambos, después de todo eran unos Karofsky.

─Señor ─Dave levantó el rostro y vio a su asistente que parecía nervioso aún. Dave había llegado veinte minutos antes que él y al parecer la impuntualidad era algo que su asistente no se podía permitir ─. Ya lo están esperando ─Dave asintió, era el momento de presentarse frente a todos los miembros de la fábrica.

Se reacomodo la corbata, se alisó la chaqueta y salió del despacho hacia la explanada de la fábrica. Dio un discurso breve pero emotivo porque su padre siempre decía que la confianza se ganaba haciéndose cercano y él quería ser un jefe cercano y luego lo llevaron a la sala de juntas para tener una reunión con los jefes de las distintas áreas.

─Señor, él es nuestro jefe de personal ─Dave le dio la mano al hombre calvo que lo veía con cierto rencor. ─La señora Lee, nuestra contadora ─Dave le dio una amplia sonrisa que la mujer agradeció sonrojándose ─. El señor López ─Dave saludó uno a uno memorizando de inmediato sus rostros y sus nombres ─. Y nuestro diseñador, Kurt Hummel.

─Un gusto ─Dave le tendió la mano fijándose discretamente en lo bien que se veía el diseñador.

─ El placer es todo mío ─ Kurt tomó su mano y la apretó, sonriéndole discretamente a pesar de que su expresión hasta el momento había sido claramente aburrida.

Dave sonrió pero de forma genuina, era evidente que Hummel quería estar en cualquier lugar, menos allí. Tal vez Dave se le hacía aburrido, tal vez los protocolos no eran lo suyo, tal vez el maldito jefe de personal, el señor Martin le ponía de malas. Lo que sea que fuera producía en Kurt una cara de honesto y franco aburrimiento que le caía de maravillas a Dave que estaba cansado de que le fingieran cordialidad.

─Pueden sentarse por favor ─todos lo hicieron menos él. Dave permaneció de pie frente a su silla ejecutiva ─. He revisado los números de la fábrica. Son buenos, espero que logremos hacerlos mejorar. Algunos de ustedes deben pensar que soy muy joven para ocupar un puesto como éste pero la confianza para mí es el valor más importante y el señor Frank Adams confía en mí. No pienso defraudarlo. En los próximos días me estaré reuniendo con cada uno de ustedes para hablar de sus inquietudes. Por lo pronto les adelanto que estaremos negociando un contrato para venderle nuestro producto a GMC en Cincinnati. ¿Alguna duda? ─Ninguno hizo ademán de hablar hasta que Hummel apoyó los codos en la mesa y recargó el mentón sobre la palma de una mano.

─Una. ¿Haremos algo nuevo para variar? ─Varias miradas hoscas se centraron en él pero no parecía darles importancia. Era muy bien conocido en la empresa que, antes de conformarse con sólo hacer lo que pedían, Kurt Hummel era tan insistente y molesto como un grano en el culo ─ ¿O serán los mismos modelos de siempre con mínimas variaciones?

─Fabricamos calzado industrial. Si tienes alguna idea me la podrás comunicar cuando vaya a tu oficina ─Dave fue contundente y tal vez un poco cortante. Estaba seguro que Kurt era el único tipo con ingenio en esa sala pero no podía volverse loco por unos vaqueros de piel perfectamente ceñidos al culo de un tipo con unos impresionantes ojos azules ─. ¿Algo más?

─¿Tienes tu propia plantilla? ─Dave evitó reír cuando Martin se refirió a él como si fueran amigos y más por la pregunta. Se le notaba a leguas que quería el puesto que Dave tenía.

Dave enarcó una ceja pero no hizo expresión alguna ante el comentario de Kurt. Su mirada se clavó en el viejo zorro de Martin.

─Si te refieres a si tengo un grupo de trabajo al que quiera incluir en la fábrica, la respuesta es no. No tengo una plantilla de ejecutivos. No haré rodar cabezas, a menos que la productividad no sea la esperada por mí, ¿estamos de acuerdo Mike? ─Dave lo hizo con toda la intención. Estaba seguro que Martin era el tipo de persona a la que le encantaba ser llamada, señor ─. Bien. Aclarados los puntos, pueden regresar a sus oficinas.

La sala se fue vaciando uno a uno. Martin fue el primero en marcharse articulando una despedida tan amable como le fue posible. Varios directores siguieron su ejemplo con actitudes más cordiales, intercambiando algunas palabras con el nuevo jefe, dándole la bienvenida y felicitándolo en el proceso. Hummel, en cambio seguía acomodado en su silla con una expresión aburrida y cansada en el rostro, desperezándose cual felino una vez que el recinto quedó casi vacío.

Avanzó hasta la salida mirando a Dave de arriba abajo y le sonrió divertido, deteniéndose a su lado.

─ Bonitos zapatos.

Dave asintió sin hacer ningún otro comentario y se marchó con su asistente hacia su despacho. Olvidó pronto y tal vez mucho antes de lo que él quería esa sensación cálida del coqueteo con Kurt. Estaba demasiado preocupado por sus hermanos, no veía la hora de terminar con su día laboral y regresar a casa.

─¿Señor Harold, habrá algún lugar dónde pueda contratar a una asistente del hogar? ─Dave quería alguien que pudiera tener la casa funcional y sobre todo que les pudiera preparar una buena comida. Odiaba pensar que su hermanos tuvieran que llegar a casa y encontrarán sólo pizza y soda.

─Le investigaré esa información señor ─Dave asintió y continuó con sus papeles evitando enviarle un mensaje a Dominic, quería darles su espacio a los chicos.


Lo primero que habían hecho llegando a casa fue despojarse de sus prendas sucias y echarlas sobre la cama, debatiéndose si valía la pena lavarla o si sería mejor tirarla. Dominic pensaba que ese intenso colorante rojo sería imposible de removerse de sus pantalones caqui, su chaleco negro y su camisa de cuadros azules y rojos. A pesar de que no sonaba muy convencido, Nick trataba de ser optimista.

Buscaron la lavadora, leyeron las instrucciones y metieron la ropa dentro, derrumbándose sobre el sofá de dos plazas tras dejar la máquina funcionando.

─¿Tienes mucho que hacer? ─ Dominic cabeceó sin demasiadas energías.

─¿Y tú? ─Recibió un gruñido de cansancio por parte de Nick como respuesta.

Ambos iban ligeramente avanzados en un par de clases; en otras, para su sorpresa, iban a la par o atrasados. El nivel de la escuela era mejor de lo que esperaban. El ambiente, en cambio...era algo que Dominic no estaba muy seguro de poder tolerar.

─ Habrá que decirle a Dave que rayaron el auto ─ Nick gruñó y se cubrió el rostro con el brazo.

─Le dará igual. Capaz que asegura que fuimos nosotros ─ Dominic negó─. Si le importáramos tan siquiera un poco nos habría metido en una escuela de paga. Ese lugar es un infierno. Seguro sabía lo mal que nos iba a ir. Tal vez nos odia tanto que por eso nos mandó allí.

─O tal vez ni siquiera esperaba que algo como eso nos pudiera pasar ─amaba a su hermano, pero Nick estaba ensañado con que Dave los detestaba. No era la primera vez que lo insinuaba. Desde que eran pequeños siempre le había dicho que no les quería, que por ello Dave jamás estaba con ellos, que quería más a ese amigo suyo, Addams, que a ellos.

Por muchos años Dominic le creyó. Recordaba haber llorado de más pequeño cuando pensó que su hermano mayor al que él veía como un gran y protector oso, no los quería; incluso en esos momentos ponía en duda que Dave los apreciara demasiado por la falta de palabras que cruzaba con ellos o por su actitud fría y seria. Pero también sabía que si de verdad Dave los odiara no se hubiera tomado la molestia de cuidar de ellos una vez que sus padres fallecieran. Muy por debajo de su actitud hosca y malhumorada Nick admiraba y quería a su hermano mayor; pero su propio complejo de inferioridad y sus celos hacían resplandecer su peor cara frente a Dave

─Seguro que si hablamos con él nos comprenderá y accederá a cambiarnos de escuela.

─Te esfuerzas demasiado, Dominic ─Nick musitó cansado, despatarrándose sobre el sofá ─. Más resultado nos daría hablar con una pared. Además, capaz que si nos quejamos nos considerará débiles ─Dominic notaba por la expresión de Nick que era algo que no quería que Dave pensara de él ─. Y no todo en esa escuela parece ser tan malo, como ese maestro Hudson; incluso podríamos probar entrar al coro.

Dominic le sonrió y asintió. A pesar de que se le notara más a él que a Nick a ambos les gustaba cantar. Habían estado en un par de coros en el pasado y podían presumir que lo hacían bastante bien.

─Estaba esperando que dijeras eso.

Se sonrieron cómplices antes de que Nick soltara un bostezo, cerrara los ojos y se quedara dormido. Dominic, en cambio, sacó su celular y buscó en la red el teléfono de algún restaurante de comida rápida que estuviera cerca. Él gustaba de cocinar pero estaba demasiado agotado como para hacer nada, por lo que optó en llamar a una tienda de hamburguesas al carbón y pedir seis, esperando que a Dave no le molestara comer eso en vez del filete que preparó la noche anterior.

Dave llegó al mismo tiempo que la comida rápida. Bajó del Mercedes y pagó la comida, abrió haciendo malabares con su maletín y las bolsas de comida. Dominic le ayudó a llevar las cosas al comedor.

─Huele delicioso. Muero de hambre ─comentó sonriéndole a su hermano menor.

─ ¿Acaso no soy un genio culinario? ─ Dominic bromeó sacando la mirada de su tableta para saludar a Dave, señalando a Nick con la cabeza, quien seguía dormido en el sofá ─. Hemos perdido a un recluta.

─¿Cómo les fue? ─Dave le preguntó mientras empezaba a comer.

"Pésimo" era la respuesta que bailaba en la punta de la lengua de Dominic. Se volvió hacia su hermano dormido y sopesó su respuesta. Sonar débil era lo que menos quería Nick, aunque hubiera detestado la escuela y casi todo en ella.

─ Bien ─mintió con sonrisa amable. Cogió su hamburguesa y le dio una gran mordida ─. No es precisamente a lo que estamos acostumbrados, y hay un montón de gente extraña tan sólo en el profesorado… pero creo que bien. Incluso el maestro de gramática, Finn Hudson, nos invitó a formar parte del club del coro. No sé qué le parezca la idea a Nick, pero creo que yo haré una audición el miércoles.

─¿Se cambiaron? Tú llevabas ese chaleco Prada que te regaló mamá ─Dave siempre había sido muy observador y a veces se reprendía a sí mismo por indagar tanto.

Dominic suprimió sus ganas de boquear y bajar la mirada para verse la camisa, olvidando que el profesor les había prestado unas mudas de ropa para no vagar por la escuela con prendas húmedas y manchadas.

─¡Oh, eso! Sí, nos cambiamos estando en la escuela. El profesor Hudson insistió. Dijo ser amigo del entrenador del equipo de fútbol americano de la escuela. Aparentemente le hacía un favor al tratar de convencernos de ser parte del equipo. Nos las dio y dijo que lo pensáramos, y que si nos decidíamos por unirnos, podíamos quedarnos con ellas.

─¿Tú quieres unirte al equipo de fútbol? ─Dave se extrañó. Dominic era más bien delicado.

─ No realmente ─aseguró Dominic casi de inmediato─. Pero en aquel momento no supe cómo decirle que no al profesor Hudson. Era muy amable y enérgico, como la señora Pullsberry, la psicóloga de la escuela ─le dio otro mordisco a su hamburguesa ─. Mañana le devolveré la camisa y le diré que aprecio su oferta pero que el fútbol americano no es lo mío.

─¿Qué es lo tuyo? ─Dave lo miró intensamente

─¿A-A qué te refieres? ─tragó saliva dificultosamente y trató de no titubear.

─A lo que te gusta. Es simple curiosidad ─Dave no quería presionar a Dominic. Las cosas que su hermano tuviera que contarle serían a su tiempo. Él mismo había evitado decirles a sus padres que era bisexual ─. Nunca he hablado mucho con ustedes y me gustaría empezar por algo simple como saber tus gustos.

─Cocinar ─tras un par de minutos de silencio que Dominic empleó para calmarse y estudiar silenciosamente a Dave con la mirada, se dispuso a contestar ─. Me gusta cocinar. Mamá me enseñó luego de que me le quedara mientras ella lo hacía. También me gusta cantar. De hecho, en mi otra escuela, formaba parte del coro ─le sonrió con cierto orgullo ─. No era uno de las voces principales, pero soy bueno. Aunque no puedo decir lo mismo acerca de mis habilidades en el baile ─rió más relajado ─. Y me gustan las clases de historia y de idiomas. Puedes aprender mucho de la forma de pensar de una sociedad y sus estímulos si estudias bien el pasado. También me gustan las clases de química, aunque no soy muy bueno en esa materia.

─Serás bueno en todo lo que te propongas.

Dave término de cenar y se fue al despacho para terminar de revisar los pendientes. Estaba seguro que a Dominic podía acercarse lentamente pero con Nick era casi imposible, era como si Nick hubiese colocado un muro de concreto entre los dos.

Dos horas después Dave se sentía rendido, su espalda le estaba reclamando el haber estado sentado todo el día. Cerró su laptop y se estiró, desde su oficina podía ver el azul de la piscina, apagó las luces, decidió que un chapuzón no le caería nada mal.

Se puso un pantaloncillo cualquiera y saltó a la piscina. El agua fría se sentía maravillosa en su cuerpo, dio una vuelta completa sintiéndose renacer. Se sumergió de nuevo para nadar bajo el agua, había avanzado un poco cuando notó una sombra al otro lado de la piscina, en lo primero en lo que pensó fue en que Dominic había decidió unirse a él. Nadó hacia la sombra, quería sorprender a su hermano. Saltó de pronto querido coger a la persona que proyectaba la sombra sin embargo su mano sólo encontró aire. Dave parpadeó y miró de nuevo hacia la piscina observando la sombra del otro lado. Los vellos de su nuca se erizaron y tragó saliva.

─Es un poco tarde para nadar, ¿no crees? ─Dave asintió ante las palabras de su hermano Dominic. Intentaba ignorar el hecho de que su hermano estaba exactamente del lado opuesto a donde se había proyectado la primera sombra.

─Vamos a dormir...

Esa noche Dave tuvo pesadillas. Soñó con el accidente de sus padres.