El renacer del Fénix

Capitulo 01: Razones

Hermione Granger estaba emocionada como nunca antes, las cosas estaban mejorando mucho para ella y sus mejores amigos, Ronald y Harry, además, había recibido la invitación de la boda de Bill y Fleur, una excelente oportunidad para declarársele a Ron, su amor secreto desde hacían unos años.

También, ya tenía planeado pasar el resto de sus vacaciones con los Weasley, quienes se habían convertido en su segunda familia, aunque esta era mágica y la entendía un poco más que sus padre muggles, a quienes a pesar de que los amaba y no los cambiaría por nada, seguían sin entender algunas de las peculiaridades de su única hija. Luego, empezaría su séptimo año en Hogwarts, el colegio de magia y hechicería al que asistía desde los once años.

Pero no estaba tan entusiasmada por esto último, porque cuando finalizaba el sexto año sufrió una experiencia traumática cuando cerca de veinte mortifagos penetraron en el castillo con intenciones de asesinar a su líder, Albus Dumbledore. El encargado de esa tarea había sido Draco Malfoy, el chico al que Hermione mas detestaba, pero que misteriosamente le había dado aviso a Dumbledore sobre los planes en su contra, salvándolo así de una muerte segura, mas aun cuando llego al castillo debilitado por andar con Harry en una extraña misión.

Nadie sabía con que motivos Malfoy se había entregado, esa información solo la poseían los miembros de la Orden del Fénix, aunque según Harry, Ron y Hermione debía ser algo muy emotivo o (palabras de Ron) alguna buena treta porque al acabar la reunión, Tonks abrazo al susodicho mientras largaba unas cuantas lagrimas (y su pelo se volvia naranja por la tristeza) haciendo que Draco "Huron" Malfoy, tomara un leve color rosáceo en sus pálidas mejillas, formando un cuadro que quedaría en la memoria burlesca de Ron para siempre.

Pero, por mientras, estaba en su casa con sus padres, estos estaban cocinando unas hamburguesas porque recién habían llegado de un día de campo, sol y pileta en casa de unos compañeros de trabajo de su padre. Bueno, compañeros, unas personas que tenía una pileta del tamaño de una cuadra y ni hablar de su casa de tres pisos, ellos, los McCallahan, provenían de una ancestral familia de abogados que habían resulto los muchos problemas de la familia Real de Gran Bretaña. Estaban forrados en dinero y se los consideraba los mejores del país, el padre de Hermione, George Granger, era el actual mano derecha de Michael McCallahan, lo que significaba que era el segundo abogado más solicitado aunque tanta atencion le había asqueado y hecho cambiar de opinión: ejercer su titulo de dentista, escapando así de la "fama", introduciendo a su familia en una cómoda vida de clase media común. Solo que como siempre, sus planes no resultaron porque poco a poco, esa vida normal fue todo menos lo que se llama común, en especial cuando estrellas de la tele y otros entretenimientos mundanos asistían con la seguridad de que si era buen abogado seria un excelente dentista.

Hermione fue a su cuarto, subiendo la escalera, porque una añoranza de sus amigos se había adueñado de su corazón, tal y como hacían algún tiempo Ronald era algo más que un amigo, a pesar de que estaba en pareja con Lavender Brown y que aparentaba no tener los mismos sentimientos que ella. Bueno, Harry parecía haber superado un momento esa sensación de que podía pasarle algo con Ginny, solo había sido un deseo del minuto porque ahora no sabía qué hacer de su vida amorosa, que era un caso de dos afortunadas solamente hasta la fecha.

Desde su habitación escucho a su madre abrir la puerta, aunque no le prestó la suficiente atencion porque estaba sumergida en un libro, buscando información sobre Horrocruxes, los objetos oscuros que andaban buscando Harry y Dumbledore, aunque este gravemente enfermo por una mortal enfermedad que tarde o temprano lo haría reunirse con su hermana, Ariadna. Albus le había contado la historia a Harry en un momento de debilidad, cuando antes de volver a Hogwarts y encontrarlo invadido de mortifagos, había bebido una poción alucinógena en una cueva del mar donde creía que estaba uno de los objetos que poseía parte del alma de Voldemort.

Por suerte, Draco Malfoy, habia traicionado a los mortifagos y protegido a un débil Dumbledore, acompañado con Harry, además de miembros de la orden y del E.D., habían hechado a los seguidores de Voldemort de Hogwarts, aunque aun asi no pudieron evitar la muerte de Molly Weasley, que destrozo a toda la familia y sus allegados.

Severus Snape habia desviado un encantameinto desconocido dirigido a Harry, con tan mala puntería que pego en un espejo y finalmente termino su trayectoria en la pierna de Molly, quien al terminar la batalla, alego tener una leve picazón pero que, al pasar veinticuatro horas, se habia convertido en una espinilla, que cuando se la revienta, dicho contenido mortal se esparce por toda la sangre: matando células y neuronas, destruyendo desde a dentro todo su sistema. Por lo que, cuarenta y ocho horas después de reventar su "grano inofensivo", Molly Weasley, madre sobreprotectora y ama de casa atareada, cerro sus ojos por ultima vez.

Al igual que hizo la madre de Hermione luego de emitir un grito desgarrador desde el salón, seguido por uno de su padre, al oir estos ruidos Hermione bajo rápidamente, con su corazón que se le salía del pecho, para encontrar un cuadro escalofriante, una imagen que nunca mas olvidaría, ni siquiera por un Obliviate:

Un cuerpo femenino yacía sobre la alfombra color crema, aunque eso era en antaño porque actualmente estaba de un rosa, absorbiendo la sangre que emanaba la madre de Hermione, que parecía una muñeca de trapo allí tirada, en una posición tan innatural que su hija inmediatamente se dio cuenta de que ya estaba sin vida. El vestido amarillo, tan colorido y veraniego, era ahora una mancha borrosa mientras la mirada de Hermione se dirigía a la misteriosa extraña que estaba torturando a su padre: vestía un vestido negro hasta los pies y su cabello castaño estaba pulcramente arreglado pero ni aun así, vestida como la alta sociedad, Bellatrix Lestrange no podía disfrazar su mirada desquiciada y cargada de locura o la macabra sonrisa de deleite que transformo su rostro cuando el Sr. Granger emitió su último suspiro de vida, siendo consciente de que su bebe, su hija tan amada, seria la próxima presa de esa extraña mujer.

Cuando Bella miro a Hermione, a esta un escalofrió de terror la recorrió: había olvidado su varita junto a su laptop, en su habitación que estaba escaleras arriba, por lo que en un acto de locura, salió corriendo hacia la escalera aunque la bruja la tomo por los castaños cabellos y golpeo su cabeza contra la barandilla de la elegante escalera que su madre con tanto esmero limpiaba.

-¡Sangre sucia, por fin te atrape! –gritaba con su voz esquizofrénica Bellatrix.

-¡Suéltame! –dijo Hermione, pero era inútil, la mortifago le hizo rápidamente un hechizo calmante, produciendo que los músculos se destensaran y desapareciera su fuerza, haciendo que su dueña quedara totalmente desprotegida.

-¡Crucio! ¡Crucio! –rugía Bellatrix, con esa sonrisa eufórica que iba mas allá de toda piedad porque fue lo último que escucho Hermione antes de desmayarse por el dolor de innumerables crucios, aunque no fueron suficiente para que no escuchara un bombarda máxima dirigido seguramente al techo, produciendo el derrumbe de la gran mansión Granger.

Horas después, cuando las orbes marrones se abrieron, cinco rostros muy familiares aparecieron en su radar visual: Albus Dumbledore, Remus Lupin, su esposa Tonks, Arthur Weasley y Alastor Moody.

-Hermione, querida, ¿Cómo te encuentras? –susurro el Sr. Weasley, quien se veía demacrado y con grandes ojeras.

Pero Hermione no contesto, solo se irguió en silencio, sintiendo como si miles de agujas se le clavaran en todo el cuerpo, haciéndola consiente de todos sus músculos, pero que ese dolor no era nada comparado con el que sintió cuando miro hacia donde antes había estado la casa de sus padres, su hogar, ahora en ruinas humeantes, derrumbado hasta los cimientos y quemado hasta las vigas. Su perfecta vida era nada, su amistad con Harry y Ron era lo único que sobrevivía a la pérdida de dos de las cuatro personas más importantes de su vida, aunque ahora comprendió que cuando vio a Ron con Lavender no fue nada, las lagrimas que derramo con su corazón roto no habían sido verdaderas porque era ahora cuando sentía un maremoto de emociones destructivas.

No sentía ganas de llorar, no lloraría. Ella era fuerte aunque esa fuerza ahora no le serbia, pero tenía que lucir completamente lucida para cuando tomando una decisión importante susurro:

-La quiero muerta, yo misma la matare, quiero mi venganza, profesor Dumbledore y usted me la puede dar.

Los cinco integrantes de la Orden del Fénix se quedaron anonadados, habían esperado muchas reacciones pero no esa fría determinación a asesinar, cosa inconcebible para una muchacha de diecisiete años, y además, Dumbledore no tenía ni idea de cómo ayudaría a la pequeña.

-Hermione, pequeña…

-Quiero entrar a la Orden del Fénix, por mi propia voluntad.

La bomba fue lanzada sin anestesia, porque los presentes creían estar soñando: primero, se habían enterado del ataque a la familia de Hermione, llegando justo antes de que la casa en llamas de cayera sobre una inconsciente chica, quien estaba llena de sangre; segundo, Hermione quería venganza, tenía en loco deseo de entrar a la Orden, algo que no se debía a la edad, si no a la preparación psicológica y física correspondiente, una que Hermione carecía.

-Es imposible, Hermione, se racional, no tienes los conocimientos de hechicería, por más que seas la mejor alumna de Hogwarts, la vida no es un colegio –susurro Lupin, aunque no fueron consientes de nada mas cuando la muchacha se volvió hasta el pequeño bosquecito que rodeaba su antiguo hogar.

-Accio Ardilla –y un pequeño animal fue arrancado de su hogar, tal como la misma Hermione, quien volvió a murmurar las palabras que habían matado a sus padres- Crucio.

El minúsculo mamífero se empezó a removerse y chillar como si estuviera siendo víctima del más terrible dolor que existe, bajo la atenta e incrédula mirada de cinco humanos y la de su torturadora. Aunque el sufrimiento fue ávidamente mitigado cuando:

-Avada Kedavra –dijo Hermione con sus diecisiete años de vida, quitándole la posibilidad de esta a un ser inocente y sin culpa de nada pero que desafortunadamente su destino había dictado que estuviera cerca del lugar, sellando así su muerte- Espero no tener que repetirlo, aunque si no me permiten entrar a la orden, lo hare de nuevo y cuantas veces sea necesario.

Cuando Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore asintió suavemente con su cabeza, ninguno de los otros presentes emitió ruido alguno porque todos estaban viendo una visión monstruosa: una chica en la flor de su edad, que hacían instantes había matado a un criatura de la naturaleza, se había convertido en huérfana y era una promesa para su futuro, tenía la mirada vacía y sin brillo de una persona que había sufrido una gran pérdida. Los antes luminosos y jubilosos ojos castaños estaban ahora opacos y negruzcos, rezumando determinación, venganza, prometiendo la muerte de la asesina de sus padres.

Porque con ese sí, el corazón de Hermione de encogió, cerrándose en sí mismo, vaciándose completamente como mecanismo de autodefensa, dejando afuera toda piedad y a sus amigos, sus caminos allí se separaban, especialmente de Ronald, quien vivía en su eterna burbuja. Ahora era ella contra el mundo, solo ella.

Hermione contra su destino porque no caería como habían creído prever los demás, se había levantado, renaciendo de las cenizas hacia su propia venganza.