Narcissa Malfoy había sido una mujer poderosa. Se había casado con Lucius Malfoy a la tierna edad de 15 años, había dado a luz a su primogénito cuando tuvo 18 y vivió en la tranquilidad de su mansión, criando a su hijo y disfrutando del lujo que la rodeaba, sintiendo que su vida era perfecta. Hasta que Lucius murió de una enfermedad. Entonces se dio cuenta que su vida no era tan perfecta, Lucius siempre había sido muy hábil para los negocios, tenía un instinto que muchos no tenían y manejaba perfectamente el dinero de la casa, expandiéndolo más y más. Narcissa no sabía nada de eso, ella intentó hacer lo mejor que pudo, era una Black y una Malfoy después de todo, ella intentó mantener los negocios a flote y seguir pagando el increíblemente caro colegio de su hijo, Draco, pero lamentablemente no era suficiente. Los negocios empezaron a caer, empleados se marcharon, cobradores la estafaron, Narcissa veía como su reino caía alrededor suyo, esa vida cómoda en la que había nacido y no podía permitirlo, no iba a caer en la desgracia y tampoco dejaría que su hijo viviera en la miseria.

Narcissa observó el pálido rostro de su hijo mientras éste descansaba. A sus dieciocho años, su único hijo era perfecto, los Dioses lo habían bendecido con una belleza inigualable, su cabello rubio platino, su rostro pálido y suave como la porcelana, sus grandes ojos grises profundos y atractivos, su cuerpo bien formado, delgado y alto. Su inteligencia lo había hecho destacarse entre sus compañeros, estudiaba casi sin esfuerzo, era el mejor y tenía grandes sueños para el futuro... No, Narcissa primero se mataría a sí misma antes que ver a su hijo en la miseria.

Así que Narcissa tomó la decisión y salió, oculta bajo el velo de la noche.


-Me alegra que hayas decidido venir, Narcissa-saludó Lily, una elegante mano enguantada invitándola a sentarse.

-He pensado en la oferta que me hiciste, Lily-respondió la rubia, sentándose delicadamente en la silla, sonriendo levemente cuando su café preferido fue puesto inmediatamente frente a ella.

-¿Oh? ¿Y... qué has pensado, Narcissa?-la rubia dudó.

Lily Evans de Potter era una señora de sociedad, su cabello rojo como el fuego caía en elegantes ondas sobre su oscuro saco azul, enmarcando su rostro pálido y ligeramente pecoso, sus ojos verdes brillando con firmeza y seguridad. Lily se había casado con James casi al mismo tiempo que Narcissa con Lucius, ambas se habían encontrado varias veces en fiestas de sociedad y se habían vuelto... amigas, por decirlo así. Lily dio a luz a su único hijo, Harry, unos años antes que Draco naciera y ambas habían coincidido varias veces más, sus respectivos hijos a sus lados. Mientras que Draco había ido a una prestigiosa escuela fuera del país, Harry se había desarrollado estupendamente en Londres, destacando no exactamente en sus notas pero sí en sus habilidades para los negocios, Harry era capaz de convencer a cualquiera de lo que necesitara, su sonrisa tenía un componente secreto que te hacía sentirte a gusto y dispuesto a invertir en cualquier cosa que él dijera. Harry se estaba abriendo camino por sí mismo alrededor del país y su madre no podía estar más orgullosa.

Excepto por un detalle.

-Primero que nada, amo a mi hijo con todo lo que tengo y haré lo que tenga que hacer para verlo ser feliz-dijo la rubia y respiró profundamente-Acepto tu propuesta, Lily-la pelirroja tomó un sorbo de su café, tomándose su tiempo en saborearlo y volvió a bajar la taza, colocándola con delicadeza sobre el plato.

-Haz hecho una excelente decisión, Narcissa-dijo ella, su sonrisa suave y neutral.

-¿Cuándo se harán los preparativos?

-Cuánto antes, Harry será informado y ambos serán presentados formalmente en una cena privada que haremos en la Mansión Potter-respondió ella, entrelazando sus dedos-Cuidaré muy bien de tu hijo, Narcissa, Draco será feliz a lado de Harry y nada le faltará jamás-la rubia asintió, sus puños apretándose inconscientemente.

-Es lo único que deseo.

-Vamos, Narcissa, seremos familia pronto, cuidaremos de ti también, tenlo por seguro-la rubia mantuvo su rostro impasivo, resistiendo la urgencia de morderse las uñas, eso sería poco elegante.

-Mientras mi hijo esté bien, nada más importa-respondió finalmente, terminando su taza de café y limpiándose cuidadosamente con la servilleta las invisibles marcas de lo que bebió-Hasta dentro de poco, Lily.

-Por supuesto, Narcissa-respondió la mujer y la vio salir. Solo cuando desapareció completamente, Lily se permitió esbozar una sonrisa satisfecha. "Pronto, hijo, desearás no haberme desafiado. Una madre siempre sabe lo mejor para sus hijos" pensó la pelirroja, escondiendo su mirada complacida tras su taza.


-¡Regresaste!-Harry sonrió enormemente, abrazando brevemente a su amigo.

-¡Por supuesto que volví! Solo me fui a Sofía por una semana, no al otro lado del mundo, Ron-el pelijorro rió.

Ronald Weasley, primogénito del Antiguo Clan Weasley, era todo lo que la familia se enorgullecía de ser. Era alto, de cuerpo fibroso, su rostro pálido y pecoso era resaltado por lo profundos ojos azules, su cabello rojo/anaranjado estaba peinado hacia atrás, perfectamente ordenado y su traje negro era de la mejor calidad. Ron era inteligente, sus ojos hábiles para encontrar el mejor negocio para desarrollar, era la mano derecha de Harry y ambos se estaban abriendo paso por el país a pasos agigantados.

-¿Cómo está todo por aquí?-Ron suspiró, pasándose una mano por el cabello.

-Sé exactamente que estás preguntando, Harry, no necesitas fingir conmigo-el moreno no cambió su gesto, seguía mirándolo firmemente-Ella está bien, ha pasado unas noches intranquilas pero se siente mejor-Harry asintió.

-Me alegro, temía que mi lejanía hiciera que su condición empeorará-Ron se contuvo de rodar los ojos.

-Las enfermedades no funcionan así, Harry-replicó casualmente y se movió hacia su escritorio, cogiendo unos papeles-Tengo que ver a un cliente ¿te veré en mi casa, supongo?-Harry asintió y Ron salió de la oficina.

Harry se dejó caer en su silla y miró el cuadro que tenía sobre el escritorio. Ginevra Weasley, única hija de Molly y Arthur Weasley, era la joya de la familia; frágil desde su nacimiento, la muchacha tenía una apariencia etérea que había atraído a Harry desde el momento en que la conoció, su piel lechosa y suave, sus ojos azul agua, su resplandeciente cabello rojo. Harry había estado enamorado de Ginny desde que tenía quince, sabía que ella sería su esposa y que también le correspondía el sentimiento, eran perfectos el uno para el otro. Pero Ginny estaba enferma. Ella había nacido con un problema en los pulmones que la debilitaba y la volvía más frágil de lo que ya era, Harry siempre había temido irse a dormir un día y ya no encontrarla por la mañana, por eso quería convertirla en su esposa lo más pronto posible, quería estar con ella todo lo que pudiera, disfrutando a su lado.

Sin embargo, su madre no parecía entender eso.

Lily se había negado a siquiera considerar la idea de convertir a Ginny en su nuera, no es que la mujer no amara a su hijo y no quisiera que fuera feliz pero Harry era joven, apenas tenía 22 años ¿qué sabía él del amor? Lo que tenía era una fascinación, vivía con esa chica en una fantasía y ella estaba segura que ambos no habían cruzado más de diez palabras a solas, Molly siempre estado a lado de su hija para cuidarla ¿Quién se puede enamorar así? Harry no había entendido razones, no podía creer que su madre no pensara en su felicidad y le dijo que iba a casarse con Ginny de cualquier manera, quisiera ella o no. Lily no había estado feliz, su rostro se había mantenido completamente tranquilo mientras su hijo salía hecha una furia pero sus ojos verdes tenían un fuego frío que Harry no quería admitir que asustaba.

El moreno llegó a la Mansión Weasley y entró con tranquilidad, saludando a los sirvientes con familiaridad y pasando de frente hacia la biblioteca, donde sabía que encontraría a quién buscaba. Harry empujó la puerta con suavidad, mirando alrededor y la encontró inmediatamente sentada en el marco de la ventana, sus piernas recogidas contra su pecho mientras observaba el mundo exterior y escuchaba a su madre leer para ella.

-"... ahí fue cuando Annabelle llegó al río mágico, viendo la hermosa corriente azulada pasar por..." ¡Harry!-se interrumpió Molly, notándolo. Ginny se giró inmediatamente y sonrió, bajando las piernas para pararse.

-Has vuelto-dijo ella suavemente, extendiendo sus manos hacia él y Harry rápidamente se movió a su lado.

-Por supuesto que lo hice-respondió con dulzura, examinando su rostro para confirmar que estaba bien-Es un gusto verla, Molly-saludó a la mujer, ella asintió.

-A mí también, querido ¿Quieres quedarte a comer con nosotros?

-Debería decir que no, porque mi madre me espera pero... creo que puedo hacer una excepción por hoy-sonrió el moreno, Ginny lo guió hacia los sillones mientras su madre salía.

-¿Cómo te fue en tu viaje?-preguntó ella, acomodándose el cabello.

-Tal y cómo esperaba, cerré el negocio-respondió con una sonrisa y ella tomó sus manos.

-Estoy muy orgullosa de ti, Harry-él acercó su mano a su labios y depositó un gentil beso en ella.

-Sabes que significa mucho para mi todo lo que dices-respondió con sinceridad. Molly regresó un segundo después, anunciándoles que la comida sería servida y que pasaran a la mesa. Harry mantuvo a Ginny a su lado, podía verla algo mejorada pero siempre lo hacía sentirse mejor tenerla cerca, así podía asegurarse él mismo que estaba bien. La comida fue tranquila, apenas interrumpida cuando Ron llegó y todos conversaron entre ellos; Ron y Harry llenando la conversación de alegría, Ginny estaba contenta con solo verlos y Molly se sentía muy en casa, siempre había deseado que su casa estuviera llena de ruido y alegría, lastimosamente ella no pudo tener más hijos después de Ginny, el embarazo fue complicado y ella había perdido la capacidad de tener hijos. Pero Harry en un hijo más para ella, había traído felicidad a sus dos hijos y siempre estaría agradecida por ello.

-La comida estuvo maravillosa, lamentablemente tengo que irme, tengo que arreglar unas cosas en la oficina-dijo, después que tomaron el té.

-Oh, querido, debes regresar pronto-dijo Molly y Ginny asintió enfáticamente, apretando sus manos con gentileza. Harry la miró y sonrió, besando el dorso de su mano.

-Te prometo que vendré a visitarte mañana.

-Te estaré esperando-respondió Ginny con suavidad, observándolo marcharse.


-¿Casarme con un extraño?-dijo Draco, su rostro incrédulo y furioso-¡¿Cómo pudiste acceder a tal cosa, madre?!

-Es por tu bien, querido-respondió Narcissa tranquilamente.

-¿Mi bien? Apenas he salido del colegio, recién empezaré a estudiar lo que quiero ser en mi futuro ¿Por qué malograría mi vida casándome a esta edad?

-Harry Potter es un perfecto candidato, es rico, joven y guapo, te tratará como mereces y jamás te faltará nada.

-¡Aquí no me falta nada, madre! No necesito un esposo rico.

-Si lo necesitas, Draco-respondió la rubia con seriedad, mirándolo fijamente-porque no he sido honesta contigo, he intentado mantenerte lo más al margen que he podido pero ya no se puede ocultar más.

-¿Ocultar qué?-preguntó él, cruzándose de brazos.

-Estamos arruinados-Draco parpadeó, confuso.

-¿Arruinados? Padre nos dejó en una excelente posición.

-Lo hizo-asintió Narcissa, entrelazando sus dedos-pero... después que murió, yo tenía que encargarme todo y... no estaba preparada para hacerlo-admitió, encogiéndose ligeramente de hombros y desviando sus ojos llorosos-Yo fui criada como una señorita de casa, la esposa perfecta, no tenía nada que ver con los negocios y estaba feliz así pero cuando tu padre murió, tuve que tomar su puesto e hice lo mejor, hijo, intenté e intenté sacarnos adelante, ser una buena administradora pero los negocios fueron cayendo, la gente nos fue abandonando y gente malvada se aprovechó de mi estado vulnerable para robarme...-Narcissa se limpió las lágrimas con su pañuelo y volvió a mirar a su hijo-Jamás dejaré que caigas en la miseria, Draco, cuando Lily vino a hacerme la proposición de hacerte el esposo de su hijo, tuve que pensarlo, tuve que pensar si realmente quería eso para ti, si estaba a entregarte a ese chico. Investigué todo sobre Harry Potter, tenía que asegurarme que era una buena elección y lo es, Draco, será maravilloso.

-Madre... no puedo casarme con alguien que no amo.

-Pero puedes amarlo, Draco, solo... solo necesitas tiempo, conocerlo más-dijo ella con desesperación, Draco negó con la cabeza-Draco, Draco, por favor... al menos hazlo por mi, yo moriría si te viera caer por mis errores, por no ser lo suficientemente buena madre para ti...-Draco se ablandó antes sus lágrimas y tomó sus manos temblorosas.

-Jamás pensaría eso de ti, madre, pero hay otras maneras de salir adelante.

-Draco-dijo ella con firmeza, mirándolo directamente a los ojos-No hay otras maneras, no nos queda nada, pronto vendrán los del banco y nos quitarán la casa, no tendremos nada, Draco, la deuda es muy grande y Malfoy Corp. se ha ido a la quiebra.

-¡Déjame intentarlo! Yo podré hacer algo...

-¿Cómo? ¿Sin estudios? ¿Sin conocimientos? La gente te comerá vivo, Draco-replicó ella, alejándose y dejándose caer en el sillón, lágrimas recorriendo sus pálidas mejillas-No dejaré que nadie se dé el gusto de burlarse de mi hijo ni hacerlo sentir inferior, te casarás con Harry Potter y jamás verás miseria.

-¿Incluso si no soy feliz?-los ojos de Narcissa brillaron con tristeza.

-Verás que la felicidad está atada al dinero más de lo que parece-respondió.


Harry entró en su casa y le entregó su saco a la sirvienta, desordenándose la parte de atrás del cabello y estirándose; había pasado horas en la oficina trabajando en los pendientes que habían quedado mientras estuvo de viaje, revisando nuevas empresas y sonriendo ante otras. Como Malfoy Corp. Harry tenía que admitir que ese movimiento había sido brillante, compró la empresa justo en su momento de quiebra después de su extensa lucha por derrumbarla y ahora la tenía bajo su poder, un punto más su crecimiento, Potter Inc. estaba en la cima, disfrutando lo que antes era de Malfoy Corp. y no podía esperar para anunciarlo al mundo. Potter Inc. era la empresa más exitosa en todo Inglaterra y el resto del mundo estaba empezando a caer, todo hecho por su mano.

-Al fin has llegado-Harry saltó y se giró, mirando a su madre. La mujer tenía los brazos cruzados, el suave vestido de seda negra envolviendo suavemente su cuerpo, su cabello rojizo amarrado con una cinta de satén.

-Buenas noches, madre-saludó Harry.

-¿Qué tal tu viaje?

-Exitoso, como esperaba-respondió el moreno, acercándose al bar y sacando una botella, necesitaba un trago si iba a hablar con su madre.

-Espero que hayas pensando en lo que hablamos antes de que te fueras.

-Y yo espero que hayas pensado en lo que te dije-replicó el moreno, sirviéndose una copa de whisky. Lily apretó los labios.

-Ginevra Weasley está enferma, será un esposa débil y morirá mucho antes de que pueda darte hijo-dijo ella con crudeza y Harry apretó los labios, fulminándola con la mirada.

-Ginny me ama y yo la amo a ella, eso es lo único que me importa, madre y es lo único que debería importarte a ti también ¿O es que no quieres la felicidad de tu hijo?

-¡Por supuesto que quiero eso, Harry! Pero tú no lo entiendes, Ginny Weasley es solo una fantasía tuya, nunca serás feliz con ella.

-¡Eso lo debería decidir yo!-replicó él con fuerza-No voy a casarme con nadie más que no sea ella-el semblante de Lily se enfrió, su rostro se vació de emoción y Harry no pudo evitar el estremecimiento de miedo que lo recorrió.

-¿Entonces quieres hacer las cosas por las malas? Bien. Ya escogí con quién te vas a casar, es un joven educado, de buena clase y con un apellido respetable. Él vendrá con su familia la próxima semana para una cena aquí dónde daremos el anuncio a las personas más allegadas de nuestro círculo.

-¡No me voy a casar con quién tú quieras, madre!

-¡Lo harás!-exclamó ella con vehemencia, acercándose-Lo harás, Harry o olvídate de seguir portando el apellido Potter-el moreno palideció, mirando incrédulamente a su madre.

-No puedes hablar en serio-murmuró.

-Es muy en serio, Harry.

-¡Quítamelo si quieres entonces, eso no hará que te obedezca!

-¿Se te olvida que sin el apellido de tu lado, todo lo que has logrado, se derrumbará? Ahora eres un Potter con todos los honores, todos quieren hacer negocios contigo, estás en lo más alto pero si te deshonramos públicamente, se te cerrarán todas las puertas porque aunque tú estés fuera, la empresa sigue siendo la más poderosa del mundo y nadie querrá hacer tratos contigo.

-¿Y quién tomaría mi puesto?

-Ronald, por supuesto-respondió ella con naturalidad y Harry bufó.

-Ron es mi amigo, jamás me haría eso.

-Un amigo que jamás ha apoyado tu relación su hermano y tú lo sabes-Harry se quedó callado, apretando los puños-Harás lo que yo te digo, Harry, no me hagas forzar mi mano.

-¡No estoy enamorado de él, madre! ¡Ni siquiera sé quién es!-gritó Harry, sintiéndose acorralado.

-Su nombre es Draco Malfoy-Harry la miró con la boca abierta.

-¿Malfoy? ¿Malfoy se supone que es esa persona respetable? ¡Es un niño, madre!

-Tiene la edad perfecta para casarse y ya cerré el trato con Narcissa. No hay vuelta atrás.

-¿Y qué demonios se supone que somos nosotros? ¿Mercancía la cuál comprar?-preguntó con rabia.

-¡Cuidado con tu tono!-dijo ella amenazantemente y él retrocedió-Narcissa y yo queremos lo mejor para ustedes y creemos que esto será beneficioso para todos.

-No voy a casarme con un completo desconocido, madre.

-Es él o nadie, Harry. He tomado mi decisión-dijo Lily, su tono terminante. La mujer se marchó y Harry se quedó en el mismo lugar, furioso como jamás lo había estado antes, el vaso en su mano salió volando y se estrelló contra la pared, rompiéndose en pedazos mientras un grito salía de su garganta. Harry respiró agitadamente, sus dientes y puños apretados mientras observaba el desastre a sus pies.

"Draco Malfoy aprenderá de mala forma que jamás debió haberse metido en mi vida, lo haré sufrir por lo que ha hecho, lo haré ser la persona más miserable que haya pisado esta tierra y conseguiré que me dé el divorcio. Lo juro" Pensó Harry, sus ojos verdes brillando con la fuerza de la promesa que acababa de hacer.