Muy buenas a todo/as.
Como verán, ahora se me ha ocurrido escribir sobre Harry Potter (esta idea viene desde hace mucho, pero sobre convertir a mi protagonista en vampiresa, eso fue una idea reciente)
Quiero dejarlos invitados a conocer la vida de Amanda Swan, vampira que le es leal sobre todas las cosas a Dumbledre, y lo que todos esperan, una relación de amor con Sirius Black y Severus Snape.
Como anteriormente he dicho, mi ortografía es mi gran debilidad, pero eso, mis antiguas lectoras lo saben, y para aquellos que recién me van a conocer, les pido paciencia.
Espero con ansias review para conocer sus opiniones.
La mujer, a pesar de encontrarse agotada, hambrienta de sangre humana, sucia y sobre todo estar vestida con su ropa rota, decidió tomar un pequeño descanso en el sofá de su despacho antes de irse a descansar al sótano.
Amanda cierra sus ojos y se deja llevar por su último recuerdo más preciado.
– Ten cuidado, ¿quieres?, por favor – Amanda estaba a unos cuantos metros de Severus Snape, quien parecía cansado después de su batalla con los profesores de Hogwarts, quienes habían logrado desterrarlo de su puesto de director de la escuela.
Snape solo se limitó a asentir a la petición de la mujer, luego se dedicó a mirarla por unos segundos más antes de partir a su próxima misión.
– ¡Severus! – llamo su atención Amanda al ver que el hombre de cabello negro y piel cetrina le daba la espalda. Camino hasta él, con ambas manos tomo el rostro del hombre que no parecía tener expresión alguna. Amanda observo esos intrigantes ojos negros que tanto había comenzado a querer.
Amanda abre sus ojos y deja que el recuerdo salga de su cabeza, lo introduce en un pequeño frasco de vidrio transparente y lo cierra con un corcho de madera. Lo observo con tristeza. Sabía que ese era el último recuerdo que tenía del hombre a quien había comenzado a amar... pero que lamentablemente su amor nunca le había sido correspondido por él.
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Capítulo 1
El comienzo de un final
– Buenas noches mi querido elfo, Mi nombre es Albus Dumbledore, ¿existe la posibilidad de que tu ama pueda verme esta noche? – El anciano hombre de larga cabellera y muy bien cuidada barba blanca había llegado a una mansión que parecía estar a simple vista deshabitada. Los jardines estaban lleno de espinas, no había flores, tan solo maleza larga de un color amarillo seco. El elfo doméstico, al enterarse de que era nada menos que el más respetado mago Albus Dumbledore, le hizo una reverencia bastante exagerada, tanto, que su puntiaguda nariz rozo el suelo.
– Señor, mi ama lo recibirá en su despacho, siga a Wizing, venga.
Albus siguió al pequeño elfo hasta el interior de la mansión.
El elfo, junto con una lámpara que había tomado en la entrada de la mansión, ilumino el interior de lo que parecía ser el recibidor, el pequeño elfo, por medio de su magia, comenzó a encender las velas que yacían en cada rincón de la elegante habitación.
La mansión por dentro era una morada de lo más clásico y decorado, pero aun así parecía estar abandonada, telas de arañas habían en cada rincón, el polvo parecía ser otro tipo de adorno más en cada mueble, la madera del suelo llegaba a ser opaca de lo descuidada que estaba.
El elfo prosiguió con dejar a Albus en el despacho que había prometido, se retiró haciendo continuamente reverencias sin darle la espalda al anciano
– La ama Amanda llegara pronto señor.
En la habitación había un escritorio de madera, encima del no había nada de lo que pudiera llamar su atención. El despacho que parecía ser una sala de estudio, era lo bastante amplia como para pasearse con tranquilidad en momentos de meditación (como tanto le gustaba hacer él). Cada una de las paredes de la habitación tenía un estante lleno de libros, todos empolvados, pero, había un libro que parecía que había sido sacado recientemente, Albus con curiosidad se acercó y leyó su título en el lomo, "Pociones del siglo VIII" sacó el libro y vio que dentro había una marca páginas, era una pluma, una pluma de fénix dorado, Albus movió un poco la pluma para ver el capítulo marcado, "pociones y la magia oscura"
– ¿Acaso nunca aprendiste a no tocar lo que es ajeno Albus? - pregunto una voz femenina desde afuera de la habitación.
El anciano, ni si quiera se inmuto en cerrar el libro, tampoco presento sorpresa ni miedo, tan solo se giró sobre sus tobillo para encontrar de una vez por todas a su tan esperada búsqueda.
– Amanda, por fin. – Albus esbozo una sonrisa, esa típica sonrisa que hacia romper corazones a todos – no sabes cuánto tiempo llevo buscándote – los ojos azules del anciano miraban por encima de sus lentes de media luna a su esperada acompañante.
La mujer con quien Albus comenzó a establecer una conversación entro por fin a la habitación con pasos ligeros y tranquilos. Era una mujer extremadamente hermosa, poseía una belleza que daba gusto observar, su rostro parecía de porcelana, se veía delicada y aterciopelada, sus iris eran de un color azul intenso, llamaban la atención y lograba distraer con facilidad. Sus labios eran de un color rojo escarlata, mantenían una perfecta asimetría junto con sus pómulos y mejillas. Era un modelo a seguir para cualquier mujer, su cuerpo era perfecto, esbelto y estructurado, al igual que su estatura, no era pequeña y mucho menos muy alta. Vestía unos pantalones negros, junto con unas botas de cuero, arriba mantenía una chaqueta de un rojo oscuro, y debajo de ella, vestía un sweater blanco con una especie de bufanda que se adecuaba a su delgado cuello. Se podía ver claramente el color de su piel con la poca luz que las velas proporcionaban, era blanca como la nieve, pero se veía suave, y tersa, una piel que carecía de vida. Y su cabello, que estaba suelto sobre sus hombros, era de un color negro azabache, sus puntas estaban levemente ondeadas y perfectamente colocadas.
– No has cambiado en nada – comento Albus
La vampiresa se mofo de su comentario y se acercó rápidamente hasta el anciano mago, tan rápido, que con tan solo un parpadeo, la vampiresa ya se encontraba frente al anciano.
– ¿Quieres devolverme el libro si no es mucha la molestia? – estiro su mano para que Albus pudiera acceder a su petición, el anciano amablemente, cerro con cuidado el libro y se lo hizo entrega a su dueña.
– Espero que la consulta a ese libro sea para fines… – hizo una pausa– científicos.
La vampiresa sonríe de lado, y deja escapar una pequeña risa – pues claro… profesor.
Amanda camino hasta el estante y dejo el libro en su lugar – han pasado muchos años Albus…
– Así es… – dijo con asombro en el molesto silencio– y déjame decirte, que me gustaría mantenerme como tú, ahora soy todo un anciano, ya no puedo correr como antes.
– Es una pena… ¿ahora puedo decir que estas en desventaja?
– Aun poseo mi varita – comento luego con una sonrisa – pero puede que si… puede que logres morderme esta vez.
– Pero que canibalismo… – la vampiresa camino hasta Dumbledore nuevamente y admiro su anciano rostro por unos segundos – no pensé que volvería a verte nuevamente. Es una pena… que tenga que verte morir, aun.
–…No pienses en la muerte, no esta noche.
– No puedes pedirle eso a un vampiro – dijo en voz baja, casi aterciopelada y atrayente. – me parece triste pensar, que estás aquí… no solo para ver a tu vieja amiga.
Dumbledore no dijo nada, solo mantuvo sus ojos sobre la vampiresa, que fingía estar desilusionada. – he venido a invitarte a vivir conmigo.
– Eso sí que no me lo esperaba – dijo con fingido asombro – ¿…A Hogwarts? – La vampiresa comenzó a caminar por su habitación, el resonar de sus botas se escuchaba por toda la mansión – No sabes cómo complacer a una mujer Albus.
– Las mujeres son un misterio para mí, algo que respeto mucho y admiro a su vez, pero todo depende de la edad, ¿sabes?, tengo a una amiga en Hogsmeade que le encanta…
– Será mejor que comiences a hablar Dumbledore, estas en mi hora de almuerzo – le interrumpió con una voz un poco más grave de lo que hasta ahora había escuchado el anciano.
– ¿Estas cazando muggles? – pregunto intrigado sin darle importancia a su molestia.
– Mmh, de vez en cuando… ya sabes, estas dietas son de lo más extrañas, pero en su mayoría, animales… Los humanos, me dan mucho trabajo.
– Amanda… – Dijo su nombre por primera vez el anciano mago – tengo unas novedades que podrían interesarte mucho en Hogwarts, novedades que podrían servirte para introducirte nuevamente en el ministerio de magia.
– ¿Tú me quieres en el ministerio de magia?
– No, pero sé que anhelarías volver al ministerio.
– No pongas deseos en mí que no conoces, Dumbledore. – Esta vez la vampiresa se tornó un poco más seria, se mantuvo quieta y siguió observando al mago.
Dumbledore guardo un momento de silencio, junto ambas manos y camino con lentitud hasta la silla de madera que había frente al escritorio. – ¿Puedo? - pregunto señalando la silla.
La vampiresa le hizo un ademán para que tomara asiento.
–…he logrado dominar la nigromancia, Amanda. No a la perfección, pero, me gustaría pedirte a cambio de esa magia… un favor.
Amanda opto por cruzarse de brazos mientras escuchaba con atención a Dumbledore.
– Quieres… darme una vida de humano a cambio de un favor. – pregunto la vampira inquieta.
– Exactamente…
– Dumbledore… – la hermosa mujer se acercó a Dumbledore sin pensarlo más, se puso en cuclillas y poso sus manos en el regazo del anciano, colocando sus manos sobre su atuendo tan bien adornado que llamaba la atención ver unas hermosas manos sobre aquella tela - sabes que no debes hacer esto…
– Amanda… – insistió Dumbledore
– Pero… – continuo para que Dumbledore no la interrumpiera – conociéndote… desde que eras un crío, siempre has querido que las cosas sean justas tanto para mí como para ti – la vampira tomo la mano de Dumbledore, la cual estaba tibia y podía sentir como su sangre circulaba por esos capilares – Estoy y siempre estaré dispuesta a servirte Albus… pero no me exijas más de lo que puedo dar.
– Tu ayuda me servirá de mucho Amanda… y te prometo, que será la última vez que acudiré a ti.
– No prometas nada Albus - Amanda se levantó y le dio la espalda al anciano - Dame una semana y estaré en Hogwarts. Antes, tengo que arreglar unas… cosillas.
– Esperare con ansias tu llegada a Hogwarts, Amanda.
– Ah… una cosa más, antes de que te vayas… - La vampiresa se detuvo en la entrada de la habitación, se giró y miro al anciano - espero que aun tengas a ese amigo tuyo que le gustaba donar sangre por dinero… no estaría mal que me esperaras con una reserva de…
– Nuestro amigo esta en Azkaban lamentablemente… – la vampiresa espero a que Albus siguiera hablando sobre la idea de obtener sangre humana, pero no dijo nada más.
– Nunca… me ha apetecido probar sangre en niños… y siendo Hogwarts un internado para críos…
Albus rio de pronto y dijo rápidamente.
– Pero puedo encontrar a alguien dispuesto a vender su sangre… sí, sí.
– Espero no olvides ese pequeño detalle… – dijo la vampira con una sonrisa – nadie quiere tener un accidente en la maravillosa escuela de magia y hechicería, ¿no es cierto?
El anciano mago se levantó de la silla de madera y siguió a Amanda hasta la salida del despacho.
– Gracias por recibirme esta noche. No sabes lo difícil que fue para mí encontrarte querida Amanda.
– Ya sabes como soy… me traslado con frecuencia. Imagínate, hace más de cien años que no había venido a esta mansión.
– Lo entiendo perfectamente.
De pronto, y antes de que la visita llegara a su fin, se escucha el grito desesperado del elfo domestico de Amanda. Albus apago rápidamente las velas en la mansión con un solo movimiento de manos mientras que la vampiresa desapareció de la sala buscando a su fiel elfo domestico a las afuera de la mansión.
Albus camino con sigilo junto a su varita magia hasta llegar a la puerta de entrada – Lumos – Dumbledore cruzo la reja de la mansión y camino rápidamente hasta donde estaba Amanda, a varios metros de la entrada, adentrándose al bosque que rodeaba la mansión.
La vampiresa se encontraba agachada, sostenía al elfo con una de sus manos, su atuendo estaba manchado en sangre.
– Eran… grandes, y peludos mi señora. Eran siete… siete – el elfo sin poder más, comienza a llorar al ver que tenía sangre en su pecho.
– Tranquilo Wizing, necesito que te tranquilices, si no, no podré sanarte – La vampiresa saco sus afilados colmillos y mordió su propia muñeca, con el fin de sacar sangre de su cuerpo – Tranquilo… – El elfo aun seguía gimiendo de dolor. Amanda dejo caer unas gotas de su sangre hasta la herida del elfo, y a los pocos segundos dejo de sangrar su preocupante herida.
– ¿Hombres lobo? – pregunto Albus aun con su varia en mano
– Sí, hace semanas que han merodeado mis territorios – comento aun con sus colmillos expuestos. – Wizing, entra a la mansión y no salgas por ningún motivo.
– Si ama, enseguida… - el elfo se levantó como pudo y camino con lentitud hasta dejarlos atrás.
– ¿Esta era la "cosilla" que querías ver antes de partir a Hogwarts? – pregunto el mago que ahora iluminaba el suelo.
– Si, pienso matarlos a todos de una vez por todas – la vampiresa procede a cerrar la herida de su muñeca con un sigiloso lamido en su piel, como si de un gato se tratara.
– No será necesario matarlos mi querida Amanda…
Pero antes de que Dumbledore siguiera convenciendo a la vampiresa, un gruñido se escucha desde atrás, se hacía cada vez más intenso junto con el grito del elfo.
Amanda al escuchar que su elfo estaba nuevamente en peligro, desaparece del lado de Dumbledore. El anciano mago no pudo ver con claridad que era lo que sucedía cerca de la mansión, el lobo que amenazaba con la vida del elfo ya no gruñía, si no que gemía de dolor, vio cómo su cuerpo volaba a varios metros de distancia del elfo. Dumbledore camino con rapidez hasta llegar al gigantesco animal con aspecto de perro, el animal había sido golpeado con tal brutalidad que logro romperle todos los colmillos de la parte izquierda, además de dejarlo sangrando y sin poder sostenerse por sí mismo.
– Ya es hora de que acabe con ustedes perritos… me han colmado la paciencia.
De pronto se escucha un fuerte portonaso proveniente de la mansión, era Wizing quien por fin había entrado corriendo.
El perro gigante aún seguía gimiendo de dolor, pero ya no era solo uno, si no que ahora habían aparecido los seis lobos que faltaban.
– Desconocía esta fase de hombre lobo– dijo Dumbledore observando a cada uno de ellos –son como perros.
–…Pues yo… aborrezco a los perros.
– ¿Serán humanos? – pero Amanda no contesto, sus ojos estaban centrados a una parte en particular del bosque, a una figura humana de pie mirando la peligrosa escena. Se trataba nada más ni nada menos que una Amanda con ropa sucia y ensangrentada, con algunos cabellos alborotados. Aquella Amanda miraba su reloj de pulsera. – Es hora – dijo para sí misma en voz baja.
...
De pronto la escena que parecía ser comprometedora para la vida de los protagonistas se había esfumado, como si se tratara de un reflejo en el agua. La Amanda de cabellos alborotados y ropa ensangrentada y rota había parecido al lado de un pensadero, parecía agotada, cansada y sobre todo, hambrienta. Miro nuevamente su reloj muggle, quien le indico que tan solo faltaban 10 minutos para que amaneciera.
Amanda se encontraba en el mismo despacho en donde había recibido a Dumbledore hace alrededor de 4 años.
La vampiresa camino hasta llegar al sótano de su mansión y busco su reserva especial de sangre humana anticoagulada. Una reserva única y exclusiva para su estado crítico como vampiro, bebió de ella y rápidamente sintió como su cuerpo iba recuperando fuerzas. Subió a cerrar la puerta de su mansión y bajó nuevamente al sótano para prepararse para su descanso. Después de haber llegado de una gran batalla en la que se liberó en Hogwarts, merecía por lo menos, un merecido descanso.
