Hola!!!!

Aquí estoy de nuevo, y como nadie me ha dado ninguna sugerencia y no tengo demasiada imaginación la historia ha terminado llamándose "Fred". Se sitúa en el verano en el que Harry, Ron y Hermione terminan quinto curso y Fred y George acaban de terminar séptimo. Es totalmente independiente de "Vacaciones de navidad", aunque en aquella (en el futuro) se mencionarán hechos de esta historia. Siento decir que Draco Malfoy no aparecerá para nada. No esperéis otra "Vacaciones de navidad" porque no tiene nada que ver, lo aviso desde ya.

Si suena de algo es de Rowling (o de Tolkien, jejeje)

Sin más, allá va el primer capítulo.

FRED

Cap. 1

Hacía más de tres meses que no había noticia de ningún ataque por parte de los mortífagos. Muchos pensaban que Voldemort se había desplazado al sur de Italia para buscar aliados donde era bien sabido que un nutrido grupo de sus partidarios masacraban indiscriminadamente a los aurores, magos y muggles que se les cruzaban por delante. Pero esta historia no tiene nada que ver con la búsqueda de poder del Señor Tenebroso. Tampoco tiene que ver con los métodos de espionaje de los aurores que se oponían a él. Esta es la historia de Fred Weasley y de lo que ocurrió en su vida cuando terminó su séptimo año en Hogwarts, el colegio de magia y hechicería.

Fred estaba concentrado intentando hacer un castillo de naipes explosivos cuando su madre entró en la cocina.

- ¡No hagas eso en la mesa, no quiero que se vuelva a prender fuego!

- ¡Esque me aburro! – protestó Fred – ¡Si me dejases subir a ver a George...!

- ¡Ni hablar! – dijo su madre tajantemente.

George estaba aislado del resto de la familia por culpa de una enfermedad vírica, y la experiencia le había enseñado que Fred enfernaría también antes de que terminase la semana. Para intentar evitarlo (aunque era imposible cuando se trataba de los gemelos porque siempre enfermaban con pocos dias de diferencia) había recluido a George en su habitación y Fred, que ahora compartía cuarto con Ron, tenía prohibido visitarle. La señora Weasley ya había pillado a su hijo unas cuantas veces intentando visitar a su hermano así que ahora prefería tenerlo a la vista en todo momento.

El problema era que Fred estaba enfurruñado y de un humor inaguantable. George no estaba más amable, por cierto. Todo el día encerrado en su cuarto sin ver a nadie tampoco era agradable y tanto el uno como el otro echaban de menos a su gemelo.

- ¿Por qué no sales un rato con Ron y Ginny? Así te distraerás – sugirió su madre. Fred la miró con malhumor.

- Sí, vente con nosotros Fred – dijo Ginny entrando por la puerta y sentándose a su lado-. Hemos quedado con Harry y Hermione, vamos a ver cine.

Si Ginny no parecía muy entusiasmada con la idea de la excursión se debía en parte a que Hermione iría con ellos. Aunque se habían hecho muy amigas en el último año Hermione había cambiado mucho y había atraído la atención de Harry. La chica no parecía hacerle mucho caso, ni a él ni a Ron, y a pesar de que ambos se pasaban el tiempo compitiendo entre ellos para llamar su atención, ella no dejaba de tratarlos como amigos. Fred suponía que aún estaba colgada de Viktor Krum. Habían pasado juntos las vacaciones en Bulgaria el año anterior y seguían manteniendo correspondencia aunque ese año Hermione se había quedado en casa a pasar el verano.

Ginny no debía sentirse muy bien viendo como Harry babeaba por otra chica y tampoco debian hacerle mucho caso, los chicos por estar centrandos en Hermione y ella por verse acaparada por éstos. Fred vió la cara de fastidio de su hermana y decidió ir con ellos aunque sólo fuera para que Ginny no se sintiese tan sola. Solo esperaba no arrepentirse.

Habían quedado en encontrarse en el Caldero Chorreante, pero Ginny anunció que iría sola a casa de Hermione tres horas antes de la hora prevista. Fred miró extrañado a su hermana.

- Pero si la vamos a ver después, ¿qué más te dá venir con nosotros?

Pero Ginny sólo dijo que tenía que hablar con ella en privado y desapareció por la chimenea.

Fred consideraba un poco rara la amistad que su hermana mantenía con Hermione dado el interés que le demostraba Harry. Lo lógico hubiera sido que no quisiera verla ni en pintura, pero desde que habían comenzado las vacaciones no hacían más que quedar las dos para salir juntas dejando un poco de lado a los chicos. A Ron le molestaba este comportamiento. Pensaba que algo tramaban y no paraba de interrogar a su hermana sobre esas salidas, pero ella no decía una palabra y cada vez que salía el tema guardaba un obstinado silencio.

Ginny había cambiado mucho en ese último año; no sólo era que estubiera más alta y hubiera empezado a cambiar su manera de vestir, sino que se había vuelto un poco arisca. Se molestaba con mucha rapidez y permanecía horas enteras encerrada en su cuarto dedicada quién sabía a que actividades. Su actitud parecía ser casi de constante cabreo y la familia había resuelto andar de puntillas a su alrededor para no molestarla. "Es la edad", decía su madre aparentando tranquilidad, pero la vigilaba más de cerca que de costumbre y las dos tenían unas peleas tremendas por cualquier cosa.

Fred no creía que esta actitud se debiese sólo a la edad. Pensaba, quizás acertadamente, que el causante podría ser una vez más el "tema Harry Potter", porque que el chico del que estaba enamorada desde hacía tantos años no tuviera ojos más que para su amiga era muy duro. Él lo sabía muy bien, el tema le tocaba muy de cerca. Siempre se había sentido atraído por Angelina y le había parecido algo mutuo, pero ella por algún motivo desconocido había elegido salir con George. Fred no podía estar celoso de su hermano gemelo, pero no dejaba de preguntarse porqué Angelina no lo escogió a él, ¡si eran exactamente iguales!. Había llegado a la conclusión, junto con George, de que simplemente lo habría hechado a suertes. "Bueno, felicidades George, me alegro mucho por ti" . Era cierto, a su hermano también le había gustado la chica desde el primer momento y Fred sabía que serían muy felices juntos.

A las cinco en punto Fred y Ron se encontraban en el Caldero Chorreante esperando a los demás. El primero en llegar, entrando por la puerta cuando aún se sacudían el hollín de la chimenea, fue Harry. En cuanto llegó junto a ellos se acercó rápidamente y antes de saludar siquiera preguntó:

- ¿Aún no ha llegado Hermione?

Fred sonrió al ver el nerviosismo del muchacho. Era evidente que, como Ron, se había puesto sus mejores galas para recibir a la chica que no veían desde hacía dos semanas. Su hermano negó con la cabeza y Fred no pudo reprimirse de agregar:

- Ginny y ella vienen en metro.

Lo dijo con malicia para dejarle claro que su hermana venía con ellos y que aunque Harry ya lo sabía no había preguntado por ella al no verla.

Harry no lo captó, pero mientras se dirigían hacia una mesa y se sentaban dijo:

- ¡Vaya! Han quedado otra vez – parecía un poco mosqueado, Hermione les había estado dando esquinazo a los dos desde antes de terminar el curso pero sí que tenía tiempo de quedar con Ginny - ¿qué se traerán esas dos entre manos?

- Ni idea – dijo Ron, compartiendo el sentimiento de su amigo -, pero a mi hermana no le preguntes, no suelta prenda.

- Ahí están – dijo Fred mirando hacia la puerta. En efecto, dos chicas acababan de entrar en el local riéndose por cualquier tontería y aunque por un momento Fred pensó que se había equivocado de personas se dio cuenta de que no era ningún error.

Ginny, que había salido de su casa con un vestido muy sencillito lucía ahora con atrevimiento unos ajustadísimos vaqueros y un reducido top castaño con unos largos flecos que le caían sobre el desnudo estómago. Llevaba la abundante melena cobriza partida en dos coletas recogidas con cintas de ante a la altura de los hombros. Un brazalete plateado relucía encima de su codo derecho y calzaba una botas castañas de cowboy. Gracias a la ropa y al maquillaje Ginny parecía medio india y muy, muy poco tímida.

Hermione no era más discreta que su hermana. Sus vaqueros no tenían nada que envidiar a los de la pelirroja, pero éstos estaban descoloridos por zonas. Lucía un top blanco ajustadísimo que resaltaba mucho su bonito bronceado y dejaba al descubierto buena parte de su espalda. Su cabello, a pesar de estar tan enmarañado como de costumbre, aparecía plagado de marcados rizos y algunos mechones permanecían recogidos con pequeños pasadores blancos para despejarle el rostro. Multitud de pulseras de plata brillaban en sus muñecas y de sus orejas pendían unos grandes aros. Su maquillaje era mucho más evidente que el de Ginny, y Fred, al mirarlas a ambas, no sabía decir cuál de las dos estaba más despampanante.

Ninguno de los chicos abrió la boca hasta que llegaron a su mesa y se sentaron.

- Hola chicos.

Fred, divertido, silvó de admiración y dijo:

- ¡Estáis increíbles!, con que conversaciones privadas, ¿eh Ginny?

Harry saludó con un tímido "hola", Ron hizo un gesto con la cabeza a Hermione mientras se ponía rojo mirándola y cuando oyó el nombre de su hermana pareció darse cuenta por primera vez de que estaba allí. La miró de arriba abajo y se pusó más rojo todavía,

- Si tu madre te vé así le dá un ataque – le reprochó. Le había encantado el modelito de Hermione, pero su hermana era otro tema.

- Por eso me cambié en casa de Herm – dijo ésta con toda tranquilidad.

Fred observó que no se sentía nada incómoda con su nuevo aspecto y dedujo que no era la primera vez que lo hacía. "Vaya, la niña de la casa se está volviendo rebelde". No pudo evitar sonreir con orgullo.

Mientras el camarero tomaba nota de sus bebidas Fred se fijó en Harry: miraba confundido primero a Ginny y después a Hermione. Parecía que el pobre acababa de darse cuenta de que la pequeña pelirroja ya no era tan pequeña. Tenía que reconocer que a él también le había sorprendido un poco, y se sorprendió más aún cuando se dio cuenta de que Ginny ya no se sonrojaba cada vez que hablaba con Harry o él la miraba. En realidad parecía tan indiferente como Hermione, y ambas se dedicaban a charlar con los chicos despreocupadamente como si las reacciones de éstos (que prácticamente babeaban sobre la mesa) fueran de lo más corrientes.

Después de terminar sus bebidas entraron en el Callejón Diagón para cambiar dinero en Gringotts ya que necesitaban dinero muggle para ir al cine. Aunque Fred y Ron se sintieron muy perdidos con ese tipo de dinero en las manos Ginny parecía manejarse muy bien con él y Fred se preguntó qué diablos habían estado haciendo esas dos por ahí cuando salían juntas.

Fue mas evidente aún que su hermana estaba muy familiarizada con el mundo muggle cuando llegó la hora de subir al metro. Era la primera vez que Ron y Fred montaban en uno y Ron lo hizo con bastante recelo y no se sintió seguro hasta que llegaron a su parada y salieron a la calle. Fred en cambio disfrutaba como un chiquillo con todo; con el ruido del metro, con la voz de megafonía que anunciaba la siguiente parada, con la gente que subía o bajaba... Intentaba mirar por la ventanilla para ver por dónde pasaban, pero evidentemente sólo se podía ver oscuridad hasta que llegaban al siguiente andén. A cada cosa que descubría decía en voz demasiado alta:

- ¡Mira eso! ¿Quién lo hubiera pensado?

Y la gente se volvía a mirarlos mientras el grupo estallaba en nuevas risas.

En la puerta del cine se detuvieron a mirar la cartelera. Ron señaló con disgusto un cartel en el que se veía a una pareja muy acaramelada y anunció:

- ¡Yo no voy a entrar a ver nada así!

Harry observó el cartel. Evidentemente se trataba de una película romántica y dijo, para evitar discursiones:

- No podemos verla, es para mayores de 18 años – miró a Ginny de soslayo. Seguramente creía que ellos eran muy maduros para ver una película calificada

para adultos pero que Ginny era aún demasiado joven. Hermione y ella se echaron a reir.

- La vimos la semana pasada – anunció la pelirroja – y no volveríamos a verla aunque nos pagasen.

- Es malísima – explicó Hermione – y un dramón de cuidado. Se supone que teníamos que haber gastado un montón de keenex pero no pudimos parar de reír el tiempo suficiente para ponernos a llorar.

- ¿Pero no se supone que a las chicas os gustan esas cosas? – preguntó Fred – ya sabéis, poneros melodramáticas y tiraros de los pelos mientras decís "¡porqué, por Dios, por qué tiene que pasar esto!"

Como esto lo gritó con una voz aguda y chillona mientras se tiraba del pelo con teatralidad mucha gente se volvió a mirarlos.

- Alguna habrá, pero no a todas. A mí desde luego no me gusta – dijo Ginny riéndose.

- Además, esa película no tenía ningún sentido – dijo Hermione – Sólo estuvimos a punto de ponernos a llorar al final, cuando vimos que nos habíamos gastado el dinero para ver esa porquería.

- Y que habíamos perdido dos horas de nuestra vida – añadió Ginny, y suspiró con exagerado dramatismo – ¡y nunca podremos recuperarlas!

Al final decidieron ver una comedia que Hermione había oído comentar que era muy buena. Se pusieron a la cola para comprar las entradas en la taquilla y Fred revolvió sus bolsillos muy nervioso en busca del dinero.

- Harry, ayúdame, a ver ¿qué es lo que tengo que dar? – peguntó mirando los billetes y monedas con exasperación. Oyó risitas detrás suyo y se giró para ver a un grupo de chicas que lo miraban divertidas. Les lanzó su mejor sonrisa y dijo: - es que no soy de aquí.

Algunas asintieron tapándose la boca con una mano para que no las viera reirse o se giraron ruborizadas, pero una de ellas le devolvió la sonrisa. Y una sonrisa muy bonita, por cierto. Fred tuvo el impulso de hablar con ella, pero justo en ese momento llegó su turno para comprar las entradas y se lió tanto con el dinero que el taquillero le devolvió que se olvidó de la chica hasta que entraron en el recinto y fueron a comprar palomitas y chucherías.

Ron estuvo un buen rato tratando de decidir qué era lo que quería probar. Las golosinas muggles no tenían nada que ver con las que estaba acostumbrado y todas parecía muy apetecibles. Fred compró un buen montón de chocolatinas, todas distintas, y se puso a meterle prisa a Ron mientras los demás se alejaban un poco del mostrador con su carga.

- ¡Venga, Ron, que no tenemos todo el día, venga, venga, va, venga, va, venga!

- ¡Ay, ya deja de agobiarme!

Fred se apoyó con un codo en el mostrador y vió que el grupo de chicas de las taquillas estaba a punto de ser atendido por el dependiente de al lado. La chica que le había sonreído estaba ahí, con sus amigas, que serían unas nueve o así y todas parecían muy animadas menos ella.

- Verás como al final te gusta la película – le decía una rubia que, en opinión de Fred, iba pintada como una... esto... puerta.

- Sí, ya, claro – decía la chica con resignación. Desvió la mirada de su amiga y sus ojos se encontraron con los de Fred.

- Ronnie, tú tranquilo, no tengas prisa ¿eh?, tómate todo el tiempo que quieras – barbotó Fred sin poder apartar la mirada de tan interesante vista.

La chica tenía unos grandes ojos verdes que parecían de terciopelo y el pelo castaño claro recogido hacia arriba le dejaba la nuca despejada y evidenciaba un cuello largo y elegante. Unos rizos rebeldes se habían escapado de su peinado, o los había dejado escapar ella para enmarcar su cara que parecía de niña. Tenía los pómulos un poco pronunciados y sus labios parecían de fresa.

Fred no pudo dejar de advertir (porque no estaba ciego) que tenía unas preciosas y largas piernas que parecían aún más largas gracias a la escasez de tela de su falda negra. Llevaba una especie de brillante camiseta ancha de color rojo vivo que le caía de un hombro como al descuido dejándolo al descubierto. El conjuntito lo remataban unas sandalias negras de tacón alto que la acercaban peligrosamente a la altura del pelirrojo.

Sin previo aviso (lo que no le hubiera venido nada mal para prepararse) ella le sonrió de nuevo enseñado su casi perfecta dentadura. Fred le devolvió una sonrisa embobada, y se iba a acercar para hablarle cuando Ron le pegó en el hombro y le dijo:

- Eh, que llevo media hora llamándote. Ya he terminado, venga vámonos.

Fred miró a su hermano irritado y se volvió de nuevo hacia la chica, pero ella ya no estaba allí. Se había perdido entre el grupo de amigas, y Fred no se sentía tan valiente para abordarlas a todas a la vez (¡eran nada menos que nueve, no podía con tantas!)

Se reunieron con los demás en la puerta de su sala. Fred no dejaba de mirar al grupo de chicas para ver si podía verla de nuevo, pero el grupo se alejó del mostrador y se dirigió hacia la puerta de otra sala más alejada. Fred no podía verla, y casi se resignó a esperar a que terminase la película para intentar abordarla cuando ella se separó del grupo y se dirigió con paso resuelto de vuelta al mostrador. Sus ojos volvieron a encontrarse con los de Fred y éste interpretó la mirada.

- Creo que voy a comprar algo más – dijo a los otros sin mirarlos -, esto me parece poco.

Como llevaba los bolsillos llenos de chocolatinas los demás le miraron como si estuviera loco.

- Yo diría que entre todos tenemos suficiente – dijo Ron, picado porque antes le había metido prisa. Pero Fred no le escuchó, fue hasta la cola del mostrador y se puso al lado de la chica como el que no quiere la cosa.

- Hola – dijo. Y se quedó callado sin saber qué más decir rogando no haberse puesto colorado.

- Hola – dijo ella, divertida porque se mostrara tan cortado, pero la muy borde no dijo nada más y se limitó a mirarlo sonriente.

- Esto... ¿y qué película vas a ver? – preguntó él sintiéndose como un estúpido.

Ella señaló un cartel por toda respuesta. Fred se dio cuenta que era la película que habían criticado antes Ginny y Hermione.

- Me han dicho que no es muy buena que digamos – le dijo. La chica suspiró.

- Me lo temía, pero mis amigas están desesperadas por verla.

Se encogió de hombros y Fred se quedó embobado mirándola. Olía muy, muy bien, a uno de esos perfumes que no son precisamente baratos, habría dicho su madre.

- Bueno, ¿y tú cual vas a ver? – preguntó ella porque veía que él había perdido el hilo.

- Una comedia, parece – dijo él con desgana. Hubiera ido encantado a ver el dramón con ella.

Avanzaron un poco en la cola, estaban a poca distancia ya del mostrador y les tocaría pedir en cualquier momento. Fred no quería comprar nada más, pero tampoco quería marcharse. Se le ocurrió una idea y dijo:

- ¿Cuál hubieras elegido?

La chica volvió a sonreir, pero ¿en algún momento había dejado de hacerlo?

- Me hubiera gustado poder convencer a mis amigas... o a alguien... de ver El señor de los anillos. – contestó. Fred alzó una ceja intrigado.

- ¿Y esa de qué va?

- ¡Estás de broma! – dijo ella riendo sorprendida.

- No – dijo Fred, deseando que se lo tragara la tierra. Había metido la pata, lo sabía, seguramente era una de esas cosas que todo muggle sabe y que él ignoraba.

- Bueno, pues es una película de guerras, elfos, magia y todo eso – contestó.

A Fred le sonó interesante. No sabía que los elfos actuasen y miró el cartel de la película a la que se refería. Allí no se veía ningún elfo, pero parecía tener una pinta más entretenida que la comedia que se disponían a ver. Echó una mirada a su grupo. Hermione y Ginny se habían fijado claramente en que él había estado hablando con la chica pero Harry y Ron no se habían enterado de nada y estaban a lo suyo, hablando un poco alejados de las chicas.

Les tocó volver a avanzar en la cola. Fred se dio cuenta de que sólo había una persona entre ellos y el mostrador. Se volvió de nuevo hacia la chica.

- ¿Te gustaría verla ahora? En vez de ver la de tus amigas, me refiero – dijo, un poco nervioso. La chica alzó las cejas sorprendida, miró a sus amigas y de nuevo a Fred. No tardó demasiado en decidirse.

- ¿Cómo lo hacemos? – preguntó. Fred sintió deseos de echarse a reír.

- Bueno, tenemos que ir hacia la puerta de la sala con toda naturalidad – dijo en tono conspirador, bajando la voz como si contase secretos militares.

- Muy bien – dijo ella imitando su tono – Vamos allá entonces.

- ¿No querías comprar algo? –preguntó Fred al recordar que si estaban a la cola era por algo. Ella le envió otra de sus sonrisas y se sonrojó un poco.

- En realidad no, era para ver si te decidías a hablar conmigo.

Fred se quedó perplejo. Tuvo ganas de preguntarle "¿y si no lo hubiera hecho?" para ver qué contestaba, pero decidió que era mejor ponerse en marcha antes de que alguien se diera cuenta de lo que se proponían hacer.

Abandonaron la cola con mucho sigilo. En realidad demasiado; resultaba sospechoso. Una de las amigas de ella se dió cuenta de que había salido de la cola y al verla dirigirse hacia otra sala la llamó creyendo que se había equivocado.

- ¡July!, ¡hey, July, estamos aquí!

July no se giró, fingiendo no haber oído a su amiga y tanto ella como Fred apresuraron el paso. Pudieron oir la voz de Ron a sus espaldas.

- ¡Pero Fred, ¿adónde vas?!

Fred tampoco se giró y dijo casi sin mover los labios:

- Creo que sospechan algo.

July soltó una risita y dijo:

- Tú haz como si no los oyeras, hay que aparentar naturalidad.

Fred la miró divertido, le cogió una mano y echaron a correr sin disimulo alguno hacia el interior de la sala oscura.

Se acomodaron en las primeras butacas que intuyeron que estaban vacías.

- ¡Misión cumplida! – dijo Fred desplomándose en su asiento.

Por suerte se habían sentado antes de que apareciese el acomodador con la linterna en la mano, porque si les hubiera pedido las entradas no habrían sabido qué decir, tenían entradas distintas a las de esa película.

- Así que te llamas Fred – dijo July a su lado. A Fred no le gustó no poder verla por lo oscuro que estaba, pero como no sabía muy bien cómo funcionaba aquello del cine no preguntó por qué no encendían las luces.

- Y tú eres July, ¿no?

- Julianne – contestó ella casi a regañadientes -, pero preferiría que no me llamases July, me suena tan a pija...

- Muy bien, Julianne, ¿o cómo prefieres que te llame? Juls, Anne, Cariño, Cielo, Bombón...

Ella volvió a reír. A Fred le gustaba esa risa, sonaba muy profunda y muy sincera, y ella tenía voz de caramelo, se diría en lugar de hablar ronroneaba. O a lo mejor eran imaginaciones suyas y en realidad hablaba como una verdulera.

- Juls está bien.... por ahora. – contestó Juls.

Ya no pudieron hablar mucho más porque empezaba la película, pero casi los hecharon del cine porque Fred no paraba de protestar entre risas.

- Ese Gandalf es un farsante, eso no se puede hacer. ¿Y su varita, eh? ¿Dónde está su varita? Y esos elfos... por favor... Los elfos no miden 1'80 y son modelos profesionales, no me figuro yo a ese Legolas cocinando o limpiando chimeneas.

Juls no podía parar de reírse y trataba de taparle la boca con la mano para que los espectadores no decidieran lincharlos por sus comentarios. Un espectador se giró en una ocasión y le dijo con ira:

- Tío, eres un incluto, así es como lo escribió Tolkien, ¡no sabes de lo que hablas!

- Quien no sabe de lo que habla es el Tolkien ese, cualquiera diría que se lo ha inventado todo – replicó Fred. Juls no podía más, parecía que estaba a punto de caerse de la butaca de la risa. Al finalizar la película le dolían los costados y parecía un poco enfadada con Fred.

- ¡Casi nos matan! – le recriminaba mientras salían de la sala.

- Vamos no exageres.

- Claro, como a tí no te ha dado la botella de agua...

- Estaba medio vacía...

- ¡Pero es que era de dos litros, Fred!

Fred se rió y la acercó para mirarle entre el pelo, donde decía que le había dado la botella.

- A ver...

- ¿Qué buscas?

- Piojos, liendres, ya sabes...

Juls se rió a pesar suyo.

- No veo sangre ni nada de eso – concluyó Fred con una sonrisa, tocándole los rizos, que eran más suaves de lo que esperaba. – Creo que lo que tienes es cuento.

- Idiota – dijo Juls riéndose y separándose de él para mirarle.

Estaban muy cerca y ella era preciosa. Y por algún extraño motivo parecía que él le gustaba. "Al diablo" pensó Fred en un arrebato de inspiración,"Voy a arriesgarme... Voy a besarla, y si quiere luego que me dé una bofetada, pero tengo que intentarlo"

Le rodeó la cintura con las manos y la atrajo un poco más. Ella no se resistió lo más mínimo, de echo hasta le sonrió un poco nerviosa. Fred, animado, bajó la cabeza para besarla....

... y en ese momento una mano de uñas rosas tapó la boca de Juls interponiéndose entre sus labios.