Saludos queridos padawans: vengo con un drabble Giripan, siendo ésta la primera vez que pruebo a escribir algo de ellos, en respuesta al fic de nombre Kiku que Lilith Kisaragi publicó ayer. Tras leerlo se me antojó escribir la parte correspondiente a Japón de su planteamiento, y como me dio veda libre aquí está hoy. Os animo a leerlo, es conciso, bonito y está bien escrito. Respecto a ésta, la respuesta, espero que os guste.

Palabras: 320

Disclaimer: Hetalia y sus personajes pertenecen a Hidekaz Himaruya-sensei. El fic Kiku pertenece a Lilith Kisaragi.


Tanabata

Abrió la puerta que conducía hacia el jardín, asomándose al pasillo exterior de madera. La brisa de la noche era cálida, agradable y acogedora, cargada de nostalgia y luz de luna que parecían pretender encerrar el tiempo en su seno. Se hacía tan largo, eterno, el tiempo entre encuentro y encuentro. En ocasiones, se sorprendía a sí mismo deseando que éste transcurriese más rápido; cuando veía a Pochi dormitar tan despreocupadamente, cuando sin pretenderlo preparaba comida de más, cuando en las noches frías trataba de recogerse disimuladamente en un cuerpo que se sorprendía de no encontrar. Se sentó en el suelo del pasillo, dejando a sus pies colgar hacia el jardín, y suspiró mirando a las estrellas:

—Debe de ser duro para ustedes también, Orihime-sama, Hikoboshi-sama. Sin tan sólo pudiera pedirles consejo, nada me haría más feliz que recibir su ayuda.

De repente, sintió cómo algo se subía a sus piernas. Al bajar la vista contempló, no sin sorpresa, cómo un gato se arremolinaba en su regazo. Reconoció al recién llegado al instante, dado que últimamente aparecía de tanto en tanto en busca de comida y agua; no había podido negarse Japón a alimentarlo cuando lo vio por vez primera, ni tampoco la segunda, ni... nunca en realidad.

Sin embargo, esta vez había algo raro en su habitual visitante: algo traía enganchado en la cola. Tuvo que esperar a que se durmiera el desconfiado inquilino sobre sus piernas para poder liberarlo, consiguiendo finalmente hacerse con el objeto entre sus manos. Cuando abrió para mirar de qué se trataba, no pudo sorprenderse más.

Era un kolomboi. Un kolomboi de insólita calidad, casi celestial, como para ir enredado en la cola de un gato callejero; las piedras eran preciosas y la cadena y los pocos ornamentos, brillantes. Lo guardó y estrechó fuertemente entre las manos y, volviendo a mirar al cielo, sonrió.

—Gracias. Esforcémonos juntos, los tres. Volvamos a vernos pronto, Heracles-kun.

Tanabata - Fin


Notas:

Sí, como cualquier historia mía, aunque sea corta tiene aclaraciones *risas*.

Tanabata es una festividad japonesa que celebra el encuentro entre Orihime y Hikoboshi (Vega y Altair respectivamente). La Vía Láctea, un río hecho de estrellas que cruza el cielo, separa a estos amantes, y sólo se les permite verse una vez al año, el 7 de Julio. La gente esa noche pide sus deseos, y también reza para que haga buen tiempo pues si lloviera, el río crecería y ambas estrellas (Orihime y Hikoboshi) no podrían llegar a verse. Así es que Japón les pide consejo, preso como se siente ahora, de esa sensación de añoranza a la que ambos deben de estar acostumbrados.

Un kolomboi es parecido a un rosario pero griego, se supone da buena suerte. Muchos griegos los tienen y suelen ocuparse las manos con ellos; suele haberlos desde los más simples hasta verdaderas joyas (como ocurre con los rosarios, supongo).

Y ya está. Ahora sí he terminado. Muchas gracias por leer.

Bou.